Apuntes

Sobre: Dominios y dislocaciones de la crítica latinoamericana, de Marcela Croce (Ed.). Eduvim, 2023

Mónica Velásquez Guzmán
Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia

El taco en la brea

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN: 2362-4191

Periodicidad: Semestral

núm. 19, e0152, 2024

revistaeltacoenlabrea@fhuc.unl.edu.ar

Croce Marcela. Eduvim, 2023.. 2023. Argentina. Eduvim. 420pp.. 9789876998109


Que un libro nazca como congreso no garantiza ni pluralidad ni un piso común que acoja y propicie debates entre las ponencias. En este caso, ambos hechos se logran debido a dos razones: su editora, Marcela Croce, lleva varios años y libros pensando/auspiciando puentes entre países latinoamericanos a partir de un comparatismo que evidencie sus diferencias y convergencias. Además, ha insistido en reflexionar sobre las crisis de supuestos, prácticas y escrituras de la crítica. Por ello, su afirmación de que esta «es un género literario más» devuelve al ejercicio profesional y académico su responsabilidad al asumir una perspectiva, jugarse en una escritura, crear objetos de estudio, hacerse cargo de los modos de circulación e imaginar «fantasías de intervención» y afectación pública. Restituye a sus ejecutores la potencia de constituirse como un lugar de encuentro, diálogo y multiperspectivismo. Lo que se evidencia en la variedad enunciativa de los participantes, sus filiaciones, posicionamientos y maneras de leer su propio quehacer.

De la voluntad de inscribir la crítica en «el orden latinoamericano» se desprende la aspiración a pensarnos con teoría y marcos de referencia desde «aquí», en lo diverso y desigual, y el armado de redes donde caben la ironía, la nostalgia, la resistencia, la reflexión y las posibles «salidas» que alteran las prácticas y los discursos dentro y fuera de la institución de los estudios literarios. Por ello, los capítulos se organizan alrededor de problemas concretos que sitúan y visibilizan tensiones entre dominios (hábitos, fetiches) y dislocaciones (afueras, alrededores, datos, condiciones de lo literario).

El libro contiene cinco secciones: «La teoría en acto» es la primera. El texto de Avelar desmonta los discursos que propiciaron el tránsito de gobiernos de izquierda a otro de derecha en Brasil; Margherita Cannavacciuolo analiza los modos en que la identidad autoral borra los límites entre biografía y ficción en los paratextos de Cabrera Infante; Maricruz Castro Ricalde se detiene en escrituras que atraviesan géneros e interpelan desde lo privado y lo personal a lo colectivo, desde lo teórico al acto. Pese a la distancia entre los objetos, los tres repiensan las incidencias en la esfera discursiva e imaginaria. El primero y el tercero relievan «conocimientos situados» (Haraway) y todos indagan si podrán las radicalidades de la crítica estar a la altura de obras radicales y álgidos contextos. La sección deja interrogantes sobre la injerencia que podría/debería tener la crítica en la discursividad social/ficcional y sobre cómo crear un pensamiento «hospitalario», lúcido y debatible. Pensamos: ¿qué hace la crítica hoy?, ¿qué tipo de acto lee su tiempo y sostiene una ética enlazada con otros?

La segunda sección atiende los modos de hacer de la crítica, las «Alternativas metodológicas para un derrotero sinuoso». Julio Ortega destaca logros y potencias de los estudios transatlánticos; Grinor Rojo establece una vigía/vigilia de la «historia social de la literatura», sus demandas y presupuestos. Ambos evidencian su incomodidad en el actual campo (Bordieu) y cierto deseo de visibilización que no se ve siempre reconocido ni está del todo dispuesto a acompañar y reconocer a las más recientes obras y/o teorías. Por su parte, Eduardo Becerra señala, desde dentro, excesos, agendas y peligros de servidumbre institucionalizada. Evadir el «ensimismamiento» y la «autocomplacencia» interpela a los críticos a reconocer una tensión entre paradigmas, entre modos estancos e intereses académicos, entre atender «los afueras del texto» y «la materialidad verbal del discurso literario, sus operaciones y estrategias textuales». Se enfatiza en construir una resistencia a la homogeneización de textos que, sin interpretar ni investigar, enmudecen la potencia literaria, burocratizan la escritura en el «fastpaper» del «capitalismo académico» o fuerzan un activismo entre lectores. Sospechamos: ¿las metodologías encriptan el saber en convenciones o liberan una parcial apropiación de significados?

En la sección «Retos epistémicos», Claudio Maíz interpela a la toma de conciencia sobre la pertenencia institucional y los roles en la «sociabilidad intelectual». Analía Gerbaudo lee desde el «subcampo de la crítica», para sistematizar las condiciones de producción y de circulación de la crítica y la teoría latinoamericanas. Es relevante atender a los datos alejados de las idealizaciones. Señala por ejemplo que, en la recepción europea y estadounidense, solo interesa aquella producción descontextualizada de nuestro continente que sirve a agendas «en cuya definición no se interviene» y donde no se tiene ninguna «intervención categorial». El texto se asume como un «espigón» derridiano, que le permite no concluir y aseverar sino oír y conversar. Ana Gallego desafía a construir otra sociología y otra comunidad letrada, capaces de asimilar sin dolor que las prácticas literarias suceden en el mercado, el capitalismo, este mundo. Osada, propone leer literariamente la sociología de «agentes como textos» y elaborar una «dialéctica del sur» como «forma de activismo», con tres enfoques: la crítica del escritor como figura, de la mediación y de la crítica misma, bajo las coordenadas de un «giro colectivizador». Indagamos: ¿está parte del texto en sus formas de circular, como la crítica en su diálogo categorial?

Las secciones cuarta y quinta cambian de enfoque, deteniéndose en «occidente y sus fetiches», los empeños de ir «de lo nacional a lo supranacional». Eduardo Coutinho destaca la posibilidad de la literatura comparada como «expectativa inclusiva»; Wilfredo Corral batalla contra teorías y lógicas en boga. Leonardo Valencia imagina un «escritor anfibio» cuyo pensamiento no reside solo en textos críticos duros sino también en escritos que integran o fusionan literatura y crítica; escritos ficcionales que la incluyen como asunto y escritores que rompen habitus con circunscripciones desobedientes de las convenciones del campo. En la última sección se relee la figura de Mariátegui (Juan de Castro), las migraciones académicas desde/en Perú (José Mazzoti) y la «condición diaspórica del Brasil» (Silviano Santiago). Fantaseamos: ¿puede la crítica migrar entre lenguajes y lógicas?

Además de los problemas apuntalados por Croce, este texto esboza otros muy provocadores. Es evidente una tensión de enfoques formulados desde enunciaciones ancladas en tiempos y lógicas diferentes. Autorxs más dispuestos que otros a la duda, la incomodidad y la autorevisión. Cierta política de los afectos es legible entre quienes reflexionan con desencanto, azoro o provocación. Unos piensan confirmando lo dicho y hecho; otras sobre lo que instalan en lo público y otres alteran los formatos de la crítica desde lados más arriesgados y lúcidos. Molestamos: ¿para qué cancelaciones en espacios de debate y osadías parlantes?

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