Dossier

Artillería ligera: pensar la literatura en revistas argentinas y brasileñas en medio del caos de la realidad

Light artillery: thinking about literature in Argentine and Brazilian magazines amidst the chaos of reality

Claudia Lorena Vouto da Fonseca
Universidade Federal de Pelotas, Brasil, Brasil

El taco en la brea

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN: 2362-4191

Periodicidad: Semestral

núm. 20, 0165, 2024

revistaeltacoenlabrea@fhuc.unl.edu.ar

Recepción: 17 Junio 2024

Aprobación: 20 Julio 2024



DOI: https://doi.org/10.14409/eltaco.10.20.e0165

Para citar este artículo:: Vouto da Fonseca, C.L. (2024). Artillería ligera: pensar la literatura en revistas argentinas y brasileñas en medio del caos de la realidad. El taco en la brea, (20) (junio–noviembre). Santa Fe, Argentina: UNL. e0165 DOI:10.14409/eltaco.10.20.e0165

Resumen: El objetivo de este estudio es resaltar la proximidad entre revistas brasileñas y argentinas del período dictatorial, identificando aspectos que puedan establecer un vínculo entre ellas a partir de su comunidad morfológica de publicaciones periódicas. ¿Habría una identidad común amparada sobre todo por el contexto, considerando que ambos países atravesaron regímenes autoritarios desde los años 1960 hasta la década de 1980? En busca de respuestas, seleccionamos dos revistas para el estudio: la brasileña Inéditos. Revista bimestral de cultura y prensa (1976‒1978) y la argentina Posta bimestral de arte y cultura y Nudos en la cultura argentina ([1977‒1985]1992), considerando las dos últimas como una unidad. Elegimos focalizarnos en revistas menos conocidas y estudiadas, ambas con pocos números publicados. Posta y Nudos, por ejemplo, rara vez se mencionan en trabajos de investigación, y lo mismo puede decirse de Inéditos. La opción por publicaciones no canónicas deriva en un análisis más detallado, que busca dar cuenta de su totalidad. Para ello utilizamos las propuestas de Crespo (2011) y Pita y Grillo (2015) para el estudio de revistas.

Palabras clave: revistas, dictadura, Inéditos, Posta, Nudos.

Abstract: The objective of this study is to highlight the proximity between Brazilian and Argentine magazines from the dictatorial period, identifying aspects that can establish a link between them based on their morphological community of periodical publications. Would there be a common identity supported above all by the context, considering that both countries went through authoritarian regimes from the 1960s to the 1980s? In search of answers, we selected two journals for the study: the Brazilian Inéditos. Revista bimestral de cultura y prensa (1976‒1978) and the Argentine Posta bimestral de arte y cultura and Nudos en la cultura argentina([1992]1977‒1985), considering the last two as an unit. We chose to focus on lesser-known and less studied journals, both with few published issues. Posta and Nudos, for example, are rarely mentioned in research papers, and the same can be said of Inéditos. The option for non-canonical publications leads to a more detailed analysis, which seeks to account for its entirety. To do so, we use the proposals of Crespo (2011) and Pita and Grillo (2015) for the study of journals.

Já fui um erudito/ Hoje (...)/ só ataco de artilharia ligeira/ Morteiros na guerrilha/ Abastecer as tropas no próprio terreno inimigo (...)/ Gosto de me sentir na corrente sanguínea(...)/ Talvez seja um prazer de escriba/ Não sei/ Que nem a propalada nostalgia do intelectual pela ação/ Trabalhar nos meios de massa é a coisa mais parecida com a ação que já vi.

Paulo Leminski, 1999

En una pequeña nota, publicada en la sección «El gato montés», bajo el título «Jóvenes», del primer número de la revista El porteño, en 1982 (El Porteño n. 1:25), se destaca un hecho que se designa como fenómeno curioso: la proliferación de revistas denominadas subte, en tanto «revistas hechas a pulmón por jóvenes, una impresas, otras en mimeógrafo, todas con el tremendo deseo de aportar algo entre la confusión actual» (25). Observamos que su autor intenta resaltar —y nombrar— un fenómeno que se convertiría quizás en el tema más discutido en los estudios que cada vez más se desarrollan teniendo por objeto las revistas culturales/literarias que surgieron y circularon durante el período de los años de plomo en América Latina, aquí considerados también los primeros momentos de su transición democrática: no solo la proliferación de revistas que se caracterizan por aspectos muy específicos, distintos, en cierta medida, de los que comúnmente asociamos a estas publicaciones periódicas sino, sobre todo, el papel desempeñado por las revistas literarias que, según se observa, empezaban a dar paso a otra forma de periodismo.


Figura 1
Revista El porteño, n. 1: 25, 1982, Sección «El gato montés»

¿Cómo pensar la literatura —y la cultura— en medio del caos de la realidad, cuando se imponen otras cuestiones más vitales? ¿Cómo hablar de literatura en el contexto de los años 1970‒1980 en América Latina? Y más, ¿cómo hablar de tendencias y de actividad crítica, lo que parece aún más inadecuado? El trabajo de investigación con las revistas evidencia que no hay manera de disociarlas de su contexto, ya que el presente es su tiempo (Sarlo, 1992), su principal característica. Y este aspecto se destaca aún más si relacionamos entre sí a las publicaciones periódicas de la etapa dictatorial.

Incluso antes de que estallara el curioso fenómeno mencionado en la nota de El Porteño advertimos que las revistas literarias tal como las conocemos tradicionalmente ya experimentaban transformaciones, y que los grupos involucrados en su proceso comenzaban a cuestionar el lugar de la literatura; o bien la validez de abordar la literatura, en aquellos inicios de los años 1970. La crítica era entonces una urgencia que impregnaba la morfología de las publicaciones periódicas. En este sentido, el editorial del primer y único número de la revista argentina Generación 70 (1975) parece sintetizar nuestros interrogantes.


Figura 2
Revista Generación 70, Año 1, n.1: 3, Marzo de 1975, Editorial

En la misma dirección va el editorial que abre el segundo y último número de la brasileña Anima en 1977:


Figura 3
Revista Anima, n. 2: 1, Abril de 1977, Editorial

Tanto Anima como Generación 70 son publicaciones en las que lo literario tiene un lugar destacado durante la convulsa década de 1970. En el caso de la brasileña, en momentos en que el régimen dictatorial ya empezaba a dar los primeros signos de debilitamiento y, en el caso de la argentina, en un período situado entre los dos momentos más duros de los regímenes dictatoriales. Ambas revistas se encuentran en una situación de conflicto entre arte y vida, frente a la urgente necesidad de actuar. Ambas resaltan la escisión y la tensión y son emblemáticas en lo que concierne a esa ruptura y la consecuente transformación que de ella se deriva. Según Roxana Patiño, la gran mayoría de las revistas culturales o literarias, incluso las más esteticistas, contienen «una “política” que las mantiene estrechamente vinculadas a la esfera pública, a sus tensiones y redefiniciones» (2006:s/p). Para la autora, «El público no deja de ser el espacio de alineamiento o conflicto, aun cuando el debate del que se trate se circunscriba a una técnica literaria o a la predominancia de un género» (s/p). Lo que se puede observar es que, a partir de mediados de los años 1970, las revistas se fueron metamorfoseando poco a poco. Asumen cada vez más lo cultural como bandera, es decir que, sin perder de vista la literatura y las artes en general, abarcan una amplia variedad de temas relacionados con lo cultural, como la historia, las ciencias sociales y la política, entre otros. La literatura resulta así inserta en un contexto sociopolítico‒cultural.

Aunque el objeto revista ha recibido múltiples abordajes, ahora nos centramos en la producción de crítica de la que es soporte y en la comparación posible entre ejemplos brasileños y argentinos, habitualmente eludida sin que la lengua sea justificación válida. La ausencia de comparación sorprende, dado que ambos países coinciden en no pocos aspectos, tanto desde el punto de vista histórico —colonización ibérica, situación latinoamericana— como desde cuestiones ligadas a lo literario y cultural, además de una proximidad geográfica potenciada en las décadas de 1970 y 1980 por el predominio dictatorial en las dos naciones. Algunas investigaciones, todavía aisladas, comenzaron a surgir principalmente a partir de la década de 1990.

Patricia Artundo llama la atención sobre lo que denomina una carencia, traducida como ausencia de reflexión en torno a la naturaleza de las revistas. También indaga acerca de las herramientas a utilizar en los diferentes enfoques con el fin de comprender el objeto, sus mecanismos de funcionamiento (Artundo, 2010:8). En ese sentido, la autora destaca el concepto de sintaxis de la revista, formulado por Beatriz Sarlo, lo cual permite pensar las publicaciones periódicas a partir de su organización interna, desde su materialidad, el conjunto de decisiones que definen —o componen— la propia revista, entendiendo aquí la sintaxis de la publicación como el resultado de juicios de valor tanto como los textos ordenados por esta sintaxis. La propuesta de Sarlo, referida por Artundo, fomentó un movimiento que desde entonces se ha intensificado. Otras propuestas y métodos para el estudio de las publicaciones periódicas han surgido en los últimos años con el objetivo de sistematizarlas, de modo que ganen en productividad y consistencia. Entre ellos podemos destacar las propuestas de Regina Crespo (2011), de Annick Louis (2014) y de Alexandra Pita y María del Carmen Grillo (2015). Nos apoyaremos sobre todo en las propuestas de Pita y Grillo y la de Crespo.

El objetivo de este estudio es, por lo tanto, resaltar la proximidad entre las revistas brasileñas y argentinas que se convierten en vehículos de crítica. Nos dedicaremos a la brasileña Inéditos. Revista bimestral de cultura y prensa (1976‒1978) y a Posta bimestral argentina de arte y cultura y Nudos en la cultura argentina (1977‒1985[1992]), considerando las dos últimas como publicación única. Elegimos fijarnos en estos ejemplos menos conocidos y menos estudiados, ambas con pocos números publicados, en vez de abundar en publicaciones más transitadas. Posta y Nudos, por ejemplo, rara vez se mencionan en los trabajos de investigación, lo mismo puede decirse de Inéditos, sobre la cual no encontramos siquiera un estudio. La circunstancia de que sean revistas de corta duración, con pocos números, favorece un análisis más detallado. Siguiendo la línea del comparatismo contrastivo, la confrontación morfológica revela la productividad de las diferencias en productos que coexisten en contextos dictatoriales.

Las revistas literarias y culturales

Horacio Tarcus afirma que América Latina es un continente de revistas. Y sostiene: «Con mayor intensidad en unos países que en otros, las naciones latinoamericanas asistieron desde mediados del siglo XIX a la emergencia de un género que enseguida se convirtió en favorito y terminó dominando la escena intelectual durante todo el siglo XX» (2020:15). Las revistas latinoamericanas, según el autor, contribuyeron a constituir, en el período comprendido entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, las literaturas y las historias nacionales (21). En la misma dirección, Cristiano Couto reitera que las revistas culturales han representado en América Latina un acto de afirmación de identidades colectivas y proyectos ideológico‒estéticos, haciendo del periodismo político‒cultural «instrumento privilegiado para el análisis de la constitución y de las transformaciones del pensamiento crítico latinoamericano, así como para el estudio de las “formaciones” (Williams, 1999) y de las “redes intelectuales” (Devés‒Valdés, 2007)» (2015:2).

Vinculadas al quehacer intelectual, soporte de una actividad crítica que ha encontrado en ellas un medio constantemente actualizado para plasmar la urgencia de la práctica, las revistas han estado siempre en el centro de debates y polémicas. El campo de estudios que tiene por objeto las revistas ha generado investigaciones que realizan cruces de abordajes que provienen de diferentes zonas de indagación y cuyos objetos son tratados por críticos e historiadores de la literatura de una manera sustancialmente diferente a la tradicional (Schwartz y Patiño, 2004:647). Desde el seminal artículo de Beatriz Sarlo para los Cahiers du CRICCAL en 1992 hasta los estudios más recientes, podemos observar innumerables iniciativas en esta dirección. Entre ellas se destacan a la vez obras individuales, como el ya citado aporte de Tarcus (2020), y antologías —con una perspectiva temática más circunscrita o más general— como las de Sosnowski (1999), Schwartz y Patiño (2004), Crespo (2010), Crespo y González (2023), Elizalde (2008, 2010), Rocca (2012), Ehrlicher y Rißler‒Pipka (2014), Delgado, Rogers y Mailhe (2014), Delgado y Rogers (2016). También podemos destacar el considerable número de dossiers organizados por investigadores para revistas académicas, entre los cuales figuran el de Zamorano y Rogers (2018), Maíz y Zó (2020), Grillo (2020), Crespo, Maíz y Fonseca (2021), para destacar los más recientes.

La historia de la literatura moderna, en Europa y América, se confunde muchas veces con la de las revistas literarias (Paz citado por Patiño, 2006:s/p), y sería posible elaborar una historia de la literatura moderna a partir de las trayectorias de las revistas. Sarlo sostiene que, si una historia de la literatura puede ser pensada como una historia de las lecturas, «las revistas están allí mostrando de manera en ocasiones demasiado evidente, como fueron leídos los textos, cuáles fueron los limites ideológicos y estéticos que los hicieron visibles o invisibles» (Sarlo, 1992:12), lo que equivale a ponderar el papel crítico que cumplen las publicaciones periódicas. Programáticas y dialógicas por definición (Tarcus, 2020:24), coinciden los teóricos en que el propósito de las revistas es el de intervención en los debates culturales del presente. Sin embargo, ¿las revistas envejecen de hecho? Al contrario de lo que afirma Sarlo (1992), nosotros creemos que no. Las revistas, consideradas en su materialidad y atendidas en su morfología, al cabo de las décadas siguen siendo consumidas, si la palabra es apropiada para un producto cultural. Interesan especialmente al investigador, que las convierte en documento de trabajo. Quizás se pueda afirmar que las revistas, pasado su tiempo presente, simplemente cambian de función, como cambia asimismo la finalidad de las búsquedas y lecturas que promueven. Según Schwartz y Patiño, «más que un lugar fijo e inmutable en un orden cultural dado, las revistas tienen funciones específicas pero variables» (2004:649): así como las hay que se configuran como portavoces de estéticas, movimientos, además de asociaciones y partidos, las hay que «por su carácter coyuntural e innovador se permiten un grado de intervención más agudo y definitorio sobre las problemáticas de la cultura» (649). Y estas son las que nos interesan aquí.

Instituciones normalmente dirigidas por un colectivo, «las revistas informan sobre las costumbres intelectuales de un periodo, sobre las relaciones de fuerza, poder y prestigio en el campo de la cultura» (Sarlo, 1992:15). Y siguen informando: retrato vivo de un momento dado de la cultura y sociedad. En el caso de las revistas «alternativas» de períodos histórico‒políticos sensibles, sus integrantes asumen un punto de vista crítico de participación activa, lo cual se distingue de la perspectiva de los diarios, vinculados a las grandes corporaciones periodísticas comprometidas, a su vez, con instancias de poder, sean ellas internas o externas, y sujetos a los intereses de dichas corporaciones, incluso bajo censura de organismos oficiales, en contextos represivos. En lo que respecta a las publicaciones periódicas literarias tout court, permiten vislumbrar un panorama de la cultura y la sociedad de su época sin restringirse a cuestiones estéticas.

Según Tarcus, el hecho de que las revistas culturales no sean, salvo excepciones, órganos partidistas, no las deja a salvo de la política, al contrario, siempre están tensionadas entre el campo cultural y el campo político (2020:30). En ese sentido, considerando los usos, funciones y finalidades de las revistas, podemos preguntarnos siguiendo a este autor: ¿qué lugar ocupa la política en las revistas culturales? ¿Cómo entran en juego dimensiones como los géneros que aborda, los formatos, la periodicidad? (27). Podemos empezar por abordar el tema desde aquellas publicaciones en las que este aspecto es más evidente, en este caso, las revistas de los años de plomo.

Revistas brasileñas y argentinas en los años de plomo

La resistencia ha sido una de las principales claves explicativas para abordar la literatura y la cultura en Brasil durante la dictadura militar, sostiene María Lucía Camargo, para quien, durante este período, la palabra resistir potencia su significado, incluso mediante el uso de metáforas bélicas, que convierten a los editores en partisans, a las librerías y revistas en trincheras, o a los poemas en armas (2004:891). Según la autora, «resistir culturalmente constituía un acto único y legítimo a ser emprendido por la intelectualidad brasileña “progresista” frente al enemigo común, el régimen militar» (891). Y esto es lo que hacen los grupos reunidos en torno a las publicaciones periódicas del circuito alternativo durante los años sesenta y setenta, en países latinoamericanos bajo regímenes de excepción, los cuales, con la justificación de restablecer el orden, inmovilizaron a las sociedades censurando todo gesto político (Olmos, 2003:59).

Al comparar periódicos de ambos países latinoamericanos en el período escogido, podemos observar los puntos de convergencia. Predominan en su contexto las publicaciones del circuito alternativo, llamado subte o underground en Argentina, y alternativas o nanicas en Brasil, por autodenominación o por referencia externa. Según Evangelina Margiolakis, en Argentina, en el período comprendido por la última dictadura cívico‒militar (1976‒1983) y los primeros años de la posdictadura, las revistas culturales denominadas subterráneas o underground, a pesar de que ya circulaban en períodos represivos anteriores, «cobraron un impulso vital y experimentaron nuevas formas de articulación» (2013:121). La autora enfatiza que el underground no implicaba necesariamente clandestinidad, sino que, en este caso, remitiría a una postura de disidencia en relación con el poder hegemónico militar (122). Tales publicaciones se caracterizaban por sus condiciones de producción y circulación; a veces eran periódicos de confección precaria o artesanal —si bien no es este un criterio que las unifique, dado que entre ellas había algunos ejemplos más elaborados, basados en criterios de edición y diseño— que se definen por su carácter inconformista. Surgen como respuesta a mecanismos de censura y disciplinamiento, construyendo otros modos de hacer, decir y articular lo estético y político (122). Al cuestionar los dispositivos de prohibición, desafiaron los límites, estableciendo redes de solidaridad y colectivos de revistas en los que compartieron sus inquietudes y estrategias de acción.

En Brasil, exceptuadas las especificidades contextuales y alguna cuestión más puntual, podría decirse lo mismo a propósito de las publicaciones periódicas de los años de plomo, tanto en lo que se refiere a las revistas culturales como a periódicos alternativos, estos últimos quizás incluso más representativos que las revistas en aquella época. Bernardo Kucinsky, periodista brasileño que se dedicó al tema de la prensa nanica, o alternativa como él prefiere llamarla —específicamente a los periódicos, en su caso—, afirma que, entre 1964 y 1980, nacieron y murieron alrededor de 150 publicaciones que tenían como hilo conductor la oposición intransigente al régimen militar (2001:5). «Se les conoció como prensa alternativa o prensa nanica. La palabra nanica, inspirada en el formato tabloide adoptado por la mayoría de los periódicos alternativos, fue difundida principalmente por los anunciantes, en un breve período en el que se dejaron cautivar por estos periódicos» (5). (Cabe señalar que, aunque tanto Margiolakis como Kucinsky se ocupan del período de transición democrática, eso no invalida su contribución a nuestro estudio).

Así, en lo que respecta al contexto brasileño, a partir de mediados de los efervescentes años 1960, podemos observar un giro que modifica los patrones de comportamiento, la sociedad y la cultura de manera amplia. El 13 de diciembre de 1968 se promulgó el Acto Institucional Número 5, que desencadenó el período más duro de los años de represión. En respuesta, enfrentando al régimen, artistas e intelectuales se movilizaron. En ese marco, las revistas culturales, literarias y artísticas asumieron protagonismo, difundiendo esta producción y actuando en la resistencia a la dictadura. En los años siguientes, las revistas y periódicos alternativos desempeñarán un papel aún más importante, con objetivos que van más allá de promover nuevas estéticas y autores/artistas o ejercer la crítica. Considerando el mismo período, a pesar de la correspondencia temporal no tan exacta, además de sus especificidades, respecto al escenario argentino del período, podemos decir que no difiere significativamente del brasileño. Ambas naciones vivieron durante dos décadas entre golpes de Estado y periodos de fuerte represión, con desaparición forzada de personas. También atravesaron períodos de transición democrática hasta la restauración de la democracia. Se hizo la resistencia a la dictadura y esta fue reprimida, la censura fue integral y buscó silenciar a las personas y a los medios de comunicación. Así, al igual que en Brasil, en Argentina, durante las décadas de 1960 y 1980, surgieron y desaparecieron un número importante de publicaciones periódicas alternativas. Destacamos, por tanto, dos de estas publicaciones.

Inéditos ‒ Revista bimestral de cultura y prensa (1976/1978)

«En enero de este año, según lo determinó la Policía Federal, la revista de literatura Inéditos, publicada en Belo Horizonte, fue sometida a censura previa. La semana pasada, con una pérdida acumulada de 113.000 cruzeiros, sus redactores decidieron cerrarla. Así terminó su primer y último año de vida» (Revista Veja, 13 de abril de 1977:131, «Literatura»). Así comenzaba el artículo, no firmado, publicado en el semanario brasileño Veja en abril de 1977, denunciando una realidad lamentablemente común en aquella época tanto en Brasil como en los demás países sudamericanos bajo régimen de excepción. Podría hacerse referencia a cientos de otras publicaciones que circularon en aquellos cruentos años en América Latina. «Solo un loco tiene hoy el coraje de lanzar una revista literaria en Brasil», dijo uno de los responsables de la revista, Vladimir Luz, «rodeado de cientos de ejemplares varados de Inéditos, en una de las dos salas donde funcionaba la editorial» (131).

Curiosamente, en este caso, no fue el final. Inéditos continuó en circulación con tres números más publicados, bajo nueva y más combativa dirección. Refiriéndose también a otras publicaciones, el artículo reflexiona sobre lo efímero de las revistas alternativas en aquel período «no tan oportuno» —y el mal negocio que representaban para sus responsables, en términos monetarios— y afirma que, cuando empezaron a aparecer por decenas en todo el país, desde poco más de un año atrás, las revistas literarias pronto enfrentaron serios problemas de supervivencia «aunque encontraron una receptividad razonable por parte de algunos segmentos del mercado de consumo». Según su autor, «la imposición de la censura fue un factor inesperado y casi decisivo en su lamentable desenlace» (131), en referencia a Inéditos, aunque este dato abarca a todas las revistas de la época.

Inéditos ‒ Revista bimestral de cultura y prensa, aparece en 1976, en Belo Horizonte, Minas Gerais, fuera por lo tanto del eje Río de Janeiro-São Paulo, cuna de la mayoría de las publicaciones periódicas, alternativas o no. Tiene como responsables a Vladimir Luz, (editor) y Ricardo Teixeira de Salles (director) además de un consejo editorial esencialmente minero, formado por nombres como Wander Piroli, Murilo Rubião y Roberto Drummond. En mayo de 1976, en O Globo, Carlos Menezes saludó su aparición: «Inéditos: una revista más en homenaje al escritor brasileño» (Menezes, Jornal O Globo 18/05/1976), lo que significa que no se limitó a su lugar de aparición. Con una edición cuidada, impresa sobre material de calidad —cubierta de color, interior en blanco y negro— sobre todo a partir del tercer número, cuando la encuadernación evita los ganchos, publicó 5000 ejemplares de su número 1, ampliados a 10 000 en el segundo. Fue interrumpida después del número 4, al llamar la atención de los mecanismos de censura. Los motivos que llevaron a interrumpirla incluyen la obligación de enviar el material para su análisis antes de su publicación, incluso con la cesión de un gran número de ejemplares, además de las razones más obvias, que hacían inviable continuar con el proyecto. A partir de su número 5, en septiembre de 1977, vuelve a circular, con otros nombres en su staff y un proyecto gráfico más modesto, en papel prensa y con menos páginas, pero más contundente al posicionarse con respecto al contexto social y político de Brasil. Considerando el contenido publicado, la revista no parecía tan combativa; en un principio, quizás, la censura estaba más dirigida a los colaboradores.

En la contraportada de su primer número (mayo/junio de 1976), en un aviso a página completa, acompañado de una gran imagen que muestra unas manos sobre las teclas de una máquina de escribir, podemos leer: «Inéditos. Pero famosos» complementado, en letras más pequeñas, por: «Casi todos los escritores con presencia obligatoria en las páginas de Inéditos pertenecen o pertenecieron al equipo (fijos o colaboradores) de O Estado de Minas». Por lo tanto, advierten que la nueva revista está compuesta por profesionales reconocidos en los círculos intelectuales, lo que califica su proyecto. Así comienza a circular Inéditos, que también incluye un editorial —firmado con las iniciales del nombre— por su director Ricardo Salles, en el que discute sobre los «nuevos medios, su insurgencia en los problemas de política, cultura, estética y realidad social del tercer mundo» y manifiesta su propósito: participar «junto con otras publicaciones en el intento de identificar al hombre con su sociedad actual en un lenguaje estrictamente brasileño». Entre esas publicaciones, algunas muy conocidas, comprenden las revistas: Versus, Veja, Ficção, Silêncio, el nuevo JB, Protótipo, Teia, Há margem, Totem y Pasquim. Una lista un tanto heterogénea. La edición está compuesta casi en su totalidad por textos inéditos de autores nuevos o conocidos y extractos de obras próximas.

En su segundo número (julio/agosto 1976) hay pocos cambios: la sección «Cartas del lector», textos y poemas de autores hispanoamericanos —Eduardo Galeano y Octavio Paz, traducidos por Ary Quintella y Haroldo de Campos, respectivamente— y una interesante entrevista a Rosário Fusco, autor local anciano y poco conocido, miembro del grupo que editó la revista Verde (1927‒1929), de Minas Gerais. En el editorial, subdividido y firmado por los dos editores por separado y titulado «¿Monopolio literario?», inquieren sobre la lectura en Brasil y el oficio del escritor y reiteran que, tal como lo prometieron, en esta edición publicarán autores desconocidos, que tuvieron pocas oportunidades. La edición también incluye un artículo en el que los autores brindan un panorama actual del cine latinoamericano, incluidos los países centroamericanos. Para los responsables, a quienes les molesta que la literatura hispanoamericana solo se diera a conocer en Brasil —en este caso se trata de los autores del boom— gracias a la aprobación de la crítica europea y norteamericana, el caso del cine es aún peor: casi no llegaban las películas al país.

Sin embargo, considerando el contenido del número 3 (septiembre/octubre, 1976) de Inéditos, observamos que este presenta una particularidad, incluso con respecto a publicaciones de la época: la búsqueda de una conexión latinoamericana comienza a hacerse evidente, especialmente en lo referido a su literatura. Se hacen presentes Gabriel García Márquez, traducido por Luiz Fernando Emediato; Pablo Neruda, con un poema publicado; y el artículo «La novela hispanoamericana», escrito por Fabio Lucas, sobre la obra homónima de Bela Jozef. Ese interés no era común en las publicaciones periódicas de la época; menos todavía cuando se enfocaba en textos críticos como el de Jozef. En este sentido, cabe señalar que desde 1975 ya circulaba el periódico Versus, quizás la primera publicación que llamó la atención sobre el tema, hasta entonces poco difundido y discutido, hecho que quizás podamos relacionar con la iniciativa Inéditos.

En este tercer número llaman la atención dos entrevistas relevantes: una de ellas al presidente del sindicato de periodistas profesionales de Minas Gerais, Dídimo de Paiva, sobre la libertad de prensa, además de la publicación de la «Carta de Principios del Periodista», resultante del XVI Congreso Nacional de Periodistas, celebrado en Curitiba poco antes. Hay una postura vehemente contra los mecanismos de represión y censura por parte de la revista en esta edición. En cuanto a la segunda entrevista, concedida a Luiz Fernando Emediato, su protagonista es Edmundo Valadés, mexicano, editor de la revista El cuento, la cual contaba con Juan Rulfo en su consejo editorial y que desde hacía más de diez años publicaba autores latinoamericanos, como Cortázar, Borges, Guimarães Rosa, Gabriel García Márquez, Juan Carlos Onetti. En la conversación con Valadés se evidencia su sorpresa al comprobar que en ningún otro país latinoamericano el cuento está tan difundido como en Brasil y se establece la promesa de tener en adelante un cuentista brasileño en cada número de la revista (promesa cumplida, como se verificó, al menos en los números que siguieron). Según Emediato, la revista se destaca por ser una de las más democráticas de América Latina y quizás del mundo, siendo su principal cualidad el fomento de nuevos autores (31). Edmundo Valadés también habla de su revista y de sus libros, analiza el papel del intelectual frente a la censura, y opina sobre el escritor brasileño y el auge de la literatura hispanoamericana.

Se trata de una edición que podríamos denominar temática, que pone en evidencia el desconocimiento mutuo entre hispanohablantes y lusohablantes en el continente, situación que comienza a percibirse a través de iniciativas como la de Inéditos. Sin embargo, el impacto no es suficiente para una integración real, y es así como seguimos ignorándonos, aunque un poco menos, y ni siquiera un proyecto de la magnitud del Mercosur, por ejemplo, ha solucionado el problema. De todos modos, este número de la revista marca un hito y consolida su representatividad en el ámbito de las publicaciones periódicas alternativas de la época, posición ratificada por el cuarto y último número de Inéditos (noviembre/diciembre 1976), en su fase inicial, edición en la que encontramos la primera referencia a las dificultades de la revista con la censura, esos «obstáculos abstractos y nebulosos» (1). Sus editores afirman que «la independencia y la exención editorial son costosas». Hay más corresponsales internacionales vinculados a la publicación de Minas Gerais. Sin embargo, observamos que sus editores permanentes van disminuyendo en número, ahora solo quedan dos.

«Inéditos está de vuelta. Volvimos con un nuevo grupo al frente», se puede leer en el editorial del número 5 de la revista, que aparece en septiembre/octubre de 1977. Y continúan:

No se trata en absoluto de «alma nueva», «vida nueva» o mutaciones en el género. (...) El movimiento de la cultura es siempre una retomada, una reelaboración crítica del pasado y de la tradición. De nuevo, solo el diseño gráfico de la revista, que creemos que es más viable, más dentro de nuestra realidad, más coherente con nuestros objetivos, agudizando nuestro vehículo de expresión. (...) Que no solo de esto, sino de todo lo presentado aquí, quede un sentido de apertura a un proceso de respuesta a la pregunta más importante de nuestro tiempo: ¿qué hacer? (1)

Respecto de los cambios mencionados en el diseño gráfico, los principales serían la opción de imprimir en papel de diario, la reducción del número de páginas, el retorno de los ganchos, un índice en el formato tradicional y un Quijote montado en la cabecera, lo que deja patente el punto de vista de los editores con relación a la misión que se asignan. Vladimir Luz y Ricardo Teixeira de Salles abandonan el proyecto, pero sus nombres aparecen listados como fundadores. Los nombres de Fernanda Colás Arantes y Anna Lúcia C. Batista son ahora los de directora y editora encargada, respectivamente. Batista figuraba en la ficha del primer número de la revista a cargo de la Supervisión. Aquí aparece liderando un equipo editorial mayoritariamente femenino, y no era común en aquella época que una revista —no feminista al menos— estuviera dirigida exclusivamente por mujeres, sobre todo fuera del eje Río‒São Paulo, aunque tengamos el nombre de Lucia Afonso como editora de una revista de Minas Gerais: Silêncio (1973‒1975), perseguida por la censura, que publicó seis números antes de cerrar definitivamente. Luiz Fernando Emediato, del equipo de Inéditos, trabajó con Afonso en los dos últimos números de la publicación. Al reanudar la columna «Bastidores», firmada por Emediato, podemos leer el manifiesto explícito, en el que se exponen las dificultades enfrentadas por el equipo en aquellos tiempos en que apenas comienza a ser consideraba la posibilidad de una apertura gradual del régimen, acompañada de un endurecimiento de la represión por sectores del gobierno contrarios a esta intención.

Al reanudar esta columna, interrumpida desde que esta revista dejó de circular, obstaculizada por problemas que escapan a su control, no podemos dejar de subrayar que nuestra libertad sigue amenazada, ya que nadie aquí en esta redacción es enteramente libre para expresar su pensamiento. A pesar de ello, seguimos, pues creemos que la resistencia, y no el desánimo, es lo que nos mueve y da sentido a nuestro trabajo.

Acompañan el texto una declaración del escritor Antonio Callado: «Los intelectuales no tienen derecho a eximirse»; una entrevista a Thiago de Mello: «25 años de literatura y compromiso» y poemas de Carlos Drummond de Andrade y Silviano Santiago, quien en esta nueva etapa de la revista forma parte de su consejo editorial. Las mismas secciones siguen en el número 6 (febrero 1978), dejando claro que además de un mayor asertividad respecto de su posicionamiento político, la revista se asume como efectivamente cultural, en la línea de las que comenzaron a proliferar, dejando atrás el enfoque casi exclusivo en lo literario. De todos modos, este sigue predominando, con un importante espacio reservado a la literatura, incluso con la publicación de obras inéditas, además de ensayos. En el reverso de la portada encontramos publicidad de la propia revista y de su nueva fase, incentivando la lectura y las suscripciones y reafirmando su compromiso: «agua blanda en piedra dura, golpea hasta perforar. Inéditos ‒ NUEVA FASE RESISTIENDO. Lo mejor en literatura, política, ensayo, historia y arte. Obtenga una suscripción. Regale otras» (2). Hay cambios en el equipo de la revista en este número y en el próximo, con Emediato compartiendo la dirección con Anna Lucía Batista. Obtienen lugar el análisis político y la crítica literaria.

El 1° de agosto de 1978, una nota del diario O Estado de São Paulo anunciaba que «Inéditos regresa, bajo censura», que ahora está en los kioscos después de varios meses fuera de circulación a causa de los controles previos que desalentaban la publicación y provocaban retrasos. Se trata de su séptimo número (julio‒agosto de 1978). Sus editoras Batista y Queiróz, informan que los originales del número ocho, que deberá publicarse en dos meses, ya se encuentran en el Departamento de la Policía Federal ‒ DFP. El número en cuestión nunca apareció. No sabemos si no fue aprobada por la censura o si, vencidos por el cansancio, sus editores abandonaron el proyecto, que finalizó con el número siete. «¿Vamos a acabar con esta costumbre de leer únicamente a autores de renombre?» invitaban entonces, al presentar libros publicados recientemente, en una página completa repleta de cupones de suscripción para muchas otras revistas —Versus, Coojornal, Movimento, De fato, Ficção— que circulaban en ese momento. Algunas de ellas duraron un poco más.

Posta bimestral de arte y cultura . Nudos en la cultura argentina

Posta bimestral de arte y cultura, revista argentina publicada en Buenos Aires, «surge por la inquietud y mediante el esfuerzo de quienes ven en ella la posibilidad de mantener abierto un espacio de encuentro y debate permanente sobre los puntos más polémicos del quehacer cultural» (2), afirman en el editorial los responsables de la publicación en su primer número. El propósito, en principio similar al de muchas otras revistas, se distingue por el contexto en el que surge: mayo de 1977, período crítico del régimen dictatorial, en medio de graves violaciones a los derechos humanos, tiempo de fuerte represión, persecución política y desapariciones.[1] Sin embargo, si el momento no es el más propicio para lanzar una revista, sí es el más relevante, teniendo en cuenta el papel que desempeñan tales órganos. En mayo de 1977 salió entonces el número inicial de Posta, liderado por un equipo con nombres experimentados en este campo: Manuel Amigo y Jorge Brega, que habían colaborado anteriormente, por ejemplo, con la reconocida revista Los Libros (1969‒1976), antes de su cierre el año anterior, apenas producido el golpe militar de 1976.[2] A ellos se suma a su iniciativa Roberto Dante Di Benedetto. Según el testimonio de Jorge Brega,

1976 fue un año nefasto para la Argentina; de más está decirlo. En lo personal, con Manuel Amigo veníamos de militar contra el previsible golpe de Estado desde las filas de Partido Comunista Revolucionario, que encabezó la lista de los partidos «disueltos» por la Junta de Comandantes el 24 de Marzo. Poco tiempo después, un Grupo de Tareas de las Fuerzas Conjuntas destruyó la redacción de la revista Los Libros, en la cual ambos habíamos comenzado a colaborar antes del golpe. En medio de tal conmoción, con espacios culturales clausurados y amigos presos, desaparecidos o exiliados, procuramos resistir restableciendo o generando nuevos vínculos en el medio artístico y literario. Con otros jóvenes amigos, que al igual que nosotros habían tenido alguna práctica en publicaciones literarias, pensamos en editar un boletín o pequeña revista que nos permitiera ampliar lazos solidarios en el medio. Así, ya a inicios de 1977 logramos sacar Posta de Arte y Literatura (tres números ese año) y en 1978 Nudos en la Cultura Argentina, editada hasta 1985, con una breve segunda época en 1990. (Archivos en uso: s/p)

«No fuimos pocos quienes lo hicimos. Hubo numerosas publicaciones de cultura en el período, en su mayoría obligadamente “under”», afirma Brega en el mismo texto, publicado en el repositorio del proyecto Archivos en Uso, agregando que Nudos formaba parte de la Asociación de Revistas Culturales Argentinas (ARCA), organizada por los colectivos involucrados con las publicaciones que circularon durante el período. En los encuentros que organizaron pudieron «intercambiar experiencias y conocer que teníamos conductas similares respecto de gambetear la censura o la represión: uso de seudónimos, de casillas de correo en lugar de domicilios, formas alusivas del lenguaje». Su propósito va más allá de lo explicitado en el editorial de apertura, ya que la revista se posiciona como portavoz de quienes se identifican como resistencia, aunque a veces esta no sea de hecho explícita en su manifestación. Posta publicó solo tres números, pero el proyecto de Amigo y su grupo no se vio interrumpido: por cuestiones burocráticas la revista se vio obligada a cambiar de nombre y continuó circulando, con el mismo proyecto, ahora como Nudos en la cultura argentina, desde 1978 en adelante. Por esta razón, a los fines del estudio, no hay cómo separar las dos revistas.

Podemos observar un especial cuidado por parte de los organizadores con el aspecto visual de la revista y sus recursos gráficos. El foco de la publicación está en las artes plásticas y la literatura, algo que ya se deja ver en la primera entrega. Las artes visuales, la poesía y el cuento, el teatro, el cine y la música se tratan en todos los números, en columnas específicas. Está claro que la publicación se centra en lo popular y nacional, y no se aventura mucho más allá. En este sentido, se distancia de la mayoría de las publicaciones de la época. Algunas de las columnas permanentes de la revista, como «Inventarios» y «En las librerías», por ejemplo, continúan en Nudos. Asimismo, al igual que en la brasileña Inéditos, en Posta y Nudos, a pesar de que sus miembros están vinculados a la izquierda, su posicionamiento en las páginas de las revistas es, inicialmente, bastante discreto —o cuidadoso—. Sin embargo, con cada edición notamos manifestaciones más explícitas, a medida que el régimen también se volvía más duro y la situación más dramática para quienes se oponían al poder establecido. Esto ocurre más precisamente en Nudos, a partir de las imágenes de portada, en las que, mediante fotografías de esculturas de Manuel Amigo, encontramos referencias a las desapariciones forzadas de personas a manos del régimen.

Con relación a su primer número (mayo/junio de 1977), en el que aparecen como directores los nombres de Manolo Amigo y Roberto Dante Di Benedetto, existe una curiosidad: el secretario de redacción es Raúl Vargas, seudónimo de Jorge Brega, dato informado entre paréntesis. Se observa también el interés de sus organizadores en fomentar la colaboración de otros autores en sus páginas, preferentemente inéditos, según el anuncio que se encuentra justo debajo del índice, en una sección de anuncios permanente, titulada «Bando»: cuentos y poesía en lengua castellana, destacan. Además, sabemos que la revista fue presentada en una galería de arte, con una conferencia sobre Arte Nacional, a cargo de Federico Luppi y Raúl Conti. A raíz de la repercusión del evento, los directivos de la revista decidieron realizar más encuentros de este tipo, así como recitales y mesas redondas. Las dos conferencias fueron reproducidas en el número 2 de la revista. Se puede comprobar aquí que Posta se convertirá en un espacio privilegiado para la difusión de las artes visuales argentinas. Incluso hay mucha publicidad de galerías de arte en sus páginas. En el mismo número 1, observamos que sus directores publican sus propios textos, algo que también se ve en Inéditos. Al igual que la revista brasileña, Posta se vuelve más diversa en términos de literatura y cultura a medida que se establece, lo que podemos comprobar en la lectura de su número dos (julio‒agosto de 1977).

En cuanto a Nudos en la cultura argentina (1978/1985[1992]), cuyo primer número se publicó en marzo de 1978, tras encontrar la solución al problema de la nomenclatura y realizar las adaptaciones necesarias, presenta un nuevo proyecto gráfico, no tan distinto a la fase anterior de la revista, sin embargo lo que se nota es que la publicación de Manuel Amigo y Jorge Brega parece menos discreta en su referencia al momento, empezando por la portada, que traería a partir de entonces imágenes, composiciones: a veces nudos, en ilustraciones; a veces imágenes de las obras de Amigo; y aún su título: el jinete y sus entregas abandonan la escena, y sobrevienen los puntos polémicos —o nudos, como prometía el editorial de Posta—. Centrada también en lo nacional, Nudos publica quince números —o dieciocho, si consideramos las tres ediciones posteriores, que aparecen esporádicamente hasta 1992—. En el cambio a Nudos, la revista acaba perdiendo a uno de sus directores, Roberto de Benedetto. Su secretario editorial sigue siendo Jorge Breda, bajo el seudónimo de Raúl Vargas (información ahora omitida). En el tercer número aparece el nombre de Brega junto al de Amigo, como director, pero se mantiene el seudónimo, ahora como «Jefe de redacción». A ellos se suman Abel Mario Gomes y Luisa Berger. En el editorial de su número 1 (marzo‒abril de 1978) dejan claro su propósito, justifican su ausencia momentánea y dan cuenta del movimiento que los llevó a continuar un proyecto que, según ellos, se ganó la simpatía de lectores y artistas.

No hay editorial en el segundo número de la revista (mayo‒junio de 1978), tampoco en el tercero, de julio‒agosto de 1978, pero la literatura está contemplada en «La narrativa argentina en los últimos diez años», y un texto sobre la obra del poeta español Miguel Hernández. Se hace referencia por primera vez a la literatura brasileña, con la publicación traducida de dos poemas de Carlos Drummond de Andrade, con una breve nota sobre el autor, su obra y el movimiento modernista brasileño, a partir de selección, versión y nota de Rodolfo Alonso, acompañada de una fotografía de Drummond. No se trata aquí del comienzo de una acción que continuaría. Podríamos pensar que la mirada que lanzan sería de descubrimiento, pero esto no es lo que sucede con relación a Brasil; en cambio la situación de Chile sí es puesta en discusión, con un posicionamiento de la revista, en la siguiente edición; y se incluyen referencia a los conflictos del hemisferio norte: Checoslovaquia, Afganistán, Polonia, por ejemplo.

En la edición de mayo de 1978, la postura de la revista se manifiesta contra la falta de libertad de expresión y aparece el texto «Las revistas culturales», con respuestas a un cuestionario enviado a los directores de La actualidad en el arte. Expreso Imaginario. Vigencia. Megafón. Se desprende de esta nota que hay consenso respecto del papel que desempeñan las publicaciones en el contexto contemporáneo, que las dificultades que enfrentan son las mismas y que los grupos involucrados en la actividad forman un colectivo más amplio que los pequeños círculos reunidos alrededor de una revista. Una preocupación evidente de ese año 1978 es el conflicto entre Argentina y Chile que se disputan el Canal de Beagle. En la siguiente edición, de septiembre‒octubre de 1978, los intelectuales son llamados a pronunciarse sobre el tema. Un grupo de personalidades de ambas naciones firmaron una carta abierta a los presidentes de los dos países.

Tras diez meses sin publicar una edición, aparece el quinto número de Nudos, en agosto de 1979. El extenso editorial expone las dificultades que afrontan quienes se dedican a mantener una revista en circulación, tanto económicas como políticas. El texto deviene manifiesto, además de un arrebato que revela un profundo cansancio. Se percibe una atmósfera densa y se reafirma la importancia de las revistas culturales, aunque algunos hayan visto en ellas «poco más que meras “recopilaciones de textos literarios sin demasiada coherencia entre sí”». Entre las compañeras de ruta mencionan publicaciones como El ornitorrinco, Nova arte, Cauces, Estudios argentinos, Ulises. El grabado que cierra el número es elocuente y significativo del tiempo transcurrido entre la edición previa y la presente. Solo quedan Amigo y Brega, y algunos colaboradores. La novedad editorial es un cuaderno, en cierto modo no tan nuevo, pero que aquí funciona como un suplemento literario, que separa los textos de ficción y poesía del contenido general de la revista, el cual se vuelve más político‒cultural en cada número. Bajo el nombre Posta literaria, recupera el diseño de la revista anterior, así como su símbolo, el jinete a caballo.

La revista tiene ahora una periodicidad bianual, su número seis se publica en diciembre de 1979, y se confirma el desencanto percibido en el editorial de la edición anterior: Amigo deja la dirección de la revista, y Brega queda a cargo, aunque Amigo sigue como colaborador, al principio responsable de la portada, que retrata uno de sus «objetos»: Velorio, impactante imagen, acompañada de los versos de César Vallejo: «¡Amado sea aquel que tiene chinches, el que lleva zapato roto bajo la lluvia, que vela el cadáver de una sartén con cerillas,...!». Con Brega, la revista gradualmente parece más comprometida, más latinoamericana y más ágil en algunos aspectos. La sección «Posta», por ejemplo, será eliminada en el octavo número. Los artículos son más extensos y densos, más ensayísticos en esta etapa. En la siguiente edición, de julio de 1980, aparece «Declaran Intelectuales ‒ Los dramáticos sucesos internacionales están señalando la proximidad de una tercera guerra mundial. La responsabilidad de los intelectuales en este momento». La menor participación de Amigo repercute en las últimas ediciones, que prescinden de la columna «En las galerías». Impactante es también la imagen de portada del número de diciembre de 1981, de Eduardo Iglesias, que hace referencia a las desapariciones forzadas de personas. Además es posible notar un aumento en la plantilla editorial, lo que podría hacer suponer que la revista se estaba fortaleciendo, pese a la salida de Amigo.

«Nunca vivimos una crisis mayor», afirma Brega en editorial a página completa, titulado «En busca del justo camino», que abre la décima entrega. «Nunca la repulsa fue tan grande. También hay confusión, claro, y recelo. Si miden los pasos y no es malo. Hay que ver bien con quién andar. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Qué es lo que verdaderamente está pasando? ¿Qué nos espera? Preguntas cada vez más insistentes que derivan a otra, perentoria: ¿Qué hacer?» (3), sigue Brega, quien refleja el momento que vive la Argentina, en medio de tantos conflictos, locales y externos, en medio de la inestabilidad política y la perspectiva de acontecimientos ominosos. El texto destaca el papel de las revistas culturales y de los círculos intelectuales en este contexto, resume acciones y comparte su temor por lo que está pasando, por las divisiones y los conflictos, incluso en esos mismos círculos, advirtiendo que aún queda mucho por hacer. Los editoriales de esta fase (de los números diez, once y doce) configuran contundentes y extensos manifiestos.

En junio de 1982, la derrota argentina ante los ingleses en las Islas Malvinas motiva el editorial anónimo del número 11, «La hora de la patria». Allí se saluda a las naciones hermanas del continente para pensar en reafirmar vínculos en un creciente deseo de integración. En el verano de 1983 sale el duodécimo número de Nudos. Su editorial recuerda a un lejano mayo de 1977, cuando se propusieron publicar una revista, en este caso Posta. «A un año del golpe y aún en su aquelarre sangriento. ¿Era posible editar una revista cultural cuando nuestros valientes generales al oír la palabra cultura llevaban la mano a la pistolera? No lo sabíamos, pero era necesario», cuestionan y afirman, al tiempo que recuperan la trayectoria de su proyecto editorial. La democratización real y profunda de la sociedad argentina, prosiguen, requiere derrotar la dictadura e imponer un poder popular que, sin convergencias «ni concertaciones que amenacen su política independiente, destruya el estado de dependencia y atraso de nuestro país, libere las fabulosas energías creadoras del Pueblo y erradique definitivamente la censura de los opresores» (2). El tema retomar se vuelve una constante a partir de ese momento, dejando claro que el dolor debe sanarse, sin renunciar a buscar justicia. Temas como la salud mental, en esta edición, de abril de 1984, más específicamente teniendo en cuenta las Madres de Plaza de Mayo, son ejemplares de este replanteo. En la edición siguiente de octubre de 1984, ya en democracia, el resumen general —1977‒1983— de Posta y Nudos anticipa el cierre del proyecto, que sobrevendrá en el próximo número.

En sus dos entregas finales la revista se vuelve más interdisciplinaria, con una integración de la Historia, la Antropología, la Arqueología, la Psicología, sin que la literatura y las artes visuales pierdan su lugar. No hay editorial en el número 15 de octubre de 1985, donde la periodicidad se quiebra, aunque esporádicamente aparecen tres números más hasta 1992. Lo mismo ocurre con otras innumerables revistas de la época, que ahora dejan espacio para otra categoría de publicaciones periódicas: las del período de transición democrática, como por ejemplo El Porteño (1982‒1993), o de la posdictadura, como Babel revista de Libros (1988‒1991).

Consideraciones finales

Cuando pensamos en revistas no podemos dejar de considerar su carácter efímero, su vínculo con el momento presente, el hecho de que son el resultado del trabajo colectivo, el entusiasmo con que se ponen al trabajo y la convicción que tienen sus creadores de que cada una es la revista necesaria en el contexto en el que surge, que llenará un vacío, según se puede leer en la gran mayoría de editoriales del primer número de revistas que aparecen, no importa la época, no importa dónde. Nadie, o ningún grupo, lanza una revista sin aspirar a que sea un agente de transformación que impactará en los círculos intelectuales y la sociedad. Algunas no superan los primeros números, lo que generalmente no desanima a quienes las idearon y las pusieron en circulación.[3] Tampoco que una revista publique pocos números es sinónimo de poca relevancia. A menudo, estos grupos, algún tiempo después, presentan un nuevo proyecto.

De hecho, se puede decir que esta es la regla, y hay varias razones para ello, especialmente si consideramos las publicaciones periódicas que surgieron y circularon durante períodos históricos particularmente difíciles. Las revistas «Suelen nacer con un manifiesto programático y normalmente mueren cuando ese programa se consuma», afirma Tarcus (2020:24). Y concuerdan los estudiosos. «Pero también pueden desaparecer antes de tiempo, ya sea por penurias económicas, a causa de la censura o la represión, o con motivo de rencillas internas que hacen estallar un colectivo editor», añade (24). Y este es el punto que quisimos resaltar en nuestro estudio, a partir del análisis de caso de dos revistas: Inéditos (1976‒1978) y Posta y Nudos (1977‒1985[1992]), que circularon durante los años de plomo en el Brasil y Argentina, buscando comprender su papel en ese contexto, y teniendo en cuenta que las revistas en realidad no son comparables, salvo precariamente, ya que cada una de ellas es única, a pesar de que pueden aproximarse por características y porque se insertan en un determinado marco histórico‒social.

Las revistas que analizamos son representativas dentro de su contexto de circulación. Cumplieron su papel y el proyecto de sus creadores llegó a buen término, con o sin desvíos de trayectoria. Esto también es natural que suceda, debido a la propia naturaleza de tales publicaciones. No traen novedades críticas ni presentan nuevas tendencias, en lo que concierne específicamente a lo literario. No se trata de que lo literario no tenga cabida, al contrario, sino de estar en sintonía con el momento presente, que requiere posicionamiento. Aquellas que insisten en lo exclusivamente literario en estos momentos se vuelven anacrónicas y acaban por no avanzar.

Inéditos, Posta .Nudos no son revistas canónicas, son periódicos locales de menor tamaño que intentan burlar la censura con pocos recursos. Sus directores están vinculados al pensamiento y la militancia de izquierda; sin embargo, este vínculo no siempre es tan explícito a nivel del discurso «militante», sino que se trasluce en decisiones y manifiestos que trasuntan la crítica al régimen. No obstante, se vuelven más directos a medida que sienten que el momento lo permite o lo exige. Inéditos no es una revista del mayor centro del país, aunque Minas Gerais es cuna reconocida de grandes autores, cuentistas y poetas, además de intelectuales. De los muchos periódicos aparecidos en el estado conocemos muy pocos, su circulación se ve afectada por el hecho de estar restringidos a su región. De todas formas, Inéditos rompe esta barrera. En el caso de Posta y Nudos, su condición porteña le asegura mayor atención, a pesar de los factores que hicieron que no tuviera tanta proyección como las más canónicas. En común tienen, tanto la brasileña como la argentina, un fuerte vínculo inicial con la literatura, sobre todo en la circulación de textos inéditos, propuesta lógicamente acentuada en Inéditos. Asimismo, ambas fueron redefiniendo su trayectoria hasta el punto de presentarse como esencialmente culturales, lo que deja claro que estaban vivas y en sintonía con su presente.

Podemos decir que las revistas son cada vez más variadas y abarcan no solo temas culturales sino transformaciones de la sociedad, a medida que se acerca el final de la década de 1970, independientemente del momento en que se encuentren Brasil y Argentina en relación con sus regímenes dictatoriales. Los medios de comunicación, las revoluciones y los conflictos mundiales, entre otros factores, harán que esto suceda. Sin embargo, en lo que respecta a Argentina, las revistas tal como las conocemos no desaparecen, como en cierto modo sucede en Brasil, sino que persisten. En el caso brasileño se identifica una pérdida de representación de estas publicaciones, a pesar de que continuaron apareciendo. Por otro lado, observamos un aumento de los suplementos literarios y de las secciones culturales en los principales periódicos. La insistencia, muchas veces, en lanzar proyectos ya anacrónicos, centrados en tendencias y estéticas representativas del pasado, tampoco contribuye a la longevidad de las revistas en Brasil.

En cuanto al interés de las brasileñas por los temas que afectan a América Latina hispanohablante, verificamos que pocas se vuelven a sus hermanos del continente. Argumento (1973‒1974), situada entre lo literario y lo académico, tuvo el mérito de establecer relaciones con otras publicaciones latinoamericanas, principalmente por la cercanía entre Antonio Candido y el uruguayo Ángel Rama. Fue una de las primeras y una de las pocas en hacerlo. Versus (1975‒1979), periódico alternativo dirigido por Marcos Faerman al inicio del período de transición democrática en Brasil, fue más allá. Inspirándose en la argentina Crisis, no solo reprodujo textos de autores ya publicados en su modelo, sino que también reservó un espacio significativo para la discusión de temas latinoamericanos. Su primer número editado, por ejemplo, estuvo dedicado a Argentina y su situación política, y tuvo un carácter explícito de denuncia. Lo contrario no se verifica: observamos aún menos interés por parte de las revistas argentinas en integrarse con sus vecinos lusohablantes. Prácticamente no hay textos de escritores brasileños ni de crítica literaria de Brasil en las revistas argentinas del período examinado.

¿Por qué desaparecen las revistas? Hasta donde sabemos, no existe una única razón. Está la falta de recursos para considerar, es cierto, y las dificultades con la censura durante los períodos de represión, factores importantes. Según Patiño, «Muchas de estas publicaciones cumplieron con su rol de generar un entramado alternativo de la cultura censurada por el régimen, pero no sobrevivieron a este gesto» (2004:s/p). En su perspectiva, «Concebidas como revistas de resistencia no consiguieron articular propuestas superadoras de esa instancia cuando se abrió el proceso democrático» (s/p). Sobre este aspecto, Kucinsky afirma que la respuesta actual a la pregunta sobre los motivos del cierre de revistas alternativas, incorporadas por el sentido común, es que formaban parte de la lógica de la dictadura. Esto sería solo parcialmente cierto, considerando que la apertura política permite a la prensa convencional recrear una esfera pública, apropiándose de temas que eran exclusivos de la prensa alternativa (1991:12). Quizás más bien respondan a una lógica de mercado, además de las transformaciones en la sociedad. De todas formas, las revistas siguen circulando, cumpliendo funciones que acaso podamos ponderar cuando cierta distancia temporal permita ver sus efectos.

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Notas

[1] El 5 de mayo de 1976, Haroldo Conti, escritor y periodista, es secuestrado y desaparecido en Buenos Aires; el 17 de junio de 1976, es asesinado el escritor Paco Urondo en Mendoza. El 25 de marzo de 1977 es asesinado y desaparecido el escritor y periodista Rodolfo Walsh, al cumplirse un año del golpe militar, y luego de que enviara una «Carta abierta a la Junta Militar» con denuncias de las aberraciones del régimen de facto. Su muerte se vuelve así emblemática. Una conmoción similar se produjo en Brasil con el asesinato del también periodista Vladimir Herzog en una celda del DOI CODI (Destacamento de Operaciones e Información del Centro de Operaciones y Defensa Interna), bajo tortura, a manos del régimen dictatorial, el 25 de octubre de 1975. El hecho, cuando ya se planteaba la posibilidad de una transición democrática gradual, llevó a miles de personas a las calles en protestas, visibilizando la división entre líneas dentro del régimen, y acelerando el proceso que conduciría a la transición democrática.
[2] Los Libros (1969‒1976), una de las revistas argentinas más representativas, considerada la vanguardia del pensamiento de su época, estuvo dirigida inicialmente por Héctor Schmucler, y luego por un triunvirato integrado por Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano y Ricardo Piglia (este último es el primero en retirarse en 1975) que ha desempeñado un papel fundamental en lo que respecta al ejercicio de la crítica y el papel del intelectual. La publicación tuvo un cierre abrupto a comienzos de 1976. Dos años más tarde surge Punto de Vista (1978‒2008), revista dirigida por Beatriz Sarlo con un equipo del que participaron antiguos compañeros de Los Libros, que abarcó todo el período dictatorial y formó parte del «conjunto de revistas que conforman el entramado de la disidencia cultural al régimen» (Patiño, 1997:9), y fue «la única revista que con mayor coherencia y continuidad enfrentó durante la dictadura el desafío de generar un discurso disidente» (10). En sus primeros años, en plena dictadura, sus colaboradores utilizaban seudónimos. En el caso de Ricardo Piglia, es bien conocido su seudónimo, Emilio Renzi. «Revista de cultura», como se autodenomina, la literatura y la crítica literaria tienen en ella un papel central y cumple la función de hacer circular nuevas corrientes críticas, como los Estudios Culturales.
[3] Lo que nos remite al clásico libro de Lafleur, Provenzano y Alonso, los primeros que señalaron la cantidad de publicaciones que no superaron el primer número. Su concepto de revista literaria coincide con la noción de «formación» de Williams: «exteriorización de un grupo, conjunto o cenáculo de intelectuales que buscan a través de ellas la difusión de su mensaje, libres de objetivos comerciales y al margen del presupuesto oficial» (Lafleur, Provenzano y Alonso, 2006:34). O sea, estos cenáculos de intelectuales «que hacen de las revistas, generalmente pequeñas y efímeras, una limitada tribuna estética habitualmente con impregnaciones políticas que si no cuajan en una ideología explícita al menos son suficientes para manifestar simpatías, proximidades y alianzas» (Croce, 2006:9).

Información adicional

Para citar este artículo:: Vouto da Fonseca, C.L. (2024). Artillería ligera: pensar la literatura en revistas argentinas y brasileñas en medio del caos de la realidad. El taco en la brea, (20) (junio–noviembre). Santa Fe, Argentina: UNL. e0165 DOI:10.14409/eltaco.10.20.e0165

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