Resumen:
Nunca nos será dado contemplar la verdad sin velos que la oculten y la deformen, porque su desnudez como la de las diosas, deslumbra, hiere y mata. Reduzcamos, entonces, nuestras pretensiones a límites más humanos, dejando para graves y más doctos filósofos las abstractas especulaciones sobre esa verdad absoluta que el hombre no ha alcanzado, que no alcanzará nunca, porque como tan gráficamente lo expresara Spencer, la ciencia humana es como una esfera luminosa perdida en un infinito de obscuridad; ciencia que a medida que crece agranda la amplitud de la esfera, multiplicando así los puntos de contacto con la noche y dilatando el abismo de nuestra ignorancia.