Los animales despliegan diversas estrategias para afrontar los desafíos ambientales, siendo moduladas por la respuesta de estrés. Un desenlace habitual de su acción sostenida es la inmunosupresión, suponiendo consecuencias sobre la interacción hospedador-parásito. En vista del rol de los roedores como reservorios de agentes infecciosos, se evaluaron tres hipótesis: i) los factores estresantes poseen un efecto diferencial sobre los diferentes compartimentos del sistema inmune del roedor; ii) el incremento de un compartimento específico del sistema inmune redunda en la reducción de otro, cuya magnitud depende de la exposición al estrés; iii) la inversión diferencial en los distintos compartimentos del sistema inmune, influenciada por niveles de estrés, se encuentra asociada al tipo e intensidad de agente parasitario presente. Las primeras dos hipótesis se abordaron mediante un experimento de estrés crónico con ratas de laboratorio, en el que se evidenció que la exposición prolongada a restricción alimentaria y/o conflicto social resultó en diferentes patrones de inversión somática, y en la estimulación de la inmunidad humoral innata y adquirida. La tercera hipótesis se evaluó con un ensayo con roedores de vida libre, en que se manipuló la disponibilidad de alimento. Este ensayo develó que la densidad de individuos y la disponibilidad de recursos constituirían estímulos estresores; difiriendo las estrategias de defensa según especie y sexo del hospedador, y el tipo de parásito. Estos hallazgos de ensayos con distinto grado de control y realismo, suscitan nuevos interrogantes acerca de la interrelación hospedador-parásito-ambiente, expandiendo nuestra comprensión sobre la susceptibilidad del hospedador y las dinámicas parasitarias.
Animals display a series of strategies to cope with environmental challenges, which are met in light of the stress response. A frequent outcome of its sustained action is immunosuppression, which entails consequences for the host-parasite interaction. Due to the importance of rodents as reservoirs of infectious diseases, three hypotheses were evaluated: i) stressors pose a differential effect on distinct compartments of the rodent’s immune system; ii) the enhancement of a specific compartment of the immune system results in the reduction of the other, and its magnitude depends on the exposure to stress; iii) the differential investment on distinct compartments of the immune system, influenced by the levels of stress, is associated with the type and intensity of the infectious agent. The first two hypotheses were assessed with a chronic stress experiment with laboratory rats, which evidenced that the prolonged exposure to food restriction and/or social conflict resulted in different patterns of somatic investment and the increase of the humoral immunity, both innate and acquired. The third hypothesis was evaluated with a trial with free-ranging field mice, where food availability was manipulated. The later revealed that density and resource availability constitute environmental stressors. The defence strategies displayed differed according to host species and sex, but also the type of parasite. These findings from trials with a diverse degree of control and realism, elicit new questions about the host-parasite-environment interaction, expanding our understanding of host susceptibility and the dynamics of parasites.