Resumen:
El aporte diario de flúor se ha estimado en un promedio de 0,5 mg. a partir de los alimentos blandos y ablandados o depurados y artificiales y de los hábitos alimentarios de la era técnica, muy inferior al que incorporaba el hombre del pasado (48), a través de una mayor cantidad de alimentos naturales y con partes más duras, estas últimas con una acentuada concentración de flúor. Ello ha impuesto la conveniencia de complementar este déficit nutricional con el flúor aportado por el agua de consumo, la que por lo expuesto debiera contener alrededor de 1 p.p.m. de este elemento (considerando en 1000 cc. el consumo diario medio por persona), consecuente de este rol del agua, se ha estudiado la relación entre el contenido de flúor de las aguas que consumen las poblaciones y la sanidad dentaria, en unos casos con alarmantes incidencias de caries (49-51), cuando el contenido de flúor era inferior a 1 p.p.m. y en otros el moteado dentario y modificaciones óseas, cuando era superior al guarismo anterior (52-56), es decir, trastornos de hipo e hiperfluorosis respectivamente.