Dossier

La escritura en la tierra del sol naciente. Aportes para estudios situados de otras literaturas desde las antípodas

Writing in the land of the rising sun. Contributions for situated studies of other literatures from the antipodes

María Isabel Pozzo
Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Universidad Tecnológica Nacional , Argentina
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,Argentina, Argentina

El taco en la brea

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN: 2362-4191

Periodicidad: Semestral

vol. 10, núm. 18, e0124, 2023

eltacoenlabrea@gmail.com

Recepción: 10 Diciembre 2022

Aprobación: 15 Junio 2023



DOI: https://doi.org/10.14409/eltaco.2023.18.e0124

Para citar este artículo: Pozzo, M.I. (2023). La escritura en la tierra del sol naciente. Aportes para estudios situados de otras literaturas desde las antípodas. El taco en la brea, (18) (junio–noviembre). Santa Fe, Argentina: UNL. DOI: 10.14409/eltaco.2023.18.e0124

Resumen: El presente artículo sistematiza las características de la escritura japonesa de manera de aportar argumentos a favor de la tesis de que la escritura japonesa se ubica en las antípodas: no solo por la posición geográfica del país, sino por sus características de diferencias exacerbadas, superlativas. Se diferencia incluso de otras lenguas con sistemas de escritura distintos al alfabeto latino. Conocer tales características resulta fundamental para una problematización de la enseñanza de lenguas y las prácticas de traducción de literatura desde una perspectiva situada de las diferencias y de «lo otro».

Palabras clave: escritura japonesa, sistemas de escritura, estudios situados, logogramas, antípodas.

Abstract: This article systematizes the characteristics of Japanese writing in order to provide arguments in favor of the thesis that Japanese writing is located at the antipodes: not only because of the geographical position of the country, but also because of its characteristics of exacerbated, superlative differences. It differs even from other languages with writing systems other than the Latin alphabet. Knowing such characteristics is essential for a problematization of language teaching and literatura translation practices from a situated perspective of differences and of «the other».

Keywords: japanese writing, writing systems, situated studies, logograms, antipodes.

Revisitando la percepción de lo otro en los sistemas de escritura

El nombre del presente artículo sugiere subrepticiamente el ámbito geográfico al que se refiere: Japón. Lo hace a través de dos expresiones: «la tierra del sol naciente», generalizadamente conocida, y «las antípodas» que funciona como un deíctico para quienes habitamos la latitud opuesta a dicho país. Una vez sorteado el enigma del título surge una nueva pregunta: ¿por qué asociar la escritura japonesa con «lo otro»? La respuesta más habitual es «porque usa otra escritura, otras letras». Esta diferencia es visible simplemente si comparamos la forma en que denominamos a este país insular en las lenguas indoeuropeas más frecuentes para nosotros, con la escritura en japonés, que ni siquiera nos da pauta de su pronunciación.

Japón (español)

Japan (inglés)

Japon (francés)

日本 (japonés)

Con este criterio, podríamos incluir en esta categoría de «lo otro» a muchas otras lenguas con sistemas de escritura diferentes al alfabeto latino, como el árabe, el coreano, el cirílico, el griego, etc. (imagen 1). El atributo de «otro» para la escritura japonesa sería compartido con el de otras lenguas y esta quedaría entonces subsumida en un conjunto de otras escrituras que se caracterizan por no utilizar el alfabeto latino.

Algunos sistemas de escritura que no utilizan el alfabeto latino. 

Arriba, de izquierda a derecha: 1) árabe, 2) griego, 3) coreano. 

Abajo, de izquierda a derecha: 4) hebreo, 5) japonés, 6) cirílico
Imagen 1.
Algunos sistemas de escritura que no utilizan el alfabeto latino. Arriba, de izquierda a derecha: 1) árabe, 2) griego, 3) coreano. Abajo, de izquierda a derecha: 4) hebreo, 5) japonés, 6) cirílico
Composición propia a partir de las siguientes fuentes: 1) Pozzo, 2012:90 2) https://www.istockphoto.com/es/foto/de-los-antiguos-griegos-gui%C3%B3n-gm956129452-261058597 3) https://medium.com/@minzikang/design-lessons-from-the-korean-alphabet-383191ee7d4d 4) https://es.dreamstime.com/imagenes-de-archivo-fragmento-de-la-biblia-hebrea-image10836184 5) https://oninoboru.files.wordpress.com/2012/06/reisho.jpg 6) https://rusopedia.rt.com/datos_basicos/lengua/issue_76.html

Sin embargo, dentro de este grupo de «lo otro» entendido como «lo diferente» o «lo extraño» (Kristeva, 1991), hay matices, grados de extrañeza a lo largo de un continuum. En este contexto, el presente trabajo parte de la tesis de que la escritura japonesa se ubica en las antípodas incluso de ese grupo de lenguas extrañas: no solo por la posición geográfica del país, sino por sus características de diferencias exacerbadas, superlativas, según sistematizaré a continuación. El propósito de este trabajo es proporcionar una caracterización menos frecuentemente conocidas sobre la escritura japonesa, y algunos conceptos que fundamentarán esta argumentación.

En tal sentido, Sampson (1997) aporta una serie de criterios de gran utilidad para clasificar los diferentes sistemas de escritura que ha producido la humanidad. Así, según la posibilidad de interpretación semántica de cada símbolo, existen:

En este marco, la escritura árabe se estructura a partir de un alfabeto (imagen 2). Lo mismo la escritura coreana, con su alfabeto y a partir de sus combinaciones, las sílabas (imagen 3), al igual que otros sistemas de escritura.

Alfabeto coreano.
Imagen 3.
Alfabeto coreano.
Fuente: Hangeul: el alfabeto coreano que enamora al mundo. En La prensa gráfica. https://www.laprensagrafica.com/cultura/Hangeul-el-alfabeto-coreano-que-enamora-al-mundo-20201009-0047.html

En definitiva, estas lenguas —cuya enumeración aquí no es exhaustiva— nos interpelan con extrañeza por el uso de un sistema de escritura diferente a nuestro alfabeto latino pero comparten con nuestra escritura la naturaleza fonológico-alfabética, según el criterio de Sampson (1997) antes examinado.

Por tanto, mientras comprobamos que estas escrituras aparentemente extrañas no lo son tanto, veremos qué sucede con lo que aquí nos ocupa, la escritura japonesa.

Características de la escritura japonesa

Antes de sistematizar las características de la escritura japonesa, volvamos al ejemplo de la palabra «Japón» en japonés. Esta se escribe con dos caracteres: el primero se pronuncia «ni» y el segundo «hon», o «ppon»:

日 本

(Ni-hon)

(Ni-ppon)

A los fines del objeto del presente artículo, más interesante que cómo se pronuncia es saber que el primer caracter representa «sol» y el segundo, «origen», de donde se desprende la metáfora de Japón como la tierra del sol naciente.

Esta misma palabra sería susceptible de ser escrita por su sonoridad, a través de un silabario:

にほん

(Ni-ho-n)

Sin embargo, la escritura de esta palabra por medio del silabario quita el investimento semántico de la grafía japonesa. De hecho solo se escribiría «Japón» de esta manera en los libros iniciales de japonés para extranjeros o para los primeros pasos de la alfabetización. Igualmente, muestra la naturaleza doble de la escritura japonesa.

Sistematizando lo ilustrado, podemos decir que la escritura japonesa reúne dos sistemas grafológicos diferentes:

dos sistemas diferentes para la misma serie de sonidos.

El silabario hiragana (imagen 4, izquierda) se utiliza para partículas como conectores y desinencias. Es el utilizado previamente en el ejemplo de escritura alternativa de «Japón». El silabario katakana (imagen 4, derecha) se utiliza para palabras de origen extranjero.

Viendo los silabarios en paralelo, se advierte que representan exactamente las mismas sílabas con otros trazos. Los del silabario katakana son rectilíneos y angulares, mientras los del hiragana sugieren cursiva, más delicados y elegantes.

Pero el sistema de escritura del japonés es mayoritariamente logográfico. Los caracteres se denominan en japonés kanji, que etimológicamente significa «letras chinas».


Su denominación se debe a que fueron tomados precisamente, de la escritura china, muy anterior a la japonesa, cuya escritura se inició recién en el siglo VIII (Pozzo, 2001). Su naturaleza semántica conforma un sistema logográfico, por lo cual sus grafos suelen ser también llamados «ideogramas», en el sentido de evocar ideas y no sonidos.

Foucault describe con belleza la escritura resultante:

Para nuestro sistema imaginario [de Occidente], la cultura china es la más meticulosa, la más jerarquizada, la más sorda a los sucesos temporales, la más apegada al desarrollo puro de la extensión; la soñamos como una civilización de diques (,,,). Su misma escritura no reproduce en líneas horizontales el vuelo fugaz de la voz; alza en columnas la imagen inmóvil y aún reconocible de las cosas mismas. (...) palabras y categorías sin fuego ni lugar, que reposan, empero, en el fondo sobre un espacio solemne, sobrecargado de figuras complejas, de caminos embrollados, de sitios extraños, de pasajes secretos y de comunicaciones imprevistas; existiría así, en el otro extremo de la tierra que habitamos, una cultura dedicada por entero al ordenamiento de la extensión. (1991:4)

Ahora bien, cada uno de estos caracteres resignifica su significado y/o sonido según de qué otro está rodeado. Así, los dos que conforman la palabra Japón, varían si los tomamos separadamente: el primero aisladamente significa «sol», pero se pronuncia «hi» y el segundo solo se pronuncia igual pero significa «libro», como se sintetiza a continuación:


Este ejemplo ilustra la no univocidad en la relación grafema‒fonema. Las distintas combinaciones a partir de logogramas radicales dan un repertorio muy extenso, cuyo número es imposible de determinar con precisión. Sí es posible establecer que los japoneses aprenden a leer y escribir 2136 kanji a lo largo de la escolaridad, lista definida por el Ministerio de educación, cultura, deporte, ciencia y tecnología de Japón en 2010 (https://www.mext.go.jp): son los «caracteres chinos de uso común», que se necesitan saber para tener un nivel fluido de japonés.

De estos 2136, 1026 kanji son muy básicos e imprescindibles: deben aprenderse en la escuela primaria, distribuidos en cada curso, empezando con 80 caracteres para el primer año.

Una persona japonesa instruida puede leer 3000 kanji o más, pudiendo llegar hasta 6000. Estas cifras no son constantes sino que han sido motivo de reformas a través de decisiones de políticas lingüísticas. Estas involucran además simplificaciones de los logogramas, con distintos grados de aceptación (Medhurst, 2017).

Otro rasgo a señalar es la característica primitivamente motivada de algunos de los logogramas chinos respecto del concepto representado, como vemos en la imagen 5.

Progresión gráfica que da origen a los logogramas de «ave», «niño» y «montaña»
en un libro de japonés para hispanohablantes.
Imagen 5.
Progresión gráfica que da origen a los logogramas de «ave», «niño» y «montaña» en un libro de japonés para hispanohablantes.
Fuente: Instituto Tozai, 2005

Sin embargo, la similitud gráfica en los actuales logografos japoneses es ya remota, dadas las sucesivas estilizaciones y simplificaciones antes aludidas. No obstante, la transición desde la imagen inicial hasta el kanji actual suele ser invocada en los libros de enseñanza de escritura tanto para nativos como para extranjeros, como el de la imagen 5, especialmente como recurso de enseñanza para la memorización de los mismos.

La presentación por separado de los silabarios y los logogramas se justifica solo por fines didácticos, ya que en la escritura corriente se presentan combinadamente, como se aprecia en la frase «Uso combinado del hiragana, katakana y kanji»:

ひらがな、カタカナ、漢字の併用

Hiragana, katakana, kanji no heiyō

El uso combinado de los ideogramas y los silabarios se debe a la necesidad de adaptar las letras chinas a la antiguamente ágrafa lengua japonesa, dando por resultado un sistema de gran complejidad.

Junto al desafío cognitivo que este sistema supone, es preciso señalar además la rigurosidad inherente a su escritura en cuanto a proporciones de tamaño, así como de orden y sentido de los trazos: de arriba a abajo y de izquierda a derecha (imagen 6). Desde el punto de vista formativo, esto contribuye al desarrollo de la destreza motriz y de un espíritu metódico.

Orden de los trazos para la escritura del hiragana
«a»
Imagen 6.
Orden de los trazos para la escritura del hiragana «a»

Al tiempo que la escritura de los caracteres implica una disciplina, también presenta una dimensión de belleza inherente a ellos, aspecto que se pone de manifiesto en la práctica de la caligrafía (imagen 7). En sus trazos, la huella incompleta del pincel según la distribución de la tinta sobre el papel de arroz suma belleza a las formas de los grafos, que según el estilo (Kaisho, Gyosho o Sosho), puede ser más o menos fiel a la forma original. Su dimensión estética es en algunos casos homologable al de una obra de arte. Como se ve, nada tiene que ver con la práctica occidental de la caligrafía para moldear las letras. Por otra parte, cabe destacar que más allá del auge de las tecnologías y su impacto en la escritura mediada por dispositivos electrónicos, la caligrafía como práctica social sigue vigente.

 Escritura caligráfica en estilo Kaisho
Imagen 7.
Escritura caligráfica en estilo Kaisho
Fuente: https://www.descubriendojapon.com/cultura-japonesa/shodo-arte-la-caligrafia-japonesa/

Implicancias de los rasgos de la escritura japonesa para su estudio situado desde las antípodas

Volviendo al plano de la representación, Foucault señala:

El lenguaje no puede representar al pensamiento, de golpe, en su totalidad; es necesario que lo disponga parte a parte según un orden lineal. Ahora bien, esto es extraño a la representación. Es verdad que los pensamientos se suceden en el tiempo, pero cada uno forma una unidad. Son estas representaciones, encerradas en sí mismas, las que hay que desarrollar en las proposiciones. Si el espíritu tuviera el poder de pronunciar las ideas «tal como las percibe» (...) las pronunciaría todas a la vez. Pero esto no es posible, pues la enunciación del pensamiento es una operación sucesiva. (1991:86‒87)

Si contraponemos el despliegue sucesivo del lenguaje frente a la simultaneidad del pensamiento, podemos concluir que el logograma se asemeja más al pensamiento que el fonograma. Esta asociación resulta de gran interés en distintos ámbitos. Al respecto, la psicolingüística proporciona algunos modelos para pensar la vinculación entre la forma escrita de las palabras, el sonido y el significado, y su impacto en los procesos de lectura utilizados por los hablantes. El modelo clásico de lectura de doble vía plantea la existencia de dos rutas para acceder al léxico mental (Coltheart, 1978):

La utilización de una de las dos o ambas rutas depende de la mayor o menor transparencia o consistencia grafo‒fonética de la ortografía (entre sus estructuras fonológicas y ortográficas). La ortografía opaca del japonés señala la utilización de una ruta directa, que contrasta con el español. En efecto, la mayor diferencia del japonés respecto del español radica principalmente en el procesamiento de los logogramas, ya que estos codifican morfemas, a diferencia de los signos gráficos del español, que codifican fonemas (Faber, 1990; Sampson, 1997).

Estas diferencias entre lenguas y sistemas de escritura plantean desafíos para tender puentes en distintos ámbitos, como son la enseñanza de lenguas y la traducción.

Por una parte, en el campo de la enseñanza de lenguas, por ejemplo, en la enseñanza de español a japoneses, estas diferencias implican que, además del dominio del código alfabético, es necesario apuntalar el desarrollo de la conciencia fonológica en español. La falta de desarrollo de la habilidad de segmentación fonémica o de la conciencia grafo‒fonémica en español puede obstaculizar el aprendizaje, generando problemas de procesamiento léxico. Un examen de los manuales generales de español para extranjeros permite apreciar un vacío al respecto (Pozzo, 2007), pero se están generando manuales de español específicos para japoneses (cf. de Prada et al., 2009), cuya atención a la dimensión escrituraria ameritaría futuras investigaciones.

Por otra parte, en el ámbito de la traducción se presenta el desafío de sortear el imponderable de las traducciones de textos en japonés a una lengua alfabética para captar la esencia semántica de los logogramas japoneses.

A modo de cierre, cabe plantear dos conclusiones:

Por una parte y en un contexto globalizado que avanza a la homogenización cultural, la escritura japonesa resulta una especie de reducto de lo diferente, al modo de las culturas remotas visitadas por los antropólogos de principios de siglo XX (Malinovsky, 1913; Mead, 1985). En dicha etapa de la Antropología, la distancia geográfica respecto del centro estadounidense‒europeo hegemónico coincidía con la distancia cultural. La Escuela de Chicago cuestionará posteriormente esta analogía, destacando la presencia de culturas subalternas al interior de las propias metrópolis. También en este caso es válida la analogía de la antropología como literatura (López‒Baralt, 2005). En el caso de la cultura japonesa, y su sistema de escritura en particular, se da aquella coincidencia entre distancia geográfica (por su ubicación en las antípodas de Occidente) y sus rasgos sumamente contrastantes con las escrituras predominantemente alfabéticas, incluso de Medio Oriente. De esta manera, este artículo ha intentado sistematizar sus rasgos para apoyar la tesis inicialmente propuesta de que la escritura japonesa se ubica en las antípodas y así constituye una instancia magnífica de «lo otro»: no solo por la posición geográfica del país, sino por sus características de diferencias exacerbadas, superlativas. Estas pueden resumirse en el uso de un sistema mayoritariamente logográfico combinado con dos silabarios distintivos tanto por su uso como por su aspecto. Si bien existen estudios tendientes a sistematizar la cultura japonesa desde la perspectiva occidental (cf. Hendry, 1995), la escritura constituye uno de los aspectos fundamentales, no siempre considerados —posiblemente por su gran dificultad.

Solo en la medida en que conozcamos y comprendamos la materialidad sobre la que se construyen los textos escritos en general y los literarios en particular podremos alcanzar un estudio situado y tener una apreciación cabal de la experiencia estética en las antípodas y su proyección a otras latitudes. Si aprenderlo todo excediera las posibilidades del profesor de español, del traductor o del lector de traducciones del japonés, cuanto menos sería deseable que sea consciente del abismo que separa los dos sistemas de escritura. Porque, en palabras de Kristeva:

Quienes nunca han perdido la menor raíz no pueden escuchar ninguna palabra susceptible de relativizar su punto de vista. Así que, cuando uno está desarraigado, ¿para qué hablarles a los que creen tener los pies sobre su propia tierra? El oído no se abre a los desacuerdos más que cuando el cuerpo pierde pie. Es preciso un cierto desequilibrio, una flotación sobre algún abismo, para escuchar un desacuerdo. (1991:26)

Considerando la diseminación del haiku en Occidente, «perder la raíz» ayudaría a vivenciar esta manifestación literaria de la tierra del sol naciente en todo su espesor. La tarea de entender el trasfondo del sistema de escritura desde el cual surge suma complejidad a la tarea productiva y receptiva pero recompensa con creces para acortar distancias.

Referencias bibliográficas

Coltheart, M. (1978) Lexical access in simple reading task. En Underwood, G. (Ed.), Strategies of information processing (pp. 151‒216). Academic Press.

de Prada, M. et al. (2009). Español ya (Curso de español para japoneses). Edinumen.

Faber, A. (1990). Phonemic segmentation as epiphenomenon: evidence from the history of alphabetic writing. Haskin Laboratories Status Report on Speech Research. SR, (101/102), 28‒40. https://paperzz.com/doc/8842129/phonemic-segmentation-as-epiphenomenon

Foucault, M. (1991). Las palabras y las cosas. Siglo XXI.

Hendry, J. (1995). Understanding Japanese Society. Routledge.

Instituto Tozai (2005). Japonés III para hispanohablantes. Dunken.

Kristeva, J. (1991). Extranjeros para nosotros mismos. Plaza y Janes.

López‒Baralt, M. (2005). Para decir al Otro. Literatura y antropología en nuestra América. Iberoamericana.

Malinovsky, B. (1913). The Family among the Australian Aborigines: a sociological study. University of London Press.

Mead, M. (1985). Educación y cultura en Nueva Guinea. Paidós.

Medhurst, R. (2017). El asesinato de los caracteres: éxitos y fracasos de la reforma de los kanjis. Nippon.com. Una ventana a Japón. https://www.nippon.com/es/nipponblog/m00131/

Pozzo, M.I. (2001). Lengua japonesa y herencia cultural china: hacia una escritura propia. Papeles de Trabajo, (9), 213‒227. Centro Interdisciplinario de Ciencias Etnolingüísticas y Antropológico‒Sociales, Universidad Nacional de Rosario.

Pozzo, M.I. (2007). La enseñanza del español en Japón. Una mirada desde sus textos. En Japonés IV para hispanohablantes (pp. 73‒84). Instituto Tozai y Dunken.

Pozzo, M.I. (2012). Dispositivo intercultural de enseñanza de historia argentina para extranjeros. Estrategias para su integración lingüística y cultural. Revista Magriberia, (5), 89‒108. https://dialnet.unirioja.es/revista/18204/A/2012

Pozzo, M.I. (2016). Implicancias de los aspectos grafofónicos de L1 y LE para el aprendizaje del español por japoneses. En Kickhöfel Alves, U. (Org.), Aquisiçãofonético‒fonológica de LE: Investigações rio-grandenses e argentinas em discussão (pp. 277‒306). Pontes.

Sampson, G. (1997). Sistemas de escritura. Gedisa.

Información adicional

Para citar este artículo: Pozzo, M.I. (2023). La escritura en la tierra del sol naciente. Aportes para estudios situados de otras literaturas desde las antípodas. El taco en la brea, (18) (junio–noviembre). Santa Fe, Argentina: UNL. DOI: 10.14409/eltaco.2023.18.e0124

Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
HTML generado a partir de XML-JATS4R