Investigaciones

El valor formativo de la Historia del Deporte para la enseñanza de la Historia en educación media. Aportes para pensar su incorporación al aula

The formative value of the History of Sport for the teaching of History in secondary education. Contributions to think about its incorporation into the classroom

Gastón Laborido
Consejo de Formación en Educación, Uruguay

Clio & Asociados. La historia enseñada

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN: 2362-3063

Periodicidad: Semestral

núm. 36, e0016, 2023

clio@fhuc.unl.edu.ar

Recepción: 01 Abril 2023

Aprobación: 15 Mayo 2023



DOI: https://doi.org/10.14409/cya.2023.36.e0016

Resumen: La escritura de este trabajo es el resultado de reflexiones acerca de mis prácticas de enseñanza de la Historia en educación media. Los estudios académicos vinculados a la Historia del Deporte, son relativamente nuevos y sus productos poco conocidos. Esto ha generado que en pocas ocasiones se tome a la Historia del Deporte como una opción para enseñar Historia. Considero que es necesario discutir acerca de la pertinencia de la historia del deporte en la clase de historia y sobre todo los elementos formativos de la enseñanza de este conocimiento específico. Este trabajo pretende, en primer lugar, aportar una mirada sobre el deporte como objeto de estudio de la Historia y los principales elementos formativos de este campo de estudio. En segundo lugar, reflexionar sobre su potencial educativo, para que se vuelva una opción didáctica para la enseñanza de la historia en educación media.

Palabras clave: enseñanza, Historia del Deporte, historiografía, valor formativo.

Abstract: The writing of this paper is the result of reflections on my practices of teaching History in secondary education. Academic studies linked to the History of Sports are relatively new and their products are little known. This has meant that History of Sports is rarely considered as an option for teaching History. I believe that it is necessary to discuss the relevance of the history of sports in the History classroom and, above all, the formative elements of teaching this specific knowledge. This paper aims, firstly, to provide an overview of sport as an object of study in History and the main formative elements of this field of study. Secondly, to reflect on its educational potential, so that it becomes a didactic option for teaching History in secondary education.

Keywords: teaching, Sport History, historiography, formative value.

Presentación: de la Historia investigada a la Historia enseñada

Las motivaciones para la escritura de este trabajo surgen a partir de mi labor profesional como profesor de Historia en enseñanza media y universitaria en el Uruguay, y como investigador de la historia del fútbol uruguayo. Inicialmente me formé como profesor de educación media en la especialidad Historia (IPA). Después me especialicé en la Historia del Deporte, ya que asumí el cargo de profesor titular de Historia del Deporte, Educación Física y Recreación en el Instituto Universitario Asociación Cristina a de Jóvenes (IUACJ), en el marco de la Licenciatura en Deporte, Educación Física y Recreación. Por otro lado, además de enseñar Historia, también me dedico a la investigación de temáticas relacionadas a la Historia del Deporte, con énfasis en el fútbol. De esta manera, integro grupos de investigación tanto de Montevideo - Uruguay, como en Río de Janeiro - Brasil. En este sentido, tengo la posibilidad de conjugar en mi labor profesional mis dos pasiones: la enseñanza de la historia y la investigación en Historia del Deporte.

En mi cursos de Historia de educación media el hilo conductor de mis proyectos es la historia de las actividades físicas, recreativas y deportivas (veremos a continuación que se tratan de objetos de estudio distintos). Los contenidos están dirigidos a despertar el desarrollo de la conciencia histórica en y desde la actividad física como fenómeno sociocultural que siempre ha estado presente. Cómo señala Roberto Velázquez Buendía (2001), es necesario interpretar el significado, las funciones y las finalidades que se atribuían a tales hechos en su propio contexto socio-cultural. En cada uno de los temas es necesario determinar con precisión quién y por qué participaba en tales actividades, quién y por qué observaba el desarrollo de las mismas, y qué significado atribuía el público y los protagonistas a lo que observaban y a lo que hacían respectivamente.

Ahora bien, es necesario explicitar y delimitar el objeto de estudio en cuestión. El fenómeno deportivo tal y como hoy lo concebimos nació y se consolidó en el siglo XIX, cuando hace poco más de 200 años el mundo en general comenzaba a vivir sucesos y procesos significativos que a la larga cambiarían el rumbo de la historia: sustitución del absolutismo y triunfo del ideal liberal burgués; así como la profundización del sistema económico capitalista en sus fases de industrial y monopólico y financiero, generando un desarrollo en la economía global sin precedentes. La construcción del mundo contemporáneo, responde a transformaciones de gran complejidad en las estructuras socioeconómicas, políticas, ideológicas, mentales y en las concepciones del mundo.

Desde esta perspectiva, el deporte moderno como institución y fenómeno de las actuales sociedades es producto de una ruptura histórica. Nació a fines del siglo XVIII y albores del siglo XIX en Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial, espacio clásico del modo de producción capitalista y adquirió una enorme complejidad social y cultural a partir de la segunda mitad del siglo XIX. De entrada el deporte no es una institución homogénea, sino una práctica de clase, que fue adquiriendo significaciones diferentes según las clases sociales (Brohm, 1993). En tal sentido, el deporte surgió y se consolidó en todo el mundo a finales del siglo XIX debido a fenómenos sociales, de clase, muy concretos. Los cambios provocados por la revolución industrial establecieron modificaciones en la organización social: la diferencia entre tiempo de trabajo y tiempo de ocio (en términos de compensación y que debió ser conquistado por los sectores sociales que no lo usufructuaban). El deporte pasó a ocupar un lugar significativo, constituyéndose en un fenómeno social y un símbolo cultural, característico de las sociedades contemporáneas urbanas e industriales.

Los estudios académicos vinculados a la Historia del Deporte, son relativamente nuevos y sus productos poco conocidos. En parte, porque los historiadores han considerado al deporte como tema poco relevante o “vulgares”. En este sentido, el proceso que Daniel Sazbón (2011) denomina “institucionalización de los estudios sobre el deporte” tuvo lugar en los años 60, cuando investigadores se dieron cuenta del lugar y la importancia que tiene el deporte en la sociedad. Esos primeros abordajes académicos fueron realizados con perspectiva sociológica y antropológica.

En cuanto a la configuración del campo profesional de la Historia del Deporte como investigación histórica, se fue delineando en la segunda mitad del siglo XX, específicamente en el mundo anglosajón (Inglaterra y Estados Unidos mayoritariamente). Los primeros trabajos en esta materia se iniciaron en los años 60. Mientras tanto, en el ámbito académico uruguayo, los cambios comenzaron en los años noventa del siglo XX y a inicios del siglo XXI. Desde ahí se viene investigando sobre deporte en nuestro país, aunque con una perspectiva sociológica, antropológica y en menor medida histórica. Estas nuevas perspectivas y enfoques han generado que en algunos artículos y libros específicos, se tome al fútbol como objeto de estudio académico.

Los deportes en “sociedades deportizadas”, como prefiere denominar Miguel Ángel Esparza Ontiveros (2010), adquieren enorme relevancia, ya que por su carácter multifactorial inciden en diversos ámbitos y esferas de la vida cotidiana:

(...) los deportes como una expresión socio-cultural de las actividades humanas actuales se encuentran presentes en algunos de nuestros intereses más importantes como la política, la economía, incluso, la religión, con lo cual, podemos manifestar que la era actual puede ser descrita como la era deportiva o de las sociedades deportizadas. (Esparza Ontiveros, 2010, s/d)

En consecuencia, considero que es necesario discutir acerca de la pertinencia de la historia del deporte en la clase de historia en educación secundaria y sobre todo los aspectos formativos de la enseñanza de este conocimiento específico. Uruguay presenta una sociedad altamente deportizada, o más bien, futbolizada. A modo de ejemplo, la construcción de la identidad nacional tuvo como elemento catalizador y aglutinador al fútbol con la organización de la Copa del Mundo de 1930 y su posterior conquista (Morales, 2013). Por este motivo y otros que veremos en este trabajo, es necesario que la historia del deporte se vuelva una opción didáctica para los profesores de educación media de Uruguay.

Este artículo tiene dos propósitos: a) aportar una mirada sobre el deporte como objeto de estudio de la Historia y los principales elementos formativos de este campo de estudio; b) reflexionar sobre su potencial educativo, para que se vuelva una opción didáctica para la enseñanza de la historia en educación media.

1. Historiografía, Didáctica y enseñanza de la Historia

En el Uruguay la enseñanza de la historia del deporte se inició en 1920 en el marco de los cursos para maestros de Plaza de Deportes. Estaban organizados en cursillos de pocos días de duración y se basaron en el modelo de los Cursos de los Líderes de la YMCA (Young Men's Christian Association). Fueron seis los cursillos y se organizaron desde 1920 hasta 1936 y de allí surgieron los llamados “maestros de plazas de deportes” o “maestros de educación física”. Estos fueron los primeros docentes formados con sistematicidad en Uruguay (Gomensoro, 2012).

En esos primeros cursos, la disciplina Historia tuvo muy poco espacio en la currícula. Recién en 1939 aparece la asignatura Historia cuando se creó el Curso para la Preparación de Profesores de Educación Física, que dependía de la Comisión Nacional de Educación Física (CNEF). Desde esa fecha, además de aparecer la asignatura Historia, en cada uno de los cursos deportivos específicos se realizaba una reseña histórica como primera unidad temática.

Desde el inicio Historia del Deporte estuvo relacionada directamente a Historia de la Educación Física. Este proceso se enmarca en una confusión general de los campos, que no solo ocurre en Uruguay, sino que en toda América Latina. En este sentido, es necesario explicitar que cuando hacemos referencia a la Educación Física y al Deporte, aunque se suele utilizar como sinónimos, son objetos de estudio distintos. Esto supone, que la Educación Física y el Deporte, van a requerir caminos metodológicos y preocupaciones teóricas diferenciadas y sus compromisos y su construcción tienen sentidos distintos (Melo, 1997).

(...) en el momento actual de la producción historiográfica acerca de tales objetos, el deporte encuentra una mayor apertura en la Historia que la educación física. No por ser considerada la última menos importante, sino por ser entendida como un campo específico de conocimiento, tal vez más técnico. Sin embargo, es innegable que su estudio, también, presenta cuestiones pertinentes. (Falco Genovez, 1998, s/d)

La historia del deporte presenta una serie de dificultades, propias de su evolución histórica como campo de conocimiento. En primer lugar, el deporte como objeto de estudio de la Historia comenzó a ser abordado académicamente a partir de los años sesenta y setenta del siglo XX. Se trata de un campo relativamente nuevo y sus productos poco conocidos. Esto no significa que antes no se escribiera sobre dicha temática, pero los enfoques provenían de disciplinas como sociología y la antropología, por lo tanto, esos autores no poseían una formación en Historia.

En segundo lugar, desde el punto de vista teórico, los pocos trabajos con una perspectiva histórica del deporte nacían envueltos por la influencia de la Historia tradicional, positivista y pasó a ser considerado asunto secundario en medio de temas como revolución, clase trabajadora, marxismo y tantos otros (Idem).

En tercer lugar, gran parte de los estudios recientes vinculados a la Historia del Deporte, están relacionados al fútbol, sobre todo en América del Sur, debido a la dimensión que ocupa en la cultura. A su vez, la gran mayoría de los autores pertenecían a ámbitos fuera de los circuitos académicos tradicionales, por lo general, desde el periodismo. Estas escrituras, suelen estar enfocadas en relatos justificadores del pasado: exaltación de campeonatos conquistados por clubes o selecciones, la vida de algún futbolista. Pero en muchos casos, carecen de rigor científico.

En cuarto lugar, los historiadores y sociólogos, han considerado a la historia del deporte sin valor económico y como algo vulgar. Desde ese punto de vista, perciben al deporte como un objeto de estudio incapaz de mostrar las más tenues representaciones de las relaciones sociales. En esta línea, Patricia Falco Genovez (1998) señala que fuera de la lógica deportiva, parecen excluyentes, como la competición y la cooperación o el conflicto y la solidaridad.

Los acontecimientos mencionados anteriormente, han configurado una historia del deporte clásica y una tradición didáctica de la historia del deporte que concebía al objeto de estudio de manera acrítica. Si bien en las últimas décadas aumentó la producción historiográfica sobre el deporte, los docentes todavía no logran visualizar el potencial que tiene este campo de conocimiento. En este sentido, Pilar Maestro González ha explicado muy claramente como los avances en la investigación psicopedagógica y didáctica, y la investigación historiográfica, no han avanzado en conjunto como hubiera sido deseable.

La antigua idea de la Historia, presente en las diferentes tendencias historiográficas del S. XIX, aún con algunos matices según los historiadores, se mantiene en los manuales y programas en sus posiciones teóricas básicas. Esto puede entenderse mejor si se tienen en cuenta las circunstancias que rodean al origen de la Historia como disciplina científica y también como disciplina escolar, y la dependencia que se establece entre ellas. (Maestro González, 1997: 16)

Ahora bien, esto nos lleva a preguntarnos: ¿que implica enseñar Historia en los contextos educativos actuales? En este sentido, se parte de la idea que la Historia es una interpretación del pasado que es elaborada por el historiador, es decir, es un discurso ordenado de acuerdo al sentido que le da a los hechos y acontecimientos del pasado. Dicha interpretación supone afiliación a determinada ideología. El historiador como sujeto social que es, analiza el pasado a partir de su conjunto de ideas y teorías (Zavala, 2005). La disciplina permite dotar de sentido a la realidad, situarse conscientemente en el mundo, enriquecer el conocimiento y comprensión de la naturaleza individual y social del ser humano y adquirir habilidades cognitivas que permitan el tratamiento y la apropiación de la información.

Decir que los profesores de Historia enseñan Historia, en la manera en que muchos trabajos de Didáctica de la Historia lo hacen, es decir suponiendo una unicidad y globalidad del conocimiento, no nos lleva a ninguna parte. Enseñar Historia es enseñar ‘alguna’ Historia, porque la Historia a secas, no existe. Existen las historiografías nacionalistas, marxistas, estructuralistas, postestructuralistas, postnacionalistas, revisionistas, eclécticas, globales, focalizadas, microhistóricas, superadas o actualizadas, audaces e innovadoras, patrioteras o groseramente sesgadas... Todos los historiadores hablan del pasado, se refieren al tiempo y a acontecimientos que sucedieron hace mucho, en este lugar o en algún lugar lejano. Eso no es Historia. La Historia es una interpretación del pasado, es la creación de un discurso que provee de sentido a los hechos y acontecimientos del pasado. Enseñar Historia es enseñar (en el sentido más llano de ‘mostrar’) alguna versión inteligible del pasado. (Zavala, 2005: 19).

Enseñar Historia, implica reconocer que se trata de una práctica que es singular y subjetiva. Al respecto, Pilar Maestro (1999) le adjudica determinada relevancia a la enseñanza de la Historia:

Se trata de un complejo proceso de comunicación de saberes realizado por personas que viven en un contexto social específico, y que mantienen sus propias ideas y teorías al respecto. Ideas y teorías que a veces se esconden tras la práctica de forma más o menos consciente, incluso como teorías subyacentes, no racionalizadas, procedentes de inercias sociales, de prácticas rutinarias, de repeticiones de otras prácticas vistas en los años de formación, en definitiva de una concepción social imperante sobre la enseñanza de la Historia, y sobre la Historia misma, que se manifiesta en multitud de decisiones y acciones, precisamente sobre la historia que hay que enseñar. (Maestro González, 1999: 3)

Detrás de la acción de enseñar Historia, hay una concepción de la Historia como campo de conocimiento, una concepción sobre la enseñanza de la Historia y una concepción de lo que es aprender. Por lo tanto, cualquier toma de decisiones responde a esas conceptualizaciones que se tengan.

De este modo, Edith Litwin señala que los profesores deben seleccionar los temas relevantes y reconocer las ideas importantes que pretenden enseñar. Luego deben poder relacionarlos con preocupaciones actuales de los estudiantes. Esto supone, que enseñar Historia tiene que tener determinado significado para los docentes y fundamentalmente sentido para los estudiantes. Así, enseñar Historia “no se trata de aplicar los contenidos de un texto sino de armar, desarmar y volver a armar el currículo acorde con lo que vale la pena enseñar y aprender, asumiendo decisiones autónomas y responsables” (Litwin, 2008: 100).

Para poder concretar lo anterior, es necesario poseer los conocimientos “teóricos” suficientes. Pilar Maestro los define como aquellos conocimientos sobre los contenidos particulares de la materia a enseñar. Agrega esta autora, que la concepción de la materia que se enseña en Historia es decisiva en la formación del profesorado y en su docencia. Según Pilar Maestro González la Historia es:

una forma de reflexión sobre el ser humano y sus acciones como individuo social. Hablar de cuestiones epistemológicas en el conocimiento histórico significa siempre reflexionar sobre el ser humano, de una u otra forma, lo cual confiere a la enseñanza de la Historia un potencial intelectual y también educativo enorme. Pero ello es así a condición de que esa reflexión se explicite. (Maestro González, 2001: 81)

2. De las primeras escrituras de la Historia del Deporte a la configuración de un "campo" académico

A partir de mediados de la década del sesenta del siglo XX, hubo un explosivo crecimiento de la producción de obras referidas al fútbol y al deporte. En tal sentido, Sazbón (2011) sostiene que “En el mundo anglosajón -pero también en otros países europeos-, la institucionalización de los estudios sobre el deporte tiene lugar en los años sesenta, siendo parte de un proceso más amplio de expansión académica en nuevos horizontes que contribuirán a dotar de mayor complejidad al universo de los estudios humanísticos” (Sazbón, 2011: 240).

Si bien existieron algunos trabajos sobre el deporte con perspectiva histórica, el campo profesional de investigación histórica a nivel internacional se fue consolidando en las últimas décadas del siglo XX y en gran medida tiene relación con la configuración de la Nueva Historia Cultural. La historia cultural aglutinó la actividad académica en países de ámbito anglosajón, tuvo una excelente acogida en el mundo académico norteamericano y desde allí se ha ido extendiendo a otras tradiciones historiográficas. Este fenómeno es conocido como el “cultural turn”, tendencia que colocó su atención por el lenguaje y sus estructuras más profundas, alejándola de la tradición marxista y de otras ciencias sociales como la sociología y la ciencia política.

Tiene como referentes teóricos a Hayden White, Michel Foucault, Roland Barthes, Pierre Bourdieu, Jacques Derrida, Thomas Kuhn, Richard Rorty, Marshall Sahlins y Raymond Williams. Todos ellos provenientes de diferentes ciencias sociales (la antropología, la filosofía, la sociología y la lingüística) y de diferentes tendencias intelectuales (posmarxismo, postestructuralismo, deconstruccionismo y posmodernismo). Es en este sentido, que la nueva historia cultural tiene una enorme capacidad de aglutinación y consenso epistemológico.

La Nueva Historia Cultural se consolidó a través de un complejo proceso de criba epistemológica y haberse apropiado de las ideas de Clifford Geertz y la moderna antropología. Geertz (1926-2006) fue un antropólogo estadounidense, considerado uno de los más influyentes de su generación. Realizó sus trabajos de campo en Indonesia (Bali y Java) y Marruecos y escribió destacadas monografías y realizó estudios históricos. En consecuencia, para la Nueva Historia Cultural, la cultura es la fuente fundamental de comprensión histórica, esto supone, que el mundo puede ser leído como un texto.

Según Melo y Fortes (2010) la Historia del Deporte es “hija” de la Nueva Historia Cultural, pero afirman que se fue envolviendo y relacionando más a las premisas teóricas de la historia social. De esta manera, los investigadores de historia del deporte pasaron a prestar más atención a las potencialidades que brinda el campo, sobre todo tomando aportes provenientes desde la Antropología. Este fenómeno se dio mayoritariamente en países centrales y comenzaron a concebir al deporte como objeto de estudio.

Para Esparza Ontiveros (2010), la historia del deporte es una subdisciplina reciente, que surge en la década del setenta del siglo XX. En este sentido, sostiene que:

(...) La construcción del campo de la historia del deporte responde a un esfuerzo realizado a partir de la década de 1960 dentro del english speaking world (mundo de habla inglesa) que fructifica significativamente hasta el año 1973, con la fundación de la North American Society for Sport History (Sociedad norteamericana para la historia del deporte) y la publicación de la Journal of Sport History (Revista de historia del deporte). (Esparza Ontiveros, 2010, s/d).

Si las pretensiones están en contribuir al campo profesional de la investigación histórica y aproximarnos al deporte realizando un abordaje didáctico en la clase de Historia, necesariamente hay que caracterizarlo como objeto de estudio, para poder teorizar e interpretarlo en clave histórica.

La concepción positivista y dominante durante el siglo XX, concibe al deporte como natural, eterno, positivo, apolítico, transparente, igualitario y fraterno (Altuve, 2016). Si bien es cierto que la humanidad siempre realizó ejercicio físico con diferentes finalidades (lúdicas, competitivas, militares, religiosas); no podemos considerar deporte a aquellas actividades previas al siglo XIX, ya que se trataba de juegos y competiciones rituales cuya función social era bien distinta en cada una de esas sociedades, y bien diferentes a las que corresponde al deporte moderno y de nuestra época. En general, existe un consenso entre los sociólogos e historiadores en cuanto a esto.

Como señala R. Velázquez Buendía (2001), lo que hoy se conoce como deporte surgió mediante un proceso de transformación de juegos y pasatiempos tradicionales iniciado por las elites sociales y en el que tuvieron un papel clave las “publics schools” y los “clubs” ingleses. Por lo tanto, el deporte moderno como institución y fenómeno de las actuales sociedades es producto de una ruptura histórica, nació en Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial y espacio clásico del modo de producción capitalista, a fines del siglo XVIII y en los albores del XIX, y adquiere una enorme complejidad social y cultural a partir de la segunda mitad del siglo XIX. La revolución industrial estableció la diferencia entre tiempo de trabajo y tiempo de ocio, en cual el deporte pasó a ocupar un lugar significativo.

El deporte, fenómeno característico y destacado de las actuales sociedades de masas, esconde detrás de su aparente simplicidad una enorme complejidad social y cultural. Su aparente simplicidad surge del hecho de que el lenguaje y el simbolismo deportivos, basados en el cuerpo humano en movimiento a la búsqueda de resultados destacables, son asequibles a todas las personas con independencia de su nivel social y cultural, lo que justifica su universalidad. (García Ferrando, 1990: 27).

3. Principales elementos formativos de la Historia del Deporte: aportes para pensar su incorporación al aula

En este último apartado postularemos los principales elementos formativos que brinda el abordaje de la Historia del Deporte en educación secundaria. Para ello, debemos explicitar qué Historia enseñar. Tomando los aportes de Joaquín Prats y Joan Santacana entendemos que:

La Historia, entendida como materia escolar, no debe concebirse como un cuerpo de conocimientos acabados, sino como una aproximación a un conocimiento en construcción. Dicho acercamiento deberá realizarse a través de caminos que incorporen la indagación, la aproximación al método histórico y la concepción de la historia como una ciencia social, y no simplemente como un saber erudito o simplemente curioso. (Prats y Santacana, 2015a: 31)

La orientación de los contenidos está estrechamente ligada al enfoque de como se trabajen los temas. Esto supone, que la opción historiográfica perfila la orientación didáctica que adopta el docente en su práctica de enseñanza.

Para Prats y Santacana (2015b: 13), la principal potencialidad formativa de la Historia como disciplina radica en que “(...) permite conocer las bases históricas de los problemas actuales y las claves del funcionamiento social en el pasado, por lo que se convierte en un inmejorable laboratorio de análisis social”. En el caso de este trabajo, se pretende aportar una mirada del valor formativo que abordar historia del deporte en la educación media. Hoy en día es fundamental utilizar el deporte como objeto relevante para entender la sociedad, ya que el deporte permite explicar las relaciones sociales, en tanto fenómeno social, se relaciona con otras esferas de la vida cotidiana.

El deporte es por excelencia el objeto de estudio de la historia social y cultural. A continuación podemos ver las ventajas educativas de la Historia del Deporte partiendo de un abordaje académico desde la Historia Social o de la Historia Cultural:

3.1. Podemos entender la sociedad

Los deportes son vehículos de comunicación de lo que culturalmente somos, pues a través de ellos expresamos sentimientos, valores, costumbres, estilos de vida, sistemas de comportamientos, es decir, por medio de los deportes podemos definir quiénes somos, pues de acuerdo a la manera en que una sociedad concibe y práctica el deporte, se puede definir a sus miembros (Esparza Ontiveros, 2010, s/d).

La Historia del Deporte es una herramienta para entender la sociedad, por lo tanto es necesario pensar al fenómeno deportivo en clave teórica y conceptual, propia de las ciencias sociales. Eduardo Archetti (1984) se propuso hacer una lectura de las sociedades de Argentina y Brasil a partir del mundo simbólico del fútbol, para ilustrar algunos de los aspectos centrales de sus culturas y del “ethos” nacional. De acuerdo a este autor,

a través del fútbol no sólo es posible encontrar un conjunto de símbolos que ayudan a pensar y categorizar relaciones sociales y a reproducirlas sino que también esto tiene consecuencias sobre la manera cómo los actores sienten, ven y perciben el mundo que los rodea. (Archetti, 1984: 4)

Archetti sentó las bases para hacer de los deportes un objeto de estudio de las ciencias sociales y toma la noción de “arena pública” para analizar el fútbol, mostrando como el deporte era un espacio privilegiado para indagar ciertos elementos que la sociedad y la cultura ponen en escena. El deporte puede ser leído, en su multidimensionalidad, como uno de los escenarios privilegiados para observar las representaciones que una sociedad hace de sí misma, para interpretar modelos de socialización y de las conductas humanas, comprender las razones que otorgan fuerza simbólica a su repertorio identificatorio.

3.2. Podemos analizar mecanismos de construcción de identidad (nacional y local)

En el caso uruguayo el fútbol tuvo un rápido proceso de adaptación y popularización. Esto explica porque tenemos una sociedad altamente “deportizada”, o más bien, “futbolizada”; es decir, que cotidianamente todo es discutido en términos deportivos. El fútbol invade todos los espacios de la cotidianeidad, transformándose en uno de los principales productores de identidades, constituyendo el mayor ritual secular de masas, produciendo la mayor facturación de la industria cultural (Alabarces, 1998).

El fútbol en Uruguay es una de las prácticas sociales de identificación colectiva más importantes, en tanto es un fenómeno que trasciende las expresiones características propias y se convierte en algo total (social, cultural, político y económico). En tal sentido, el fútbol genera manifestaciones en otros espacios sociales y configura un amplio número de fenómenos que se integran dentro del mundo de lo simbólico.

En esta dinámica incluyente del fútbol –de totalidad y globalidad- la sociedad se retrata y representa, pero también se cohesiona para dar sedimento al sentido nacional (Dávila, 2003). El fútbol es un sistema de relaciones y representaciones, que produce una integración simbólica de la población alrededor de los múltiples componentes que tiene, produce o atrae; sea a partir de la práctica deportiva como de las esferas que lo rodean directa o indirectamente. (Carrión, 2006: 177)

Este deporte funciona como un fenómeno generador de hábitos, valores y sentimientos que conforman parte de la propia cultura y crea numerosos lazos identitarios. En el caso de la historia del Uruguay, el fútbol fue uno de los elementos catalizadores de la forja de la identidad nacional (Morales, 2013). Los mecanismos básicos de construcción de identidades se producen en la vida social a través de la puesta en escena de rituales que permiten la afirmación simbólica de un yo o un nosotros frente a un ellos. En este sentido, lo simbólico juega un papel fundamental, puesto que crea una imagen del país en el propio interior y exterior, que tiene mucho de invención. La Historia fue importante para ello, ya que los países latinoamericanos surgieron como estados independientes sin tener una idea de nación o una identidad nacional.

No sólo el fútbol puede contribuir a la formación de una identidad de un determinado grupo o hasta cuidad. También otros deportes han operado de manera significativa en la configuración de identidades locales.

3.3. Podemos explicar las relaciones sociales

El historiador Eric Hobsbawm, quien se especializó en los estudios del siglo XIX señala que en el contexto de la Revolución Industrial y del origen del deporte moderno, “el principal objetivo de la «nueva» pequeña burguesía era el de distinguirse de la clase obrera (…)” (Hobsbawm, 2009: 191). El autor toma al deporte como uno de los dos elementos capaces de establecer la pertenencia a la burguesía o a la clase media, en la Inglaterra, en los finales del siglo XIX y principios del XX.

La segregación residencial –casi siempre en un barrio adecuado- era una forma de estructurar a esas masas de vida confortable en un grupo social. (…), la educación era otro procedimiento. Ambos aspectos estaban vinculados por una práctica que se institucionalizó en el último cuarto del siglo XIX: el deporte. Formalizado en ese periodo en el Reino Unido, que aportó el modelo y el léxico, se extendió como la pólvora a otros países. En un principio, su forma moderna estaba asociada con la clase media y no necesariamente con la alta. En ocasiones, los jóvenes aristócratas podían intentar algún tipo de hazaña física, pero su especialidad era el ejercicio relacionado con la monta, muerte o ataque de animales o personas: la caza, el tiro al blanco, la pesca, las carreras de caballos, la esgrima… De hecho, en el Reino Unido, la palabra deporte se reservaba originalmente para este tipo de actividades, mientras que los juegos y pruebas físicas que ahora llamamos deporte eran calificados como ‘pasatiempos’. Como de costumbre, la burguesía no solo adoptó sino que transformó formas de vida aristocráticas. (…). (Hobsbawm, 2009: 191-192)

Como una tradición inventada, Falco Genovez señala que E. Hobsbawm “nos abre camino para que estudiemos al deporte como un instrumento, entre tantos otros, utilizado para inculcar ciertos valores y normas de comportamiento a través de la repetición. De esta manera, el deporte puede ser un indicio, un indicador, de la relaciones humanas y de las acciones que las legitiman, pudiendo, en algunos casos, colocarse como soporte de la cohesión grupal” (Falco Genovez, 1998, s/d).

3.4. Podemos analizar modelos de socialización y de conducta

Indagar en la historia del deporte conlleva a adentrarse y analizar en otros procesos históricos. Esto supone reparar en la importancia de las condiciones que orientan las competiciones deportivas volviéndolas atractivas para un número determinado de espectadores. Sobre esto, varios especialistas como Norbert Elías y Eric Dunning han trabajado y lo han llamado el desarrollo de la civilización. Al respecto, en el siglo XX, el deporte se transformó en la representación simbólica de la forma no violenta y no militar de competición entre estados. “En este sentido un análisis socioeconómico se puede volver extremadamente revelador, mostrando conflictos sociales y formas de marginalizaciones. Basta, simplemente, que tomemos el ejemplo de los diversos casos de violencia de hinchadas, ocurridos no sólo en países pobres, sino también en sociedades que presentan un nivel socioeconómico satisfactorio para la mayor parte de la población, como es el caso de Inglaterra. ” (Idem, s/d)

Pero además favorece el estudio de las acciones humanas en grupo. Esto teniendo en cuenta que “el proceso del juego es exactamente este: una configuración dinámica de seres humanos cuyas acciones y experiencias de interrelacionan continuamente, representando un proceso social en miniatura” (Elias y Dunning, citado en P. Falco Genovez, 1998, s/d).

3.5. Podemos analizar cuestiones simbólicas

Además de la cuestión social y conductual, el deporte permite apreciar el aspecto simbólico. Hay varios puntos de interés del deporte para la historia social y cultural: gestos, colores, emblemas o artificio que rodea las prácticas deportivas pueden ser objeto de estudio de la historia cultural. También puede ser objeto de estudio las banderas e himnos nacionales, ya que evocan el patriotismo de una nación.

De otro modo, muchas veces el propio deportista es ya un símbolo. A modo de ejemplo, aquí podemos mencionar el caso emblemático de Diego Armando Maradona y todo lo que gira en torno a su figura. Esas figuras simbólicas tendrán un significado relevante para los clubes o deportistas, que producen un sentido en los espectadores. Basta recordar el Mundial de México 1986 y el partido entre Argentina e Inglaterra, en el cual el recuerdo de las Malvinas estaba vivo y las heridas abiertas.

Consideraciones finales: a través del Deporte la enseñanza de la Historia se puede volver más agradable y su importancia más reconocida para muchos estudiantes.

Este trabajo intentó exponer someramente los principales elementos formativos de la Historia del Deporte y su potencialidad educativa, para que se vuelva una opción didáctica para la enseñanza de la historia en educación media.

Es importante comenzar a pensar en el deporte como objeto de estudio específico de la Historia, y en tanto tal, es posible su incorporación a la clase de Historia como una opción de estrategia de enseñanza de la Historia. En este sentido, la enseñanza de la Historia se puede volver más agradable y su importancia más reconocida para muchos estudiantes.

Por otro lado, es relevante que los docentes de Historia incorporen las nuevas perspectivas de la historia del deporte para enriquecer su trabajo en el aula. Desde la concepción tradicional y positivista, la historia del deporte era simplemente recopilación de información sobre los deportes. Gracias a los aportes de la Historia cultural y social, desde los años setenta del siglo XX comenzaron a producirse trabajos que permiten utilizar el deporte como objeto relevante para entender la sociedad.

Las nuevas perspectivas de la historia del deporte, han renovado la mirada sobre el objeto de estudio, pensándolo desde otro lugar e incorporando nuevas fuentes históricas, que muchas de ellas pueden ser utilizadas como recursos didácticos: “(...) desde las más convencionales (periódicos, revistas, fotos, actas de reuniones, libros de contabilidad de los clubes, listas de socios, etc.), hasta las menos convencionales (emblemas, uniformes, himnos, gritos de guerra de las hinchadas, etc.).” (Falco Genovez, 1998, s/d).

Finalmente, cerramos este trabajo con una frase elocuente, que no es más que una invitación a pensar en la Historia del Deporte como un campo de conocimiento específico que brinda enrome potencialidad para la enseñanza y el aprendizaje de la Historia:

(...) Nos cabe adentrarnos en el juego sin perder de vista sus reglas, la metodología adecuada en el tratamiento de las fuentes y los instrumentos teóricos que, en simbiosis, junto con el propio objeto de estudio, contribuirán a construir nuevas perspectivas acerca de la existencia del hombre, en el tiempo y en el espacio. (Idem, s/d)

Bibliografía

Alabarces, P. (1998). ¿De qué hablamos cuando hablamos de deporte? Nueva Sociedad, 154, 74-86.

Altuve, E. (2016). Sociología del deporte, poder y globalización. Tendencias de la sociología del deporte en los últimos 25 años. Espacio Abierto, 77-93.

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