En arquitectura, la fenomenología se define como un enfoque que se propone explicar aquello que sentimos al habitar los espacios y la influencia de estos espacios sobre los seres humanos. Estudios fenomenológicos recientes demuestran que las experiencias arquitectónicas se despliegan en una serie organizada y alternativamente continua de percepciones agrupadas alrededor de "eventos" y "episodios" singulares. La arquitectura entonces, se experimenta como una "narrativa" multisensorial y es por eso que el diseño, la comunicación o la crítica experiencial de la arquitectura debe concentrarse y trabajar no solo con los aspectos de forma, escalas y/o proporciones, sino también con los componentes sensoriales y neuronales que inciden sobre el habitar (Rakatansky, 1992). El cerebro, el cuerpo y el medio ambiente se determinan recíprocamente, ergo su evolución es también conjunta. Estos campos están en constante transformación y esa dinámica ha sido caracterizada por Thompson, Rosch y Varela, en tres niveles o ciclos de operación: 1) la regulación organísmica del cuerpo a través de la homeostasis; 2) el acoplamiento sensomotor y afectivo entre el organismo y el medio ambiente; y 3) las interacciones intersubjetivas o socioculturales con los demás, mediadas por nuestros sistemas sensomotor y afectivo. Colectivamente, estos tres ciclos proporcionan una sólida base de datos con información que se puede transformar en un modelo teórico como potencial insumo para el diseño arquitectónico. El propósito principal de posicionarse en el diseño desde la multisensorial y no solo desde el ocularcentrismo, es alterar el actual rol estático y no dinámico que poseen los seres humanos en la arquitectura. El propósito de esta transformación busca alertar que la concepción tradicional de la perspectiva no es sólo un modelo de visión, sino un modelo de poder que se adecua a las ansias de ordenar y controlar lo que se ve, estableciendo una distancia que le permite creer al sujeto que puede dominar visualmente el mundo. Asumiendo que la participación activa de las emociones producto de la experiencia sensorial involucra kinestésicamente al sujeto y lo convierte en un participante activo, constituyéndonse como parte y al mismo tiempo creador de la realidad que observa.
In architecture, phenomenology is defined as an approach that aims to explain what we feel when inhabiting spaces and the influence of these spaces on human beings. Recent phenomenological studies show that architectural experiences unfold in an organized and alternately continuous series of perceptions grouped around unique "events" and "episodes". Architecture, then, is experienced as a multisensory "narrative" and that is why the design, communication or experiential criticism of architecture must concentrate and work not only with the aspects of form, scales and / or proportions, but also with the sensory and neural components that affect living (Rakatansky, 1992). The brain, the body and the environment determine each other, but their evolution is also joint. These fields are in constant transformation and this dynamic has been characterized by Thompson, Rosch and Varela, in three levels or cycles of operation: 1) the organismic regulation of the body through homeostasis; 2) the sensorimotor and affective coupling between the organism and the environment; and 3) intersubjective or sociocultural interactions with others, mediated by our sensorimotor and affective systems. Collectively, these three cycles provide a robust database of information that can be transformed into a theoretical model as a potential input for architectural design. The main purpose of positioning oneself in design from the multisensory and not only from the ocularcentrism, is to alter the current static and non-dynamic role that humans possess in architecture. The purpose of this transformation seeks to alert that the traditional conception of perspective is not only a model of vision, but a model of power that is adapted to the desire to order and control what is seen, establishing a distance that allows him to believe the subject who can visually dominate the world. Assuming that the active participation of emotions as a result of sensory experience kinesthetically involves the subject and makes him an active participant, constituting himself as part and at the same time creator of the reality that he observes.