Resumen:
Como fuente del conocimiento histórico, se olvida con frecuencia la literatura, sobreestimando el valor de un documento donde se refleja el mundo que el escritor, creando ficciones, registró en sus libros. Por cierto que no siempre la obra literaria es documental en cuanto a la realidad del instante en que fue escrita, pero existe una literatura que ofrece testimonios inhallables en otros sitios, de más valor intrínseco que las fuentes paleológicas o diplomáticas. Con todos sus excesos y con todas sus arbitrariedades, la biografía novelada, nacida del deseo de acercarlos a nosotros y de comprender a los personajes históricos, es indudable que nos los ha presentado con una mayor realidad y exactitud, si no de fechas sí de almas.