Resumen:
El inmigrante que llegó a nuestras playas, no trajo sólo ansias de ganar dinero: buscó un nuevo horizonte en el que aventurar su vida. Además, trajo consigo, en su sangre y en su espíritu, una secular formación —una cultura infusa, a través de la herencia— en la que muchas veces, intervenía la superstición. El español y el italiano, y más tarde el hebreo, trajeron en sus espíritus, arraigadas profundas raíces de fe religiosa.