La comparación entre Argentina y Canadá se corresponde con circunstancias históricas que nos remiten a casi un siglo atrás, donde ambos países habían adquirido relevancia en concomitancia con el tipo de inserción en los mercados internacionales como productores y exportadores de bienes primarios. Lo acontecido entre las décadas que marcan la intensifcación de esa inserción en el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX también justifcaron la inclusión de Australia, quizás aún con más fuerza, en ese esquema de trayectorias comparadas, donde lo económico adquiría una importancia relevante. El derrotero posterior de la Argentina deja pocas dudas en torno a su evolución no exitosa durante la segunda mitad del siglo XX y hoy casi podría suscitar una sonrisa el análisis de los guarismos de crecimiento y bienestar de ese país americano nórdico que es Canadá, con respecto a los muy magros que expresan el largo declive argentino