Contenciosa, Año VIII, nro. 10, 2020 - ISSN 2347-0011
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el Partido para entrenamiento. Había enterradas armas también, no muchas, pero había.
Entonces, a mí me manda Creydt a San Pablo y Mato Grosso para convencer a estos compañeros
de seguir siendo fieles a la dirección de Creydt. Lo cual, lo logré, porque el otro grupo mandó a
otro, un tal Vallejos, un compañero que vivió en Uruguay, después del golpe de Estado se fue a
Hungría. Tuvimos un enfrentamiento en una reunión. Lo aislamos y se tuvo que volver Vallejos.
Yo estuve allá muchos meses, y estando allá, los servicios de inteligencia vuelven a investigar y
allanan la casa de uno del grupo local, pero no había nada, en San Pablo, ya con Castelo Branco
en el poder. Apresan a un compañero, que era de la organización local, pero también tenía
funciones en la organización militar. Este compañero me delata y yo estaba en Dorados, y
también delata a Mandelik, pero no sabía el nombre real de Mandelik, tampoco el mío, pero sabía
el nombre de mi pasaporte argentino. Este compañero era el único que sabía. Había pocos
paraguayos en Dorados, entonces allanaron las casas de todos los paraguayos. Y ahí descubren
cosas en la casa de Mandelik. Yo estaba en la casa de otro compañero que no allanaron.
¿Allí pierden todas las armas que tenían?
Eso es un poco “vidrioso” porque apresaron a Mandelik y a otro más. Yo nunca supe cómo fue
que llegaron al otro, en realidad, dos más. Cayó Benítez que creo que sigue vivo en Paraguay, y el
otro Amaral era el pseudónimo, no me acuerdo en estos momentos el nombre. Yo nunca pude
discernir quién delató en Dorados, no pude. No tenía toda la información. Y las armas, creo que
desenterraron algunas, pero no todas. Después de un tiempo, en Montevideo, me encontré con
dos compañeros que ellos acusaron a Mandelik, pero yo no estoy seguro.
¿A usted no lo apresaron?
No. Nadie sabía dónde me quedaba. Ya era una especie de instinto eso. Ya había existido el caso
de un informante en el 64, y yo no me iba a regalar. Bueno, entonces, con un compañero
volvimos a San Pablo, que era un problema, porque yo sabía que tenían el dato de mi nombre y
apellido de mi pasaporte falso. Entonces decidimos hacer trayectos en ómnibus y trayectos en
tren, recortados, y llegamos a San Pablo sin problemas. Allí no pasó más nada. Después voy a Río
a ver a otros compañeros para conseguir dinero. Teníamos unos amigos en el PC do B que ya
existía, pro chino, Partido Comunista do Brasil. Me consiguieron dinero para ir desde Río,
pasando por el estado de San Pablo, a Uruguay. El problema era como llegar a Uruguay, y
también hice lo mismo: de a pedazos, y pasé la frontera a pie de Santana do Livramento, al otro
lado de Rivera, y tomé un ómnibus que iba cerca y después me llevó otro trayecto un camión. Y
ya en Uruguay no había problemas que me agarren sin documentos. Entonces, me reúno con
Creydt, le informo todo lo de Brasil y bueno…yo ya me había enterado que se había producido
un rompimiento con mi padre y con mi hermano mayor que estuvo preso en Brasil, y yo ya
estaba preparado. Entonces Creydt me dice “mirá, acá está esta situación: tu padre y tu hermano
están en contra de la dirección del Partido”, “no sé”, le digo, “yo acabo de llegar”. Mi padre
tampoco se llevó nunca con Creydt. También eran personalidades fuertes. Mi viejo fue militar,
muy instruido, y Creydt era un personaje que tenía una enorme capacidad de manejar gente…no
es que era agente de la CIA y todas esas cosas que se dicen. Era un tipo muy inteligente, muy
instruido y con mucha capacidad de manejar gente. Era realmente un fenómeno el tipo. Chocó
con el viejo. Y bueno, y mi hermano mayor se solidarizó con el viejo, también era militar.
¿Y entonces como quedaste con Creydt?
Y…conmigo era más complicado el tema para Creydt, porque yo sabía mucho. Bajó las
revoluciones. Era muy vivo. Eso fue fines del 66. Al poco tiempo vemos todo lo que está