Reseñas
Latapí Escalante, Paulina (2021). Enseñanza de las Ciencias Sociales. Pensar, Sentir, Hacer. Santiago de Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro.
Clio & Asociados. La historia enseñada
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 2362-3063
Periodicidad: Semestral
núm. 35, e0011, 2022
Latapí Escalante Paulina. Enseñanza de las Ciencias Sociales. Pensar, Sentir, Hacer.. 2021. Santiago de Querétaro. Universidad Autónoma de Querétaro. 305 pp.. 978-607-513-591-5 |
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La investigación actual en las didácticas de las ciencias sociales presenta nuevas miradas a viejas preocupaciones pero también temáticas emergentes, por ello es importante que el profesorado en formación, pero también aquel que hace tiempo se encuentra en ejercicio, se ponga en contacto con una agenda y bibliografía actualizadas. Una de ellas es el rol de las emociones en la construcción de conocimiento, de ahí la relevancia de la obra[1] de Paulina Latapí Escalante (Universidad Autónoma de Querétaro, México) que aquí se reseña.
Desde esta perspectiva las emociones son claves en la valoración de situaciones y opciones, y en la toma de decisiones individuales y colectivas. En esta clave se propone indagar, interpretar y reflexionar sobre aspectos de la enseñanza de las ciencias sociales, tales como los contenidos y las prácticas -entre otros- que promueven un pensamiento reflexivo, que propician la participación activa y comprometida en el espacio público y, por ende, el desarrollo de habilidades sociales y ciudadanas. El libro de la Dra. Paulina apunta a proporcionar herramientas a los y las colegas para la mejora continua del propio desempeño.
El capítulo 1, “La educación y las ciencias sociales”, tiene como eje los propósitos de las ciencias sociales y los modelos educativos que subyacen en las prácticas educativas. La idea es poder vincular los saberes con los sentires para contribuir a propiciar una vida democrática, para que el estudiantado tome decisiones personales y sociales como integrante de una comunidad local, regional, nacional y global. Trata de la pertinencia y fines de la enseñanza de las ciencias sociales en el siglo XXI, los modelos educativos, temas y autores relevantes de investigaciones sobre enseñanza de ciencias sociales del año 2000 al 2020 (p. 16).
En un primer apartado titulado “Pertinencia y fines de la enseñanza de las ciencias sociales en el siglo XXI” se enuncian las capacidades que necesitan las y los estudiantes para desarrollar conocimientos sólidos: pensamiento y emocionalidad en favor de una ciudadanía global en un mundo incierto; superación de la contradicción entre contenidos enciclopédicos y perfiles de egreso que requieren conocimientos, habilidades, actitudes y valores; apertura a la pluralidad, la diversidad y la justicia social; pensamiento crítico y transformador (p. 17).
En un segundo apartado, “Modelos educativos vigentes en la enseñanza de las ciencias sociales”, se exponen las ventajas y desventajas de los cuatro tipos de modelos educativos vigentes (conductistas, basados en el procesamiento de información, centrados en la persona, y de interacción social) que permiten revisar la propia trayectoria para plantear la praxis educativa con mayor conciencia (p. 42).
Un tercer apartado, “Temas y autores relevantes de investigaciones sobre la enseñanza de ciencias sociales del año 2000 al 2020”, proporciona información sobre las regiones y trabajos más difundidos en los que se han tratado los temas, mayormente en Latinoamérica; estados de la cuestión disponibles para el campo del conocimiento y las memorias de los encuentros académicos de las principales redes académicas; visión general de la manera en que se han ido relacionando para ir abriendo líneas de investigación cada vez más particulares; temas de interés para investigar y fundamentar la praxis de la enseñanza de las ciencias sociales (p. 76).
En el capítulo 2, “Aportaciones interdisciplinarias a la enseñanza de las ciencias sociales”, se aborda el impacto que tienen las cogniciones y emociones sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje de las ciencias sociales. Se relevan aportaciones recientes a la enseñanza de las ciencias sociales desde la filosofía, la antropología, la psicología, las neurociencias y la lingüística, disciplinas que recientemente han ahondado en el estudio de las relaciones entre cognición y emoción. Se justifica una perspectiva interdisciplinar para la mejora de la enseñanza de las ciencias sociales en función de las características de los problemas a abordar y los datos del contexto, en este caso la pandemia de Covid19 y los desafíos que planteó al profesorado. También se busca dilucidar qué contribuciones interdisciplinarias es necesario retomar y cuáles rechazar, cuáles serían los criterios para definirlo, por qué conocer y sentir no son incompatibles, en relación con todos los actores involucrados (pp. 94-95).
En un primer apartado, “Aportaciones desde la filosofía”, se encuentran argumentos y actividades prácticas en relación con: corporalidad, emocionalidad y lenguaje como aspectos constitutivos del ser humano; la función del aprendizaje como validador de la enseñanza; la centralidad de la educación para educar en la perspectiva de una ciudadanía mundial, y qué tipo de aprendizaje propicia el razonar las emociones y emocionar los razonamientos. Los filósofos citados, entre otros, son Rafael Echeverría, Martha Nussbaum y Victoria Camps (p. 97).
En un segundo apartado, “Aportaciones de la Antropología”, se profundiza en los estímulos, signos y señales relevantes en el aula virtual y presencial, la interacción entre cerebro y aprendizaje; la importancia de los no-lugares en la construcción de saberes, y de las performances en la transmisión de normas, creencias y tramitación de conflictos por parte de los pueblos. Los antropólogos evocados con Roger Bartra, Marc Augé y Richard Schechner (p. 119).
En un tercer apartado, “Aportaciones desde la psicología”, se explica cómo el aprendizaje emocional mejora la memoria funcional y el desempeño académico; por qué los espacios educativos libres de estrés son esenciales para construir personas y comunidades más felices y justas; estrategias para atender las emociones del estudiantado. Se recuperan los aportes de Daniel Goleman, E.P. Seligman y R. Pekrun (p. 130).
En un cuarto apartado, “Aportaciones desde las neurociencias”, se advierten los peligros de extrapolar, de manera simplista, conclusiones que devienen de vertientes teórico-metodológicas diferentes a las de los científicos sociales, al campo educativo. Sin embargo, es fundamental incorporar los conocimientos sobre cómo funciona el cerebro, de modo integrado con la psicología, la sociología y la medicina, para potenciar el aprendizaje y la memoria. Para ello se cita a Antonio Damasio, Ignacio Morgado, Francisco Mora, Feggy Ostrosky y Alicia E. Vélez García. Lo anterior permite afirmar que las emociones son parte sustancial de la identidad, la memoria y la conciencia (p. 149).
En un quinto apartado, “Aportaciones desde la lingüística”, se profundiza en la potencia del lenguaje, tanto en el discurso del profesorado como en la interacción entre los y las estudiantes, y de ellos con el propio profesor o profesora; el papel de los estereotipos verbales en el reforzamiento de prejuicios e injusticias; cómo se usa el lenguaje en las interacciones entre el alumnado y el profesorado. Temas que, entre otros, son tratados por Martin Hopper, Emilio Lledó, Alessandro Duranti, Laura Ahearn, Kira Hall, Donna Goldstein y Mathew Ingram (p. 177).
En el capítulo 3, “Praxis en la enseñanza de las ciencias sociales”, se problematiza la vinculación entre la didáctica teórica de las ciencias sociales y su praxis educativa. Se dan argumentos para conjugar el pensar, el sentir y el hacer en ámbitos diversos de la enseñanza de las ciencias sociales. Se pregunta por las maneras en que pueden diseñarse propuestas de enseñanza, cómo puede el profesorado encarar el currículum de ciencias sociales de manera crítica y propositiva y no reproductiva, qué tipo de actividades, técnicas y estrategias didácticas tienen mayor potencial para favorecer que la enseñanza memorística deje de ocupar el sitio que ha de ocupar la formación en el pensamiento crítico en la enseñanza de las ciencias sociales, finalmente cómo puede la función tutorial contribuir a alcanzar los fines de la enseñanza de las ciencias sociales (pp. 187-188).
Un primer apartado titulado “El proceso de diseñar, desarrollar y evaluar” se centra en esclarecer conceptos como los distintos niveles de la didáctica y su indispensable aplicación crítica; las acepciones del currículum de ciencias sociales; particularidades y ejemplos de técnicas, actividades y estrategias didácticas; fines y características de una evaluación formativa en las ciencias sociales (pp. 188).
El segundo apartado y último de la obra, “Pensamiento, sentimiento y conciencia sociales”, expone los constructos la bibliografía de referencia considera de mayores alcances para la enseñanza de las ciencias sociales, sus características y niveles de inclusividad e interrelación, así como algunos ejemplos didácticos encaminados a ponderar su aplicabilidad crítica. Estos son: pensamiento social y el histórico; sentimientos sociales, en particular la benevolencia, la compasión y la empatía (pp. 241).
Para finalizar consideramos que la obra constituye un aporte de gran valor y resulta de lectura obligada para un profesorado que debe enfrentarse a desafíos crecientes para la formación de ciudadanos/as insertos en procesos complejos en los que es ineludible reconocer el enorme impacto de los sentires.
Notas