Presentación
Defender nuestros estilos de producción y de publicación
El taco en la brea
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 2362-4191
Periodicidad: Semestral
vol. 10, núm. 16, 2022
Para citar este artículo: Gerbaudo, A. (2022). Defender nuestros estilos de producción y de publicación. El taco en la brea, (16) (junio–noviembre). Santa Fe, Argentina: UNL. e0073 DOI: DOI 10.14409/tb.8.16.e0073
Desde hace muchos años con Max Hidalgo Nácher estamos escribiendo dos libros que, parecía, no íbamos a terminar nunca. El primero salió a la luz hace apenas unos meses, con prólogo de Nora Catelli y epílogo de Raúl Antelo: Teoría en tránsito. Arqueología de la crítica y la teoría literaria españolas de 1966 a la posdictadura. El segundo, Tanto con tan poco. Los estudios literarios en Argentina (1958−2015), saldrá el año que viene. Se trata del tomo 1 y 2 del primer volumen de la serie Archivos en construcción alojada en la colección Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional del Litoral (un volumen que lleva por título Los estudios literarios en Argentina y en España: institucionalización e internacionalización al que le seguirá otro sobre estudios lingüísticos, otro sobre estudios semióticos y uno que despunta una morfología comparativa a partir de prácticas en estos dos países y en Brasil).
Tanto a Max como a mí nos importaba (mucho) que esta serie de libros se incluyera en esa colección específica porque, tanto en uno como en otro caso, lo que se discute no son solo las condiciones sino los estilos de producción y de publicación en el subcampo específico de los estudios literarios en España y en Argentina en un arco que va desde mediados del siglo pasado hasta el presente. En este número de la revista, sobre el libro de Max se ocupa Hernán Hirschfeld (ver su reseña, en la sección final). Sobre el próximo libro a publicarse, quisiera anticipar algunos resultados que permiten interrogar, a partir de datos empíricos, las actuales tendencias de evaluación de nuestra producción científica en el subcampo de los estudios literarios.
Es sobre la base del estudio de 188 trayectorias y de 151 entrevistas semiestructuradas a agentes de diferentes edades que pudimos comprobar dos tendencias de producción y de publicación que marchan a contrapelo de las actuales lógicas de evaluación modelizadas, nada menos, que por el organismo científico más importante del país; me refiero a la importancia dada al objeto «libro» y a la revista cultural o científica no necesariamente catalogada como «Tipo 1». Este dato se obtuvo principalmente de la respuesta de lxs investigadorxs a la pregunta sobre sus «principales publicaciones». Una respuesta dada sin la presión por las consecuencias cuando, por ejemplo, se completa un formulario con un requerimiento similar para una promoción en el CONICET.
Al respecto, tres aclaraciones. La primera: si bien he participado de comisiones del organismo en diferentes momentos, es solo desde hace algunos años, cuando empezamos a publicar los resultados de las investigaciones llevadas adelante en el marco del proyecto International Cooperation in the Social Sciences and Humanities, que empecé a tratar de intervenir modificando una lógica de evaluación que no hace justicia ni con el estilo de nuestra producción ni con nuestras formas de publicación (vuelvo sobre esto a continuación). Segundo: aplicar estos criterios de evaluación a cualquier investigador.a.e que supere los cincuenta años supone no tener en cuenta que durante los primeros veinte años de su vida laboral activa los criterios eran otros. Tercero: se verifica una disociación entre lo que lxs investigadorxs creen que vale la pena hacer y lo que terminan haciendo debido al carácter modelador de prácticas que tienen los criterios de evaluación vigentes en el CONICET.
Doy un rodeo sobre estos puntos a partir de algunos ejemplos. Para empezar, publicar un libro en Beatriz Viterbo o en EDUVIM o un artículo en el Boletín del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria de la Universidad Nacional de Rosario siguen teniendo un peso simbólico indiscutible en el subcampo más allá de que no cuenten en el poroteo de antecedentes al momento de concursar el Ingreso como Investigador.a.e del CONICET o la promoción. Si los argumentos dominantes entre lxs entrevistadxs que eligen libros al momento de citar sus publicaciones más importantes rondan el poder dar lugar a desarrollos más expandidos que los que habilitan los artículos (cada vez más reducidos en su extensión dado el límite de caracteres que imponen las revistas —la nuestra incluida, en nuestro caso, dada la imposibilidad de sostener económicamente un proyecto de otro alcance—) y/o el poder plasmar resultados estabilizados ya sometidos a diferentes discusiones previas, quienes ponen el dedo en la llaga son quienes trabajan en líneas ligadas a la ecdótica. El testimonio de María Mercedes Rodríguez Temperley respecto de la dificultad para adaptar los resultados de sus investigaciones tanto a recortes parciales como provisorios tiene una contundencia rotunda1 que hace serie con la trayectoria y los testimonios de Leonardo Funes, Lidia Amor y Maximiliano Soler Bistué:
Un aspecto que preocupa hoy a muchos filólogos es la exigencia de un rendimiento a corto plazo en cualquier tipo de investigación (...). Desde antiguo se sabe que la prisa y la eficacia a cualquier precio están reñidas con el conocimiento. Justamente, el trabajo de transcripción de textos (manuscritos o impresos, a veces muy extensos) es la etapa previa a toda edición crítica y exige un tiempo imposible de abreviar. Durante dicha fase no es posible adelantar resultados parciales, ya que hasta que el testimonio no esté transcripto hasta el último folio no se puede ni se debe especular con ningún análisis, por el simple hecho de que lógicamente éste resultaría incompleto. Por lo general, una edición crítica bien hecha es un trabajo de años, que suele ser esperado por especialistas de la disciplina y también por lectores que buscan ediciones anotadas que enriquezcan su lectura.
La situación mencionada ha obligado, en muchos casos, a que el filólogo deba alternar y coordinar sus tareas de edición con otras investigaciones paralelas que le permitan obtener resultados pasibles de ser publicados, para cumplir así con los requisitos solicitados por las instituciones en las que trabaja. Sostener en el tiempo el estudio de varias líneas de investigación sobre distintos temas, a la vez que se está realizando la edición crítica de un texto, implica un esfuerzo descomunal, que no siempre es advertido o suficientemente valorado por colegas de otras especialidades, sobre todo en instancias de evaluación en las que parece haberse instalado el reino de la cantidad por sobre los aspectos cualitativos que deberían primar en toda investigación científica. (2017)
En una consulta reciente, Rodríguez Temperley ratificó lo enunciado en esta entrevista de 2017: «en todos los ámbitos trato de explicar esta situación de la mejor manera posible porque creo que hay que saber respetar las características constitutivas de cada disciplina (no hay peor desigualdad que tratar por igual las cosas desiguales)» (2022). Intento visibilizar por qué estamos ante un problema cuando estandarizamos los criterios de evaluación siguiendo el modelo de producción y, en especial, de publicación de las ciencias naturales e incluso los de ciertas disciplinas de las ciencias sociales. En los estudios literarios hay un tipo de investigación que demanda mucho tiempo y que, por las características de sus resultados, se publica principalmente bajo el formato libro, también, aunque no solamente, porque se dificulta su segmentación en artículos con síntesis parciales.
Me apresuro en aclarar que cuando hice referencia a datos empíricos que sirven de apoyo a esta defensa de nuestros estilos de producción y de publicación no los circunscribo a la «chacrita» de los estudios literarios (la metáfora es de Sylvia Saítta) ni a nuestro país sino que, justamente, si podemos bogar por una defensa de lógicas específicas de los estudios literarios es porque reconocemos una batalla (hasta ahora) perdida en la lucha con otros campos disciplinares a escala nacional, regional y transnacional.
Si algo se desprende del concepto de «campo» de Pierre Bourdieu es que no se puede comprender ninguna actividad específica sin conocer sus reglas propias, los intereses en juego y los posicionamientos relacionales, es decir, el de sus agentes en el seno del campo (cuestión crucial para poder determinar, en función de esta posición, su incidencia en el marcado de la agenda) y el del campo en fricción con otros (cuestión crucial para poder precisar cómo aplica el término «relativa» cuando cae sobre la palabra «autonomía», es decir, cuánto margen de autonomía se tiene en tal o cual coyuntura y en relación con qué poderes que la constriñen o, por el contrario, la impulsan). En ese sentido, es imperioso subrayar que hay una batalla (por ahora) perdida con ciertas líneas de las ciencias sociales y humanas y, ni que decir tiene, con las ciencias naturales, a partir de cuyo patrón se han estandarizado los criterios de evaluación de nuestra producción disciplinar. En un artículo en el que condensan resultados finales del proyecto ya mencionado, Gisèle Sapiro, Johan Heilbron, Thibaud Boncourt y Rafael Schögler señalan que, por contraste con «buena parte de las ciencias naturales», las ciencias sociales y humanas, salvo excepciones que menciono a continuación, tienen una «orientación local y nacional» que no solo no «les quita relevancia» (2017:19) sino que potencia sus resultados dadas sus publicaciones orientadas a este espacio de intervención. No obstante, observan también que esta tendencia general varía según los países y las disciplinas: hay disciplinas más orientadas hacia el campo nacional, otras hacia el campo internacional. Por ejemplo, si la economía y la psicología siguen a las naturales en su tendencia a publicar en inglés, los estudios literarios (con excepción de las literaturas comparadas), en historia y derecho (con excepción del derecho comparado) propenden a difundir sus resultados en la lengua nacional mientras que la antropología y la sociología se sitúan entre las dos orientaciones (Sapiro, 2018:60). Algo similar sucede respecto de los formatos de publicación: son la antropología y la sociología las que se ubican (atención: también según sus líneas), en una zona intermedia entre el modelo científico que defiende la difusión en revistas y el modelo de las humanidades (estudios literarios y filosofía) que defiende la necesidad de poner a circular los resultados de sus investigaciones en libros (2018:60).
Atender a estos resultados es determinante al momento de definir criterios de evaluación de la producción de nuestro subcampo. Su difusión, aquí, no tiene otro objetivo que discutir la homologación de prácticas diferenciales. Prácticas que deben ser atendidas en su especificidad si lo que en verdad se busca es propiciar el desarrollo científico nacional sin imponer ni lógicas de una disciplina por sobre otra ni lógicas de una línea del subcampo sobre otra. Una especificidad que no está reñida con la toma de posición de cada agente que, de cualquier modo, no debiera confundirse, en ningún caso, con las tendencias de producción y de publicación dominantes en el subcampo (un tema sensible, en especial, cuando se tiene una responsabilidad en organismos de gestión pública de la ciencia).
Referencias bibliográficas
Amor, L. (2018). Entrevista por Analía Gerbaudo. Proyecto INTERCO SSH.
Funes, L. (2015). Entrevista por Daniela Fumis y Gabriela Sierra. Proyecto INTERCO SSH.
Heilbron, J.; Boncourt, T.; Schögler, R. y Sapiro, G. (2017). European Social Sciences and Humanities (SSH) in a Global Context. Preliminary findings from the INTERCO−SSH Project. https://halshs.archives-ouvertes.fr/halshs-01659607
Hidalgo Nácher, M. (2022). Teoría en tránsito. Arqueología de la crítica y la teoría literaria españolas de 1966 a la posdictadura. Universidad Nacional del Litoral/Universidad de Barcelona.
Rodríguez Temperley, M.M. (2017). Entrevista por Cristian Ramírez. Proyecto INTERCO SSH.
Rodríguez Temperley, M.M. (2021). La colección cervantina de Bartolomé J. Ronco (Azul, Provincia de Buenos Aires, Argentina). Estudio y catalogación analítico descriptiva. Universidad Nacional de Lomas de Zamora/IIBICRIT/CONICET.
Rodríguez Temperley, M.M. (2022). Consulta por Analía Gerbaudo. Proyecto INTERCO SSH.
Sapiro, G. (2018). What Factors Determine the International Circulation of Scholarly Books? En Heilbron, J.; Gustavo, S. y Boncourt, T. (Eds.), The Social and Human Sciences in Global Power Relations (pp. 59−94). Palgrave Macmillan.
Soler Bistué, M. (2018). Entrevista por Analía Gerbaudo. Proyecto INTERCO SSH.
Notas
Información adicional
Para citar este artículo: Gerbaudo, A. (2022). Defender nuestros estilos de
producción y de publicación. El taco en la brea, (16) (junio–noviembre).
Santa Fe, Argentina: UNL. e0073 DOI: DOI
10.14409/tb.8.16.e0073