Apuntes

Sobre: Página impar. Textos sobre la traducción en Argentina: conceptos, historia, figuras, de Patricia Willson. Buenos Aires: Ethos Traductora, 2019.

Santiago Venturini
Universidad Nacional del Litoral , Argentina
CONICET, Argentina

El taco en la brea

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN: 2362-4191

Periodicidad: Semestral

vol. 8, núm. 14, 2021

eltacoenlabrea@gmail.com

Willson Patricia. Ethos . 2019. Buenos Aires. Ethos Traductora


DOI: https://doi.org/10.14409/tb.2021.14.e0056

Para citar este artículo: Venturini, S. (2021). Sobre: Página impar. Textos sobre la traducción en Argentina: conceptos, historia, figuras, de Willson, P. El taco en la brea, (14) (junio–noviembre). Santa Fe, Argentina: UNL. e0056 DOI: 10.14409/tb.2021.14.e0056

Si La constelación del Sur. Traductores y traducciones en la literatura argentina del siglo XX (2004) fue un libro pionero que impulsó de manera determinante los llamados estudios de la traducción nuestro país, Página impar. Textos sobre la traducción en Argentina: conceptos, historia, figuras es una compilación que aparece quince años después, cuando estos estudios, tal como lo señala Willson en sus «Palabras preliminares», se «adaptaron sin problemas al medio universitario actual» y cumplieron su «implantación académica» (9). Uno de los signos de este cambio rotundo de contexto es el hecho de que este libro constituye el primer título de la colección «Estudios» en la flamante Ethos traductora, una editorial que apuesta al ejercicio crítico de la traducción y a la divulgación de un pensamiento, también crítico, sobre la práctica. Es cierto que Página impar ya existía de forma dispersa en una sucesión de artículos publicados a lo largo de una década en revistas y volúmenes, intervenciones fundamentales para esa comunidad más o menos extensa formada por aquellos que hacen de la traducción una parte de sus vidas, ya sea porque traducen o porque transforman a la traducción en un objeto de investigación y, también, de devoción. Ahora, el soporte libro ordena esos trabajos dispersos y a través de ese ordenamiento le asigna al conjunto una coherencia sólida y expone un posicionamiento teórico y crítico sobre la traducción.

La primera y más evidente operación del libro es, entonces, la construcción de un marco de lectura. Los tres apartados de Página impar —«Reflexiones teóricas», «Historia de la traducción en Argentina» y «Figuras de traductor»— resitúan cada uno de los artículos y los iluminan según temas y problemas que, no obstante, no están aislados sino que se intersecan de manera constante. Los trabajos de la primera parte repasan ciertas inflexiones en el pensamiento sobre la traducción del siglo XX, no solo con el objetivo de la revisión o el balance, sino también de la crítica y la exposición de un pensamiento propio que recupera determinados aportes disciplinares —como la teoría de los polisistemas o la sociología de la traducción— pero busca, sobre todo, responder a una insistencia particular: la reflexión sobre el vínculo entre la traducción y la literatura nacional, entre las escrituras de la traducción, y lo que Willson llama, retomando una fórmula borgeana, las escrituras directas. En los trabajos de la primera parte aparecen afirmaciones como: «la producción de discurso teórico sobre la traducción no puede estar escindida del saber ya construido sobre la práctica en su dimensión histórica», una convicción congruente con los análisis expuestos en estos trabajos. Entre estas «Reflexiones teóricas» se encuentra «La traducción y sus discursos», artículo que reproduce el título de una intervención fundamental de Antoine Berman, ese nombre que brilla en Página impar, y al que Willson vuelve a lo largo del libro. «La traducción y sus discursos», publicado en 2013, presenta un panorama de los estudios de traducción: sintetiza décadas del pensamiento sobre la práctica, explora algunas de las inflexiones de ese pensamiento —como los «giros» de la discursividad traductológica: el giro cultural, el giro ficcional, el giro traductor— y se detiene en algunas de las nociones que marcan el estudio de la traducción en la actualidad (como, por ejemplo, la de política de la traducción).

Los trabajos de la segunda parte se concentran en el paso del siglo XIX al XX y, en especial, en la primera mitad del siglo pasado, cuando la historia de la traducción se escribe en revistas literarias y culturales como Caras y Caretas o Sur, en las colecciones de literatura extranjera como la Biblioteca La Nación y en la trayectoria de proyectos editoriales de corte popular como Tor. Los trabajos de este segundo bloque parecen tener una apuesta en común: dar cuenta de una transformación fundamental en el estatuto de la traducción en Argentina. En la sucesión de revistas, colecciones y proyectos editoriales, los artículos de Willson registran el pasaje de una intención pedagógica a una intención estética en la práctica de la traducción. La literatura extranjera en traducción, que desde el siglo XIX aparecía ligada a una ambición pedagógica y era el «fundamento simbólico» (78) de un proyecto de nación alcanza, en un período que puede ser fechado con bastante exactitud, su autonomía. A partir de ese momento, como lo señala Willson, «la literatura traducida llena sobre todo funciones literarias. Ya no es la peripecia el elemento edificante; no es a través del reconocimiento del lector en el héroe novelesco que la literatura cumple con su misión enaltecedora, sino a través de una forma» (96). Esta es la misma transformación que en otro trabajo aparece enunciada como el pasaje de la función heterónoma a la función autónoma de la traducción, pasaje que acarrea un cambio en la función de la literatura traducida, como también en la selección de los textos y en las estrategias de traducción. Lo que le permite a Willson afirmar que «la especificidad de la literatura traducida no se halla en el proceso de traducción, sino más bien en el modo en que el producto —la traducción— funciona en la literatura receptora, o en la cultura receptora» (102).

Los trabajos de la tercera parte, «Figuras de traductor», exploran diferentes perfiles de traductor, desde los gentlemen traductores e importadores, los «traductores letrados» como José Martí, Bartolomé Mitre o Lucio Mansilla, hasta la traductora yoica que es Victoria Ocampo y el traductor del Ulises de Joyce, José Salas Subirat, leído por Juan José Saer. En uno de estos trabajos, Willson adelanta una definición del traductor que no puede pasarse por alto, porque desafía el lugar común: «Para considerar traductor a alguien que vierte un texto extranjero a su lengua materna, una parte de su identidad social y pulsional tiene que estar comprometida en la práctica. Llamar traductor a quien, episódicamente, haya traducido un libro o a quien tenga apenas un título habilitante es caer en la insignificancia» (196). La cita nos lanza al último texto de Página impar, «Translaturire: espacios del deseo y de la militancia en la traducción», donde ese término, pensado como variación del scripturire propuesto por Barthes —el querer−escribir—, define «el querer−traducir, la pulsión por traducir (...) que se opondría a las representaciones sociales sobre el acto de traducir», con frecuencia peyorativas. El translaturire es, entonces, «un orden del saber que solo puede ser sostenido por el traductor» (202), y que Willson analizará, como lo indica el título, en dos espacios: el deseo y la militancia.

Hasta aquí un repaso sintético de Página impar. Pero como lo señalé al comienzo, el soporte libro tiene otra trascendencia en relación con estas intervenciones. No se trata solo de un acto de compaginación: en la sucesión de artículos el libro expone la coherencia de un pensamiento sobre la traducción a través de ciertas insistencias, declaraciones que, reiteradas, refuerzan un posicionamiento. Así, es posible reconocer, más allá del estudio detallado de los títulos de literatura extranjera publicados en la colección La Nación, de los modos de intervención del yo en las traducciones de Victoria Ocampo o de las dimensiones de la traducción en el Borges de Bioy, ciertos postulados que dan forma a ese posicionamiento. Podría exponer algunos de ellos.

En primer lugar, la traducción es un hecho de la cultura receptora. Esta premisa implica un posicionamiento teórico y metodológico central, en sintonía con los Estudios Descriptivos de Traducción. En todos los trabajos de Página impar, Willson piensa el funcionamiento de la traducción en la configuración o la dinámica de la cultura argentina y reflexiona sobre el vínculo de la traducción con las escrituras directas, advirtiendo que se trata de un vínculo complejo. De ahí el lugar relevante que tienen la historia —en especial la historia cultural y la historia del libro— pero sobre todo la crítica sobre la literatura argentina, que complementan el enfoque traductológico —o más bien, forman parte del mismo— y permiten pensar la complejidad de ese vínculo.

En segundo lugar, la traducción se sostiene en otras prácticas discursivas, está ligada a un aparato importador y es modelada por un aparato editorial. Este es, quizás, uno de los postulados centrales del libro. Los libros no circulan solos y la traducción necesita ser apuntalada por otras prácticas discursivas: «la traducción es apenas uno de los factores que influyen en el éxito de la importación literaria, el más importante quizás, pero no el único» (181).

En tercer lugar, el traductor es un agente específico que no coincide con el escritor —aunque ambas figuras puedan superponerse—, un agente cuya identidad, en el caso argentino, se configuró durante el siglo XX, y cuya profesionalización «coincide con la aparición (...) de proyectos editoriales en los cuales la práctica de la traducción es funcional a un sistema de representaciones» que hicieron posible la «plena identificación» del traductor como «segundo enunciador del texto literario extranjero» (93).

Todos estos postulados se condensan en una definición de la traducción, o más bien del «traducir», que Willson propone en el artículo que da título al libro, incluido originalmente en uno de los volúmenes de la Historia crítica de la literatura argentina. En esa definición extensa que vale la pena reproducir, Willson piensa a la traducción como

una práctica discursiva que opera entre dos lenguas diferentes y dos culturas diferentes y que, a partir de un texto fuente, da como resultado un nuevo texto, capaz de interactuar por derecho propio con la producción local en la literatura receptora. El sujeto de esa práctica —el traductor— no es individual, sino que es portavoz de un grupo social que se ha forjado un sistema de representaciones de esa práctica, del público lector, de la literatura extranjera, de los vínculos entre la literatura extranjera y la literatura nacional. Y ese sistema imaginario no solo es de algo, sino para algo; marca en negativo una carencia, ante la cual se siente insatisfacción: el imaginario es también un mecanismo compensatorio. Quizá por ello en la traducción, más que en la escritura directa, es posible reconstruir la poética predominante de una literatura en una época determinada. Sujetas de antemano a una política editorial que decide qué se traduce y, hasta cierto punto, cómo, las traducciones literarias suelen mostrar el denominador común, relativamente inmodificado por el talento individual. (90−91)

Finalmente, más allá de estos postulados, hay una exigencia que aparece enunciada de manera explícita en algunos pasajes de Página impar, pero que se actualiza constantemente en el análisis que construyen estos artículos: pensar más allá de los lugares comunes sobre la traducción, de eso que Willson llama la «crítica doxal» (129), para poder construir un saber diferente que no solo logre sacar a la traducción de los esquemas y las antinomias que la dominaron históricamente, sino que la vuelva una práctica plena de sentido, definitiva en más de un aspecto. Esta exigencia rigurosa es, al fin y al cabo, una de las lecciones mayores de Página impar y del trabajo que Willson lleva adelante desde hace al menos dos décadas.

Información adicional

Para citar este artículo: Venturini, S. (2021). Sobre: Página impar. Textos sobre la traducción en Argentina: conceptos, historia, figuras, de Willson, P. El taco en la brea, (14) (junio–noviembre). Santa Fe, Argentina: UNL. e0056 DOI: 10.14409/tb.2021.14.e0056

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