Sobre: La memoria de los otros.
Relatos y resignificaciones
de la Transición española en la novela actual, de Violeta Ros Ferrer.
Madrid/Frankfurt: Iberoamericana/Vervuert, 2020.
Daniela Fumis Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ORCID 0000-0002-6082-8737
danielafumis@gmail.com
Para citar este artículo: Fumis, D. (2020). Sobre: La memoria de los otros. Relatos y resignificaciones de la Transición española en la novela actual, de Violeta Ros Ferrer. El taco en la brea, 12 (junio–noviembre). Santa Fe, Argentina: UNL. e0018 DOI: 10.14409/tb.v1i12.9696
Se podría pensar, de comienzo, que el libro de Violeta Ros Ferrer, aparecido en junio de 2020, se sitúa en el lugar del desafío. Ese lugar podría aludir al extraño azar de una pandemia que lo convierte en un libro escrito en un mundo y publicado en otro. Sin embargo, el desafío refiere aquí a la encrucijada teórica del problema que recorta como objeto. El título del trabajo resulta indicativo a ese respecto: la investigación se instala plenamente dentro del amplio espectro de abordajes sobre la memoria histórica que han proliferado en España desde comienzos de siglo, en función de indagar sobre la Transición, uno de los temas de mayor actualidad en la agenda de la crítica académica española. Esta encrucijada, que podría representar la disolución de la potencia de la investigación en una masa descomunal de estudios previos, resalta, por el contrario, la originalidad del trabajo por la eficacia de los instrumentos de los que se vale en términos categoriales y por su habilidad a la hora de la sistematización en un análisis que privilegia lo cultural. En ese diálogo con lecturas más o menos institucionalizadas, el estudio se organiza en dos partes: decide tomar como punto de partida el trazado de un mapa teórico que articula memoria y afecto situando en el centro de esa red el concepto de nostalgia, para proponer a continuación el abordaje de un corpus de novelas publicadas a lo largo de las últimas dos décadas, en el que el andamiaje categorial construido resulta altamente productivo para leer las resignificaciones a las que se alude.
Se sabe que, en la última década, la Transición española ha quedado expuesta como mucho más que un proceso político: es una metáfora, una fábula fundacional, un mito, un cuento, un paréntesis, un lapsus, una fantasía sociopolítica, pero es también una batalla solapada bajo las imágenes de la normalización democrática (en figuras que involucran, por ejemplo, fenómenos como la Movida o el Destape). Sin embargo, tal como el texto de Ros Ferrer explicita, los efectos de la crisis de 2008 y las movilizaciones de 2011 en España fueron la usina de reflexión para la revisión de la Transición en términos de narrativa cristalizada. Desde entonces, las demandas en relación con la memoria se verán transformadas en pos de la problematización: no se trata solamente de la recuperación de lo obturado sino de un esfuerzo por interrogar las condiciones y los límites del proceso en el punto en el que pueden visibilizarse las «continuidades o latencias» de un pasado que no se ha resuelto satisfactoriamente en lo que respecta a políticas de Estado. Esa es la estela en la que se instala esta investigación.
La hipótesis del estudio sostiene que «en torno a los relatos sobre la Transición que nos han sido legados, [ha existido] una hegemonía discursiva vinculada a una perspectiva generacional concreta: la de la llamada generación del 68» (15). No obstante, las generaciones importan en el recorrido solo en la medida en que una mirada generacional puede encarnar una posición diferencial ligada a una vivencia y una actitud comunes, un imaginario y un lenguaje compartidos con relación a la Transición (40). De aquí que regímenes de memoria diversos puedan explicarse en una dimensión intergeneracional. La indagación sobre estos regímenes se sustenta en el estudio con un andamiaje organizado en torno a tres grandes núcleos: la memoria (en un productivo diálogo entre los conceptos clásicos de Halbwachs, Assmann y Hirsch junto a otros como los de Jelin), lo afectivo (a través de un entramado que integra la noción de estructuras del sentir de Williams, los aportes de Labanyi, Ahmed y Berlant junto a la crítica sentimental de la Transición española de Naval) y la nostalgia (con Boym). Como se puede inferir de este entramado, no se trata de descubrir el mecanismo de la ficción en términos de procedimientos narrativos ni de analizar las características de las representaciones culturales convertidas en tópicos, sino de examinar el modo de construcción de las posiciones de los textos en relación con una sentimentalidad dominante. También factible de ser entendida como habitus emocional dominante, esta hegemonía de la memoria comunicativa ligada a lo testimonial de la generación del 68 buscará ser desmontada en clave de presente. En este sentido, la pregunta por quiénes son esos otros del título se responde con otra pregunta, que pone en el eje las nociones de transmisión y de distanciamiento y complejiza la idea de lo social al visibilizar las disputas discursivas desde lo generacional Así, la distinción williamsiana entre dominante, residual y emergente permitirá identificar tres formas del relato de la Transición en función del trabajo que se permiten hacer desde su condición de literatura. En consecuencia, el estudio distingue tres modos de lectura del tiempo transicional según asuman posiciones nostálgicas, reflexivas o críticas y problematizadoras, factibles de ser interpretadas como constituyentes de relatos fundacionales, relatos posfundacionales y relatos emergentes, respectivamente.
El corpus de análisis está compuesto por seis novelas de alta visibilidad publicadas después de 2000. En términos de relatos fundacionales se analizan las novelas Los viejos amigos de Rafael Chirbes y Francomoribundia de José Luis Cebrián, sobre las que se enfatiza la funcionalidad de una sentimentalidad nostálgica que se construye en términos de desencanto en la primera, y de una épica, en la segunda. Como relatos posfundacionales se leen El vano ayer de Isaac Rosa y Anatomía de un instante de Javier Cercas, textos que reescriben el relato heredado en términos de rehabilitación o de cuestionamiento. Por último, como relatos emergentes se abordan El día del Watusi de Francisco Casavella y Daniela Astor y la caja negra de Marta Sanz, novelas que se separan de la concepción binaria y dan lugar a perspectivas ligadas a lo minorizado.
Si 2011 es un año que supone un gozne en las lecturas de la Transición, interrogar los modos del relato para descubrir las redes que sustentan su posicionamiento implícito es una forma de concebir en 2020 la crítica literaria en tanto intervención. Desde aquí se puede volver a pensar no solo en qué hace la literatura con las preguntas de una sociedad sino cómo asume la universidad (en este caso, a través de un estudio resultado de una investigación doctoral) la tarea de visibilizar las fisuras de los discursos que, en lo mediático y en la industria editorial, pueden llegar a mostrarse como una superficie lisa y de plena coherencia. Quizás en ese punto resida el verdadero desafío que el estudio de Ros Ferrer logra superar con creces y nos invita a replicar.
Reseña 297–299