Resumen:
El 6 de mayo de 1862 murió, en los Estados Unidos, Enrique David Thoreau. En verdad, fue la de este hombre una vida digna de ser transfigurada en personaje de novela. Thoreau era único; no porque quisiese ser singular, sino porque no podía ser de otro modo. No se piense que era un aristócrata, ni mucho menos. Era lo más demócrata que se pueda ser; sólo que su espíritu democrático no se confundía con la vulgaridad gregaria; estaba en las antípodas de lo que hoy consideramos un hombre-masa. Con semejantes características personales, parece innecesario decir que no fue un político en el sentido profesional del término, pero su conducta y su pensamiento, su actividad de escritor y su acción de ciudadano derivaban naturalmente hacia el ámbito social y configuraban una actitud política que resultaba discordante en la común orquestación monocorde.