Este estudio analiza el origen de la capacidad del poder político chino para dirigir el crecimiento económico disciplinando al capital, mediante la supremacía estatal. A diferencia de Europa, China desarrolló una tradición estatalista previa al socialismo del siglo XX, enraizada en su cultura y pensamiento político ancestral. La investigación examina el proceso de construcción de un Estado moderno desde su incorporación subordinada al sistema capitalista en el siglo XIX, con el tránsito desde una economía agraria y una burocracia imperial hacia un régimen político e institucional nuevo.
La transformación económica implicó reorganización de élites y respuestas estatales frente a la agresión extranjera. La posición periférica de China fue consecuencia del fracaso de proyectos de modernización, definidos aquí como estrategias de ascenso semiperiférico. El trabajo analiza tres: el autofortalecimiento imperial del siglo XIX, la industrialización estatal de los años treinta, y la economía planificada socialista que desemboca en las reformas de los años ochenta.
Sostenemos que el éxito de estas estrategias depende de la construcción de un aparato estatal con doble autonomía: interna, frente a actores que disputan el poder, y externa, frente a potencias extranjeras. Las estrategias anteriores fracasaron por debilidades en alguno de estos aspectos. No fue hasta la Revolución de 1949 que el Estado logró centralizar poder, consolidando condiciones para una exitosa reinserción en el sistema internacional desde los años setenta.
Este “Estado contrincante semiperiférico” combina autonomía relativa y articulación con el sistema capitalista global, permitiendo a China disputar liderazgo sin subordinación.
This study analyzes the origins of the Chinese political power's ability to direct economic growth by disciplining capital—both foreign and domestic—through the supremacy of the state. Unlike Europe, China developed a strong state tradition prior to 20th-century socialism, deeply rooted in its ancestral culture and political thought. The research examines the process of building a modern state beginning with China’s subordinate incorporation into the capitalist world-system in the 19th century, marking a shift from an agrarian economy and imperial Confucian bureaucracy to a new political and institutional regime.
This economic transformation entailed a reorganization of the elite and state responses to foreign aggression. China’s peripheral position was not a necessary outcome of capitalist expansion, but rather the result of failed modernization projects, conceptualized here as strategies of semiperipheral ascent. The study analyzes three such strategies: the imperial Self-Strengthening and industrialization policies of the late 19th century, state-led industrialization in the 1930s, and the socialist planned economy culminating in the Reform and Opening-Up of the 1980s.
We argue that the success of these strategies depends on the construction of a state apparatus with dual autonomy: internal, against political and economic actors challenging state power, and external, against foreign powers and capital. Earlier attempts failed due to weaknesses in one of these dimensions. Only after the 1949 Revolution did the state centralize legitimate coercive, fiscal, and economic control, setting the conditions for a successful reintegration into the international system in the 1970s.
This “semiperipheral contending state” combines relative autonomy with integration into global capitalism, enabling China to contest hegemony without subordination.