Resumen:
El nuevo cine francés sigue en el centro de la discusión. Desde hace ya varios años, el tambor de su propaganda ha resonado con insistencia, aunque ahora los sones que las imágenes arrancan a las pantallas comienzan a parecer discordantes. Sin embargo, el público y los críticos continúan atentos. Quienes se reunieron atraídos por el repiqueteo inicial persisten en sus lugares, tal vez igualmente curiosos, pero seguramente ya no tan convencidos. Muchas voces se hacen oír preguntando por la validez del espectáculo. Ya quienes han estado más tiempo en contacto con este despliegue de imágenes, parecen fatigados y afirman haber descubierto los trucos y las astucias utilizadas. Aquéllo que en un principio atrajo la atención, ha dejado de desconcertar; las desarmonías, las limitaciones, se han hecho notables.