Resumen:
El Siglo de Oro español usa el proverbio como la edad anterior; aún más, lo refuerza vigorosamente. En una época en que lo sofisticado de la novela pastoril y la de caballerías se enfrenta a la crudeza realística de una Celestina o una novela picaresca, el adagio triunfa una vez más como un culto a lo popular, como un objeto de reflexión. Es, también, como un evangelio chico, más que una mera forma literaria posee una síntesis completa que al estudiarla nos lleva aparte, como de dentro afuera —prolongación universal— y nos da nuevos significados en una justaposición rápida e inesperada. Y, así como en los Evangelios se daba por sabido que contenían la verdad intrínseca, lo familiar de la alusión popular se incrustaba en la mente con efecto de hecho conocido, inapelable. Una verdadera forcé de frappe.