Resumen:
Temprano alcanzó Güiraldes un ideal del cuento. Y parece que en su propio concepto, estuvo lejos de lograrlo. En una nota de El sendero los llamó " …eternos cuentos de prosa sosa, con algún retazo de "yo" olvidado en su tarro de basura". Por entonces, después de 1920, el poeta vivía lleno de preocupaciones trascendentes y resulta natural que condenara aquellas páginas de la juventud, tan fuertemente adheridas a una realidad primaria. Sin embargo, en algunos papeles sueltos y en cartas a Valery Larbaud o a Guillermo de Torre, la forma de juzgarlos se atenúa. Ahora tiende más bien a explicarlos.