Resumen:
Del mismo modo que, cuando se hizo público el veredicto de absolución en que culminó el desde el primer momento célebre Proceso de Lieja, explotó un verdadero delirio colectivo —en el que se distendían la inquietud, los temores y las ansias con que habían sido seguidas sus sesiones y sus antecedentes por gran parte del mundo—, inmediatamente empezó a discutirse y a publicarse sobre él, con una amplitud, una rapidez y un ardor que reflejaban bien a las claras cuánto había apasionado y conmovido la conciencia jurídica, moral, médica y religiosa, no ya sólo de la opinión belga, sino de muy más dilatados sectores.