Resumen:
La novela —hablo, claro está, de la novela moderna— es una realidad literaria problemática. Quizá de allí mismo, de ese perpetuo ahondar en sus internas contradicciones, provienen su fertilidad y su vigencia. Todos los términos con que se intenta su asalto participan de esa radical inseguridad. Los grandes novelistas han tenido aguda conciencia de ello; nos queda un testimonio expresado en muchas páginas densas de crítica y autocrítica. El tema, el personaje, el diálogo, la intriga, todas esas entidades —y tantas otras— aparentemente abiertas al análisis, encierran en verdad tensiones y conflictos internos que casi las reducen a la categoría de meras construcciones verbales. Sin embargo, el amador verdadero encuentra en el conocimiento, o en su búsqueda, nuevos motivos de amor. Las líneas que siguen, desprovistas de aparato erudito, son apenas tentativas de acceso a ese conocimiento.