Resumen:
Es curioso observar cómo Blasco Ibáñez utiliza todo cuanto ve para su obra literaria. Puesto a ser un novelista-historiador de las costumbres de su tiempo, como lo fue Zola y como lo fueron todos los escritores naturalistas, no vacila en apropiarse de un hecho, de un suceso más o menos extraordinario, para utilizarlo como nervio y columna de su narración. La observación directa, unida a la fantasía de creador, determina esas obras que aun hoy tienen una potencialidad de vida inextinguible.