Resumen:
El juego, en latín "ludus", ha ido definido en su acepción psicológica, acertadamente, como "toda actividad física o espiritual que no tiene una aplicación inmediatamente útil o determinada y cuya razón de ser, para la conciencia que se entrega a él, es el placer mismo que produce". No han sido, ciertamente, Huizinga y D'Ors los primeros ni los únicos que han abarcado el juego en sus especulaciones filosóficas. Ya Haldo Hóffding, el ilustre filósofo dinamarqués, había dicho antes que ellos, que una vez satisfechos nuestros deseos más apremiantes, y cuando hemos descansado del esfuerzo, nace la necesidad de moverse por el solo placer de hacerlo. Y que así como el animal carnicero juega cuando no está atormentado por el hambre, la fatiga o los peligros, el salvaje tiene también sus juegos generosos y encuentra un empleo a su energía restaurada en movimientos violentos.