Resumen:
La Nueva España que, sin abandonar las esencias vitales y eternas de su progenitora, la Vieja España, a la sazón dominadora del orbe conocido, iniciará el ensanche de la cultura con otra visión, puede decirse, del cielo y de la tierra. La desobediencia de Cortés —acaso la más trascendental de la historia— al rebelarse contra el gobernador Velázquez, rompe de pronto el velo de una oscura premonición, se alza en aurora de luz, con toda su plenitud simbólica, y se redime en el diálogo ecuménico que el espíritu occidental inicia con el de este otro que desde ese dichoso contacto se llamará Nuevo Mundo. Todo cambia, crece, se renueva: la experiencia, el pensamiento, la ciencia, las artes y las letras. Nuevas religiones, nuevas lenguas, costumbres, hábitos, actitudes y usos diferentes.