Reseñas

Reseña de ¡Viva la patria! Nacionalismo y construcción nacional en el mundo iberoamericano (siglos XVIII – XXI)

Daniel Lvovich
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Universidad Nacional de General Sarmiento – Instituto del Desarrollo Humano, Argentina

Estudios Sociales. Revista Universitaria Semestral

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN: 0327-4934

ISSN-e: 2250-6950

Periodicidad: Semestral

vol. 65, núm. 2, e0077, 2024

estudiossociales@unl.edu.ar

De Vega Mariano Esteban, Moreno Almendral, Raúl. Granada, Comares. 2022. Granada. Granada, Comares. 248 pagspp.. ISBN: 978-84-1369-312-5


DOI: https://doi.org/10.14409/es.2023.65.e0077

¡Viva la patria! Nacionalismo y construcción nacional en el mundo iberoamericano (siglos XVIII – XXI). De Vega, Mariano Esteban y Moreno Almendral, Raúl (coords.).

Reseña por Danieñ Lvovich

El volumen compilado por Mariano Esteban de Vega y Raúl Moreno Almendral – ambos profesores en la Universidad de Salamanca, España - resulta de una característica inhabitual en nuestros tiempos, ya que en épocas de una muy notoria especialización de lxs investigadorxs y de decidida fragmentación de sus objetos de análisis, presenta una serie de ensayos interpretativos que recorren las historias de varios países tras las pistas de las problemáticas de la nación y el nacionalismos a lo largo de dos siglos o períodos aún mayores.

Tal como señalan sus compiladores, la obra no es una compilación de trabajos de investigación específicos ni propone una interpretación única, sino que busca configurar un «mapa más o menos polivalente», cuyas contribuciones resulten útiles a los investigadores del campo y expresando, en definitiva, la «heterogeneidad conceptual y de enfoques con la que en el ámbito académico se sigue abordando la cuestión nacional (…) y la densidad, igualmente muy diversa, de la historiografía específica sobre los nacionalismos en cada caso y tema», lo que sin dudas dificulta aunque no impide por completo la comparación y la obtención de conclusiones compartidas. Ambos compiladores postulan la existencia de una serie de ejes que estructuran cada aporte, aunque cada uno de ellos es abordado de modos distintos por los autores. Estos ejes son la problemática de las categorías de análisis empleadas, las preguntas sobre los orígenes de la nación, los efectos de la guerra y la violencia extrema en la articulación de las identidades nacionales; la creación de los relatos nacionales y los artefactos e instituciones que participan de los procesos de nacionalización y, menos explícitamente, la puesta en práctica de diversas metodologías de investigación sobre los fenómenos en cuestión.

El resultado es un libro valioso aunque sumamente heterogéneo, con capítulos basados en perspectivas teóricas muy diferenciadas – aunque con una mayor presencia de referencias a Hobsbawm, Gellner o Benedict Anderson que a Anthony Smith – y abordajes que van desde la crisis de los imperios coloniales hasta el nacionalismo banal, de los procesos de Nation Building al estudio del «nacionalismo de los nacionalistas» y desde las consideraciones sobre la cuestión étnica hasta la consideración de los vínculos entre las migraciones o el populismo con los fenómenos nacionales.

Los primeros seis capítulos son densos estudios sobre casos nacionales específicos, analizados a lo largo de períodos largos, y dedicados en cada caso a objetos diferenciados.

El primero de ellos, a cargo de Fernando Molina Aparicio, se dedica a considerar los fenómenos de nacionalización de las masas en España desde 1808, en los que la guerra y la violencia tuvieron un rol central. Su itinerario parte desde las Guerras de Independencia (1808 – 1814), en la que los fenómenos de movilización se desarrollaron al calor de un lenguaje de apelación a la nación, hasta la Guerra Civil (1936- 1938) en la que la violencia extrema resultó la derivación práctica del nacionalismo esgrimido por los golpistas, sector que negó además la condición nacional de sus enemigos. En las largas décadas franquistas se reformuló el nacionalismo estatal en términos autoritarios, aunque – como en otros escenarios – el despliegue de los medios de comunicación, las migraciones internas y el deporte de masas contribuyó al despliegue de un nacionalismo banal que, en la perspectiva del autor, resulta desde la transición el sustento de la identidad española, ante la renuncia de la democracia española buscar en la historia una narrativa identitaria.

Sergio Campos Matos aborda en su capítulo el caso de Portugal, en una perspectiva que privilegia el examen de las reflexiones de la historiografía y otras ciencias sociales sobre los fenómenos nacionales del país peninsular para intentar explicar las especificidades del nacionalismo portugués. El autor atiende a fenómenos de muy largo plazo - a partir del siglo XV- para dar cuenta de la existencia de identidades culturales y aun de manifestaciones de patriotismo que los modernos nacionalismos activaran selectivamente, afirmando –contra las perspectivas académicas más difundidas – que «ya en la Edad Media se forjó el sentimiento nacional contra el Islam y contra Castilla».

El tercer capítulo es un diáfano ensayo de Pablo Yankelevich y Tomás Pérez Vejo, dedicado a analizar la emergencia y diferenciación de los relatos nacionales mexicanos que debieron articular en su despliegue las narraciones sobre el pasado prehispánico y colonial. Sobre estas bases se desplegaron desde el siglo XIX una narración nacional liberal y otra conservadora, que proponían miradas antitéticas sobre el pasado, distintos «padres de la patria» y hasta modos diferentes de escribir el nombre del país. Los autores reservan un lugar preponderante del texto a la consideración de los modos en que fue tematizada la cuestión indígena, en el marco de un discurso «prehispanista» en el siglo XIX e «indigenista» en el XX, que se articuló desde la Revolución de 1910 con la consagración del mestizo como quintaesencia de la nacionalidad. El texto recorre los debates sobre la cuestión racial en México, desde los proyectos de «blanqueamiento» hasta el multiculturalismo, siempre en vínculo con las apropiaciones de los mitos fundacionales de la nación, en un recorrido que comienza a comienzos del siglo XIX y culmina con los reclamos del zapatismo a fines del siglo pasado.

La cuarta contribución, escrita por César Tcach, se concentra en el devenir del nacionalismo argentino – entendido como ideología inspiradora de corrientes políticas- en particular a lo largo del siglo XX, concentrándose sobre todo en sus vertientes autoritarias y antiliberales vinculadas al nacionalismo católico y a las Fuerzas Armadas, y que alcanzó una influencia muy relevante en las dictaduras militares del siglo XX, Por fuera de este segmento, Tcach constata la presencia de este tipo de nacionalismo como un fenómeno político transversal en el siglo XX argentino, que lo torna presente en distintas fuerzas políticas, determinando que el carácter minoritario de las organizaciones específicamente nacionalistas contraste con su influencia amplia en la cultura política argentina. El capítulo dedicado a Brasil, a cargo de Joao Paulo Pimenta, se basa en dos hipótesis para dar cuenta de la problemática del nacionalismo. La primera, tributaria de la historia conceptual, afirma que en Brasil el concepto de nacionalismo no está presente hasta mediados del siglo XIX, por lo que resulta posterior al surgimiento de un Estado una nación y una identidad brasileños. La segunda es que el nacionalismo brasileño no admitió proyectos alternativos a la matriz brindada por ese Estado, nación e identidad. De este modo, Brasil conoció desde el siglo XIX a comienzos del XXI formas de nacionalismo de muy diversa naturaleza, que pese a sus oposiciones actuaron como refuerzos de aquella matriz secularmente heredada.

Cerrando este conjunto, el capítulo redactado por Andrea Cadelo sobre Colombia recorre la historia del país- y su antecedente colonial desde las reformas borbónicas – intentando dar cuenta de los modos sucesivos de imaginar y representar las identidades colectivas, en particular la nacional, destacando la existencia de dos proyectos antagónicos: el del liberalismo radical y el propio del conservadurismo. El largo antagonismo que recorre la historia colombiana impidió la plasmación de una «comunidad imaginada» abarcativa, aunque la Constitución de 1991, tras la larga experiencia conservadora, reconocerá tardíamente el carácter plural, multiétnico y secular de la nación, más allá de los múltiples conflictos que la han desgarrado por largas décadas.

Los restantes tres ensayos atienden a dimensiones latinoamericanas o iberoamericanas de las problemáticas abordadas por el libro. Manuel Chust ofrece una mirada ricamente erudita y de muy amplio alcance geográfico y temporal acerca de las conceptualizaciones sobre las independencias iberoamericanas, sólidamente arraigadas en los contextos sociopolíticos en los que se desarrollaron las historiografías que las sustentaron; así como de los usos y apropiaciones de aquellos pasados por los distintos nacionalismos. Guillermo Mira Delli-Zoti desarrolla un trabajo en el que con el fondo de las diversidades étnicas de América Latina, las migraciones masivas que recibió la región y – finalmente – la expulsión de miles de exiliados desde el subcontinente, se pregunta por los sucesivos procesos de construcción nacional, y por los modos en que se vieron afectados en la reciente etapa de globalización, que junto a los movimientos masivos de población, fue el escenario de la activación de sectores subalternos que contribuyeron a redefinir, una vez más, los modos de definir la nación. Por último, Fernando López – Alves desarrolla en su capítulo el problema de los vínculos entre nacionalismos y populismos. El autor parte de la constatación de que la emergencia de los que denomina Nacionalismos Populistas en América Latina a comienzos del siglo XXI resultan en buena medida una reacción a las crisis sociales provocadas por las reformas neoliberales de los años noventa en la región, y busca fundar sus afirmaciones sobre las actitudes de la población en amplias encuestas desarrolladas en varias capitales latinoamericanas. Sin embargo, sus conclusiones se empañan por un deslizamiento menos reflexivo y hasta hostil a las experiencias populistas progresistas de América del Sur a las que parece contraponer a la democracia y a las que no concede mérito alguno en el plano de la efectividad de sus reformas sociales.

En suma, ¡VIVA LA PATRIA! resulta un libro caleidoscópico, heterogéneo en su temáticas y enfoques, diverso en cuanto a los métodos y sofisticación de los análisis, que puede resultar muy útil tanto para aquellos que busquen una visión de síntesis de los casos nacionales considerados cuanto para los interesados en considerar de qué modo se operacionalizan los conceptos en debate para el estudio del tan amplio como complejo campo de estudios de las naciones y el nacionalismo.

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