Apuntes

Sobre: ¿Qué es más macho? Ensayos sobre las masculinidades, de Gonzalo Aguilar. Fondo de Cultura Económica, 2023.

Analía Gerbaudo
Universidad Nacional del Litoral – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina

El taco en la brea

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN: 2362-4191

Periodicidad: Semestral

núm. 19, eo149, 2024

revistaeltacoenlabrea@fhuc.unl.edu.ar

Aguilar Gonzalo. Fondo de Cultura Económica, 2023.. 2023. Argentina. Fondo de Cultura Económica. 352pp.. 9789877194517


Una intervención honesta, hiper‒informada, inteligente y corajuda

En su último libro Gonzalo Aguilar interviene en los estudios de género: como en Más allá del pueblo. Imágenes, indicios y políticas del cine, su libro de 2015 en el que las categorías «cosmopolitismo marginal y/o periférico» y «cosmopolitismo limítrofe» se desprenden de la lectura minuciosa de un corpus que excede lo que se anunciaba en sus primeras páginas, en este, la categoría «masculinidades líquidas» se desprende de un análisis difícil de encasillar en nuestras taxonomías. ¿De cuántas disciplinas participa este texto que basa sus «hipótesis» en una apabullante cantidad de materiales (literatura, cine, obras de arte pero también fotografías de manifestaciones, notas derivadas de más de un auto‒socio‒análisis) que, en diálogo con los más actualizados trabajos sobre el asunto (también provenientes de más de una disciplina y acaso, también inclasificables), cimentan «una genealogía de la masculinidad»? Sin dudas, la respuesta a esta pregunta carece de relevancia. La planteo solo para subrayar la ambición de la propuesta y su importancia nodal para la discusión contemporánea (¿cómo no fantasear con una versión cartonera de ¿Qué es más macho? para hacerla caer junto con otros títulos actualmente en preparación para este sello editorial, a saber: 1) Traer al mundo el mundo. Panoramas de Nora Domínguez; 2) una versión abreviada de un diccionario feminista a cargo de Nora Domínguez, María José Punte y Laura Arnés; 3) un manual queer para la escuela secundaria encargado a Facundo Nieto? Hablo de publicaciones que, en este contexto nacional de retrocesos y de empobrecimiento como consecuencia de una política estatal de una ferocidad brutal jamás experimentada en la vida democrática en este país, se pondrían a disposición en acceso digital abierto y gratuito gracias al trabajo ad honorem del colectivo que hace Vera cartonera y gracias a la administración austera de los fondos de nuestra universidad pública y del CONICET. Hablo de libros que permitirían hacer circular algunas de las lecturas más inteligentes sobre problemas cuyo tratamiento es imperioso instalar y/o profundizar en nuestras escuelas secundarias y, también, en la educación superior (pienso, en particular, en los espacios de formación de maestrxs y profesorxs en letras). No podemos fantasear, en esta coyuntura, con acercar a todxs ni los imprescindibles tomos de la Historia feminista que lleva adelante Nora Domínguez y equipo ni tampoco los manuales de la serie ¡Zarpado! de Nieto ni esta nueva publicación de Aguilar. Sí podemos fantasear con hacer circular sus ideas en esos libritos bellísimos de Vera cartonera. Libros gratuitos y/o baratos —vendemos solo la versión en papel; esa que, cuando reunimos los fondos para movilizarla, se fabrica con cartón comprado al Movimiento de Trabajadorxs Excluidxs intervenido con témperas colorinchas).

No me distraje. Retomo la pregunta que insinué, a saber: ¿por qué este libro de Aguilar es nodal para la discusión contemporánea? Deslizo algunas razones.

En primer lugar, el tipo de estudio y el planteo traen el eco de un libro mal comprendido y no suficientemente difundido de Pierre Bourdieu. Un Bourdieu lector de Judith Butler. Un Bourdieu que ya en 1998 había sido pensado por el joven Aguilar como un «antídoto» contra un inmanentismo de la crítica literaria llevado a grados extremos. Hay, entre Bourdieu y Aguilar, un modo de leer similar. Hay también conclusiones convergentes en La dominación masculina y en ¿Qué es más macho?, a pesar de las diferencias de época. Tal vez la menos rutilante aunque, no por ello, poco poderosa, pase por los fundamentos para defender la difusión de estos análisis entre la mayor cantidad de lectorxs posibles porque el temita del «machismo tóxico» (como lo llama Aguilar) no es solo coto de los varones. En 1998, Bourdieu insistía en que los habitus (es decir, los mecanismos de comportamiento incorporados y naturalizados de un modo tal que se vuelven inconscientes) de la «dominación masculina» están internalizados e invisibilizados (insisto: más allá de los varones) debido a mecanismos de reproducción vía la educación familiar, la escuela, la iglesia y el Estado mientras señalaba que era insuficiente su mera identificación para liberar las fuerzas necesarias para alterarlos. Las conclusiones de Aguilar coinciden en varios puntos. No obstante, se distancia en algunos otros. Esos que son especialmente importantes para lxs lectorxs actuales porque suponen una hiper‒actualizada formulación que recoge datos recientes: estamos ante una lectura inteligente de los más importantes cambios producidos en las relaciones entre hombres y mujeres, en la ciencia, en los movimientos sociales y en el tejido sociocultural contemporáneo (por si algo le faltara, resulta de un interés particular para lxs lectorxs argentinxs dado que atiende específicamente a rasgos y contornos de nuestro espacio). Así, su crítica a ciertos determinismos‒deterministas y a ciertas ilusorias pretensiones de «objetividad sociológica» opone un movimiento de bucle y una hipótesis sustentada en «tres aspectos» que lee como indicadores de «un cambio en los modos de vida y en las relaciones de poder», a saber: 1) «el pasaje de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control (expresado por Gilles Deleuze, a partir de lo que Michel Foucault denominó la sustitución de la ley por la norma)»; 2) «el horizonte de la reasignación de género mediante la intervención quirúrgica (lo que transforma de una vez y para siempre la sexualidad como naturaleza)»; 3) el ingreso a una «época posfálica» que, en Argentina, tiene la singularidad de las «alianzas» de los feminismos con «las diversidades sexuales» (Aguilar lee allí «lo que diferencia al feminismo local de otros movimientos similares en el mundo»).

En segundo lugar, el estudio interroga, a partir de más de un ejemplo, la viabilidad de los términos «masculino» o «patriarcal». Ese desplazamiento semántico implica hacer tambalear el binomio masculino/femenino apartándose, a su vez, de lo políticamente correcto. Tal vez la inscripción más sutil de esa operación sea su distancia respecto del uso expandido del término «deconstrucción» por activismos diversos para dar rápidamente por sentado (¿y por concluido?) un proceso interminable que excede la intencionalidad de lxs agentes. Así como no es posible diseminar (en la prolífica acepción derridiana del término) un sentido ni por imposición ni por sugerencia, tampoco se deconstruye (en la también prolífica acepción derridiana) por mero voluntarismo. A través del escudriñamiento de una enorme cantidad de materiales, Aguilar expone el límite y la complejidad de ambas operaciones.

En tercer lugar, lejos de la ubicación en un pretendido afuera que haría semblante de neutralidad, Aguilar escribe un estudio que es también un auto‒socio‒análisis (los pasajes con esta impronta se multiplican y potencian la posición de lectura). Además, como en los mejores libros sobre masculinidades que he leído, este rasgo se intersecta con otro registrado en textos de inicios de una disciplina. Pienso en Freud, en sus textos auto‒bio‒gráficos y en el reconocimiento del no‒saber (o del andar a tientas) como motor de su invención del psicoanálisis. ¿A qué dará lugar esta nueva posición de escritura tramada desde un sitio inclasificable entre las ciencias humanas y las sociales? Una escritura movilizada por un deseo («entender») que emerge del desconcierto. Ese al que se da rienda suelta para autorizar una confesión transida por la urgencia de comprender (y de ayudar a otrxs a comprender) el estado actual de algunas cosas:

Este libro se origina en el hecho, por todos y todas conocido, de que, en los últimos años, hubo un cambio profundo en las relaciones entre los hombres y las mujeres. La vida binaria que hasta entonces era dominante sufrió una gran mutación y los diferentes activismos pusieron en cuestión, como nunca antes, los privilegios de los varones. Los cambios no se dieron solamente en círculos restringidos; también tuvieron un alcance global y, aunque el patriarcado y el machismo continúan siendo formas de poder dominantes, las alternativas son cada vez más relevantes y socavan su poder, sin saber todavía cuáles serán los resultados de estos combates y transformaciones.

La perplejidad frente a estos fenómenos es una constante. Más aún, cuando uno es hombre, ya pasó la frontera de los 50 años, está casado y tiene hijos adolescentes, disfrutó y también soportó el beneficio de ser varón en una sociedad machista. En todo caso, me refiero a un padecimiento que no se compara con el sufrimiento que tuvieron (y aún tienen) que atravesar las mujeres por las condiciones que impone pertenecer a un género u otro, más allá de las situaciones personales. De manera instintiva o, tal vez, porque soy profesor universitario de literatura y cine, mi primera reacción fue indagar en novelas, películas, obras de arte y poemas para entender las recientes transformaciones y superar el mal trago de no entender por completo lo que pasa, en un momento en que todas mis amigas ya me hablan y me miran y me juzgan de una manera en la que antes no lo hacían. Este libro es el resultado de esa búsqueda.

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