Reseñas

Repúblicas del Nuevo Mundo. el experimento político latinoamericano del siglo XIX, Hilda Sabato

Marcelo Cavarozzi
Universidad Nacional del San Martín – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (UNASM-CONICET), Argentina

Estudios Sociales. Revista Universitaria Semestral

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN: 0327-4934

ISSN-e: 2250-6950

Periodicidad: Semestral

núm. 61, e0011, 2021

estudiossociales@unl.edu.ar

Sabato Hilda. Repúblicas del Nuevo Mundo. el experimento político latinoamericano del siglo XIX. 2020. Ciudad de Buenos Aires. Taurus. 296pp.. 9789877370584


DOI: https://doi.org/10.14409/es.2021.2.e0011

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El notable texto de Hilda Sabato, Repúblicas del Nuevo Mundo. El experimento político latinoamericano del siglo XIX, logra presentarnos magistralmente un conjunto de ideas complejas sobre los procesos entrelazados y contradictorios que sobrevinieron en las comunidades de la América española en el período 1820-1870. Las instituciones y los imaginarios republicanos se desplegaron en espacios que se enfrentaban al desafío monumental de intentar llenar el vacío resultante del desbande del imperio monárquico de los Borbones y el resultante desmembramiento del ordenamiento territorial vigente hasta principios del siglo XIX. Era, obviamente, un contexto muy diferente al de la independencia de los Estados Unidos e incluso de la transición que se dio en el caso brasileño, donde el pasaje se produjo bajo el manto de los Braganca que permitió la relativa continuidad de lazos que organizaban de un modo u otro las comunidades políticas de los territorios que habían sido controlados por los monarcas portugueses y sus funcionarios. Tulio Halperín Donghi y Richard Morse nos han dado algunas de las ideas centrales para contrastar las diferentes rutas.

Centrándose en los temas del juego de las elecciones, la ciudadanía en armas y la opinión pública, la autora nos ilustra acerca de cómo prácticas del estilo de las enunciadas por el Reglamento Constitucional de 1812 en Chile –es decir la soberanía popular, la generación de autoridades por sufragio, la representatividad, la separación de poderes, las garantías individuales y la autonomía total con respecto a las autoridades españolas y continentales—se propusieron construir un orden alternativo. Para ello se centra especialmente en los casos de Perú, Colombia, México, Argentina y Chile aunque también hace referencias a Paraguay, Uruguay, Bolivia, Ecuador y la República Federal de Centroamérica.

Se analizan así los procesos que articularon, con éxitos y fracasos, no sólo la fundación de marcos institucionales de carácter confederal, federal o unitario, sino también la creación de mecanismos que procuraron resolver las disputas facciosas entre actores y, al mismo tiempo, responder a las novedades que resultaban de las transformaciones que se estaban operando en el nuevo concierto de naciones que se estaba definiendo en Europa a partir del fin de las guerras napoleónicas y que estaban produciendo radicales cambios, por un lado, en la conformación del comercio mundial y el mercado de capitales y, por el otro, en el mundo de las ideas.

Resulta fascinante el relato de Sabato en torno a la conformación de procesos electorales que no apuntaban centralmente a la dilucidación de quienes ocuparían la cúpula de las estructuras gubernamentales, sino más bien a la legitimación de redes de intercambio desigual entre las elites y los sectores populares. Para ello resultaban cruciales los «brokers», como los calificó Arturo Valenzuela para el caso chileno, es decir hombres «que no pertenecían a las primeras filas de la dirigencia política sino que operaban en los niveles intermedios y en espacios locales para atraer adeptos y asegurar su participación electoral». Se trataba, entonces, del funcionamiento de redes de arraigo local y operando en escalas reducidas que «solían vincularse a combinaciones políticas más amplias, regionales y nacionales».

La descripción del ritual de las elecciones y la jornada de la votación le permite a la autora analizar como la violencia y las trampas eran componentes centrales del proceso. Si bien se hablaba del voto secreto, nos muestra, que el voto público predominaba con muy pocas excepciones. Los grupos organizados en confrontación generalmente se presentaban al acto, pero «el espacio en torno a las mesas era ocupado por uno de los grupos en pugna que procedía a tratar de impedir el acceso a los otros … la presencia de fuerzas de seguridad no evitaba el choque, pues éstas eran en general recursos usados por los propios partidos en su favor».

Sabato revisa cuidadosamente las contradicciones y tensiones que marcaron los procesos de fundación republicana, en particular la evocación de la soberanía popular y el hecho que «los votantes concretos generalmente representaban un porcentaje relativamente bajo de la población total –con frecuencia en torno al 2 por ciento y casi siempre por debajo del 5 por ciento». En ese sentido, aunque no se interna en el análisis de los efectos de aquellas contradicciones, el texto preanuncia, las «salidas» que se materializarían hacia fines del siglo XIX y principios del XX de los conflictos y tensiones del orden republicano del período analizado, como fueron las guerras civiles de Chile y Colombia, la dictadura y la revolución en México y las novedosas propuestas de ampliación (y construcción) de la ciudadanía que se dieron en Uruguay y Argentina. El texto señala acertadamente que hacia fines del siglo las prácticas electorales fueron crecientemente visualizadas como una de las principales causas de la inestabilidad política que predominó en prácticamente todos los casos, fuera que dicha inestabilidad se manifestara en quiebres institucionales o no. Como bien se esboza, ideas nuevas se difundieron en la región; estas ideas se vinculaban a temas como la transparencia del voto y la conveniencia de que la política recogiera la diversidad y pluralidad de opiniones e intereses. El ideal de unanimidad, apunta correctamente Sabato, fue progresivamente perdiendo vigencia.

El libro se cierra con un párrafo que yo tiendo a interpretar como un interrogante más que como una conclusión: en el siglo XX «las naciones hispanoamericanas ya no dependieron de la república para su subsistencia como comunidades y de hecho cada una siguió trayectorias políticas diferentes que solían alternar formas republicanas de gobiernos con regímenes autoritarios que ignoraban las tradiciones de autogobierno tan valoradas en el siglo XIX». Mis dudas se vinculan a como la búsqueda de la unanimidad, que ciertamente reapareció en el siglo XX tanto en gobiernos abiertamente autoritarios como en los regímenes nacional-populares, se vinculó a las fortalezas y debilidades de las prácticas electorales y las formas republicanas del siglo anterior.

Bienvenido este libro a un amplio universo intelectual, que abre pistas a futuras investigaciones.

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