En discursos políticos y artículos periodísticos, los términos liberalismo y democracia son utilizados como sinónimos, pero una lectura atenta a la historia de la teoría política nos permite comprender que éstas constituyen dos tradiciones analíticamente diferenciables. El interés renovado sobre la teoría política se debe a su capacidad de zambullirse en textos y contextos históricos diferentes, estableciendo continuidades con sucesivas reinterpretaciones y reflexiones. En este sentido, las tradiciones políticas refieren a un conjunto de lenguajes dentro del cual es posible identificar variadas posturas enmarcadas en una estructura reglada, una gramática en la que coinciden ciertos elementos retóricos y categorías, que limitan las sendas de la reflexión. Así, nos encontramos ante dos tradiciones políticas distintas, con preocupaciones, preguntas y conceptos nodales diferentes. La tradición democrática se pregunta cómo articular una comunidad política en donde el demos constituido por iguales sea el verdadero soberano decisor, a partir de una participación igualitaria y efectiva. Esta tradición tuvo su reflexión más extendida a partir del sufragio universal y la democracia de masas hacia el siglo XX, y la traducción en un nuevo escenario de un lenguaje político antiguo. Durante este siglo se dan desarrollos propios y se generan debates sobre modelos normativos de democracia: liberal, participativa, deliberativa y radical. Por su parte, la preocupación liberal es cómo articular una sociedad política que tenga como objeto principal la salvaguarda de los derechos individuales, frente a dos grandes peligros: la tiranía de la mayoría y la opresión del Estado. En el siglo XX es factible reconocer la heterogeneidad de escuelas liberales (consecuencialistas, perfeccionistas y contractualistas) que comparten lenguajes pero difieren acerca de las fronteras del Estado, sus esferas legítimas de intervención, las justificaciones filosóficas de los derechos, la prioridad de lo político o de lo económico como principio vector de la sociedad, las características antropológicas del ser humano. Ante lo dicho el proyecto indaga en las transformaciones que estos dos lenguajes han tenido durante el siglo XX y XXI, subrayando las afinidades electivas que ambos lenguajes sostienen, así como sus modulaciones, tensiones y disputas. Empresa para la cual se recuperará a sus pensadores más distintivos, poniéndolos en relación a procesos políticos contemporáneos.
In political speeches and journalistic articles, the terms liberalism and democracy are used as synonyms, but a careful reading of the history of political theory allow us to understand that both of them constitute two analytically different traditions. The renewed interest about it is due to its ability to embrace different essays and historical contexts establishing a continuum with reinterpretations and reflections in ongoing dialogue. In this way, political traditions refer to a set of languages within which it is possible to identify several positions framed in a regulated structure, a grammar where certain rhetorical elements and categories are bound together, which limits the rails of reflection. From this framework, we are in front of two different political traditions, with distinct concerns, questions and core concepts. Democratic tradition asks how to articulate a political community in which the demos, constituted by equals, is the true decision-making sovereign, based on equal and effective participation. This tradition had its most extended reflection due to the transformations that universal suffrage and mass democracy brought toward the XX Century; and also, the translation of an old political language into a brand new scenario. Moreover, during this century, there have been certain developments about its inherent characteristics, that allow arguments on some normative models of democracy: liberal, participatory, deliberative and radical. For its part, the liberal concern is about how to articulate a political society, whose main objective is the safeguarding of individual rights against two great dangers: the tyranny of the majority and the oppression of the State. In the XX centrury, it is also common to recognize certain diversity between liberal schools (consequentialist, perfectionist, and contractualist) that share the same language but hold different views about issues varying from the limits of the State, its legitimate areas of intervention, the philosophical justifications of rights. All things considered, the present project will explore the transformations that these two languages have had during the XX century and so far in the XXI, making great emphasis on the contact points and elective affinities that both languages hold, as well as their modulations, tensions and disputes. For this task, the most distinctive thinkers of the era will be studied thoroughly and their ideas will be placed in contemporary political processes.