Reseña de Schneider, Alejandro (compilador), Trabajadores en la historia argentina reciente. Reestructuración,
transformación y lucha, Buenos Aires, Imago Mundi,
2018, 192 págs.
MAURO NICOLÁS
HERRERA (UNL)
Universidad Nacional del
Litoral
Santa Fe, Argentina
Recibido: 01/11/2019 - Aceptado: 05/11/2019
Los análisis sobre la clase trabajadora y el movimiento
obrero han experimentado un rechazo durante los años noventa seguido de una
vigorosa recuperación de este campo de estudios tras el estallido popular del
2001 y la intensificación de las luchas sociales.[1] Es en este contexto
particular en el que se desarrollan numerosos trabajos de investigación sobre
el mundo del trabajo.
En este sentido, Alejandro Schneider es el compilador del
libro titulado Trabajadores en la
historia argentina reciente que constituye precisamente una contribución a
la revitalización de este espacio de producción y circulación intelectual. El
pasado reciente argentino, sobre todo las convulsionadas décadas del setenta y
ochenta, se encuentran en gran medida en el trasfondo de los artículos que
componen este libro. Una característica distintiva de las publicaciones
contenidas en esta obra tiene que ver con que la periodización no está
articulada alrededor de cortes políticos o institucionales sino en la
observación de determinados elementos a partir de ciertas singularidades:
“En particular, se puso énfasis en el estudio del
comportamiento de la Confederación General del Trabajo (CGT) y de sus vínculos
tanto con el ámbito empresarial como con las distintas presidencias del
período.” (pág. XI)
La distribución de los capítulos ofrece una mirada de
conjunto acerca de los cambios y continuidades en esos años desde distintas
perspectivas. Las metodologías utilizadas fueron diversas, abarcando desde la
utilización de un cúmulo de entrevistas a militantes de base en la fábrica de
Berisso al escrutinio de diversas fuentes escritas entre las cuales sobresale
el uso de la prensa e incluyendo, además, el aporte de fuentes cuantitativas
como informaciones censales. En resumen, en el libro se utilizan tanto
metodologías cualitativas como cuantitativas, que reflejan la pluralidad de
temas investigados a lo largo de esas páginas.
El libro está estructurado en dos partes; en la primera
“Análisis de casos. Los intentos de disciplinamiento
a los trabajadores y el comportamiento de las conducciones sindicales”, se
analizan distintos casos de estudio cuyo eje de gravitación son las políticas
de la clase dominante, con la complicidad o el apoyo de cúpulas sindicales,
para controlar y/o bien domesticar al movimiento obrero entre los años setenta
y ochenta del siglo pasado.
En el primer capítulo, Alejandro Schneider se propone
indagar las prácticas de las dirigencias sindicales, así como también las
políticas aplicadas contra el movimiento obrero durante el primer semestre
presidencial de María Estela Martínez de Perón en 1974 tras el fallecimiento de
Juan Domingo Perón, focalizando particularmente en la ciudad de Buenos Aires y
sus alrededores. En el artículo de Schneider se constata que la política
represiva sobre el movimiento obrero se había iniciado con Perón con la
intención de disciplinarlo y colocarlo bajo su órbita. Para el cumplimiento de
esa tarea, Isabel contó con el respaldo de los aparatos paramilitares (durante
esos meses se intensifica la represión de la Triple A), de la cúpula sindical
(por ejemplo, convalidando arbitrariedades de los empresarios) y del
empresariado y fuerzas de seguridad. Pero en el trabajo de Schneider también se
puede observar que más allá del ejercicio de un poder coactivo también existía
una base de legitimación mantenida por la burocracia gremial dentro de la clase
trabajadora al mantener ciertas conquistas y derechos laborales o económicos
conquistados décadas atrás. Sin embargo, tal vez la hipótesis
más interesante de este capítulo sea que esos meses:
“… se convirtieron en una prueba piloto que anticipará
ciertas características que se hallarán presentes en los próximos años; en
particular, durante la dictadura militar.” (pág. 26)
En el segundo capítulo, Eleonora Bretal
aborda vivencias y memorias de los trabajadores del frigorífico Swift de
Berisso, acerca del decaimiento y cierre fabril durante la última dictadura
cívico-militar cuando la cantidad de los trabajadores se redujo en forma
drástica. Berisso era un barrio de trabajadores de la ciudad de La Plata.
Algunos de los activistas entrevistados por la autora eran militantes o
activistas de izquierda y/o peronistas, uno de la Unión Cívica Radical y otros
con orientación política no definida. En total entrevistó a 29 obreros de Swift
entre 2010 y 2012.
Como resultado de esas pesquisas reconstruye una
explicación narrativa en la cual la autora subraya los esquemas de percepción
construidos por los propios trabajadores en las entrevistas para dar cuenta de
las razones del cierre del frigorífico. En ese sentido, se ubicaba por ejemplo
la idea de que el cierre se debía a la búsqueda de mayores beneficios por parte
de los empresarios. En ese caso los trabajadores solían contraponer el traspaso
del frigorífico a manos del capital nacional y la retirada de los ingleses como
causa del decaimiento. Pero lo cierto es que las interpretaciones eran muy
disímiles, pero pocos fueron los trabajadores que según Bretal
invocaron a la huelga de 1979 como factor desencadenante del decaimiento y cierre
de la planta de Swift en la localidad de Berisso. No faltaron tampoco, las
interpretaciones que subrayaron estrategias individualistas y que reflejarían
un quiebre en la solidaridad de clase obrera.
En el tercer capítulo, Leandro Molinaro
examina los primeros meses del gobierno de Alfonsín tras la disolución del
Proceso. Se trataba de inaugurar un nuevo tiempo político signado por un
contexto de crisis económica.
“Una de las primeras medidas del gobierno consistió en
intentar un ataque directo a las cúpulas gremiales, a las cuales caracterizaba
como una corporación ajena a los principios democráticos. Ello fue expresado a
través del proyecto de ley de reordenamiento y democratización sindical,
conocida también como ley Mucci (por el apellido del primer ministro de Trabajo
del alfonsinismo).” (pág. 54)
El trabajo de Molinaro tiene
algunas implicaciones derivadas de ese proyecto de ley. El proyecto de
reordenamiento y “democratización” del movimiento obrero se enmarcaba en una
tentativa de normalización de las entidades sindicales iniciado previamente por
la dictadura. El autor alude a un tratamiento que varias obras realizan a
propósito de la ley Mucci, centrando las miradas en
torno a la relación entre el estado y la dirigencia gremial.
“No obstante, ninguno de los autores citados profundiza
acerca de las posturas de las diferentes agrupaciones de izquierda con respecto
a la ley Mucci. Dado que estas corrientes tenían
inserción en algunos sectores del movimiento obrero y estaban enfrentadas a las
dirigencias tradicionales, resulta de nuestro interés rescatar posiciones ante
el proyecto alfonsinista.” (pág. 56)
En este orden de cosas, los diferentes nucleamientos de
izquierda como el Partido Comunista (PC), Movimiento al Socialismo (MAS),
Partido Obrero (PO) y el Partido Comunista Revolucionario (PCR), realizaron
distintas críticas con respecto al proyecto del alfonsinismo. Lo cierto es que
la actitud que prevaleció es la oposición con distintos matices. Paralelamente
se destaca en el artículo un número considerable de medidas de fuerza
sostenidas por la clase trabajadora en el Área Metropolitana de Buenos Aires.
Se exploran allí distintos casos en los cuales se constatan algunas variables
claves como, por ejemplo, medidas que fueron impulsadas por la dirigencia
gremial u otras en las que se peticionaba el apoyo del poder político.
Sin embargo, esos casos comparten un denominador en
común, dado que se trata de huelgas impulsadas por la cúpula sindical. Un caso
particular que contrasta con esas medidas de fuerza y que es analizada al final
del capítulo es un conflicto donde los operarios de la planta de Ford Motor
plantean:
“… la necesidad de democratizar el movimiento obrero
desde abajo.” (pág. 68)
El cuarto capítulo cierra la primera parte del libro.
Lorenzo Labourdette analiza allí:
“… la relación entre conflicto y organización sindical
docente nacional/bonaerense durante las primeras huelgas sectoriales de la
dictadura en 1983 y la fundación del Sindicato de Trabajadores de la Educación
de Buenos Aires (SUTEBA) en agosto de 1986.” (pág. 75)
El autor utiliza para la reconstrucción histórica de esas
relaciones fuentes orales y hemerográficas tratando de elucidar un cambio identitario
en el perfil ideológico docente tendiente hacia el “centro político
democrático-burgués”. A lo largo del capítulo pasa revista a los antecedentes
que tienen que ver con la articulación de organizaciones sindicales a nivel
nacional y de un proceso de fragmentación en Buenos Aires.
Un eje particularmente destacado en su exposición tiene
que ver con la mención de reivindicaciones nacionales permanentes, por un lado,
y reivindicaciones bonaerenses por el otro. La articulación de una constelación
de demandas desempeña un rol protagónico en la vertebración de los diferentes
episodios de conflictividad docente que se traduce en grandes huelgas
nacionales en 1983. Paralelamente se realizaron huelgas en la provincia de
Buenos Aires cuya novedad consistía en la convocatoria a las mismas con
independencia de las medidas nacionales o de la Federación de Educadores
Bonaerenses (FEB). Una de las conclusiones esbozadas a partir de esa
investigación con respecto al cambio identitario previamente aludido sería la
siguiente:
“El renovado escenario político/ideológico generó las
condiciones para que incrementen su influencia en el gremialismo docente los
partidos de la burguesía (UCR y PJ) en su nueva proyección política
desarrollada en el nuevo marco de ciudadanización de los trabajadores que
implicaba el desplazamiento de las demandas de clase por otras democráticas
(Bonnet 2008, págs. 84-96).” (pág. 98)
En la segunda parte del libro se analizan algunas
cuestiones generales sobre el mundo del trabajo desde una perspectiva global.
En el capítulo cinco, Andrés Cappannini
y Juan Pedro Massano abordan discusiones sociológicas
sobre las transformaciones en la estructura de empleo en la postdictadura. El
punto de partida de esa interpretación es un conjunto de lecturas que son
revisadas por los autores y que se vinculan específicamente con tres
problemáticas: la disminución de la tasa de actividad, la tercerización y el
cuentapropismo. A fines de la década del ochenta surgen otras problemáticas
tales como la desocupación y la subocupación o el aumento de la precarización
laboral. Sin embargo, el eje de la discusión en este artículo está centrado en
las lecturas y revisión crítica del primer conjunto de problemas.
En correspondencia con el análisis de esas problemáticas,
los autores observan que:
“… son los cambios en las relaciones laborales entre los
empleadores y los asalariados los que más razonablemente pueden dar cuenta del
debilitamiento de los trabajadores durante nuestro período.” (pág. 127)
En definitiva, allí enfatizan particularmente la
existencia de dificultades para comprender la transformación de la estructura
ocupacional derivada de problemas tanto metodológicos como así también
interpretativos de las distintas lecturas y de las fuentes cuantitativas como
la Encuesta Permanente de Hogares y los datos censales que son utilizados para
construir una nueva interpretación crítica del peso político y social de la
clase trabajadora así como su debilitamiento y la consiguiente mutación de la
estructura ocupacional que es objeto de estudio.
En el capítulo seis, se analizan dos cuestiones. En
primer lugar, la manera en la cual el crecimiento diferencial de los sectores
de la economía impacta o no en la composición de la cúpula sindical de la CGT.
En segundo lugar, Mariel Payo Esper reconstruye la dinámica vinculante
existente entre la CGT y los empresarios mediatizados por la intervención de
los gobiernos kirchneristas desde la devaluación y el cambio en el modelo de
acumulación en 2002 hasta la ruptura de la central sindical en 2012.
En este sentido, la autora destaca que la vinculación de
la CGT-empresarios fue variando durante estos diez años. En el artículo se
distinguen dos grandes momentos de dicha relación:
“Una primera etapa, desde la devaluación de 2002 hasta
2008, caracterizado por un marco de acuerdo económico-ideológico entre la
central y las entidades empresarias, atravesado por tensiones propias de la
representación de intereses de cada una pero con vínculos
armónicos… A partir de 2008, con la crisis económica mundial se inicia la
segunda etapa, en la cual, las necesidades de mejorar la rentabilidad a través
de recetas ortodoxas y el conflicto con las patronales agrarias tensaron los
vínculos.” (pág. 135)
En este sentido, la configuración de una “comunidad de
intereses” tal y como sugiere la autora fomentó las bases de una convivencia
ciertamente armónica durante el gobierno de Néstor Kirchner. Pero la tensión
surge a partir del conflicto de la 125 para la aplicación de retenciones
móviles donde se dividieron las aguas en cuanto al posicionamiento de la
dirigencia cegetista. Sin embargo, un ejemplo citado
por la autora para dar cuenta de la tensión y posterior ruptura de la relación
entre la CGT y el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner estuvo relacionado
por la ley de Participación Laboral en las Ganancias. El alejamiento entre el
gobierno y la conducción moyanista de la CGT se
agudizó como producto de este conflicto y su posterior abandono.
Finalmente, el libro cierra con un último capítulo
dedicado al análisis de las especificidades laborales de un grupo étnico en el
último tercio del siglo XX. En este capítulo, y a diferencia de los
predecesores donde el eje de discusión está puesto en la clase, Luciano Lanare añade la dimensión étnica a partir de la cual esboza
en un primer momento el arribo de los inmigrantes coreanos a la Argentina en
los años sesenta, destacando particularmente sus posibilidades de movilidad
social ascendente.
El autor destaca que la migración tuvo lugar como
producto de políticas de emigración puestas en práctica por el Estado
surcoreano. Varios contingentes de coreanos han migrado a la Argentina desde su
primer arribo en octubre de 1956. En este sentido, el autor destaca que más
allá de las dificultades en la recolección de datos los primeros miembros de la
comunidad coreana se han desempeñado en tareas y oficios donde la explotación y
la precarización laboral fueron muy acentuadas. A diferencia de este primer
contingente:
“A partir de la década de 1970 ingresaron nuevos
inmigrantes que arribaron con otras características socioculturales… Es decir,
muchos pasaron de ser trabajadores y obreros explotados y precarizados a tener
su propio emprendimiento comercial e industrial a pequeña escala. Podríamos
arriesgarnos a afirmar que este fue el inicio en donde varios miembros de la
comunidad pasaron de ser obreros a patrones.” (pág. 169)
[1] Schneider, Alejandro y Simonassi,
Silvia, Debates y perspectivas en torno a
la historia reciente de los trabajadores en Argentina, en Águila, Gabriela, Luciani, Laura, Seminara,
Luciana y Viano, Cristina (comps.) La
historia reciente en Argentina. Balances de una historiografía pionera en
América Latina, Buenos Aires, Imago Mundi, 2018.