El cultivo de soja es el más importante y el que más superficie ocupa a nivel país. Para lograr buenos rendimientos es necesario protegerlo de los insectos plagas. Esta protección se realiza principalmente con plaguicidas que afectan e incrementan los costos de producción y contaminan el medio ambiente.
Como alternativa para disminuir los volúmenes de plaguicidas utilizados se ha desarrollado la tecnología del Manejo Integrado de Plagas (MIP). El presente trabajo realizado en el departamento San Justo de la provincia de Santa Fe, pretende conocer el grado de adopción de dicha tecnología por parte de los productores de soja.
Los resultados indican que: ninguno de los productores adopta la tecnología MIP, la mayoría tiene un bajo grado de conocimiento sobre la misma y el 85,7% no confía en ésta para proteger de plagas a su cultivo. Por otro lado, la totalidad de los productores no presenta limitantes de capacidad operativa para aplicar MIP, y a su vez, la mayoría expresó una valoración positiva de la tecnología en función de cómo repercute en: los costos de producción del cultivo, en el ambiente y sobre el tiempo que demanda su implementación.
Entre las conclusiones se destaca el escaso conocimiento que tienen los productores de la tecnología MIP y la falta de confianza que se aprecia de dicha tecnología entre los entrevistados. Estos factores podrían ser las claves para explicar la no adopción del MIP en soja en los productores entrevistados.
Soybean cultivation is the most important and the one that occupies the largest area at the country level. To achieve good yields it is necessary to protect it from pest insects. This protection is carried out mainly with pesticides that affect and increase production costs and pollute the environment.
As an alternative to reduce the volumes of pesticides used, the Integrated Pest Management (IPM) technology has been developed. The present work carried out in the San Justo department of the province of Santa Fe, aims to know the degree of adoption of said technology by soybean producers.
The results indicate that: none of the producers adopts IPM technology, most have a low degree of knowledge about it and 85.7% do not trust it to protect their crops from pests. On the other hand, all the producers do not present limitations of operational capacity to apply IPM, and in turn, the majority expressed a positive assessment of the technology based on how it affects: the production costs of the crop, the environment and on the time required for its implementation.
Among the conclusions, the scarce knowledge that the producers have of the IPM technology and the lack of confidence that is appreciated in said technology among the interviewees stands out. These factors could be the keys to explain the non-adoption of IPM in soybean in the producers interviewed.