Reseñas

Reseña de González Canosa, Mora. Los futuros del pasado. Marxismo, peronismo y revolución: una historia de las FAR

Germán Gil *
Universidad de Buenos Aires , Argentina

Contenciosa

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN-e: 2347-0011

Periodicidad: Anual

núm. 11, e0008, 2021

revistacontenciosa@fhuc.unl.edu.ar

González Canosa Mora. Los futuros del pasado. Marxismo, peronismo y revolución: una historia de las FAR. 2021. Buenos Aires. Prometeo. 306pp.. 978-987-8451-07

Recepción: 13 Julio 2021

Aprobación: 17 Agosto 2021



DOI: https://doi.org/10.14409/rc.2021.11.e0008

Resumen: La investigación realizada por Mora González Canosa permite rescatar la singularidad de la trayectoria de las FAR, su particular estilo de peronización y la articulación de una estrategia discursiva que le permitió cubrir en un tiempo sorprendentemente corto una trayectoria iniciada en el foquismo y que culmina con la fusión con la visión más movimientista de Montoneros, sin abandonar una mirada orientada desde el marxismo.

La Internet ha contribuido y contribuye a la divulgación y socialización de textos, papers, monografías y tesis más allá de los ámbitos en los que cada uno de nosotros se mueve. De esa manera, ha logrado que este libro de Mora González Canosa fuera una publicación sumamente esperada. Porque quienes habíamos tomado contacto con su tesis de doctorado pudimos advertir la importancia de que esa profunda investigación alcanzara el formato libro, y esto por varias razones.

En primer lugar, porque con él González Canosa se convierte en la “Richard Gillespie de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)”. Y cualquier lector o investigador de historia argentina reciente entiende a qué aludo: el papel que Soldados de Perón. Los montoneros cumplió en la historiografía argentina fue, y en muchos sentidos sigue siendo, el de un “manual de consulta” obligatorio al que se recurre inevitablemente para corroborar un dato, una fecha, una fuente. Es difícil encontrar una bibliografía que no lo incluya, aun en aquellas investigaciones en las que las organizaciones armadas de los ’70 son apenas un tema transversal. Pues bien: nada semejante había en relación con las FAR. Incluso organizaciones armadas cuya existencia tuvieron menos incidencia habían tenido ya sus historiadores y sus textos fundacionales: tal el caso del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), rescatado por Gabriel Rot, o la Guerrilla del Ejército Liberador (GEL), investigado por el propio Rot con Esteban Campos.

En segundo lugar, porque el libro de González Canosa viene a romper una hegemonía que, de forma más o menos inesperada, se reproducía entre Gillespie y su objeto de estudio. En efecto, en el nivel de lo que antaño gustábamos de denominar res gestae, la hegemonía que Montoneros terminó ejerciendo sobre las demás organizaciones armadas peronistas en los ’70 (y que terminó con la absorción de casi todas ellas) se reprodujo diez años después en el nivel historiográfico (el de la rerum gestarum) de la mano del famoso manual del investigador británico; de esa manera, la periodización, el vocabulario y las problemáticas políticas propias de la “M” terminaron siendo las de todas las organizaciones armadas peronistas, sin distinción ni discriminación tanto de las etapas que cada una vivía, como de los diagnósticos y las políticas que pretendieron instrumentar. Todas quedaron en la memoria popular —e incluso, en buena parte de la investigación periodística— “bajo la sombra del ombú” montonero, según la feliz expresión de la doctora Luciana Seminara. De esa manera, por ejemplo, 1970 se transformó en una “fecha iniciática” de la acción armada peronista, hito a partir del cual todas las experiencias anteriores quedaron catalogadas como “precursoras” —un título que tanto podía señalar su importancia, como su secundarización e incompletitud—, y esto solo porque aquel era el año del lanzamiento de Montoneros. La atrapante narrativa de Gillespie, tanto como la soledad de su texto ante el vacío que la historiografía académica hizo de la efervescencia política de los ’70 tras la restauración democrática, “montonerizaron” el campo de estudios, sus lógicas, sus periodizaciones y sus estructuras argumentativas.

Pues bien: si los textos de Rot y Campos nos recordaban que había otras experiencias que nunca habían entroncado con Montoneros, pero que formaban parte de la historia de las políticas armadas de la Argentina, Mora inserta el escalpelo en una organización cuya historia sí confluye con aquella. Y esto representa un esfuerzo intelectual tan serio como necesario. Seriedad y necesidad que emanan de la historia misma de los “faroles”, tan particular y a la vez tan diferente de las trayectorias iniciáticas montoneras. En efecto: el prolijo relevamiento que realiza la investigadora en los capítulos primero y segundo nos remite a unas historias militantes, una formación, una cultura política y unas prácticas completamente disímiles a las reconstruidas por Gillespie para Montoneros.

Y esta remisión a la diferencia no es solo una cuestión de archivo, o de “antecedentes” —otra palabra de ambigua valoración, como el caso de los “precursores” —, sino que nos reenvía al problema de las subjetividades militantes. Porque la periodización de una organización no es algo que solo sirva para dividir los capítulos de los libros que sobre ella se escriban, sino que se trata de algo que el militante identifica con su propia historia, que internaliza profundamente, haya sido o no partícipe o contemporáneo de los hechos anteriores a su incorporación. La periodización de la “orga” es la de su propia existencia; más aún en el caso de una organización revolucionaria, clandestina y armada, que pretende generar un proceso en el que “se triunfa o se muere”, según las palabras del Che. Cuando el militante ingresa a las FAR, su pasado pasa a ser el del entrenamiento en “la isla” —aunque él no haya viajado—, el del operativo Minimax—aunque él no haya participado— y el de las discusiones sobre la peronización, de las que él quizá solo vivencia los resultados. El libro de González Canosa nos otorga todos los elementos para seguir estas trayectorias (y estas temporalidades disímiles) y para pensar esta construcción de las subjetividades militantes, imprescindibles para devolver a las FAR su singularidad y especificidad como actor social.

Esta restitución se hace visible en cierta incomodidad que el lector puede llegar a experimentar hacia el final de la lectura. Algo parece crujir en ese hallazgo de González Canosa, que consiste en concluir abruptamente su análisis el 12 de octubre de 1973. ¿Cómo y por qué terminar el análisis de trayectorias militantes como las del “negro” Quieto u Osatinsky prescindiendo del 1° de mayo, del 1° de julio o el 8 de septiembre de 1974? Pues bien: la respuesta a esta pregunta es que se trata precisamente de una operación historiográfica que Mora realiza con singular maestría: restituir a las FAR su entidad, su condición de actor singular, su propia trayectoria y periodización y también, por qué no, su derecho a dejar de existir. La incomodidad que experimentamos en esa ruptura final del texto es directamente proporcional al grado de incorporación interna que hayamos hecho de la hegemonía historiográfica montonera, de la mano de Gillespie. Así las cosas, la historia de las FAR deja de ser la de una organización-afluente del “río principal” montonero, importante, sí, pero afluente al fin, para transformarse en un río con su propio caudal, cauce y trayectoria.

Un tercer aspecto marca la importancia de este libro: la inmersión de su objeto de estudio en una matriz explicativa que abre anchos horizontes de interpretación. Me refiero a la interpretación de las FAR como una organización surgida de, y en consonancia con, la Nueva Izquierda (NI), concepto que ha ido abandonando su familiaridad con la “teoría de los dos demonios” que Hilb y Lutzky le habían impreso y se ha enriquecido notablemente con los aportes de, entre otros, María Cristina Tortti, Sergio Friedemann, Nayla Pis Diez, Aldo Marchesi y -en una perspectiva crítica- Martín Mangiatini. Mora maneja este concepto con singular maestría, reconstruyendo un espacio común en el que confluyen militantes salidos por las puertas traseras de organizaciones sólidamente constituidas, con corpus interpretativos de la realidad surgidos de matrices elaboradas por años, décadas y aun siglos: el catolicismo, el nacionalismo, el socialismo, comunista o no, e incluso el propio y más reciente peronismo, despojado ahora de su condición “estatal” y en una lucha desde el llano que contribuirá, poderosamente, a transformarlo. Esos militantes, salidos de semejantes “elefantes blancos”, que llevan con ellos una fuerte carga crítica sobre sus experiencias y convicciones anteriores, a la vez que los resultados de esas experiencias y esas convicciones, terminan configurando un territorio en el cual se resignifican lenguajes, prácticas y convicciones heredadas de los universos que han abandonado, y al mismo tiempo en un diálogo crítico con éstos, muchas veces áspero. Es en ese territorio, el de la voluntad y la necesidad del cambio revolucionario, el que González Canosa inserta como matriz explicativa de las FAR. Pero, con habilidad, rehúye una vez más la metáfora hidrográfica, en la que, en este caso, las FAR hubieran constituido el “río principal” de unos presuntos “afluentes” cristianos, nacionalistas, socialistas, comunistas y católicos. La idea de configuración de un espacio común y de síntesis —siempre incompleta, siempre problemática— resulta mucho más satisfactoria para acercarse a una realidad multifacética, cambiante y conflictiva.

Consecuente con la voluntad de restitución de las subjetividades militantes, el libro incluye una importante cantidad de documentos y testimonios prolijamente contextualizados y analizados; el archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA), arrancado de la “voluntad de mordaza” policial y administrada por la Comisión Provincial por la Memoria, se vuelve multivocálico por obra de una investigadora implacable en su voluntad de devolver la palabra —y la agencia— a protagonistas que han sido primero silenciados y luego homogeneizados a una memoria que no les pertenecía.

Por último, el esfuerzo de Mora permite reponer las relaciones FAR-sociedad (capítulo quinto); lo que, con palabras de aquellos años, llamaríamos “vinculación vanguardia-masas”; el gigantesco problema que desde mediados del siglo XIX afrontan todas las organizaciones revolucionarias marxistas: cómo relacionarse con un sujeto colectivo de transformación revolucionaria que se ignora a sí mismo. Si la reactualización de este problema en clave sesentista (un cambio urgente, inminente, posible y deseable) fue un elemento de articulación en el surgimiento del universo de la NI, las distintas respuestas al interrogante de cómo lograrlo fue uno de los elementos de diferenciación entre las organizaciones. La de las FAR supuso formas específicas de relación e inserción en la sociedad, en fluctuación permanente entre los principios foquistas y el movimientismo, que González Canosa explica y analiza profundamente. Una vez más descubrimos aquí la voluntad de singularizar, de identificar, de restablecer la heterogeneidad del campo y, de esa manera, hacer de las FAR, definitivamente, un objeto de estudio.

Frente a los dispositivos de homogeneización neodemonizadora aplicados a las organizaciones revolucionarias de los ‘60-’70 por los medios periodísticos corporativos y por operadores profesionales o inconscientes en las redes sociales, se levanta el libro de González Canosa, devolviendo voz, entidad, identidad, voluntad y gravitación singulares a ese actor esencial, pero hasta ahora soslayado, que fueron las Fuerzas Armadas Revolucionarias. No es poco en este inhóspito —y no solo en materia bibliográfica— primer tercio del siglo XXI.

Notas de autor

* Germán Gil nació en Buenos Aires en 1957. Completó el profesorado de Letras en 1980 y el profesorado de Historia en 1991. Ejerció la docencia durante 41 años, y participó de la creación del Profesorado de Historia “Alfredo Palacios”, en Barracas, un exitoso proyecto de educación popular. Ha publicado dos libros, La izquierda peronista (1989) e Historia contemporánea (1999), en coautoría con Héctor Recalde, además de numerosos artículos en revistas especializadas y ponencias en Congresos y Jornadas. Actualmente, retirado ya de la docencia, se dedica a la investigación. Prepara su tesis de Licenciatura sobre “La construcción de los sectores populares como sujeto histórico en el discurso revisionista 1955-1974” y participa en otros proyectos de investigación sobre el peronismo.
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