Resumen:
El hombre de la pampa "vive con los ojos puestos en el horizonte". En él encuentra su rumbo, intuye el peligro, presiente la tormenta. La pampa respira, habla, y también suele abismarse en silencios impresionantes. Hay en el horizonte una honda sensación de vacío y esperanza. Ha sido para los pobladores de la primera época una eterna promesa. Pero nunca han tratado evadirse del círculo alucinado de su lejanía inasible, y explicaron a su manera esa grandeza en su canto y en su música. El mundo físico y mental del hombre pampeano es complejo. Ha sido plasmado por el medio circundante, "esos ruidos que uno siente sin saber de donde vienen". La lejanía gravitó directamente sobre su expresión íntima. Esa tristeza cósmica que solamente puede generar la contemplación de la naturaleza, trasuntada en las expresiones ódicas, donde todas las frases son alargadas y en tono menor. El hombre de la pampa siempre vio más allá del horizonte un mundo extraño perdido en la bruma del desierto. La infinitud del paisaje trasmitía a su corazón una sensación de tristeza infinita.