Comentarios de libros

Comentario a Javier Auyero y Katherine Sobering: “Entre Narcos y Policías. Las relaciones clandestinas entre el Estado y el delito, y su impacto violento en la vida de las personas”

Carolina D’Amelio
Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (IHuCSo Litoral) / Universidad Nacional del Litoral - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (UNL-CONICET), Argentina
Rocío María Truchet
Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (IHuCSo Litoral) / Universidad Nacional del Litoral - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (UNL-CONICET), Argentina

Delito y Sociedad

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN: 2362-3306

Periodicidad: Semestral

núm. 54, e0081, 2022

delitoysociedad@unl.edu.ar

Auyero Javier, Sobering Katherine. Entre Narcos y Policías. Las relaciones clandestinas entre el Estado y el delito, y su impacto violento en la vida de las personas. 2022. Argentina. Siglo XXI. 224 pp.. 9789878010816

Recepción: 14 Septiembre 2022

Aprobación: 27 Octubre 2022



DOI: https://doi.org/10.14409/dys.2022.54.e0081

Originariamente Javier Auyero y Katherine Sobering titularon este libro The Ambivalent State. Oxford University Press, 2019). Las formas concretas que adquiere la ambivalencia estatal en la vida de quienes habitan los bordes urbanos de Argentina fue lo que, en principio, les encontró y unió académicamente. «Ambos luchábamos a brazo partido con temas análogos: cómo dar sentido a las conflictivas e inconsistentes intervenciones del Estado entre grupos vulnerables y precarios», afirman en las primeras páginas del libro (p. 10). Sin embargo, la traducción al español de la obra tuvo un desenlace bien distinto. Por motivos quizá publicitarios, quizá re-evaluados por lxs autores, Entre Narcos y Policías resulta un títular más develador, puesto que el libro trata sobre la «colusión» entre dos actores bien específicos: fuerzas de seguridad y narcotraficantes. De este modo, lxs autores nos ofrecen una mirada interesantísima hacia el interior más descarnado y visceral de estas relaciones ilegales donde se iluminan las sombras que subyacen a la estatalidad en las periferias urbanas. Si bien no es un libro de Criminología, el texto nos brinda herramientas clave para re-pensarnos desde nuestro propio campo de estudios.

En este trabajo, Auyero y Sobering persiguen el objetivo central de estudiar las relaciones entre narcotraficantes, policías y vecinxs de barrios empobrecidos. Puntualmente les interesa comprender los «procesos microinteractivos» entre fuerzas de seguridad y participantes del comercio ilegal de drogas y, sobre este movimiento, también dar sentido a las violencias cotidianas que experimentan lxs habitantes de los territorios donde la narcocriminalidad expande sus raíces. En este espacio, lxs autores buscan evidenciar que la violencia es habilitada y exacerbada, no por ausencia del Estado, sino por lo que el Estado hace o deja hacer.

El libro está organizado en siete capítulos que siguen una notable estructuración de la academia norteamericana, donde Auyero y Sobering están radicadxs. El primer capítulo presenta un «resumen» del marco conceptual que orienta la recolección de datos y pretende dar sentido al trabajo empírico. Aquí se recuperan contribuciones interdisciplinarias que abordan en diversidad de contextos, escalas y funciones el entramado relacional de funcionarixs estatales y organizaciones criminales enlazándolas con estudios sistémicos de la violencia. Luego se amplían las lentes hacia las fuerzas de seguridad y el narcotráfico en América Latina y Argentina. Aquí lxs autores marcan una interesante discontinuidad respecto a los modos de pensar las formas estructurales y organizacionales del narcotráfico para el caso Argentino. Las organizaciones criminales que analiza el libro, son las denominadas de «microtráfico». Emergidas al calor del siglo XXI, están basadas fundamentalmente en relaciones de parentesco, se dedican a producir y comercializar cocaína y pasta base para consumo local, tienen mayores precariedades y volatilidades que aquellos significantes que merodean al narcotráfico latinoamericano desde la década del 90.

Por último, en este capítulo hay un recupero de los estudios sociales de la policía producidos en nuestro país que permitirían dar sentido a los porqués de las complicidades entre fuerzas de seguridad y narcotráfico. Aquí aparecen los trabajos de Marcelo Sain sobre la organización y funcionamiento de las policías (puntualmente el «doble pacto» y el «autogobierno policial»), la lúcida etnografía realizada por Agustina Ugolini en Legítimos Policías, las transformaciones de la Gendarmería explicadas por Paul Hathazy y las variaciones provinciales de la regulación de policías y mercados de drogas que realizó Hernán Flom. De este modo la literatura especializada admite una ilegaldiad entre policías y agentes estatales que, no obstante, está plagada de lagunas empíricas. A través de un detallado y minucioso trabajo de campo, este libro viene a saldar dichas carencias, constituyendo así un aporte capaz de complementar, amplificar o tensionar en las miradas allí recuperadas. En fin, que muestre al Estado (o al menos, actores institucionales concretos) en su plena y más evidente ambivalencia entre la legalidad e ilegalidad.

El segundo y tercer capítulo de Entre Narcos y Policías es una etnografía realizada en Arquitecto Tucci que está centrada en las extensiones de las relaciones colusivas en los territorios urbanos empobrecidos, fundamentalmente manifestadas en el denominado «cinismo legal» hacia la policía y en la producción de violencia interpersonal que forma parte de la vida cotidiana y las experiencias de vecinxs de aquel barrio. Lxs autores logran trascender el binarismo moderno de lo «público/privado» en los modos en que se produce y ejerce la violencia identificando formas de «invasión» (traficantes entran a casas para exigir pagos o drogas), «protección» (cuando los individuos toman recursos de sus parientes para comprar o paga deudas), «prevención» (padres y madres recurren a la violencia para prevenir que sus hijos sean víctimas). De este modo, la violencia relacionada con las drogas ilegalizadas no se restringe a quienes participan en el mercado ilícito, sino que afecta casi todas las relaciones interpersonales estructurando las experiencias cotidianas de vecinxs.

Desde el capítulo 4 hasta el capítulo 6 lxs autores se concentran en «descifrar la colusión» abordando los contenidos y dimensiones de estas relaciones a través del análisis de cuatro casos permiten «narrar» las negociaciones que dan inicio a la colusión hasta la ruptura de estos «contratos»: Los Vagones (Arquitecto Tucci, Buenos Aires), Los Monos (Rosario), Los Pescadores (Yapurá, Corrientes) y la Banda de Raúl (San Martín, Buenos Aires). Lo que emerge con claridad en estos análisis es la presencia de una «desorganizada criminalidad organizada» (p. 93).

En efecto, el mundo de las relaciones colusivas entre policías-narcotraficantes cambia desde las negociaciones fundacionales y adquiere una regularidad siempre conflictiva compuesta por tres dimensiones: 1) intercambio de recursos materiales e informativos (armas, municiones, drogas, consejos, datos sobre fuerzas de seguridad y bandas criminales); 2) prácticas comunes (modificación de rutinas de trabajo, manipulación burocrática, vigilancia interna y externa); 3) procesos relacionales que implican señalamientos recíprocos (policías indican dónde vender, qué evadir y narcos dónde venden competidores), cambio de identidades (narcotraficantes se convierten en actores protegidos y las policías devienen en «narcopolicías») y de escala. Estas relaciones colusivas están plagadas de errores, improvisaciones, consecuencias involuntarias y pérdidas. Asimismo, poseen un «sistema de reciprocidades difuso y precario» (p. 173), montado en renegociaciones constantes, amenazas, rupturas, donde la confianza es una propiedad volátil.

En esta disposición del trabajo empírico, lxs lectores podrían pensar que los capítulos 2 y 3 no encajen o hagan de un estudio situado, una generalización forzada. Sin embargo, fiel a un estilo propio de un Auyero inspirado en Charles Tilly, las interacciones violentas no se agotan en las relaciones colusivas de narcotraficantes y policías. Tampoco el libro debería encorsetarse dentro de aquellos parámetros. A ello se dedica el último capítulo, donde lxs autores presentan una clásica discusión de resultados del trabajo de campo con la literatura especializada y, de algún modo, tratan de «soldar» esa dislocación producida entre los primeros capítulos evidenciando la conexión entre colusión policial-criminal, cinismo legal y violencias experimentadas por vecinxs de barrios empobrecidos.

Pero para nosotras lo que, indudablemente, constituye el aporte fundamental de la obra son las innovaciones metodológicas y la creatividad en la construcción de instrumentos de recolección de datos para estudiar las relaciones «extralegales» o «ilegales» que nos aparecen profundamente veladas y vedadas a lxs investigadorxs sociales. En efecto, un aspecto destacado de Entre Narcos y Policías es la combinación de trabajo etnográfico y la documentación de escuchas telefónicas contenidas en procesos judiciales.

Por un lado, la documentación de extensos procesos judiciales que involucran grupos narcotraficantes en Argentina permite evidenciar los patrones que rigen las interrelaciones entre narcotraficantes y agentes de seguridad estatales como las ambivalencias del Estado (policías arreglando, mutando sus identidades, utilizando sus saberes para perpetuar prácticas ilegales). En este marco, Auyero y Sobering trabajan con escuchas telefónicas entre estos miembros y diversas fuerzas de seguridad estatales (agentes de las policías provinciales y federales, Prefectura y Gendarmería). En estas cientos de páginas de escuchas transcriptas, la potencia reside en recuperar la «naturaleza» de las conversaciones ocurriendo en su propio ámbito y, a partir de allí, poder construir categorías y dimensiones que expliquen las interacciones entre estos actores. Por el otro lado, además de los documentos judiciales, lxs autores vuelven sobre la evidencia etnográfica recolectada durante más de 30 meses de trabajo de campo en Arquitecto Tucci.

Como ya hemos mencionado al inicio de este comentario, Entre Narcos y Policías no es un libro de Criminología. Sin embargo, desde la Criminología varios disparadores nos llevan a abrir más puertas o, al menos, volver sobre estas páginas para hacernos preguntas desde otros posicionamientos. En primer lugar, Auyero y Sobering presentan la posibilidad de estudiar las relaciones entre actores estatales y organizaciones criminales a través del estudio de causas judicializadas. Esta vía -por cierto, privilegiada- también puede prolongarse al estudio de otras formas de criminalidad organizada y de delito de los poderosos, como el fraude, el lavado de activos, los delitos ambientales cometidos por conglomerados de empresas privadas.

Por otro lado, la obra nos permite continuar pensando formas de abordar sociológicamente a las policías y al tráfico de drogas, buceando en aquello que no está contenido en el texto. Auyero y Sobering eligen no contextualizar histórica y políticamente el despliegue de las prácticas colusivas, la expansión de las bandas criminales y los operativos y prácticas policiales que las acompañan. Emergen entre las escuchas la mención a operativos de saturación que ayudan a improvisar determinadas maniobras para amortiguar allanamientos, pero estas acciones quedan fuera de «lo político». En su «Coda» final lxs autorxs sí deslizan que las recetas punitivas y policialistas dentro del discurso de la «Guerra contra las drogas» cristalizado en el gobierno nacional de Cambiemos no resuelven la violencia interpersonal estudiada por ellxs, por cuanto esa receta (la policía) tiene conexiones clandestinas con lo que se pretende «combatir». En su lugar, Sobering y Auyero optan por una política científica que no indique «qué hacer» o «cómo hacerlo» sino que ponga en agenda la disputa por los problemas que el Estado invisibiliza en determinados territorios y sobre determinadas poblaciones. En definitiva, un Estado que, invisibilizando, también hace.

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