El taco
en la brea
Volver

TeorĂ­a literaria latinoamericana en Argentina

La «servidumbre voluntaria»

Analía Gerbaudo

Universidad Nacional del Litoral – CONICET, Argentina

agerbaudo@fhuc.unl.edu.ar

Para citar este artículo:

Gerbaudo, Analía (2018). La «servidumbre voluntaria». El taco en la brea, 8 (junio–noviembre), 2–11. Santa Fe, Argentina: UNL. DOI: DOI 10.14409/tb.v1i8.7739

 

Il y a beaucoup d’intellectuels qui mettent en question le monde;
il y a très peu d’intellectuels qui mettent en question le monde intellectuel.
Pierre Bourdieu, Esquisse pour une auto-analyse

Resulta imposible no empezar este editorial, publicado en una revista editada desde un Centro de investigaciones alojado en una universidad pública, sin al menos mencionar una serie de inquietantes decisiones tomadas en Argentina por el gobierno nacional que impactan sobre nuestro trabajo: la reciente disolución del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva11. El Ministerio d (…) tiene como telón de fondo la caída estrepitosa de la inversión en ciencia, tecnología y educación unida a la decisión de desplazar los recursos hacia el Ministerio de seguridad.22. Esta decisión s (…) Mientras enumero me pregunto sobre cuáles de esos hechos tenemos alguna posibilidad de actuar en función de torcer el rumbo de las cosas. Y más aún, sobre cuáles tenemos «responsabilidad» en el sentido en el que Jacques Derrida nos ha ayudado a pensar ese término: «la responsabilidad es excesiva o no es tal» (1991:300), señalaba en una conversación célebre sostenida con Jean-Luc Nancy hace casi ya treinta años. Mi pregunta se desprende de la convicción de la importancia de rescatar acciones en plano «nano» (Ronell 2008, 2011): esas tramitadas desde una escala minúscula desde la que muchos fantaseamos con intervenir.

Sabemos que poco (o nada) incidirá un editorial, una nota o firmar una solicitada en Change.org respecto de la orientación elegida por el gobierno. No obstante, hay un plano sobre el que sí podemos incidir y que también afecta y atraviesa nuestro trabajo, tanto o más que las restricciones económicas (aludo aquí, específicamente, al trabajo sobre nuestros objetos; ese que se mueve en zonas de borde alrededor de la literatura, su crítica, su teoría y la historización de su institucionalización y de su internacionalización).33. Si bien no teng (…) Me estoy refiriendo a las evaluaciones. Concretamente, a las que practicamos, con niveles de responsabilidad diferentes, desde el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas sobre nuestros colegas.

«Pienso si el precio que pagamos es proporcional a lo que está “avanzando” la disciplina (porque, obviamente, esto no es de acá ni es de ahora)». La frase está tomada de un email que me envió hace algún tiempo una joven investigadora del CONICET. Estábamos hablando, entre otras cosas, de las métricas aplicadas como criterio prácticamente exclusivo de valoración de lo publicado en revistas. El sintético pero elocuente comentario llama la atención sobre, al menos, dos cuestiones: el desbalance entre precio pagado y resultado obtenido y la ubicación del problema en un escenario que exige revisar cómo llegamos a este estado de las cosas.

Esta revista le dedicó, hace apenas unos años, un dossier a la pregunta «¿Para quién escribimos?» (Quintana). «Hasta hace poco tiempo, cuando dejó de salir, mi máxima aspiración como crítico era publicar en Punto de vista (lo conseguí en cuatro ocasiones, y fracasé en otras tantas)», confiesa Alberto Giordano (14). Por su parte, José Luis De Diego describe a esta revista como «el» espacio de circulación deseado: «soñábamos con publicar en Punto de vista» (De Diego). Para los investigadores de mi edad, e incluso para los más jóvenes bajo mi dirección, publicar en el Boletín dirigido por Giordano, en la revista Confines o, más recientemente, en Exlibris o en Chuy, se asociaba a cierta consagración intelectual que permitía, a la vez, circular por un espacio no sólo nacional sino latinoamericano. Algo similar sucedía cuando se lograba sacar un libro por Beatriz Viterbo, editorial privada que generó notables «efectos de campo» (Bourdieu) gracias a su sostén en los capitales intelectuales construidos desde la tradición crítica que tiene su sede en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Esta incompleta muestra tan sólo pretende traer ejemplos de algunas de las publicaciones alrededor de las cuales se han construido los debates más importantes del campo de los estudios literarios en Argentina durante los últimos treinta años. Esos debates que, como diría la joven investigadora ya mencionada, hacen «avanzar la disciplina» en el sentido de que la movilizan, la enriquecen, la potencian.

Vuelvo sobre estos ejemplos, deliberadamente, porque lo publicado en dichos espacios no sería importante hoy para el «campo científico» tal como se modela desde el CONICET. Brutalmente expresado: no «contaría» ni para ingresar a la «Carrera de Investigador Científico» ni para promocionar, una vez inserto uno en ella.

Empleo el verbo «modelar» porque los criterios de evaluación que se fijan desde ese organismo, tanto para el ingreso como para la permanencia o la promoción, crean efectos de campo. Uno de ellos es que el foco de la atención ya no se ponga en intentar publicar en las revistas y/o en las editoriales por las que pasan las «discusiones»44. Retomo aquí la (…) más importantes sino en publicar en aquellas que, a partir de la valoración de las métricas, están incluidas dentro del llamado «grupo 1». Vale llamar la atención sobre un asunto que Diego Peller examina con su agudeza crítica característica en un ensayo incluido en el dossier de este número: el incremento de los indicadores de institucionalización no necesariamente va ligado al florecimiento de la teoría y la crítica literarias entendidas como producciones abiertas a lo «por–venir»55. El término «por (…) y al «acontecimiento» (Derrida 2003a, 2003b). De hecho, más allá de la fantasía anudada a la generación de un movimiento singular desde y por la escritura (fantasía que impulsa buena parte de la producción actual del campo), la lógica fomentada por las métricas no ha suscitado sino la dispersión de las publicaciones.

Por otro lado, se afecta el sentido del trabajo en tanto este se rige desde criterios que le son ajenos. Se trata de criterios provenientes de la lógica de producción de las ciencias para las que el paper cumple un rol capital. «Acatar la interpretación técnica del pensar equivale a pensar técnicamente, productivamente, obliterando el tiempo que requiere el trabajo del pensamiento, un tiempo fagocitado por la velocidad a la que se nos obliga cuando se toma por medida el trabajo de las llamadas ciencias duras, acostumbradas por lo general a medir su impacto por la cantidad de citas que genera una publicación reciente», observa con lucidez Raúl Rodríguez Freire (2016:154). Contra este plegamiento que le confiere a nuestro trabajo un vértigo que, en buena medida, supone desconocerlo mientras nos envuelve en un círculo de ansiedad que incluye la expectativa respecto de su circulación, Rodríguez Freire ratifica la necesidad de un repliegue crítico ya que, contrariamente al patrón de las ciencias duras, «en las humanidades, la relevancia de una publicación crece con el tiempo. Incluso se diría que gráficamente tienen caminos distintos, pues un artículo científico tiene una resonancia que con los años decrece» (154).

No voy a redundar sobre un problema que en esta revista ya se ha transitado (cf. Quintana, Bocchino, Bombini, Mattoni, Montaldo, Rodríguez Freire, Louis). Tan sólo voy a recobrar dos aspectos apenas despuntados que merecen atención debido a sus derivas (o más bien, al deseo de que algo insospechado, algún «acontecimiento» ―Derrida 2003a―, estremezca y altere en algo el futuro más o menos imaginado abriendo, entonces, a lo por–venir).

El primero vuelve sobre nuestra posición en el circuito internacional de circulación de las ideas: Miguel Dalmaroni se pronuncia sobre esta cuestión en el artículo publicado en el dossier de este número de esta revista. Continúa allí una discusión desatada hace algún tiempo en un coloquio organizado por él y por su equipo en la Universidad Nacional de La Plata.66. Se trata del 1e (…) En el diálogo habían intervenido Marcelo Topuzián, Judith Podlubne, Juan Ritvo, Maximiliano Crespi, Silvio Mattoni, Carlos Surghi y Diego Peller, entre otros. En la conversación de entonces, como en la que ahora abre Dalmaroni, el lugar marginal que ocupa nuestra producción en la discusión internacional de las ideas se enreda con nuestros modos de leer–la. Recuerdo haber expresado, en aquella ocasión, mi perplejidad ante los esfuerzos enormes que hacemos por reconocer el concepto de «moral de la forma» en Roland Barthes frente a la poca importancia que concedemos a otros como «regionalismo no regionalista» (Sarlo 1996), «modos de leer» (Ludmer), «operaciones» (Panesi 1998), «disparate», «archifilología» (Antelo 2015, 2016a, 2017a, 2017b), «sujeto secundario» (Dalmaroni), «cuentos de guerra» (Nofal), por reponer algunos ejemplos. Este habitus tiene cierto correlato con nuestra reacción al momento de evaluar nuestras prácticas como investigadores. Si todavía sostenemos para la educación superior un modo de acceso «plebeyo» (Sarlo 2014) comparado al de otros países latinoamericanos, ¿por qué en el campo «científico» nos plegamos a protocolos ajenos a nuestra disciplina que, además, la empobrecen en tanto se generan desde espacios movidos por preocupaciones que no ponen en el centro el «avance» de las humanidades (por traer la expresión que traducía la inquietud de la joven investigadora mencionada al inicio de este editorial) sino el negocio y el dominio que, entre otras variables, se define por la lengua de producción «científica» imperante que, se sabe, no es el español? Como bien constataba Rodríguez Freire hace algún tiempo, «las humanidades históricamente han estado asediadas, y no siempre desde su exterior» (152).

En un artículo recientemente difundido en las redes por Mario Pecheny, Mieke Bal expone diez razones para abandonar el sistema de peer-review como criterio regulador de lo publicable en el campo académico. Como contrapartida Bal propone «activar» los «equipos editoriales»: un grupo de editores que seleccionan lo por publicar y que someten esta selección a discusión en función de garantizar la «calidad de la publicación». Mientras leía pensaba que de este modo trabajaban Punto de vista, el Boletín, Confines, Beatriz Viterbo y, hasta hace un tiempo, Exlibris y Chuy.

No obstante, es oportuno recordar que se ha reivindicado el control de pares como un logro que refuerza la autonomía siempre relativa de un campo frente a las intromisiones de otros poderes como el religioso, estatal, partidario, económico, etc. (Bourdieu 2001). Me apresuro en aclarar que no estoy defendiendo el encierro de publicaciones que sólo ponen a circular los textos que sus equipos editoriales obtienen por invitación.

Pareciera perfilarse, más bien, una solución entre ambos extremos. Básicamente, se «solicita»77. Este término se (…) aquí el «sistema» actual, tal como se fue consolidando, con los efectos que Bal sintetiza con precisión antes de exponer sus diez razones para rechazar el criterio de peer-review al evaluar lo publicable: «When the academy turned “neo-liberal” world-wide, rules were established that have become a “system”, no longer debatable. No consultation, no trial period, revision or reconsidering. Rules rule, overruling people. One of those rules is the unquestioned system that all respectable, serious academic journals and book series have to obey the requirement to have all submissions for publication “peer-reviewed”» (Bal).

Con todo, se impone señalar que el equipo editorial de nuestra revista ha retirado los nombres de nuestro Consejo asesor permanente de la página web (se trata de un exigente y numeroso equipo de intelectuales que evalúan los textos que publicamos) a los efectos de garantizar, sin ningún tipo de ambivalencias, el sistema de «doble–ciego». En nuestra solapa institucional exponemos sólo los nombres de los colegas que, desde el Comité científico, cooperan en la toma de decisiones sobre la publicación en general. Entre ellas, esta que anunciamos y que fue la que originó el mail de esta joven investigadora, citado profusamente en este editorial. ¿Cómo no admitirlo? En este marco, nuestra obsesión por «indizar» apunta a proteger, en general, a los investigadores que han publicado y que publican en El taco en la brea y, en particular, a los que trabajan en el sistema científico tal como se define hoy en Argentina.

El segundo aspecto a considerar se define a partir de un «hilo» de lectura (Derrida 1972): la «condición intelectual». Se trata de un tema convocado por tres eventos específicos: un libro recientemente publicado por Rodríguez Freire (2018), discutido en una presentación realizada en nuestro Centro de investigaciones teórico–literarias (el mismo que edita esta revista); un workshop propuesto por Raúl Antelo y coordinado por Susana Scramim y Jorge Wolff en la Universidade Federal de Santa Catarina y un congreso organizado desde el Instituto de Estudios Críticos en Humanidades dirigido por Sandra Contreras quien, cabe mencionarlo, había fundado junto a Adriana Astutti y a Marcela Zanin en 1991 Beatriz Viterbo, una de las editoriales independientes que logra consolidarse como una referencia transnacional para la disciplina, entre otras razones, debido al exigente control de lo que publican.

En La condición intelectual. Informe para una academia (2018), Rodríguez Freire interroga nuestro derecho al «punto de vista». Se trata de un cuestionamiento que no sólo comprende la posición desde la que abordamos nuestros objetos sino fundamentalmente, cómo tramitamos nuestro trabajo sobre dichos objetos. Esa fantasía que había animado el accionar de Beatriz Sarlo durante más de treinta años y que había dado lugar a una de las revistas centrales en la discusión de ideas en Argentina durante la dictadura y el primer ciclo de la posdictadura,88. Si en textos an (…) se ve constreñida por un conjunto de coacciones sintomáticamente traducidas en el «emprendedurismo» y la auto–construcción como «marca», entre otras variables a considerar en un análisis crítico de los actuales procesos de institucionalización.

Por su parte, el seminario promovido por Raúl Antelo y recientemente celebrado en la Universidade Federal de Santa Catarina resituó en el centro de la discusión la pregunta instalada, hace ya más de treinta años, por el libro Who comes after the subject? Las presentaciones tomaron como objeto tanto prácticas artísticas (Rodríguez Carranza, Capela, Antelo) como académicas entre las que se destaca la sutil crítica a las lógicas de institucionalización de los estudios literarios y humanísticos en España, en especial, en la universidad (Hidalgo Nácher). Se lamenta que la versión escrita de dichas intervenciones, en proceso de edición por Scramim y Wolff, no pueda recoger las preguntas que el psicoanalista Oscar Reymundo planteó a los participantes del workshop. Dichas preguntas volvían sobre los complejos mecanismos del goce, sobre la inutilidad tanto de las prohibiciones como de los permisos que pretenden regularlo y sobre la potencia reveladora del «síntoma» (Lacan).

Finalmente, el congreso «Humanidades por venir» ha convocado a varios de quienes han liderado y lideran algunas de las «discusiones» que atravesaron y atraviesan el campo de las humanidades y de las ciencias sociales en la Argentina de los últimos veinte años. Me permito detenerme sólo en algunos nombres: Eduardo Rinesi quien, a partir de Shakespeare y Derrida, plantea una sutil e inteligente teoría política que publica en español y en una editorial de circulación popular (Rinesi); Dora Barrancos cuyos combates teóricos y políticos por la defensa de las minorías, también en el espacio académico (Barrancos), no necesitan mayores comentarios (combates que hoy continúa Mario Pecheny, convocado para esta conversación); Gustavo Sorá cuyos estudios sobre las políticas de edición en Argentina y en América Latina lo convierten en un referente insoslayable de la cuestión sobre la que aquí giramos (Beigel y Sorá; Sorá 2003, 2017); Mónica Cragnolini que se ha apropiado, «fiel porque infiel» (Derrida 2001a, 2001b), de la ética derrideana de la hospitalidad y de la responsabilidad situándola en un horizonte de interrogación sobre el «resto» que atraviesa nuestros andares cotidianos (cf. Cragnolini 2007, 2013), Nora Catelli que ha inspirado, entre otras cosas, más de una formulación respecto de la gravitación de los relatos y los «cuentos» en nuestras auto–bio–grafías académicas (Catelli 2001, 2007), esas que escribimos mientras analizamos nuestros objetos; Néstor García Canclini que ha interrogado e interroga el concepto de «ciudadanía» junto al de «cooperación» en una época en que «los partidos fracasan y los algoritmos definen el mundo» (García Canclini 1995, 2018a, 2018b). Cito sólo algunos nombres de una lista más extensa a los efectos de subrayar esta promesa que el título del coloquio tramita en términos que no ocultan la herencia derrideana.

En definitiva, ¿será casualidad que quienes organizan estos eventos y/o escriben estos ensayos a los que envío suscriben una ética inspirada en la desconstrucción? En sintonía con esta postura, se impone retomar nuestra pregunta inicial: ¿y después de discutir, qué? ¿Cuáles son nuestras efectivas posibilidades de generar alguna acción que tuerza, al menos en algo, la dirección que están tomando las cosas? ¿Qué hacer más allá de esa forma de la nano–intervención que tenemos más a mano: escribir un ensayo, una nota, este editorial? ¿Cómo convertir esta «discusión» en «polémica» (enorme desafío: hemos visto y vemos cómo textos inquietantes que funcionan como tales dentro de nuestro campo son deglutidos e incluso diseminados con mansitud desde las mismas esferas cuyas prácticas esos textos solicitan)? Y fundamentalmente: ¿cómo ejercitar una ética derrideana de la responsabilidad? Esa que, desde el exceso, distante de toda moral (aunque por momentos raye ese borde, en especial vía las apropiaciones practicadas por algunos de sus herederos), solicita nuestro régimen de «servidumbre voluntaria» (De la Boétie, Dufourmantelle). Se trata de un régimen reforzado por la cultura del «test» (Ronell 2003, 2004a, 2004b, 2006) promovida por las actuales formas del «capitalismo académico» (Collyer). Formas que «normalizan» (Foucault) una situación sobre la que, desde Argentina, ha alertado Mario Pecheny vía sus intervenciones públicas, en especial durante el último año y, desde Chile, ha denunciado, viene denunciando y denuncia desde hace ya bastante tiempo Rodríguez Freire (2012, 2016) con una persistencia con–fundida productivamente con el activismo: «Toda condición intelectual se constituye como condición im/productiva; el saber no se trata en las universidades sino fabrilmente (...). A partir del disciplinamiento fabril que se ejerce mediante el control del “tiempo de trabajo socialmente necesario”, control que la noción de crédito académico ya había adelantado, la forma neoextractivista de la universidad neoliberal ha impuesto la metrología como dispositivo exclusivo para la valorización de nuestro trabajo (...), razón por la cual los indicadores relativos a la productividad académica (reducida a la cuantificación de publicaciones, al fast paper) se han transformado en la vía exclusiva para conseguir becas, fondos para viajes o proyectos, crear o modificar programas, lograr ascensos, o simplemente tener un trabajo (precario o no) en alguna universidad» (2018:6).

Referencias bibliográficas

Antelo, R. (2015). Archifilologías latinoamericanas. Lecturas tras el agotamiento. Villa María: EDUVIM.

---. (2016a). A poesia não pensa (ainda). En Susana Scramim, editora. Alteridades na poesia. Riscos, aberturas, sobrevivências. São Paulo: Iluminuras, 91–155.

---. (2016b). Por un posgrado futuro. Programa para un posgrado futuro. El Taco En La Brea, 1(3), 144–171. https://doi.org/10.14409/tb.v1i3.5447

---. (2017a). A escuta selvagem. Boletim de pesquisa, 17(27), 3–25.

https://periodicos.ufsc.br/index.php/nelic/article/viewFile/1984-784X.2017v17n27p3/34807

---. (2017b). El archivo aturdicto. VIII Jornadas Internacionales de Filología y Lingüística y II de Crítica Genética «Las lenguas del archivo». Conferencia inaugural. La Plata: Universidad Nacional de La Plata. En prensa.

---. (2018). Texto leído en el Workshop Who comes after the subject? Dossier en preparación.

Bal, M. (2018). Let’s Abolish the Peer-review System. media theory. http://mediatheoryjournal.org/mieke-bal-lets-abolish-the-peer-review-system/

Barrancos, D. (2011). Género y ciudadanía en la Argentina. Iberoamericana. Nordic Journal of Latin American and Caribbean Studies, XLI(1/2), 23–39.

Barthes, R. (1972). El grado cero de la escritura. México: Siglo XXI, 1992.

Beigel, F. y Sorá, G. (2017). The Social Sciences and Humanities in Argentina: Cycles and Circuits of an arduous institutionalization. Recent expansion, intra-national asymmetries and uncertain future. En Ch. Fleck, V. Karady y M. Duller, editores. The Institutionalization of the Social Sciences and Humanities since 1945. ReinoUnido: Palgrave MacMillan. En prensa

Bocchino, A. (2016). Ensayar una cita. A tontas, a ciegas, a locas. ¿Para quién escribe el crítico especializado? El taco en la brea, (4), 89–105. https://doi.org/10.14409/tb.v0i4.6007

Bombini, G. (2016). Fantasías de intervención. El taco en la brea, (4), 106–113. https://doi.org/10.14409/tb.v0i4.6008

Bourdieu, P. (1985). Effet de champ et effet de corps. Actes de la Recherche en Sciences Sociales, (59), 2–73.

---. (2001). Science de la science et reflexivité. Cours du Collège de France 2000–2001. París: Raisons d’agir.

Capella, C. (2018). Texto leído en el Workshop Who comes after the subject? Dossier en preparación.

Catelli, N. (2001) Testimonios tangibles. Pasión y extinción de la lectura en la narrativa moderna. Barcelona: Anagrama.

---. (2007). En la era de la intimidad, seguido de El espacio autobiográfico. Rosario: Beatriz Viterbo.

Collyer, F. (2015). Practices of conformity and resistance in the marketization of the academy: Bourdieu, professionalism and academic capitalism. Critical Studies in Education, (56), 315–331.

Cragnolini, M. (2007). Derrida, un pensador del resto. Buenos Aires: La cebra.

---. (2013). Ecce animot, o del quién al qué. Tránsitos derrideanos hacia la comunidad de los vivientes. En Entre Nietzsche y Derrida. Buenos Aires: La cebra, 357–378.

Dalmaroni, M. (2006). Una república de las letras. Lugones, Rojas, Payró. Escritores argentinos y Estado. Rosario: Beatriz Viterbo.

De Diego, J. (2015). Consulta. Investigación CIC–CONICET/INTERCO SSH.

De la Boétie, É. (1574–1576). El discurso de la servidumbre voluntaria. Buenos Aires: Utopía Libertaria, 2008.

Derrida, J. (1972). La dissémination. París: Du Seuil.

---. (1983). Les pupilles de l’Université. Le principe de raison et l’idée de l’Université. Du droit à la philosophie. París: Galilée, 1990, 461–498.

---. (1991). «Il faut bien manger» ou le calcul du sujet. En Elisabeth Weber, editora. Points de suspension. Entretiens. París: Galilée, 1992, 269–301.

---. (1994). Fuerza de ley. El «fundamento místico de la autoridad». Madrid: Tecnos, 1996. Traducción de Adolfo Barberá y Patricio Peñalver Gómez.

---. (2001a). A corazón abierto. En ¡Palabra! Instantáneas filosóficas. Trotta: Madrid, 13–48. Traducción de Cristina De Peretti y Paco Vidarte.

---. (2001b). Escoger su herencia. En Jacques Derrida y Elizabeth Roudinesco. Y mañana qué... Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2002, 9–28. Traducción de Víctor Goldstein.

---. (2003a). Auto-immunités, suicides réels et symboliques. Un dialogue avec Jacques Derrida, La déconstruction du concept du terrorisme selon Derrida. Le «concept» du 11 septembre. Dialogues à New York (octubre – décembre 2001). París: Galilée, 133–244.

---. (2003b). Genèses, généalogies, genres et le génie. Les secrets de l’archive. París: Galilée.

Dick, K. y Ziering Kofman, A. (Dir) (2005). Screenplay and Essays on the film Derrida. Manchester: Manchester University Press.

Dufourmantelle, A. (2014). Conversación con Caroline Broué en La grande Table. Emisión de France Culture, 2 de junio.

Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI, 1989. Traducción de Aurelio Garzón del Camino.

García Canclini, N. (1995). Consumidores y ciudadanos. Conflictos culturales de la globalización. México: Grijalbo.

---. (2018a). Los partidos fracasaron, la precariedad disolvió los pactos sociales y los algoritmos organizan el mundo, ¿ciudadanos? Panel Reflexiones sobre la producción cultural, política y conocimiento en el siglo XXI. Congreso LASA XXXVI, Barcelona.

---. (2018b). La universidad vista desde las culturas de los jóvenes. VII Encuentro Nacional y V Latinoamericano sobre la Universidad como objeto de investigación. Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral. En prensa.

Gerbaudo, A. (2016). Políticas de exhumación. Las clases de los críticos en la universidad argentina de la posdictadura 1984–1986. Santa Fe/Los Polvorines: Universidad Nacional del Litoral/Universidad Nacional de General Sarmiento.

---. (2017). Ante un segundo ciclo de la posdictadura. El Taco En La Brea, (6), 4–8. https://doi.org/10.14409/tb.v0i6.6960

---. (2018). Determinismos no deterministas: internacionalizaciones forzadas, formaciones clandestinas y trabajo precario en la institucionalización de los estudios literarios en Argentina (1958–2015). Coloquio A circulação de paradigmas críticos en Ibero-américa. San Pablo: Universidade de Sao Paulo.

Giordano, A. (2011). Vida y obra: otra vuelta al giro autobiográfico. Rosario: Beatriz Viterbo.

Girbal, N. (2007). Après la crise terminale. Le système scientifique et technologique de l’Argentine (2001–2005). En D. Quattrocchi-Woisson, editora. L’Argentine après la débâcle. Itinéraire d’une recomposition inédite. París: Michel Houdiard Éditeur, 368–382.

Hidalgo Nácher, M. (2018). Texto leído en el Workshop Who comes after the subject? Dossier en preparación.

Louis, A. (2016). Para quién escribimos. Circular, producir, cambiar de lengua. El Taco En La Brea, (4), 120–130. https://doi.org/10.14409/tb.v0i4.6010

Lacan, J. (1975–1976). El Seminario de Jacques Lacan. Libro 23. El sinthome. Buenos Aires: Paidós, 2015. Traducción de Nora González.

Ludmer, J. (1984). Prólogo. En Cien años de soledad. Una interpretación. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1985, 9–12.

Mattoni, S. (2016). La evaluación discreta de los libros. El Taco En La Brea, (4), 131–138. https://doi.org/10.14409/tb.v0i4.6011

Montaldo, G. (2016). Lo que escribimos, los que nos leen. El Taco En La Brea, (4), 139–148. https://doi.org/10.14409/tb.v0i4.6012

Nofal, R. (2012). Cuando el testimonio cuenta una guerra. El hilo de la fábula, (12), 91–101.

Panesi, J. (1998). Las operaciones de la crítica: el largo aliento. En A. Giordano y M. C. Vázquez, compiladorxs. Las operaciones de la crítica. Rosario: Beatriz Viterbo, 9–22.

---. (2003). Polémicas ocultas. Boletín, (11), 7−15.

Pucciarelli, A. y Castellani, A. (2017). Los años del kirchnerismo. La disputa hegemónica tras la crisis del orden neoliberal. Buenos Aires: S. XXI.

Quintana, I. (2016). Dossier ¿Para quién escribimos? El taco en la brea, (4), 86–88. https://doi.org/10.14409/tb.v0i4.6006

Rabasa, J. (2009). Poscolonialismo. En M. Szurmuk y R. Mckee Irwin, coordinadorxs. Diccionario de Estudios Culturales Latinoamericanos. México: Siglo XXI/Instituto Mora, 219–223.

Rinesi, E. (2003) Política y tragedia. Hamlet entre Hobbes y Maquiavelo. Buenos Aires: Colihue.

Rodríguez Carranza, L. (2018). Texto leído en el Workshop Who comes after the subject? Dossier en preparación.

Rodríguez Freire, R. y Tello, A. (2012). Descampado. Ensayos sobre las contiendas universitarias. Santiago de Chile: Sangría ediciones.

Rodríguez Freire, R. (2016). ¿Para quién escribimos? Apuntes para una (im)posible respuesta. El taco en la brea, (4), 149–156. https://doi.org/10.14409/tb.v0i4.6013

---. (2018). La condición intelectual. Informe para una academia. Viña del Mar: Mimesis.

Ronell, A. (2003). The Experimental Disposition. Nietzsche’s Discovery of America (Or, Why the Present Administration Sees Everything in Terms of a Test). American Literary History, 15(3), 560–574.

---. (2004a). Koan Practice or Taking Down the Test. Parallax, 10(1), 58–71.

---. (2004b). Is It Happening? En The Test Drive. Urbana and Chicago: University of Illinois Press, 107–109.

---. (2006). American philo Entretiens avec Anne Dufourmantelle. París: Stock.

---. (2008). Derridémocratie. Colloque International Derrida Politique. París: ENS.

---. (2011). Entretien. En V. Kaufmann, director. La faute à Mallarmé. L’aventure de la théorie littéraire, París: Du Seuil, 290−296.

Sarlo, B. (1996). La duda y el pentimento. Punto de vista, (56), 31–35.

---. (2014). La curiosidad lúcida. Entrevista por Gonzalo Aguilar. Informe Escaleno. htpp://informeescaleno.com.ar/index.php?s=artículos%id=283

Sorá, G. (2003). Traducir el Brasil. Una antropología de la circulación internacional de ideas. Buenos Aires: El Zorzal.

---. (2017). Editar desde la izquierda en América Latina. La agitada historia del Fondo de Cultura Económica y de Siglo XXI. Buenos Aires: Siglo XXI.

1.

El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva fue subsumido como secretaría del Ministerio de Educación el 5 de setiembre de 2018 (decreto 801/2018, Boletín oficial). Creado en 2007, este ministerio había logrado especificidad gracias a la decisión política de impulsar la ciencia y la tecnología como motores del desarrollo durante los «años del kirchnerismo» (Pucciarelli y Castellani; Girbal, 2007). Su licuación (en principio, una degradación simbólica) es correlativa a la que sufrieron los antes Ministerios de Salud y de Trabajo cuyos antecedentes fundacionales pueden situarse en el primer gobierno peronista, como bien recuerda Dora Barrancos en el acto de abrazo simbólico al Polo Científico en Buenos Aires, apenas comunicada la noticia de la reducción de estos tres ministerios a secretarías el 3 de setiembre de 2018.

2.

Esta decisión se comunica en el Boletín oficial con fecha del 10 de setiembre de 2018 (ver «Presupuesto. Decisión Administrativa 1605/2018. Modificación presupuestaria» en

https://www.boletinoficial.gob.ar/#!DetalleNorma/191268/20180910).

3.

Si bien no tengo datos sociológicos sobre el presente, los primeros resultados de una investigación en curso recortada sobre el período 1958–2015 alrededor de la institucionalización y la internacionalización de los estudios literarios en Argentina muestran los efectos paradójicos que las acciones en formaciones de carácter privado y/o clandestinas, el trabajo precario y las internacionalizaciones forzadas provocadas tanto por las dos últimas dictaduras como por las crisis económicas en Argentina tienen sobre la institucionalización de los estudios literarios en el país (cf. Gerbaudo 2018).

4.

Retomo aquí la conocida distinción de Jorge Panesi entre las más bien endogámicas «discusiones» y las «polémicas» que atraviesan y exceden el campo académico.

5.

El término «por–venir» es inescindible de la atención tanto sobre tanto sobre lo incompleto como sobre el carácter incierto del devenir histórico (Derrida 2003a; Derrida en Dick y Ziering Kofman 2005:52–53). Así por ejemplo, la «democracia por–venir» es a los sistemas democráticos lo que la «justicia» es al «derecho» (Derrida 1994): una meta que permite no descansar en la «buena conciencia del deber cumplido» para atender a lo que falta así como a las cristalizaciones que inmovilizan, que impiden parpadear (cf. Derrida 1983) y/o hacer lugar, hospitalariamente, a lo imprevisible, a la emergencia monstruosa del «acontecimiento». La acepción de lo «por–venir» «solicita» cada concepto sobre el que se aplica: lo que interroga, en cada caso, va mucho más allá del lenguaje o de un hacer disciplinar o de un conjunto mayor como las «humanidades». Es otro pensamiento de lo posible (de la vida posible) lo que esta interpelación impulsa. Un pensamiento que hace lugar a lo aún no imaginado, a lo fuera de cálculo, al «acontecimiento» (2003a, 2003b) nunca contenido en las especulaciones más o menos figuradas sobre el futuro.

6.

Se trata del 1er. Coloquio La resistencia a la teoría: literatura, escritura, lectura organizado por el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP/CONICET), la cátedra de Metodología de la Investigación literaria, el Proyecto de investigación «Literatura como lectura en la teoría literaria» y el PIP–CONICET «Resistencias de la teoría» y desarrollado en La Plata el 14 y 15 de setiembre de 2017.

7.

Este término se usa con el sentido derrideano de hacer temblar, desestabilizar, descalabrar, interrogar las certezas alrededor de algo.

8.

Si en textos anteriores justificábamos por qué llamábamos «posdictadura» al período comprendido entre 1984 y 2003 (Antelo 2016b, Gerbaudo 2016), luego interrogamos si no fue aquello un primer ciclo de la posdictadura al que le sigue otro (Gerbaudo 2017). Un segundo ciclo que comenzaría junto con las decisiones tomadas desde el gobierno que ocupa el Estado a partir de diciembre de 2015 y que suponen retrocesos en derechos humanos, laborales, educación, salud, ciencia, tecnología, comunicación, relaciones internacionales, economía, etc.: vuelven a abrirse las heridas nunca del todo cicatrizadas dejadas tanto por el terrorismo de Estado como por acciones que, aún bajo el orden democrático, continuaban las políticas económicas, culturales y simbólicas de la dictadura. Se advertirá, entonces, por qué es imperioso cuidar el modo de nombrar: el término «posdictadura» pretende devolverle espesor a un tiempo transido por huellas de otros. Como José Rabasa cuando esgrime sus razones para hablar de «poscolonialismo», es necesario aclarar que el prefijo «pos» llama la atención sobre «las continuidades y legados» (220) entre un momento y otro: no es, de ninguna manera, la simple referencia a lo que viene después.

TEI – Métopes