Resumen:
Nuestra literatura escénica alberga un número relativamente escaso de expresiones calificadas de "grotescos", las cuales fueron surgiendo a partir de 1923, durante una década. Tales piezas significaron una jerarquización de la escena nacional cuando su vástago más fecundo, el saínete, engendraba sin cesar una prole tan numerosa como chabacana, desprovista de todo propósito artístico. Nada por cierto las emparentaba con las muestras genuinas y representativas del género, pese a que esas manifestaciones espúreas insistían en distorsionar los elementos —ambientes, tipos populares— que con singular maestría supieron aprovechar, entre otros, Pacheco, Pico, Novión.