Resumen:
Hacia 1930, en Nueva York, el Dr. Alexis Carrel, formaba parte del equipo de sabios a quienes el Instituto Rockefeller proporcionaba los medios necesarios para que se dedicaran libremente a sus investigaciones. Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1912, se le debían las técnicas del injerto de órganos, de la cirugía cardiológica de tórax abierto, del cultivo de tejidos en frascos y de la conservación fuera del organismo, gracias a la bomba diseñada por Lindbergh, de órganos vivos enteros. No obstante, lo obsesionaba: la degeneración del hombre en el seno de la sociedad Industrial.