Resumen:
Dirigir una escuela no es sólo gestionar y administrar recursos. Supone la responsabilidad de decidir por otros y con otros en distintas esferas de intervención, responder a la vez por un legado y por el futuro al que tiende la educación, recibir a los nuevos y alojarlos en un mundo común que se construye en el mismo gesto. Aspectos del dispositivo escolar, de la didáctica y de las relaciones humanas se viven como si no fueran opciones; se los asume como si se tratara de cuestiones objetivas sin percibir que se continúa instaurando como sentido lo que es un reparto cuestionable de la experiencia educativa y del mundo mismo. Este libro reflexiona sobre la legitimidad desde la que se piensa y ejerce ese lugar de autoridad que alcanza a todo educador; no propone estrategias ni relega la cuestión a un problema de formación. Es una apelación a la libertad de pensar y de decidir con la que se expresa la responsabilidad que valida el lugar que se ocupa y la posición, ética y política, desde la que se lo hace. También una mirada de la institución escolar como un espacio polémico de confianza donde sea posible la apuesta de actualizar la igualdad.