Resumen:
Deodoro Roca fue un hombre de superficie. Nada crítico afirmamos. No cualquiera puede moverse y otorgar a lo superficial consecuencias duraderas. Y Deodoro Roca —Deodoro, como le llamaron, eliminando el innecesario patronímico, amigos y enemigos—, vivió apasionadamente sobre la superficie de las cosas, esquivó constantemente las formas anquilosadas y prodigó su energía creadora sin pretender fijarla en una obra perdurable. En él, importaron la charla, la docencia informal, el consejo, la voz, la simpatía, la gracia, el sentido dionisíaco de la existencia. Sin embargo, a través de los pocos retazos que nos quedan de su personalidad, Deodoro pervive y su influjo se acrecienta apuntando en él a uno de los grandes, a uno de los auténticos maestros de juventud.