Desafíos de gestión
¿Cómo co–construir y ejecutar agendas participativas hacia territorios más justos y sustentables? Procesos de investigación– acción en el Gran La Plata
How to co–construct and execute participatory agendas to move towards more just and sustainable territories? Action–research processes in the Greater La Plata área
Como co-construir e implementar agendas participativas para territórios mais justos e sustentáveis? Processos de pesquisa–ação na área da Grande La Plata
+E: Revista de Extensión Universitaria
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 2346-9986
Periodicidad: Semestral
vol. 11, núm. 14, 2021
Recepción: 30 Abril 2021
Aprobación: 14 Junio 2021
Resumen: El artículo presenta dos conceptos emergentes de la praxis en procesos de extensión e investigación–acción en el Gran La Plata, Argentina: Agendas Científicas Participativas y Mesas de Trabajo Permanentes. Ambos se basan en diálogos de saberes a la vez que promueven y ejecutan acciones concretas con el objeto de acercar los deseos de la comunidad a políticas públicas más inclusivas, justas y sustentables. Sintetizan una perspectiva desde la comunicación y la educación popular que pretende superar instancias de la crítica y la resistencia para aportar a procesos de transformación. Frente a la multiplicidad de agendas sectoriales para abordar problemáticas territoriales, sociales y ambientales, se expone en este trabajo una iniciativa para producir conocimiento y promover la ejecución de acciones específicas con una perspectiva multidimensional junto a las comunidades implicadas.
Palabras clave: Agendas Científicas Participativas, Mesas de Trabajo Permanentes, universidad, comunidad, ambiente.
Abstract: This paper presents two concepts emerging from praxis in extension and action–research processes in Greater La Plata, Argentina: Participatory Scientific Agendas and Permanent Working Tables. Both are based on dialogues of knowledge while promoting and executing concrete actions with the aim of bringing the wishes of the community closer to more inclusive, fair and sustainable public policies. They summarise a perspective from communication and popular education that aims to overcome instances of criticism and resistance in order to contribute to transformation processes. Faced with the multiplicity of sectoral agendas to address territorial, social and environmental problems, this work presents an initiative to produce knowledge and promote the implementation of concrete actions with a multidimensional perspective together with the communities involved.
Keywords: Participatory Scientific Agendas, Permanent Working Tables, university, community, environment.
Resumo: O artigo apresenta dois conceitos emergentes da práxis em processos de extensão e pesquisa-ação na Grande La Plata, Argentina: Agendas Científicas Participativas e Grupos de Trabalho Permanentes. Ambos se baseiam em diálogos de conhecimento enquanto promovem e executam ações concretas a fim de aproximar os desejos da comunidade a políticas públicas mais inclusivas, justas e sustentáveis. Elas sintetizam uma perspectiva de comunicação e educação popular que visa superar instâncias de crítica e resistência para contribuir para processos de transformação. Diante da multiplicidade de agendas setoriais para abordar os problemas territoriais, sociais e ambientais, este trabalho apresenta uma iniciativa para produzir conhecimento e promover a implementação de ações concretas com uma perspectiva multidimensional com as comunidades envolvidas.
Palavras-chave: Agendas Científicas Participativas, Grupos de Trabalho Permanentes, universidade, comunidade, ambiente.
Introducción
El artículo presenta dos conceptos útiles al trabajo de la universidad junto a la comunidad para aportar a la co–construcción de territorios más justos y sustentables. Se trata de Agendas Científicas Participativas (ACP) y Mesas de Trabajo Permanentes (MTP). Ambos se originan en la praxis de procesos de extensión e investigación–acción en dos zonas del Gran La Plata con elevada vulnerabilidad socioambiental: la más poblada de sus 164 urbanizaciones informales y una zona industrial–residencial en torno a la principal refinería de petróleo del país. Las Agendas, que sistematizan problemáticas y establecen prioridades, se ejecutan en sus respectivas Mesas, espacios de taller abiertos y participativos con el objetivo de aportar a procesos de interaprendizaje,1 intervención y transformación. De este modo se trabaja para revalorizar la palabra, los saberes y las experiencias y aportar insumos a la formulación de políticas públicas en casos de alta ejemplaridad y replicabilidad.
Una trágica inundación ocurrida el 2 de abril de 2013 fue el punto de partida para estos desarrollos, con la iniciativa promovida por un grupo de docentes e investigadores llamada “La Plata con Inteligencia Territorial” con sede en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). En la semana siguiente a la inundación comenzaron los encuentros abiertos a la comunidad para evaluar prioridades para la acción, articulando el conocimiento científico con el saber de las comunidades territoriales, las instituciones públicas y otros actores. La iniciativa contó con la participación de organizaciones sociales y ambientales, instituciones, científicos, docentes y tesistas. La ciudad había sufrido la peor inundación de su historia con la caída de 392 mm de lluvia concentrada en cuatro horas, lo que provocó el desborde de arroyos, el colapso de desagües pluviales, el incendio de un sector de la Refinería YPF, destrozos y pérdidas en viviendas y en la vía pública. A esto se sumaron las complicaciones con la prestación del servicio eléctrico, de agua corriente, de transporte, telefonía y otros, además de los problemas de salud físicos, mentales y emocionales en la población. El saldo más doloroso es el de al menos 89 muertes reconocidas oficialmente.
La situación dejó al descubierto la falta de atención a la problemática del riesgo hídrico, la elevada vulnerabilidad ambiental y el desaprovechamiento de saberes comunitarios y académicos en una de las principales ciudades universitarias del país. El momento del desastre, de un orden que se disloca (Laclau, 2010), de una ruptura del orden cotidiano y de los mundos de vida (Giddens, 1997), requería de todas las colaboraciones posibles para la respuesta inmediata. Pero a la vez, conscientes del aumento en la frecuencia de fenómenos extremos, la realidad reclamaba abordajes más integrales e integradores, con una perspectiva multidisciplinar, con atención a temporalidades y territorialidades, con participación de todos los actores involucrados y con la planificación de acciones a mediano y corto plazo. Los primeros resultados de las reuniones interactores arrojaron cinco ejes cooperativos y complementarios asociados a por lo menos cuatro tipos de relación (con la ciudadanía, con las obras, con el territorio y con la toma de decisiones):
Desde el ámbito científico–académico, una de las principales reacciones fue la de realizar una convocatoria extraordinaria y articular por primera vez la UNLP, la Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires (CIC) y el CONICET para generar la convocatoria específica de Proyectos de Investigación Orientados (PIO) 2014–2016, enfocados a atender emergencias regionales, especialmente hídricas. Allí se consolidó la iniciativa “La Plata con Inteligencia Territorial” en el PIO “Estrategias para la Gestión Integral del Territorio. Vulnerabilidades y proceso de intervención y transformación con inteligencia territorial. Métodos y técnicas científicas ambientales, sociales y espaciales: dos casos en el Gran La Plata”. El proyecto se posicionó desde una ciencia teleológicamente más transformadora, inscripta en un paradigma científico emergente (Sousa Santos, 2009), reconociendo como semejantes los diálogos de saberes (Freire, 1996) entre comunidades, políticos, empresarios, educadores y científicos, para generar teorías y praxis por transformaciones subjetivas, sociales, ambientales y decisionales (Bozzano, 2009). El trabajo continúa hasta la actualidad con nuevos proyectos de Investigación–Acción–Participativa (IAP).
La visión integral e integradora responde a la imposibilidad de disociar comunidad y ambiente en abordajes que, además de un objeto de estudio, se plantean un objeto de intervención y transformación. Un enfoque sistémico permite estudiar las variables de peligrosidad, vulnerabilidad, exposición e incertidumbre que componen la gestión del riesgo (Natenzon, 1995). Allí, las prácticas culturales, el lugar que se habita, las experiencias y las memorias son centrales. En efecto, las condiciones sociales son fundamentales si se considera que los fenómenos naturales pueden representar un riesgo solo si existe una población vulnerable expuesta. Las comunidades no solamente deben ser escuchadas, sino también ser parte de acciones estratégicas. Las memorias del desastre, como destaca Ullberg de Baez (2015) en su trabajo etnográfico en las periferias santafesinas, forman parte de la vida cotidiana tanto del pasado como del presente. En ellas se entretejen solidaridades, conflictos y fragmentaciones, relatos del pasado y expectativa de futuro. Santa Fe, capital de la provincia homónima, sufrió numerosas inundaciones en el último lustro al igual que La Plata. La peor de su historia, ocurrida a fines de abril de 2003, fue abordada en numerosos trabajos académicos y marcó, como en la capital bonaerense, un antes y un después en la vida de la ciudad. También en la activación de un debate en la escena pública, mediática, política y científica: las obras hidráulicas pueden amortizar el impacto de estos fenómenos catastróficos pero no son por sí solas la solución.
El tema no puede considerarse con sesgos por disciplina científica o por oficina pública, que tienden a parcelar saberes y conocimientos. La realidad compleja, contradictoria, solidaria y multidimensional exige abordajes más integrales y, primordialmente, que incluyan a los actores involucrados como protagonistas. Con estas premisas, trabajamos en dos zonas del Gran La Plata: la Cuenca del arroyo Maldonado, en Arana, Altos de San Lorenzo, Villa Elvira y El Carmen; y la Cuenca del arroyo Zoológico y sus derivaciones hacia los canales del Puerto, incluyendo al área de influencia de la Refinería YPF y el Polo Petroquímico en El Dique, Villa Argüello, Villa Nueva, Berisso Centro, Ensenada Centro y Barrio Mosconi (ver Figura 1).
Partimos de investigar y reconocer problemáticas sociales y ambientales desde agosto de 2014 y ya en agosto de 2015 comenzamos a identificar temas de Agendas —luego denominadas ACP— con la participación de actores comunitarios, políticos y empresarios. Junto a ellos, se formaron seguidamente las MTP con el objeto de abordar las problemáticas y trabajar en posibles soluciones.
Seguidamente, el artículo se estructura en cuatro partes y las conclusiones. En principio, se desarrolla la perspectiva teórica transformadora basada en una triangulación con sus pilares en la comunicación, la educación popular y la IAP. Luego se exponen los componentes constitutivos de las ACP y MTP. En el cuarto apartado, ambos conceptos se ejemplifican con las dos experiencias en ejecución actualmente en el Gran La Plata. En tanto, el cierre del trabajo sintetiza el potencial de estos conceptos útiles al propósito de articulación entre universidad y comunidad para nutrir procesos que aporten a territorios más justos y sustentables.
Una perspectiva teórica transformadora
La perspectiva de trabajo dialógica y participativa se diferencia de estudios centrados en presentaciones de datos y mapeos de territorios sin sujetos, de gráficos y estadísticas carentes de identidades, anhelos, luchas y esperanzas. Por el contrario, se procura aquí ver las relaciones, contradicciones, diversidades y conflictividades que permiten profundizar el abordaje y aportar, a su vez, a reorientar proyectos y programas a partir de los deseos y necesidades de las personas. En esa relación dialógica de lo social con lo ambiental se da la construcción de territorios, de sujetos y de subjetividades.
La crítica es de gran importancia, pero a menudo insuficiente para el aporte a la construcción de mayores niveles de autonomía y de justicia (social, económica, ambiental). Por consiguiente, la perspectiva teórica se basa en la realización conjunta de una construcción de conocimiento desde trabajo con la comunidad y una praxis —unidad de teoría y práctica— para la transformación. Esta lógica se fundamenta en tres pilares: la comunicación, la educación popular y la IAP.
Entre las décadas de 1960 y 1970, corrientes de pensamiento que apuntaban a producir conocimiento para la comprensión de injustas realidades latinoamericanas a fin de aportar a transformaciones junto a la comunidad implicada confluyeron en la Educación Popular, la Teología de la Liberación, la Comunicación Alternativa, la IAP y la Filosofía de la Liberación (Torres, 2007). Había en estas corrientes una clara intencionalidad política basada en el fortalecimiento de grupos vulnerados en la concientización de los condicionamientos y estructuras de opresión y las vías alternativas de emancipación. Es por esto que fue nombrado como un paradigma emancipatorio.
De allí la relación entre las corrientes latinoamericanas de Comunicación, IAP y Educación Popular en cuanto a acompañar y promover procesos de transformación mediante la construcción de conocimiento y la comprensión más profunda de procesos, lugares y actores (Bozzano, 2009), en especial de los sectores más vulnerados. La manera de alcanzar esa comprensión, concientización y posibilidades transformadoras es retomando las “palabras generadoras” y practicando un “diálogo de saberes” (Freire, 1973).
Fals Borda (1980, 1986, 2009) y Freire (1970, 1973, 1996) son, en efecto, dos exponentes que se consideran aquí para pensar y ejecutar procesos de transformación junto a la comunidad.
“La vinculación de estos ejes, conocimiento y acción, ha marcado tensiones de esta corriente del pensamiento latinoamericano sistematizadas por Fals Borda cuando hace el balance histórico de la IAP: en primer lugar, la tensión entre teoría y práctica que conduce a un diálogo entre saberes teóricos y saberes prácticos convirtiendo al investigador en un educador desde el principio freiriano de la ‘concientización dialógica’”. (Ortiz y Borjas, 2008, p. 618)
Esta tensión es la que Carr y Kemmis (1988), referentes de la pedagogía crítica, sintetizan en una espiral de reflexión y acción.
Desde esta perspectiva, son centrales los procesos de comunicación y educación, entendidos como prácticas culturales de forma amplia y problematizadora, tanto en la instancia proyectual y de desarrollo como en la devolución de los resultados obtenidos a la comunidad. Para ello, se aplican metodologías específicas orientadas a la implementación de acciones no solo transmisoras de información sino transformadoras de la realidad. En este caso, ACP y MTP (Bozzano y Canevari, 2019).
La acción–reflexión, una unidad dialéctica del proceso transformador, es, según Paulo Freire (1970), central para dar sentido a nuestra praxis, puesto que “la reflexión sin acción se reduce al verbalismo estéril y la acción sin reflexión es activismo”. La praxis concreta en cada territorio y el intercambio constante con los actores con quienes interactuamos debe ir acompañada de instancias de reflexión, de autoevaluación, de vigilancia epistemológica y de reflexión teórica. Así, la próxima acción estará permeada por todas esas fases y se estará co–construyendo un estado nuevo. Desde esta perspectiva, “la educación es comunicación, es diálogo, en la medida en que no es la transferencia del saber, sino un encuentro de sujetos interlocutores, que buscan la significación de los significados” (Freire, 1973, p. 77). Los sentidos se encuentran sostenidos y enredados en la cultura. De allí que sea necesario construir un saber situado que, en palabras de Freire (1970), se proponga desde el “aquí y ahora” del otro y no desde donde el investigador, extensionista o formador, considere que es el punto de partida en el cual deberían encontrarse los sujetos a interpelar.
Respecto de la comunicación, esta es abordada desde la cultura y con una mirada sociosemiótica, “que implica la atención al plano simbólico pero también a las dimensiones materiales e históricas” (Saintout, 2003, p. 21). El hecho de desplazar el estudio de lo mediático a los usos concretos obliga a acercarse al lugar en el cual se produce su sentido, a la comunidad, a los movimientos sociales, a territorios concretos. Entender la cultura como la dimensión significante de lo social, donde se disputan los sentidos legítimos, una lucha no aislada de la conflictividad histórica, nos permite pensar en términos de transformación: “Los procesos de comunicación comienzan a ser mirados como escenario de transformación de la sensibilidad, de la percepción social, de las sensibilidades sociales” (Saintout, 2003, p. 84).
Entonces, comunicación, palabra que deriva de una raíz latina compartida con comunidad —communis— (Kaplún, 1985, p. 64) supone diálogo, relación, intercambio, reciprocidad. Comunicación, como comunidad, expresa algo que se comparte. Entendemos esa puesta en común no siempre como algo armónico sino como una situación donde se hace presente el conflicto. Por consiguiente, ese conflicto es el motor de la transformación. En esta línea, como veremos, las MTP no son un espacio de anulación de conflictos sino de mediación, de negociación y gestión de la diferencia.
Abordar lo ambiental desde este enfoque implica atender a los modos de colectivización en un territorio concreto y reconocer a los sujetos históricamente situados como protagonistas de los procesos de transformación, donde
“el actor de la comunicación deja de ser concebido como el circuito terminal del proceso comunicativo y se le construye como un sujeto histórico, situado, capaz de intervenir en su realidad; ello lleva a plantearse la ubicación espacial y social del actor como mediaciones fundamentales para comprender los procesos socioculturales de la comunicación”. (Reguillo, 1996, p. 80)
Entendida entonces la comunicación como producción social de sentidos y la educación como procesos de formación de sujetos,
“Comunicación/Educación significan un territorio común, tejido por un estar en ese lugar con otros, configurados por memorias, por luchas, por proyectos. Significan el reconocimiento del otro en la trama del ‘nos–otros’. Significan un encuentro y reconstrucción permanente de sentidos, de núcleos arquetípicos, de utopías, transidos por un magma que llamamos cultura”. (Huergo y Fernández, 2000, p. 29)
Se trata de campos que expresan una voluntad de transformación ética y política, a la que Huergo y Fernández (2000) catalogan como de carácter casi profético:
“Las palabras expresan un deseo. ¿Qué hay en la palabra que refleja un deseo? Las palabras Comunicación y Educación expresan una tensión entre presencia y ausencia, que puede ser la fibra misma del deseo. Un deseo entendido como radicalmente desarreglador de un orden, en cuanto que impregna voluntad. Ambas palabras expresan un deseo y a la vez un interés (en el sentido de la racionalidad), plasmado en una voluntad: una voluntad de transformación”. (p. 30)
En esta relación de comunicación, IAP y Educación Popular, se apunta a generar nuevos conocimientos no solo a partir de conocer sino de reconocer las prácticas socioculturales que permitan propiciar una identificación con las acciones estratégicas a adoptar para trazar caminos de transformación. No hay modo, desde esta perspectiva, de que las iniciativas de acción no involucren a la comunidad como protagonista. El proceso es educativo porque propone una reafirmación o una transformación de las prácticas. Reconocimiento e intervención irán de manera simultánea: no existe interpelación o transformación individual ni colectiva si no hay un reconocimiento de los sujetos en aquello que se propone.
Se arriba así a una síntesis del proceso metodológico que implica el diálogo de saberes, entre el reconocimiento de universos culturales y el trazado de acciones estratégicas según horizontes políticos (ver Figura 2).
De este modo, como explica Fals Borda (2009), comunicación, educación y transformación en territorios concretos se interrelacionan:
“El concepto freireano de concientización se transmutó a educación popular con técnicas pedagógicas posmodernas de comunicación inspiradas en filósofos como Habermas (‘acción comunicativa’). La meta de la concientización, revaluada después por el mismo Paulo Freire, ha pasado a ser la organización social y capacitación intelectual para investigar e inducir transformaciones más allá de la escuela misma y en la comunidad”. (p. 311)
Dichos momentos de transformación deben ser creativos, reflexivos y, a su vez, sistematizados. Esto supone un ejercicio analítico constante que no se limita a las prácticas concretas sino que contempla otras dimensiones escalares y temporales con los sujetos y los territorios estudiados
“en una relación sujeto–sujeto y de praxis que pasa, necesariamente, por un movimiento entre el pasado, el presente y el futuro, lo local y lo regional, lo nacional y lo internacional, sin olvidar, por supuesto, la proyección, la planificación, la gestión del futuro y las utopías”. (Saquet, 2019, p. 23)
El significado político y social de la producción intelectual se potencia en esa implicación directa con los sujetos de cada espacio–tiempo.
La escucha, como elemento central de la comunicación, de la IAP y de los distintos planos de la transformación, es valorada como constitutiva del trabajo de campo y de las nuevas proposiciones teóricas y metodológicas. Asimismo, fortalece la generación de teoría basada en las informaciones del campo material, denominada “Teoría fundada” (Glaser y Strauss, 1967). Así nacen dos conceptos —que a la vez son praxis concreta— sobre los cuales se expondrán aquí algunos de sus fundamentos. Estos son: las ACP y las MTP.
Diagnóstico y planificación en ACP
Existen agendas de diversas escalas: municipales, regionales, provinciales, nacionales e internacionales. Estas pueden ser parte del sector público o privado o bien partir de acuerdos entre ambos sectores. En cuanto a las temáticas y fines, son de lo más diversos: sociales, ambientales, gremiales, religiosos, políticos, científicos, culturales, deportivos, turísticos, festivos y muchos otros. El análisis de decenas de agendas de varios países llevó a proponerse un planteo superador de tres aspectos: en primer lugar, de agendas con fuertes sesgos sectoriales que no se ajustan a la realidad compleja; en segundo lugar, de agendas que se formulan pero no se ejecutan o lo hacen en escasa medida; y en tercer lugar, de la mirada de microcasos para ser replicables en otras latitudes.
La ACP es un modo de diseñar y planificar, junto a las comunidades con las que se trabaja y con base en resultados de diagnósticos e investigaciones participativas, una organización de objetos, objetivos y tiempos. Los relevamientos, los análisis y, finalmente, los temas a incorporar en la agenda son acordados en encuentros abiertos y, a la vez, quedan sujetos a ajustes, agregados y nuevas decisiones en cuanto al orden de prioridades. Se identifican entonces tres características distintivas:
Sus visiones integrales, integradoras e integradas de las problemáticas en tratamiento.
La voluntad de aplicación.
Su ejemplaridad y replicabilidad.
El concepto de ACP se asienta en desarrollos previos con énfasis en la perspectiva participativa. Entre ellos, la Agenda de Transformación, basada en teóricos de la transformación como Ilya Prigogine (1996), Erik Olin Wright (2015) y Boaventura de Sousa Santos (2009), entre otros. Esta producción científica es propia de la red científica latinoamericana Territorios Posibles, Praxis y Transformación, con sede en la UNLP. Otro de sus orígenes es la Agenda de Transición Socio–Ecológica, que se concentra en macro y mesoprocesos de índole social y ecológica y apunta a reorientar prácticas propias de la destructiva etapa capitalista actual con nuevas iniciativas más respetuosas de la comunidad y el ambiente. En esta línea, se retoman iniciativas de la International Network of Territorial Intelligence (red INTI), con su nodo central en la Universidad de Besanzón, Francia.
Como señalan Bozzano y Canevari (2019), estas agendas integrales, además de promover soluciones a las problemáticas abordadas, aspiran a construir una gobernanza más plural y democrática:
“Persiguen una visión de macrotransformación —subjetiva, social, ambiental y decisional— más allá de las microtransformaciones que aporta cada una acerca de las actividades y acciones concretas que se acuerden ejecutar. La pretensión es que los temas de agenda deriven en políticas de Estado o políticas públicas y que los sujetos partícipes sean coautores de esas políticas. No se trata de suplantar el rol del gobierno ni reemplazar ciudadanos, sino de contribuir con conocimiento y vectores de decisión propios de Teorías de la Transformación, con frecuencia algo ausentes en la burocracia, en los partidismos políticos y en el mundo empresario”. (p. 33)
Las ACP, además de ordenar, organizar y establecer prioridades, son pensadas y concebidas para luego ejecutar decisiones mediante micro, meso y macroacciones. Determinan propósitos emergentes de diagnósticos participativos en situaciones sobre las que se pretende incidir al establecer acciones para alcanzar escenarios deseados. Exigen abordajes multidisciplinares puesto que se trabaja sobre las condiciones objetivas del entorno y las subjetivas de los actores. Como señala Saquet, el desafío es aprehender, comprender, representar y explicar los territorios con sus territorialidades (conflictos, disputas y contradicciones) y temporalidades (ritmos) en un proceso co–constitutivo que interpele e identifique:
“la organización, la movilización, la lucha, la resistencia y la acción política tienen que ser, al mismo tiempo, formativas e informativas, continuas y participativas, críticas y reflexivas, implicando al máximo a los sujetos de cada proyecto, tiempo y territorio, creando redes de cooperación, sinergia y solidaridad, desde los diferentes sujetos y una intensa y sistemática participación popular”. (2019, p. 24)
Se exponen, a continuación, los seis componentes constitutivos del concepto de ACP, definiciones nutridas de la práctica tras 37 Mesas de Trabajo y 120 reuniones intermesas.
Acciones estratégicas y horizontes políticos en MTP
Las MTP nacen como técnica en 2016 y fueron enriqueciéndose sobre la práctica. Su surgimiento se debe a la combinación de la pretensión de operacionalizar las ACP y la demanda de referentes de organizaciones sociales. Se llevan adelante una vez al mes con sede rotativa para que el lugar no condicione la participación ni apropiación de los encuentros. La convocatoria apunta a promover la incorporación de actores comunitarios, políticos, empresarios y docentes, extensionistas e investigadores de diversas disciplinas a trabajar sobre una agenda concreta bajo tres premisas:
Es un espacio para reflexionar sobre problemas que necesitan abordajes colectivos.
Debe promover la identificación, diálogo y respeto, haciendo circular democráticamente la palabra.
Las acciones acordadas son para el mejoramiento de las condiciones de vida y del ambiente.
Así como las ACP se nutren de experiencias previas, las MTP también reconocen algunas de sus condiciones de producción. Las Mesas condensan, enriquecen, validan y hacen uso del diálogo de saberes. Su funcionamiento se asemeja a grupos de discusión o Focus Group, pero no se trata solo de espacios constructores de conocimiento sino de acción y transformación. Los temas a tratar en cada encuentro son definidos previamente por el colectivo participante. Si bien está presente la figura de un moderador, su rol no es de entrevistador con preguntas al grupo, sino el de facilitador de un intercambio de definiciones y posiciones para abordar las problemáticas que los atraviesan. A su vez, las Mesas no se realizan esporádicamente o para un estudio particular, sino que se sustentan mes a mes de manera ininterrumpida. A menudo las mismas funcionan como espacios de taller, siempre sistematizados en un afiche que se desarrolla durante el transcurso del encuentro.
Participativas y reflexivas, las MTP ponen en diálogo teoría y práctica. Su nombre nació de referentes de organizaciones de los barrios donde se aplicó por primera vez tras un año de relevamientos con diversas técnicas de recolección de datos y otro año de fortalecimiento de vínculos y gestión para que los encuentros fueran posibles. En las MTP se reconocen, como señala Mata (2006), las prácticas comunicativas como espacios de interacción entre sujetos inmersos en procesos de producción de sentido. De este modo, la Mesa es un espacio de encuentro, integrador de saberes y proyectos que, con el tiempo y el fortalecimiento de relaciones de confianza, apunta a consolidarse como un espacio de reflexión y de acción.
Procuran aplicar mecanismos de transformación “intersticial y simbiótica” (Wright, 2014). Es decir, con luchas en la construcción de alternativas por los intersticios desde los movimientos sociales así como en el terreno del Estado. En este sentido, previo al comienzo de las MTP se realizó una docena de reuniones de trabajo abiertas en el barrio (acciones bottom–up). También se dialogó y comunicó a máximas autoridades de la UNLP, la provincia y el municipio, sobre el proceso de IAP y las iniciativas propias de la extensión universitaria (acciones top–down). Se trata de una convivencia de estrategias de gestión simultáneas bottom–up y top–down2 con la participación activa de los actores involucrados.
Las MTP son praxis, metodología científica constructora de conocimiento, y acciones transformadoras de la realidad. Por lo cual es central la articulación con los actores en territorio así como con las organizaciones y redes preexistentes. El papel de las organizaciones de base es clave en la obtención y utilización del conocimiento y en la ejecución de la praxis. En palabras de Fals Borda (2009):
“Sin esa organización no se habría ido tan lejos, ni se habrían obtenido los datos con la profundización necesaria, ni éstos habrían tenido la trascendencia y utilidad política que alcanzaron. Pero esto también dependía del tipo de organización y de la naturaleza de las relaciones establecidas entre los investigadores y las bases”. (p. 278)
En las MTP, la co–construcción de nuevo conocimiento se basa en la escucha, el diálogo, el disenso y los acuerdos. Se contemplan también como motor de procesos de transformación las disputas y los conflictos siempre presentes en las arenas sociales. Si bien los científicos son promotores y mediadores de las iniciativas, con participación de políticos, empresarios y otros actores, los protagonistas son dos: los ciudadanos como tales o como parte de organizaciones de la sociedad civil, y el ambiente, que no habla nuestro idioma pero lo hace en el suyo. En cada MTP pueden abordarse lecturas descriptivas, perceptivas, históricas, prescriptivas, interpretativas, propositivas, inteligentes, transformadoras y/o virtuosas.
El modus operandi consiste en un encuentro mensual o con la periodicidad que se acuerde y con sede rotativa o en un espacio público. Se basa en un temario de discusión de problemas identificados previamente en procesos de investigación participativa con el fin de trabajar en acuerdos orientados a desarrollar acciones para encontrar caminos, alternativas o soluciones. Su sistematización se realiza con grabaciones de audio además de en afiches y minutas elaboradas en el momento. Estos registros se leen y se aprueban al cierre de cada Mesa para confirmar si dan cuenta de posturas, acuerdos y desacuerdos establecidos entre los participantes.
El desarrollo de una MTP implica acciones particulares antes, durante y después de su ejecución. Cada encuentro tiene su trabajo previo de planificación y convocatoria. Luego se concreta en una reunión que normalmente tiene una duración de dos horas, aunque en ocasiones se ha prolongado a tres y hasta cuatro horas. Es importante conseguir que la palabra circule, evitar largos monólogos donde algunos actores se apropian del espacio y no posibilitan la interacción. Finalmente, entre uno y otro encuentro existe una etapa de trabajo para avanzar con las responsabilidades asumidas por las partes, para cumplir con los acuerdos establecidos y para que la Mesa siguiente comience con avances, con micrologros que posibiliten seguir construyendo confianza y más transformaciones virtuosas que viciosas. El tiempo intermesas implica un fuerte trabajo de campo, de reuniones técnicas y de intercambio con los actores participantes.
Respeto, compromiso y cooperación son tres cualidades que deben ser cuidadosamente protegidas. Estas permitirán la sostenibilidad del espacio, lo cual exige ejercicios de mediación constantes para la coherencia, viabilidad y factibilidad de diálogos y acciones. Cada acción responde a objetos de transformación donde los sujetos son protagonistas en un proceso dialógico. Las Mesas incorporan pensamiento, reflexión y elucubración teórica, superándose así la incidencia de cada una de ellas por separado para promover la decisión: la acción con reflexión. El objeto es siempre polidisciplinario (Morin, 1965) y con poliactores (científicos, vecinos, políticos, etc.), como también lo son las acciones.
De este modo, las MTP vinculan teoría y praxis como un proceso dialéctico que se retroalimenta y que produce un estado nuevo. Solo si se entiende la realidad como una construcción humana será posible deconstruirla para reconstruir un orden nuevo a partir de la praxis. No nos referimos a transformaciones solo en el plano material, sino que atravesamos procesos de reflexión sobre la práctica para reconocer transformaciones en el plano de lo simbólico–cultural.
Agendas y Mesas. Dos experiencias en ejecución en el Gran La Plata
Del intercambio y discusión teórica entre redes académicas y la propia práctica, tras dos años de trabajo en las mencionadas dos zonas del Gran La Plata, en 2016 nacieron las dos agendas que continúan en ejecución, cada cual con sus objetivos, temas, tiempos, territorios y actores.
La Agenda “Territorio, industria y ambiente” persigue el objetivo de sensibilizar, concientizar y reducir gradualmente año a año la contaminación ambiental en torno al polo petroquímico y la refinería más grande del país, ubicada en Ensenada. Esta Agenda se encuentra institucionalizada en el marco del Observatorio Medioambiental La Plata (OMLP)), iniciativa mancomunada entre la UNLP , el CONICET y la CIC que igualmente cuenta con la participación de representantes científicos, instituciones públicas, organizaciones sociales y empresas. Forman parte de ella hasta el momento docentes, investigadores y extensionistas de la UNLP, organizaciones sociales, el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible, la Autoridad del Agua, la Defensoría del Pueblo, el Ministerio de Infraestructura, funcionarios de los municipios de La Plata, Berisso y Ensenada e YPF.
La Agenda “Puente de Fierro Territorio Posible” tiene el objetivo de mejorar las condiciones ambientales y sociales de barrios populares con alto riesgo de inundación debido a las características de su ubicación, condiciones de infraestructura y de construcción de las viviendas. Para ello se seleccionó un caso muy significativo del Gran La Plata donde habitan alrededor de 5000 personas, situado en la Cuenca del arroyo Maldonado: el barrio Puente de Fierro, en la Delegación Altos de San Lorenzo de La Plata. Participan organizaciones barriales, docentes, investigadores y extensionistas de la UNLP, la Defensoría del Pueblo, funcionarios de la Municipalidad de La Plata, de la provincia de Buenos Aires y diversos programas de la Nación.
Ambas agendas se nutren de resultados del PIO “Gestión Integral del Territorio” desarrollado en La Plata, Berisso y Ensenada, y del trabajo sostenido en talleres participativos y MTP. Las Agendas son marcadamente diferentes entre sí, no solo por sus temáticas sino también por sus niveles de complejidad de aplicación. Fueron identificados 30 temas a incluir en la ACP “Territorio, industria y ambiente” y 28 en la ACP “Puente de Fierro Territorio Posible”, tal como se presenta en las Tablas 2 y 3.
Al mes de diciembre de 2019 se realizaron 81 MTP en La Plata, Berisso y Ensenada, de las cuales 42 fueron en “Puente de Fierro, Territorio Posible” y 39 en “Territorio, Industria y Ambiente”. Durante 2020 y 2021 los encuentros presenciales se discontinuaron producto de las restricciones sanitarias por la pandemia de COVID–19, aunque la red y la lógica de funcionamiento construido se consolidaron para el intercambio constante por plataformas digitales, el fortalecimiento de una red de autocuidado y el seguimiento de la situación epidemiológica. Si bien las Mesas continuaron con menor periodicidad, el contexto obligó a intensificar la interacción virtual y la producción de piezas comunicacionales.
En las MTP participan actores académicos, comunitarios, institucionales y empresarios. En el primer caso, las Mesas se nutren de la participación de docentes, investigadores y extensionistas desde diversos proyectos e iniciativas donde se destacan integrantes de la Red Científica Territorios Posibles, Praxis y Transformación, el Proyecto de Voluntariado UNLP “Mesas de Trabajo en Puente de Fierro”, el Observatorio Medioambiental La Plata, las cátedras de Medicina Social de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP, la Clínica Jurídica de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP, el Laboratorio Ambiental de la Universidad Nacional de Lanús, y el Plan RRI “Reducción del Riesgo de Inundaciones” de la UNLP y la Municipalidad de La Plata.
Los actores comunitarios, en representación de organizaciones o no, participan cada cual desde su identidad, pero aunando esfuerzos que se traduzcan en aportes a los proyectos en común. Son protagonistas no solo en las Mesas, sino también en reuniones técnicas, presentaciones de iniciativas, experiencias y resultados. De este modo, han participado de congresos y eventos en universidades públicas, en el CONICET, en encuentros de trabajo con actores institucionales y en medios de comunicación. Identificamos 25 organizaciones que asisten o han asistido a la MTP “Puente de Fierro Territorio Posible”3 y 20 a la MTP “Territorio, industria y ambiente”.4
La participación de actores institucionales es más dispar. Las diferencias en sus tiempos y en sus expectativas son un desafío a gestionar para promover mayor compromiso y sostenibilidad, pero también la naturaleza más o menos ejecutiva de cada una, sus posibles enfoques sectoriales que no le permitan involucrarse en otros temas asociados o bien su acotamiento a límites territoriales de incumbencia. Han participado dependencias de los municipios de La Plata, Berisso y Ensenada, de la provincia de Buenos Aires (como el Organismo Provincial de Desarrollo Sostenible, Defensoría del Pueblo y Fiscalía de Estado), y nacionales (como la Dirección Nacional de Vialidad y la Agencia de Administración de Bienes del Estado). También instituciones educativas, como el Centro de Formación Profesional 423, la Escuela de Enfermería del Hospital San Juan de Dios, el Bachillerato de Adultos con Orientación en Salud, y diversas dependencias de la Universidad Nacional de La Plata.
La incorporación de actores empresarios ha sido con menor grado de actividad y compromiso. Lo han hecho en puntuales oportunidades representantes de la Refinería YPF, el Consorcio Regional del Puerto La Plata, así como las empresas Austral Construcciones, ESUCO Ingeniería, WW Ingeniería, Oxbow–Copetro y NTH Hnos. de Chivilcoy. La participación de cada una de ellas es central en ciertos casos donde sus acciones son especialmente importantes para las personas y el ambiente que contempla la MTP.
Temas de resolución compleja, estructurales, con múltiples intereses, interlocutores, pujas de poder y recursos económicos en disputa requieren indefectiblemente de abordajes a mediano y largo plazo. Tal es el caso de los 11 km de prolongación de la autopista Buenos Aires–La Plata sobre humedales de Berisso y Ensenada, la descontaminación de los canales del Puerto La Plata o el saneamiento integral de las aguas de un barrio popular. Por lo tanto, Agendas y Mesas abordan a la vez microobjetos puntuales, concretos, humildes, sobre temas que se acuerdan y que permiten obtener avances significativos para los actores participantes. Esa combinación multiescalar habilita la formulación de lo que Eric Olin Wright (2014) llamó utopías reales o aquí llamamos horizontes de transformación, a la vez que promueve la participación y el deseo al concretar pequeños logros (entre inercias, burocracias y tropiezos) para no caer en frustraciones o sensación de pérdida de tiempo con planteos teóricos que poco se acercan a las realidades y territorios vividos.
A fines de 2019 reconocimos, en sendas MTP, 12 acciones centrales (Bozzano y Canevari, 2020) además de decenas de microacciones paralelas: 1) Tratamiento de efluentes (hidrocarburos) con quitosano en una zona industrial; 2) Creación de un Centro de Formación Profesional en una urbanización informal; 3) Realización de un Censo en una urbanización informal; 4) Sensibilización y debate de alternativas de la prolongación de Autopista Buenos Aires–La Plata en seis localidades; 5) Elección de estilos y componentes de dos plazas y una canchita de fútbol en una urbanización informal; 6) Concepción y realización de una revista en una urbanización informal; 7) Atención a la problemática de gestión de residuos en una urbanización informal; 8) Implementación de un sistema de Vigilancia Epidemiológica; 9) Ejecución de prueba piloto de construcción social e ingenieril de veredas en una urbanización informal; 10) Freno al desalojo de una urbanización informal; 11) Creación de un Club Ambiental en una urbanización informal; 12) Mejoramiento de condiciones ambientales en una localidad.
Conclusiones
En la articulación entre universidad, comunidad y ambiente: ¿cómo co–construir y ejecutar agendas participativas hacia territorios más justos y sustentables? Esta pregunta que se planteó el artículo puede encontrar múltiples respuestas. Desde un posicionamiento teórico, que considera a los actores sociales como verdaderos protagonistas en los procesos de transformación de sus realidades, se propone aquí una alternativa basada en el conocimiento, reconocimiento y el planteo y ejecución de acciones estratégicas. ACP y MTP no son entelequias sino productos de la reflexión–acción y continúan nutriéndose de la praxis sostenida, a la vez que pretenden contribuir a aquellas otras múltiples respuestas posibles que tiene la pregunta inicial.
Estas metodologías participativas buscan la posibilidad de generar iniciativas donde la universidad junto a los pilares sociedad, Estado y mercado promueva una valorización y diálogos de saberes de los cuales deben surgir lo que Bozzano y Canevari (2020) definen como “diálogos de haceres”. Es decir, esos saberes sistematizados que nutren una agenda se vuelven útiles a la discusión y toma de decisiones. Los saberes sin haceres no alcanzan todo su potencial, en tanto que haceres sin saberes desembocan en voluntarismos. Por eso la ACP no es viable sin MTP u otras técnicas participativas, ni a la inversa.
Cada iniciativa desde esta perspectiva teórica y con esta metodología aporta a la constitución de verdaderos sujetos partícipes de los procesos. En el reconocimiento y la revalorización de saberes y experiencias no validados institucionalmente es donde radica la mayor fuerza de los encuentros. También se funda allí el potencial transformador en espirales de reflexión y acción dialógicos. Agendas y Mesas no pretenden reemplazar a otros actores sino que, por el contrario, buscan interactuar con planes y programas de gobierno y con acciones e iniciativas de ciudadanos y organizaciones de base.
No existen hechos sociales que no sean relacionales, situados y con correlaciones históricas. Es en los espacios físicos y los lugares donde ocurren las dinámicas, contradicciones, conflictos, los procesos políticos y sociales. De allí que sea imperioso abordar esas realidades de manera integral y reconociendo experiencias, prácticas y saberes de los actores involucrados. En ese sentido, se despliega un compromiso profundo, puesto que la articulación con actores de la comunidad no se termina en un relevamiento, en un taller o en una acción. En los casos de La Plata, Berisso y Ensenada, las MTP se realizaron con una periodicidad mensual, pero entre cada encuentro se llevó adelante un trabajo intermesas, de reuniones, charlas y recorridos por los barrios. Esta construcción tampoco puede acotarse a los tiempos de una convocatoria de proyectos de universidades o fuentes de financiamiento. Debe trabajar en la interpelación e identificación de los actores participantes, de modo que se asegure su continuidad más allá de actores particulares.
Las personas y organizaciones junto a quienes trabajamos, o la situación global por la pandemia de COVID–19, no coinciden con tiempos de proyectos, programas o cátedras universitarias. Tampoco con las temporalidades signadas por las elecciones y cambios de gobierno. La realidad reclama la continuidad y el sostenimiento de las redes que trabajan sobre los posibles problemas y en la búsqueda de soluciones para transformar realidades hostiles. En ese camino, los aprendizajes son constantes, principalmente a partir de lecturas e interpretaciones de numerosos obstáculos y dificultades.
Durante estos años de recorrido existieron nuevas experiencias de MTP que se basan en las iniciativas y reflexiones expuestas: 7 en “Soberanía Alimentaria” en Berisso, Buenos Aires; 5 en “Mi lugar, mi vivienda” en San Juan; 4 en el barrio Nueva Chubut (Puerto Madryn, Chubut); y 3 en “Las Chacritas” (Esteban Echeverría, Buenos Aires).
La construcción de vínculos de confianza que hacen factible el funcionamiento de las MTP se basa en la constancia de su ejecución ininterrumpida. Allí, las transformaciones no son solo del plano material, como parecen marcar los ítems presentados, sino en el terreno donde se articulan interpelaciones que constituyen a los sujetos e identidades colectivas. En ese sentido, el énfasis no está solo en los resultados puntuales a alcanzar sino en los procesos. Más allá de las microtransformaciones que aportan cada una de las actividades y acciones concretas que se acuerden ejecutar, persiguen una visión de macrotransformación —subjetiva, social, ambiental y decisional— (Bozzano, 2009).
La perspectiva de trabajo implica mantener un horizonte transformador, pero este debe ser, además, ejemplar y replicable a través de procesos de comunicación. Esto supone la reflexión sobre la acción para producir nuevos conceptos, nuevas herramientas para abordar realidades que, con sus diferencias y matices, se repiten en América Latina y otros territorios vulnerados en el mundo. No se trata de un manual a seguir sino de cajas de herramientas que se resignifican sobre la base del punto de partida y de los protagonistas que son los actores comunitarios, dispuestos a transformar y transformarse en procesos dialógicos y participativos.
Referencias bibliográficas
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Notas