Intervenciones

La reconstrucción histórica como herramienta de diagnóstico: saberes y sentires desde un enfoque de comunicación

Historical reconstruction as a diagnostic tool: knowledge and feelings from a communication approach

Reconstrução histórica como ferramenta de diagnóstico: saberes e sentimentos a partir de uma abordagem comunicacional

Priscilla Mena García
Universidad Nacional, Costa Rica
Alejandra Ávila Artavia
Universidad Nacional, Costa Rica
Marta Vargas Venegas
Universidad Nacional, Costa Rica
Ángel Ortega Ortega
Universidad Nacional, Costa Rica

+E: Revista de Extensión Universitaria

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN: 2346-9986

Periodicidad: Semestral

vol. 12, núm. 16, e0011, 2022

revistaextensionunl@gmail.com

Recepción: 31 Marzo 2022

Aprobación: 24 Mayo 2022



DOI: https://doi.org/10.14409/extension.2022.16.Ene-Jun.e0011

Resumen: Los proyectos en la Universidad Nacional de Costa Rica integran la docencia, investigación y extensión, y permiten promover desde una visión holística la participación de diferentes actores sociales involucrados. Este artículo presenta la experiencia del proyecto: “Erosión costera, geodinámica regional y gobernanza para la gestión del riesgo socioambiental en el Caribe Sur de Costa Rica”, que aborda la reconstrucción histórica como técnica para aproximarse a las percepciones que distintos actores tienen sobre eventos locales a través de entrevistas en profundidad y la revisión de documentos escritos por líderes y lideresas de las comunidades.

Además, se comentan los aprendizajes de la extensión generados en el marco de la pandemia de COVID–19 y los desafíos para la universidad al asumir los planteamientos de la extensión crítica. Esta forma de trabajar potencia la diversidad de miradas sobre problemáticas sociales al centrarse en la comunicación entre actores sociales.

Palabras clave: extensión universitaria, participación, diagnóstico, reconstrucción histórica, comunicación.

Abstract: The projects at the National University of Costa Rica integrate teaching, research and extension, which allows promoting of the participation of different social actors from a holistic view. This article presents the experience of the project: “Coastal erosion, regional geodynamics and governance for socio–environmental risk management in the South Caribbean of Costa Rica”, which addresses historical reconstruction as a technique to approach the perceptions that different actors have about local events. , through in–depth interviews and the review of documents written by leaders of the communities.

In addition, the extension learning generated in the framework of the COVID–19 pandemic and the challenges for the university in assuming critical extension approaches are presented. This way of working enhances the diversity of views on social problems by focusing on communication between social actors.

Keywords: university extension, participation, diagnosis, historical reconstruction, communication.

Resumo: Os projetos da Universidade Nacional da Costa Rica integram a Docência, a Pesquisa e a Extensão, os quais permitem promover, desde uma visão holística, a participação de diferentes atores sociais. Este artigo apresenta a experiência do projeto: "Erosão costeira, geodinâmica regional e governança para gestão de riscos socioambientais no Caribe Sul da Costa Rica", que aborda a reconstrução histórica como técnica de abordagem às percepções que diferentes atores têm sobre eventos locais, por meio de entrevistas em profundidade e da revisão de documentos escritos por líderes das comunidades. Além disso, são apresentados os aprendizados de extensão gerados no âmbito da pandemia do COVID-19 e os desafios para a universidade ao assumir abordagens da extensão crítica. Essa forma de trabalhar potencializa a diversidade de visões sobre os problemas sociais ao focar a comunicação entre os atores sociais.

Palavras-chave: extensão universitária, participação, diagnóstico, reconstrução histórica, comunicação.

Introducción

Cuando la comunicación se traduce en algo más que un intercambio, se abren las fronteras hacia la creatividad que surge a partir de las nuevas emergencias; y esa creatividad es colectiva en tanto el conocimiento tácito y empírico se transforma y nos transforma, alejándonos de ideas preconcebidas y fijas. Es aquí donde el diálogo trasciende, donde se visibiliza la otredad y la libertad de conocer y reconocer las ideas, creencias y el sentido que la experiencia humana da a los procesos extensionistas.

El artículo tiene como propósito exponer las posibilidades que ofrecen los procesos de extensión universitaria al posicionarse desde una visión crítica y ampliamente participativa que propicie la comunicación dialógica con el fin de adaptar técnicas diagnósticas en diferentes contextos y realidades. Se muestra cómo se elaboró la técnica de reconstrucción histórica en el proceso de diagnóstico y su adaptación metodológica en el trabajo comunitario que se realizó en el período 2020–2021 en las comunidades de Puerto Viejo y Manzanillo, en Limón, Costa Rica, para responder a condiciones particulares, como, por ejemplo, las presentadas en el marco de la pandemia de COVID–19.

El hecho de acercarse a las comunidades desde sus propias realidades, sus experiencias, sentires y saberes, representa un enorme reto para las personas extensionistas en el marco de la academia, pues, en entornos dinámicos y diversos es incierta la forma en la que actuarán las comunidades frente al proceso de extensión, así como las condiciones presentes para aplicar metodologías participativas. Las experiencias previas con estos acercamientos y las prioridades en la atención de las necesidades más inmediatas son factores críticos en el resultado del proceso.

La emergencia suscitada en 2020 por causa de la pandemia se mostró como un elemento particularmente disruptivo que motivó la reorganización y la transformación del método y las técnicas que se implementaron en el trabajo con las comunidades mencionadas, pero, muy en particular, la de reconstrucción histórica. Las prioridades ciudadanas se enfocaban en la inmediatez de sus condiciones económicas y sociales y los temas de erosión costera y gestión del riesgo no eran su interés prioritario.

Este artículo se organizó con el objetivo de recuperar los resultados que surgieron de la experiencia del trabajo y que generaron una serie de reflexiones académicas en torno a los aprendizajes, tanto para el equipo extensionista como para los actores sociales, a partir de la aplicación de la reconstrucción histórica como una herramienta metodológica en la elaboración de un proceso de diagnosis participativo en el marco de la pandemia de COVID–19. También se explican la metodología utilizada en dicho proyecto, el abordaje teórico que nos acerca a los temas de gobernanza, extensión crítica, participación, diagnóstico participativo y reconstrucción histórica; así también se comparten los aprendizajes desde las prácticas extensionista, los sentires de las personas entrevistadas y de la organización comunal y coordinación institucional.

Contextualización del proyecto que da origen a la experiencia

La gobernanza se origina en la necesidad de dar respuesta a retos que enfrenta la sociedad. Hoy, los mayores desafíos siguen siendo de corte social; es decir, los que afectan directamente a las personas en su dignidad y bienestar integral. El Informe Estado de la Nación, Costa Rica, 2021, señala:

“los costos económicos de reposición por daños ocasionados a raíz de eventos hidrometeorológicos con declaratoria de emergencia alcanzaron cerca de 634.940 millones de colones (...) Uno de los sectores más perjudicados por estos eventos es la vivienda residencial en zonas en las que ya se sabían estaban expuestas a alto riesgo ambiental”. (Brenes y Orozco, 2021, en Programa Estado de la Nación, 2021, pp. 50–51)

La dignidad y el bienestar general se ven impregnados por factores económicos, culturales, políticos y ecológicos. Un ejemplo de ello son las condiciones de la región Caribe Sur de Costa Rica, que la colocan en desventaja ante eventualidades de riesgo ambiental, como inundaciones costeras, erosión de playas, retroceso de la plataforma litoral y acantilados, y aumento de los oleajes y vientos extremos, entre otros aspectos que repercuten en su dinámica local y su condición socioeconómica (Universidad Nacional [UNA], 2018).

Según señala la UNA (2018), la erosión representa una seria amenaza para las comunidades ubicadas en la zona costera y el grado en que les afecte depende de su vulnerabilidad. De acuerdo con la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (2004), la vulnerabilidad se asocia a condiciones físicas, sociales, económicas y ambientales, las cuales incrementan la susceptibilidad de una comunidad a sufrir el impacto de amenazas. Por su parte, el artículo 4 de la Ley Nacional de Emergencias y Prevención del Riesgo (8488) añade que la población en Costa Rica es más o menos vulnerable según su exposición y fragilidad, las actividades que desarrolle, las condiciones ambientales y las posibles limitaciones en su capacidad para recuperarse.

Por otro lado, la toma de decisiones resulta un factor relevante para la comunidad en situaciones de riesgo y la vulnerabilidad política podría agravar su grado de exposición. Esta se relaciona con

“la concentración de la toma de decisiones, centralismo en la organización gubernamental y la debilidad en la autonomía de los ámbitos locales, aspectos directamente relacionados con la gobernanza de los territorios afectados. Comprende aspectos relacionados con el nivel educativo y el grado de cohesión social”. (UNA, 2018, p. 6)

Este contexto descrito en la cita anterior motivó a las Escuelas de Topografía, Catastro y Geodesia, de Ciencias Geográficas y la Escuela de Planificación y Promoción Social de la Universidad Nacional a formular, en 2018, una investigación para evaluar la relación entre la geodinámica local y los procesos de erosión costera, así como diagnosticar las condiciones de gobernanza de cara a los retos que estos procesos plantean en la adaptación de las poblaciones expuestas (UNA, 2018, p. 1). En 2021 el proyecto realizó actividades en busca de articular información de base científica (relación erosión costera y geodinámica) con el saber popular (percepción de reconocimiento por parte de la población) y la agenda institucional para la gestión del riesgo socioambiental (articulación para la gobernanza).

A pesar de que los resultados del trabajo de varios años en el Caribe Sur de Costa Rica, por parte de las escuelas de Ciencias Geográficas y de Topografía, evidencian amenazas ante la erosión costera, estas no se han socializado de manera amplia con la población, lo cual invisibiliza la posible afectación directa que ello tiene sobre su bienestar. Si no existe una clara conciencia, se limitarán la toma de decisiones y la creación de alianzas para mejorar la gobernanza en la gestión del riesgo. Por ello, el proyecto procura desarrollar procesos participativos, donde la base sea la comunicación de doble vía entre el conocimiento científico y el saber popular por medio de diferentes técnicas participativas que se incorporan en el ejercicio diagnóstico, como lo son la reconstrucción histórica, el mapeo de actores, los problemas y potencialidades, y el facilitar espacios de encuentro que permitan una mejor comprensión de la realidad desde la colectividad con el fin de que las comunidades y las instituciones pueden aprovecharlo de manera conjunta para la toma de decisiones.

El trabajo con actores sociales durante 2020 y 2021 se priorizó en las comunidades de Puerto Viejo y Manzanillo (ubicadas en el Caribe Sur en la provincia de Limón) y los resultados son el insumo para el presente artículo.

Metodología

El proyecto marco de esta experiencia se ejecuta bajo rasgos de la metodología Investigación Acción Participativa (IAP), en la cual, según Hacker (2013), citado por Hernández et al., (2014) “la problemática es identificada en conjunto por la comunidad y los investigadores. Se considera a los miembros de la comunidad como expertos en la misma, por tal motivo ‘sus voces’ resultan esenciales para el planteamiento y las soluciones” (p. 501). Por lo tanto, resultó fundamental que las técnicas seleccionadas respondieran a ese trabajo colaborativo en todo el proceso de investigación.

Uno de los objetivos planteados en el Proyecto Caribe Sur fue la aplicación de la técnica denominada “reconstrucción histórica” con el fin de conocer la historia popular de dos comunidades de esa región y sus vivencias en situaciones de riesgo. Fue necesario contemplar las situaciones generadas por la pandemia a partir de 2020 en la población meta seleccionada por el proyecto en las comunidades: Puerto Viejo y Manzanillo. Después de algunas aproximaciones a la realidad social y un diálogo con líderes y lideresas de las diferentes organizaciones de base, se llegó al consenso sobre la necesidad de elaborar una reconstrucción histórica que mostrara los eventos vividos de modo de mantener un sentido relevante para estas poblaciones y de que fuera posible descubrir sus formas de organización y atención ante riesgos, así como la percepción y los posibles efectos de la erosión costera en su cotidianidad. Así, se propuso que la reconstrucción colectiva se desarrollara a partir de cuatro acontecimientos que marcan hitos importantes en la población de ambas comunidades, tales como:

Se realizaron entrevistas a diferentes personas de las comunidades que vivieron esos acontecimientos, se visitaron sus hogares y, en otros casos, se contactaron por medio de llamadas telefónicas y por la plataforma Zoom. Se contó con la participación de 13 personas, quienes expresaron sus ideas de acuerdo con lo vivido no solo en el ámbito singular sino familiar y comunitario.

Las entrevistas realizadas para los tres primeros eventos buscaban conocer el contexto comunitario característico de la época, es decir, sus condiciones de infraestructura comunal y vial, actividades económicas, relaciones entre las familias vecinas, costumbres y tradiciones, en los años 1970, 1980 y 1991. Además, reconocer las principales afectaciones, las medidas que se tomaron frente a la situación y ajustes o transformaciones en las formas de organizarse, apoyo y coordinación organizacional e institucional.

Dado que el evento referido a la pandemia de COVID–19 estaba vigente en el momento de la aplicación de las entrevistas, las preguntas estuvieron dirigidas a cómo les estaba afectando, cuáles eran las medidas singulares, familiares y comunales que se estaban llevando a cabo, así como las formas de organización y coordinación de las agrupaciones de base, colectivos e instituciones.

Así también, por la naturaleza de los objetivos del proyecto, se propuso una pregunta en las diferentes entrevistas dirigida a la descripción de la playa hacía 20 años en cuanto a cambios o particularidades referentes a la vegetación, oleaje, riesgos para las viviendas con mayor cercanía a la playa y la disposición del recurso pesquero, tanto para la alimentación de las familias como para la comercialización y el desarrollo de la principal actividad económica: el turismo.

Una vez aplicadas las entrevistas (durante 2020), se procedió a poner en común las singularidades expuestas por las personas participantes y la elaboración de un documento que plasmó, en una sola historia, las diversas miradas sobre cada evento vivido. En 2021, el equipo docente y estudiantil realizó el proceso de validación de la reconstrucción histórica, el cual consistió en revisar, con cada una de las personas participantes, la historia que recuperaba los resultados del diálogo generado a partir de las diferentes entrevistas.

Dadas las restricciones sanitarias implementadas en el marco de la pandemia, en algunos casos fue necesario enviar el documento en formato digital y las personas de las comunidades completaron y entregaron sus aportes al equipo docente y estudiantil. Sin embargo, en la mayoría de los casos el equipo de trabajo se desplazó a las comunidades y visitó a cada una de las personas participantes para reflexionar de manera conjunta el trabajo realizado.

Este proceso llevó algunos meses dada su poca disponibilidad ante múltiples ocupaciones, así como limitaciones de tiempo en una agenda programada de gira, pues se requirió hasta una hora o más con cada persona entrevistada. En dichas entrevistas se generó diálogo que abrió posibilidades a diferentes planteamientos y miradas.

De esta forma, se recuperaron las experiencias vividas en la reconstrucción histórica, a partir de cuatro eventos, en relación con sus mecanismos de respuesta, articulación y organización comunal, es decir, los procesos de gobernanza reflejados no solo durante el evento sino con posterioridad a este; pues el proceso de recuperación involucra diferentes dimensiones: económica, sociocultural, político–institucional y ambiental.

Abordaje teórico

A continuación, se recuperan los conceptos claves, tales como: gobernanza, extensión crítica, participación, diagnóstico participativo y reconstrucción histórica colectiva, que son el respaldo teórico no solo para la experiencia desarrollada en conjunto con las comunidades, sino para el presente artículo.

Comunicación

Este es un concepto multifacético en tanto se desarrolla desde diferentes posicionamientos y disciplinas. Según Freire (1984), la comunicación es diálogo, por lo cual, lejos de ser transferencia o difusión de saberes, permite el encuentro de sujetos interlocutores que buscan el sentido de los significados. Cuestiona la extensión cuando se convierte en “una invasión cultural” que se caracteriza por imponer conocimientos externos sobre los saberes populares, de hecho “como educador se rehúsa a la domesticación de los hombres” (Freire, 1984, p. 24). Por el contrario, el autor motiva a generar procesos dialógicos, caracterizados por la reciprocidad y el interés por el otro en los procesos de encuentro entre extensionistas y personas de las comunidades. Siguiendo este planteamiento, Paoli (1990), citado en Sánchez–Cadena (2011) indica que la comunicación “es un acto de relación entre dos o más sujetos mediante el cual se evoca en común un significado” (p. 439). Deja claro que información no es lo mismo que comunicación y que en un proceso puede existir información incluso considerada valiosa por las partes, pero esto no garantiza la comunicación entre las personas participantes.

Entendemos la comunicación como un proceso social que, haciendo uso del lenguaje y sus significados culturales, se manifiesta en el encuentro entre personas y sus interacciones. Maturana (2017) concibe la comunicación como una coordinación de coordinaciones, de sentires, de haceres y pensares. De manera que es colectiva y no se circunscribe a un mensaje, sino que se nutre de los sentipensares de las personas que participan; de ahí que sea indispensable propiciar que los encuentros sean espacios seguros y respetuosos para que la comunicación fluya, recupere los sentidos, las emociones y las experiencias alrededor de lo que se comunica.

Para Freire et al. (2018), en procesos de comunicación “nos toca lograr interacciones democráticas en las que nos expresamos según ‘lo nuestro’ [el pensamiento científico] pero expresándolo no como arma. Nos toca construir comunicación en la que ´el otro´ tenga mayor respeto por sus herencias” (p. 45). La reconstrucción histórica parte de la comunicación entre personas que han vivido eventos, momentos o en espacios sobre los cuales se quiere conocer, aproximarse y recuperar sus herencias/experiencias, lo que da sentido a la configuración de las dinámicas que percibimos, en nuestro caso, de un territorio; por lo que se ha convertido en una herramienta de acercamiento valiosa para la comprensión del contexto y su transformación en busca del bien común de las personas desde los procesos de extensión universitaria.

De igual modo, Bohm (2001) rescata la experiencia y las emociones como factores fundamentales que impregnan la práctica del diálogo. En sus reflexiones, el autor señala que “el diálogo es un proceso multifacético (…) que trasciende el intercambio de comunicación” (p. 9). Su mirada se posiciona sobre la experiencia humana y la exploración de la memoria, los mitos culturales y la forma en que el pensamiento “es generado y sostenido colectivamente.” (p. 10). El trabajo de la academia en comunidades deberá notar que la experiencia está teñida por el contexto, por la historia, las creencias y las emociones.

La comunicación debe facilitar el aprendizaje para la vida y la construcción colectiva en los procesos extensionistas. Para Bohm, entre diversas acepciones que existen para la comunicación, la de “hacer común” ideas es la más reconocida, pero en el ir y venir de la información emerge un nuevo contexto común que permite, así, “hacer algo en común” (2001, p. 25), es decir, crear de manera conjunta cosas nuevas. Añade que “la comunicación solo puede crear algo nuevo si las personas son capaces de escucharse sin prejuicios y sin tratar de imponerse en nada” (p. 25). En esa escucha se descubre el significado compartido, se genera identidad y se entretejen y fortalecen vínculos.

Gobernanza

La gobernanza ha sido entendida originalmente desde el poder, pues se hacía necesario algún mecanismo para lograr las metas o los intereses particulares en un marco de acción comunal, territorial o nacional. De acuerdo con Aguilar (2009), se ha evolucionado de una acción gobernativa jerárquica y burocrática a una que se valida en su génesis política y técnica, socialmente aceptable y de impacto social. Hoy es más evidente la necesidad de trabajar en armonía con las realidades y las necesidades de las personas en lo singular y, por supuesto, lo colectivo.

En la búsqueda del logro de objetivos comunales o territoriales usualmente priman intereses particulares. Merinero (2010) menciona que la gobernanza es vista como la forma de gobernar que se basa en la formulación de soluciones, establecidas en la colaboración de la institucionalidad y las personas actoras en el territorio.

Para Samper y González (2018), la gobernanza es visible desde la gestión social del desarrollo si se promueven la movilización y la sensibilización, la planificación participativa, la descentralización, una coordinación que se nutra de la democracia, así como la transparencia en el control social.

Por otro lado, Fuini et al. (2017), como se citan en Samper y González, (2018), señalan:

“La gobernanza termina siendo un concepto que vincula “territorio” y “desarrollo” pues busca explicar cómo es gestionado el proceso de concertación social para el desarrollo, cómo las fuerzas y actores sociales conducen el desarrollo en procesos en los cuales se combinan la cooperación y el conflicto, la desterritorialización y la reterritorialización”. (p. 75)

Es indispensable, entonces, la gestión de las autoridades y su capacidad para coordinar con diferentes actores (Ravnborg et al., 2012). Según Rosas–Ferrusca et al., (2013) estas actividades de involucramiento multidiverso, que buscan guiar y orientar a las sociedades, requieren de estructura, procesos y mecanismos para articular y generar consenso.

El involucramiento de la ciudadanía en la toma de decisiones ha cobrado una gran relevancia y es necesario incorporar su cotidianidad en los procesos de desarrollo territorial, comunal y organizacional, de forma que se convierta en una vía para dar legitimidad. La confianza de la población promueve la legitimidad, indispensable en una gobernanza efectiva, lo cual lleva a la necesidad de reflexionar acerca de los mecanismos de comunicación y coordinación existentes, así como sobre los procesos de planificación y gestión participativa que se desarrollan.

La legitimidad surge de la confianza, la credibilidad que la población deposita en las figuras de liderazgo, y ello se genera en cuanto se logre vincular el accionar y el conocimiento de dichas figuras sobre la realidad, las experiencias y la historia comunal. Esta identidad, que parte de reconocernos y reconocer a las demás personas en un contexto heterogéneo y común, sobre el cual es posible administrar cambios, se facilita mediante herramientas como la reconstrucción histórica, en lo que Díaz (1997) se refiere como historia local y apropiación y construcción de saberes. La autora dice:

“En un trabajo sobre historia personal y colectiva es importante rescatar contenidos de la cotidianidad personal y colectiva que generan fuerza e identidad para preservar, enriquecer y proteger la existencia de personas y colectivos en una acción intencionada de cambio”. (p. 18)

La gobernanza, que requiere de coordinación, articulación y liderazgo, se logra en la identidad, que, a su vez, se traduce en legitimidad y confianza para lograr transformaciones. ¿Cómo se podría lograr si no nos conocemos primero?

Extensión crítica un proceso de encuentro

La extensión es la forma que las instancias públicas, y especialmente las universidades, han acogido para lograr la correspondencia entre su generación de valor y las necesidades de las personas que han definido como beneficiarias o público meta (relación universidad y sociedad). Sin embargo, existen discusiones importantes alrededor de este concepto, encabezadas por el planteamiento de Freire (1984), donde cuestiona a quienes, desde la extensión, conciben a las personas beneficiarias de ese valor, como objetos pasivos que se limitan únicamente a recibir lo que otros, desde la extensión, generan. Ante esto, la comunidad universitaria ha enriquecido la extensión como práctica al reconocerle el rol de sujeto a las personas. Conocer es tarea de sujetos, no de objetos, “y es como sujeto, y solamente en cuanto sujeto, que el hombre puede realmente conocer” (Freire, 1984, p. 28). De ahí que la extensión crítica como acepción reconoce a todas las personas como seres pensantes y, por ende, sujetos activos.

A pesar de ello, la extensión continúa siendo un concepto vigente siempre que, en su interpretación, y fundamentalmente en su puesta en marcha, tenga espacio la reflexión sobre cómo se comprende y aborda como actividad sustantiva. En el caso particular de la Universidad Nacional, la extensión responde a procesos conjuntos, de diálogo de saberes y aprendizajes de todas las personas que participan del proceso común, que es además recursivo por su nutrición mutua.

La extensión crítica como proceso, según Tommasino et al. (2020):

“Se viene consolidando como un proceso de diálogo de saberes, crítico, horizontal que vincula educadores de variado tipo (universitarios, técnicos, dirigentes de movimientos y organizaciones sociales, etc.) con sectores populares en la búsqueda y construcción de una sociedad más justa, solidaria e igual en donde desaparezcan los procesos de opresión–dominación y en donde se generen y fortalezcan propuestas anticapitalistas, antipatriarcales y decoloniales”. (p. 86)

El Proyecto Caribe Sur se enmarca en un proceso con rasgos de extensión crítica; por tanto, da la pauta en el cómo se construye el conocimiento y de quiénes participan en esa construcción durante el proceso investigativo y de reflexión. La selección de las técnicas responde a este enfoque, de manera que exista coherencia y pertinencia, por eso la reconstrucción histórica aporta de forma significativa al proyecto, siempre y cuando se considere, como señala Freire (1998) citado por Tommasino et al. (2020), que en los procesos de extensión “todos saben, todos aprenden, todos enseñan” (p. 90).

Participación

La participación es un concepto polisémico y posiblemente sea esta una de las razones de su frecuente uso, casi cotidiano. Se le relaciona con poder, uno que se atañe al colectivo–popular (como conjunto de singularidades) y su materialización es a partir de la incidencia para la transformación social. Según Torres (1986), citado por Tommasino et al. (2020), llama a esa transformación como sociedad reinventada: “Esta reinvención sucederá después de la “toma del poder” por parte de las clases populares. Afirma que estas no solo deben tomar el poder sino reinventarlo para reinventar la sociedad” (p. 87). El poder se logra tomar a través de la participación.

Se considera de manera particular que participar se relaciona con una acción transformadora, tal y como menciona Espinosa (2009) citado por Sousa Guerreiro y Domínguez Sanjurjo, (2018): “la participación es una acción emprendida deliberadamente por los ciudadanos, es decir, una acción racional e intencional” (p. 33).

Esta acción puede surgir en diferentes espacios, de variadas formas y, además, contar con distintos niveles1. Frans Geilfus (1997) define siete niveles de participación según su incidencia, es decir, la posibilidad de decisión–acción–transformación de las personas en el proceso de participación.

La escalera de la participación
Figura 1
La escalera de la participación
Fuente: propuesta de Frans Geilfus (1997, p. 12)

En este artículo, la acción que se considera participación requiere intencionalidad, dirección y libertad, para incidir en un espacio, momento y actividad, en busca de la transformación como resultado del encuentro y coordinación de las colectividades. Es indispensable considerar que los procesos de participación y transformación social no implican linealidad, sino que responden a las cotidianidades e intereses de quienes participan, por lo que son dinámicos, únicos e irrepetibles como parte de la autonomía y autoorganización de las personas como protagonistas de su propia transformación.

La participación colectiva ha sido históricamente un poder social asignado a diferentes grupos que comparten intereses de cualquier índole y, por tanto, entre más personas se unan a ese interés, mayor será su poder. De ahí que exista una paradoja entre los discursos relacionados con la participación, la participación real (incidencia, libertad, poder de decisión, todo para la transformación) y la autogestión, pues en caso de que se llegara a esta participación plena, muchas instancias ya no serían necesarias y, claro, es un tema sensible.

Partir de lo común como elemento que incentiva la participación es lo que promueve una alianza entre participación y comunidad. Debe reconocerse que esta va más allá de un territorio–localidad, responde a esa conectividad por comunes en la diversidad. Para Torres (2013), “comunidad, vista como heterogeneidad, diferencia, pluralidad y deuda” (p. 8). Diversidad que en procesos de reconstrucción histórica colectiva (participativa) es fundamental.

Para lograr contar con la historia reconstruida, la participación es fundamental, pues se nutre de las experiencias y memorias/recuerdos singulares de las personas que han formado parte de ese momento, espacio, territorio o evento.

Para Torres (2014), “historia también se suele utilizar para referirse al conjunto de saberes, representaciones y visiones del pasado que tiene la gente común y corriente, es decir, la memoria colectiva” (p. 13). Lo que sea que tengan en común, y sus miradas, sentires y sentidos para interpretar, comprender y aprovechar en beneficio de la identidad colectiva y la identificación de rutas hacia la transformación desde procesos autónomos, pues las personas se conocen y reconocen desde la singularidad y el colectivo.

Diagnóstico participativo

Según Ruiz (2011), el término diagnóstico proviene de gnosis: conocer y dia: a través de. Siendo la composición etimológica “conocer a través de”, se podría conceptualizar el diagnóstico como una herramienta para recopilar necesidades de una determinada organización de base, colectivo social o comunidad; sin embargo, ante esta definición tradicional y algunas prácticas que se tienen desde diferentes equipos de especialistas, el diagnóstico se convierte en solo una herramienta para justificar algún proyecto o proceso definido más desde el ámbito institucional que desde los actores sociales.

De acuerdo con este análisis, Matus (2007), en su obra Teoría del juego, refleja la diferencia entre el diagnóstico como una investigación (impersonal) y el análisis situacional (personal). El primero tiene validez y rigurosidad científica, no necesita de un autor identificado. En cambio, en el análisis situacional, el autor habla, es el dueño de la explicación conforme a su poder y la interpretación de la realidad; ambas propuestas pueden desarrollarse por una sola persona.

Con estos planteamientos, las autoras de este artículo se posicionan desde el diagnóstico participativo, el cual se comprende como aquel proceso en donde los actores sociales son quienes identifican las potencialidades, necesidades, lideran los procesos y ejercen el poder de decisión, lo cual potencia sus capacidades y sus niveles de organización (El Achkar et al., 2009).

El diagnóstico participativo se caracteriza por partir de la realidad social, los saberes populares, el desarrollo de procesos con reflexión colectiva, en los cuales los especialistas son solo facilitadores, pues las personas de las organizaciones de base, colectivos y comunidades, son quienes protagonizan y toman decisiones sobre la transformación de su realidad.

Es importante aclarar que dicho proceso de diagnosis puede estar conformado por una serie de técnicas, como lo son: el mapeo de actores y problemas, las entrevistas en profundidad, estructuradas, semiestructuradas, los talleres participativos, entre otras. En este caso, se seleccionó la reconstrucción histórica como técnica principal.

Reconstrucción histórica colectiva

Se trata de una técnica que permite recopilar y ordenar la historia desde actores locales; por ello se define como “un proceso intencionado, un reconocimiento de lo vivido, que interpela a quienes participan, les ayuda a confluir y encontrarse desde sus identidades en las experiencias vividas” (Díaz, 1997, p. 18). La importancia de esta técnica radica en admitir, desde el proceso de extensión o investigación, que los actores sociales son constructores de su historia y, por tanto, de su realidad, son quienes la han vivido; eso en ella confluyen saberes, sentimientos, lenguajes, sucesos, añoranzas, experiencias, luchas, formas de organización, entre otros aspectos que forman la historia popular.

Entre las características de la reconstrucción histórica colectiva se puede mencionar que es dialógica, flexible, reflexiva, crítica y emancipadora en el sentido que se vincula con opciones y visiones de futuro que buscan superar las inequidades e injusticias presentes, inspirándose en la convicción de que otras realidades son posibles (Torres, 2016).

Son muchas las maneras en que se puede aplicar la técnica mencionada, por ejemplo, puede ser por medio de entrevistas singulares y colectivas, talleres participativos en los cuales las personas asistentes trabajen desde el planteamiento de la línea del tiempo, testimonios, historias de vida, dispositivos de activación de memoria, todos aquellos aspectos físicos de la comunidad, fotografías, objetos que marcan la historia de una persona, organización y comunidad. Es importante mencionar que estas formas de aplicación se utilizan de acuerdo con los planteamientos de los actores sociales y la realidad en la que estemos efectuando la técnica (Torres, 2014).

Resultados

Como se mencionó, la técnica de la reconstrucción histórica se desarrolló mediante entrevistas a las personas, a las cuales los líderes y lideresas sugirieron para compartir sus saberes acerca de los eventos seleccionados (llena, monilia, terremoto y pandemia de COVID–19), para los tres primeros acontecimientos se buscó describir el contexto comunitario en el cual se desarrollaron estos y, en el caso del último evento, el hecho de que estuviera sucediendo en el momento de la entrevista, hizo necesario que las preguntas estuvieran dirigidas a cómo les afectaba y las acciones que se estaban ejecutando tanto en el ámbito familiar, comunal, como de coordinación institucional. Por tanto, el objetivo de la reconstrucción histórica era conocer la dinámica de la costa y la playa en lo referente a la erosión costera y recursos naturales, así como identificar las maneras de organización por parte de las comunidades ante estos eventos.

Respecto del contexto, las personas recordaban las décadas de los 70, 80 y 90 como períodos caracterizados por buenas relaciones sociales. La persona entrevistada 04 (E04) manifestó: “éramos pocas familias, pero nos llevamos muy bien”. Otra opinión fue:

“todo era distinto, porque las comunidades eran muy unidas, se fomentaba el trueque como método de supervivencia, quien tenía yuca lo cambiaba por plátano; algunos sembrábamos otros productos entonces los cambiábamos por tubérculos. La idea era que nadie se quedara sin comer, ya que, en aquellos tiempos, el dinero era escaso, más eso no parecía importar mucho viviendo en un paraíso. Podíamos ir al mar y pescar desde la orilla porque había muchas especies marinas a escasos 20 metros de la playa, entonces la comida, no era un problema”. E03.

En sus comentarios evidenciaron que añoraban aquel estilo de vida, como lo expresó el E13: “me gustaba más la comunidad de antes, porque la pesca era abundante”. Añadió la E06: “la playa estaba llena de cocos, ahora el mar se comió la playa”. Y la E05 señaló: “¡sabe!, yo no cambiaría nada, en los años 80, lo tuvimos todo”. El E02 dijo: “todos los días nos poníamos a la orden del día, alistábamos las cuerdas de pesca y otras personas sus herramientas para labrar la tierra, actividad que predominaba en aquel entonces”. Otra de las personas entrevistadas indicó “para que uno pueda entrar en contexto, se debe decir primero que esta zona era un paraíso” (E11).

En cuanto al contexto, el E01 finalizó diciendo:

“el paisaje de nuestras comunidades era diferente, teníamos un frondoso y hermoso bosque en la parte alta que nos defendía del clima, y una hermosa costa con playas largas y grandes de aproximadamente 300 o tal vez 500 metros de arena. Una riquísima flora y fauna, tanto dentro como fuera del mar. Desde Cahuita hasta Manzanillo toda la playa tenía 200 metros de cocoteros y almendros sembrados, las langostas parecía que cada mañana caían del cielo, íbamos a la orilla y las podíamos sacar con las manos, ¡pero busque una sola ahora!”.

Con relación a la infraestructura vial, señalaron que “en aquellos tiempos no existían las calles que ahora conocemos, solo había trillos” (E13). Otra persona entrevistada expresó: “para poder transportarnos usábamos caballos que pasaban por los ‘trillos’, burros que impulsaban el tranvía desde Penshurt hasta Hone Creeck; o embarcaciones que salían de playa Cocles” (E07).

Por otra parte, con referencia a los servicios básicos, se indicó: “a inicios de la comunidad se contaba con una sola escuela como servicio público, sin ningún servicio asociado a la salud; utilizábamos medicina natural, había curanderos que trataban incluso mordeduras de serpiente” (E12).

Y en lo atinente al evento denominado La llena, la persona E04 enfatizó:

“la lluvia incesante seguía colapsando y desbordando los ríos, las comunidades poco a poco se fueron llenando de agua, y no solo aquí, en Limón centro hubo mucha lluvia; sin embargo, Manzanillo y Puerto Viejo no tuvieron mayores afectaciones, uno que otro susto nada más, pero sí quedamos incomunicados”.

Y agregó E02:

“Comida no faltó, nos defendíamos entre todos, al que más le faltaba se le surtía con obsequios y los que podían seguían intercambiando, cuando la cosa se ponía fea intercambiábamos frutas y verduras por café y azúcar o alimentos de primera mano”.

En sus diferentes manifestaciones las personas entrevistadas comentaron que La llena había afectado poco y, sin embargo, no mencionaron eso al hablar de la plaga de la monilia. Expresó E04: “fue muy triste, la siembra del cacao, lo era todo para nosotros”. Por su parte, el E07 indicó que “fueron tiempos muy difíciles, la monilia nos cambió la vida, fue un antes y un después”. Así, las personas entrevistadas compartieron la idea de que este evento marcó sus vidas, la de las familias y vecinos, al decir: “no pudimos ganar la batalla a la monilia, lo perdimos todo, lo que nos hizo buscar otro trabajo, como la construcción y la pesca” (E08).

En cuanto al trabajo conjunto de las organizaciones y coordinación institucional, las personas comentaron “nos quedó debiendo mucho el apoyo del gobierno, ninguna institución realizó alguna actividad que de verdad brindara soporte a nuestras necesidades” (E01). Asimismo, el E09 expresó:

“Se critica mucho la manera en la que se combatió la monilia, por ejemplo, la banca daba una extensión agrícola para que los dueños de las plantaciones eliminaran la monilia, lo que pasa es que eso no se elimina, sino que se controla y no se supo cómo hacerlo, entonces perdíamos todo y quedábamos con una deuda”.

Lo cierto es que identificaron, más que apoyo institucional, falta de coordinación, lo cual generó la toma de decisiones que realmente les afectaron, como lo evidenció la E05: “muchos dueños de las fincas lo perdieron todo, no tuvieron plata suficiente para seguir trabajando y tuvieron que vender baratos sus terrenos a extranjeros; de esta manera, empezó a entrar el turismo a las comunidades”. Ante esta situación, el E09 señaló que “para quienes éramos locales y deseábamos poder continuar viviendo en el sector, el cambio fue durísimo porque si usted no sabía trabajar con turismo, no servía de nada”.

Generalmente, expresaron que, a pesar de lo sucedido, se podían rescatar algunos aprendizajes, por ejemplo, que “no hubo un solo líder, todos fuimos líderes (…) cada quién lideraba en su campo” (E07). En tanto, el entrevistado E11 añadió:

“Había una señora que todavía hoy cultiva medicina natural; había dos señores en Manzanillo que curaban picaduras de serpientes; y nosotros junto con los indígenas compartíamos experiencias, cada uno buscaba cómo salir adelante y eso permitió que desarrolláramos destrezas que no sabíamos que teníamos”.

Estos dos hitos mencionados no fueron los únicos que vivieron las comunidades de Caribe Sur. En 1991 sucedió el terremoto, el cual causó diferentes daños, de los cuales uno que se valora como grave fueron “los tres lamentables fallecimientos” (E09). Según E07:

“A la línea de costa fue la que mayor impactó, pues fue destruido todo el coral, causando erosión, caída de palmeras, la tierra se cayó a pedazos, después del terremoto el mar se retiró, luego de un rato, poco a poco fue volviendo a la ‘normalidad’”.

Las familias centraron su atención también en los impactos económicos. Dijo la E06: “quedamos incomunicados, ni teléfono teníamos, también hubo afectaciones en el comercio, se cayeron las cosas de los estantes y los objetos de nuestras casas”. “Se reventó la tierra, solo podíamos salir en pangas, debido a la caída de los puentes, que fue posible terminar de arreglarlos hasta 1993”, agregó la persona E10.

Al hablar de este evento, las familias valoraron algunas experiencias al mencionar: “recibimos mucha ayuda, vino un helicóptero a dejarnos comida, se crearon comedores comunales donde podíamos asistir todas las personas, las iglesias también colaboraron con comida” (E10). Y añadió E02: “para recuperarnos tomamos ciertas medidas dentro de las que podemos resaltar la gran ayuda entre las comunidades, que pusieron a disposición sus embarcaciones para comunicarse con las zonas exteriores y así dar paso a la reapertura”.

Además, en las diferentes entrevistas se evidenció que la manera de trabajar entre las comunidades e instituciones fue un paso importante para hacer frente a la crisis, pues a partir de ello se restablecieron los servicios de agua potable, transporte público, entre otros. Podemos añadir que la mayoría de las personas coincidieron en que se desarrolló una relación “cercana y atenta a pesar de no contar con el dinero para atender la emergencia como queríamos”. Dentro de las instituciones que ayudaron se mencionan: la Municipalidad de Talamanca y el Instituto de Pesca y Acuicutura (INCOPESCA), las Asociaciones de Desarrollo Integral de diferentes comunidades, el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), el Club de Leones, entre otras.

Reconocieron que todo proceso de recuperación requiere líderes y estas comunidades no fueron la excepción. En este caso, los que lideraron el proceso de recuperación fueron algunos miembros de la comunidad, como las familias Alfaro, Villalobos, “Chino León”, entre otras personas que tuvieron algún nivel de acción en pro del desarrollo cantonal. En sus comentarios se evidenció que el trabajo fue en conjunto y esto resultó en una de las razones que los motivó a levantarse de aquella crisis.

Finalmente, en las entrevistas mencionaron que todo iba mejorando en las últimas décadas. Claro está, hay otras problemáticas que hoy les aquejan, como son la drogadicción, el desempleo, la prostitución, y otras por las que luchan para solucionar en el día a día; sin embargo, no esperaban tener que enfrentar la pandemia de COVID–19 en 2020, la cual agravó sus situaciones. Ente esto E10 expresó:

“todo ha sido muy difícil de sobrellevar, debido a esto nos hemos visto afectados en la baja del turismo, principalmente en los negocios que la pandemia vino a poner un antes y un después, ya que la mayoría tuvimos que cerrar los locales comerciales desde el 13 de marzo hasta casi el mes de julio que nos permitieron abrir y al 50 % de la capacidad”.

Debido a que la COVID–19 estaba ocurriendo en el momento de aplicación de las entrevistas, la información obtenida fue muy amplia y diversa, razón por la cual se comparten seguidamente las vivencias más significativas expresadas por las personas. La pandemia las obligó a devolverse a sus antiguos hábitos, como lo es la agricultura, pues la mayoría de las actividades actuales está relacionada con el turismo, y esto fue muy afectado por el evento.

A pesar de todo lo que han vivido, consideran que han recibido apoyo del gobierno desde el Programa Bono Proteger del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, y ayudas de instituciones como: IMAS, Cervecería de Costa Rica, Municipalidad de Talamanca, INCOPESCA, Ministerio de Salud, Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), Instituto Costarricense de Turismo (ICT), Asociaciones de Desarrollo, el corredor biológico y organizaciones de otras comunidades e incluso supermercados locales.

Por otra parte, creen que las instituciones llegan por cortos plazos, imponen órdenes sanitarias y se retiran de las comunidades; por lo que el apoyo principal ha estado a cargo de líderes comunales, quienes se pusieron de acuerdo para hacer un banco de alimentos para la gente y la familia que tenía el virus. Enfatizan que el trabajo ha sido comunal, conjunto, y ha permitido enfrentar de mejor manera las necesidades que generó la pandemia. De manera general, consideran no haber sido tan afectados por la pandemia, señalan que perdieron más con la monilia, que les quitó su única fuente de ingresos.

En medio de esta situación, se evidencia que las personas valoran la unión comunal, el trabajo en equipo, el amor a la comunidad e incluso señalan que, si se trabajara así siempre, lograrían muchos proyectos grandes que beneficien a todas las comunidades. Ante esto se visualizan oportunidades para mejorar con el fin de alcanzar un desarrollo integral donde se pueda crecer en equidad de oportunidades.

Aprendizajes: reflexiones finales

Los aprendizajes y reflexiones se efectúan de acuerdo con las prácticas extensionistas, los resultados de la técnica de reconstrucción histórica, el sentir de las personas participantes en relación con los eventos ocurridos, la organización comunal y la coordinación institucional.

Prácticas extensionistas y la reconstrucción histórica

Al día de hoy se mantiene una gran parte del poder hegemónico de la academia frente a las comunidades, las que reclaman beneficios sobre los aportes que estas generan al mundo de la docencia y la investigación. La práctica típica de la extensión difusionista universitaria ha estado amparada a un proceso en el cual media el intercambio de comunicación e información, usualmente apoyado en técnicas que favorecen una vía del discurso, a pesar de que el concepto mismo de extensión crítica dista mucho de ello. Es necesario recuperar la práctica del diálogo en la extensión, que se adentra en la experiencia humana como máxima expresión comunicacional.

Podríamos decir, entonces, que actuar con sensibilidad comunicacional promueve cambios de conjunto. Caso contrario, si como personas extensionistas miramos un mapa comunal y no un territorio vivo, nuestra relación no será dialógica y, por tanto, caeremos en el modelo bancario del cual Freire tanto insiste en alejarnos. En los procesos de extensión es importante que los equipos se relacionen con las personas de las comunidades de manera dialógica, teniendo claro que estas no son sujetos pasivos sino que, por el contrario, son coparticipantes y seres capaces de transformar su realidad social.

Es preciso que el equipo de extensionistas encargado de realizar las entrevistas se capacite sobre la técnica, su alcance e importancia, con el objetivo de facilitar la adaptación a situaciones diversas al recopilar la información, así como la claridad en cuanto a que el encuentro con los otros y las otras contemple los sentires de cada una de las personas entrevistadas.

La identificación de la persona extensionista con el contexto es un factor crítico para la toma de decisiones respecto de la adaptación de técnicas que permitan ajustarse a las particularidades de cada realidad.

La práctica extensionista se ve fortalecida con el uso de técnicas participativas como la reconstrucción histórica, pues facilita el encuentro de saberes científicos y populares, que de manera recursiva realimentan en doble vía.

Es necesario adaptar la metodología a los intereses de las comunidades y la situación existente. Tal como sucedió en el presente caso, se pretendió realizar talleres participativos, pero la situación sanitaria que se estaba dando generó cambios en el proceso de recolección de la información; por lo tanto, en forma conjunta se decidió elaborar entrevistas.

La aplicación de la técnica es un paso clave en el diagnóstico participativo, pues permite al equipo de extensionistas no solo aproximarse a las personas, sino a su realidad, y conocer los aspectos que valoran de su contexto, el vínculo que han establecido entre ellas y con la naturaleza, así como las formas de vida, que son diversas y complejas.

Recuperar las vivencias de las personas permite no solo fortalecer la identidad colectiva, sino comunicarse y trazar rutas de trabajo conjunto atento a las necesidades actuales, pues las personas reconocen que han logrado superar previamente otras situaciones diferentes pero de igual forma retadoras.

La técnica de la reconstrucción histórica posibilita reconocer el pasado e identificar acciones claves que ayudaron a la población en un momento dado a enfrentar situaciones de manera colectiva; en este caso, se reconoce la importancia de la organización, la comunicación y el trabajo conjunto en la transformación de su realidad, lo cual aumenta su capacidad de hacer y de actuar.

Eventos inesperados que surgen y afectan el entorno representan oportunidades para generar disrupciones y plantear alternativas novedosas en el trabajo de extensión crítica. El aprendizaje no es finito.

El sentir de las personas entrevistadas

Las personas miran con nostalgia el pasado, valoran las relaciones con las familias vecinas, la tranquilidad y la abundancia de los recursos naturales, y recuerdan así que fueron mejores los tiempos pasados que los presentes. Reconocen prácticas que se conservan, como las actividades productivas: la agricultura, la pesca artesanal y el turismo, esta última predominante.

Comparten que han experimentado luchas, sacrificios y organización para enfrentar hitos importantes que han marcado sus vidas singulares y colectivas.

Reconocen que por momentos lo perdieron todo, pero también sacan a la luz su fuerza y espíritu luchador para salir adelante, preocupándose no solo por los suyos sino por otras personas que se encuentran a su alrededor.

Se permiten identificar que la fuerza que moviliza a una comunidad es sentirse parte de una misma realidad, la cual, en situaciones caóticas, es reconocida como una sola, sin diferencias que fragmenten sus decisiones y objetivos de vida.

Una situación como la erosión costera, que parece normalizada y muchas veces invisible, es nombrada en el momento en que este tema se vincula con las emociones. Fue posible hablar de erosión solo cuando la persona entrevistada se comunicó y se conectó con el sentir de las personas o experiencias colectivas que marcaron su historia de vida.

Compartir instantes, sentires, necesidades, logros y satisfacciones, genera en las personas, además de sentido de pertenencia, actos de solidaridad ante nuevas situaciones difíciles, lo cual se convierte en parte de su identidad cultural como forma de respuesta. Si la erosión costera llega a percibirse como afectación colectiva posiblemente provoque una respuesta también colectiva.

La organización comunal y la coordinación institucional

Desde las comunidades se valora el trabajo institucional; sin embargo, consideran que ante eventos como los descritos el mayor esfuerzo en cuanto a las maneras de enfrentarlos y salir adelante lo asumen las ellas. En ellas se identifica el liderazgo clave de algunas personas.

Reconocen que las instituciones deben considerar procesos previos a la atención de una emergencia dadas sus estructuras y limitaciones normativas, lo cual, una vez más, pone sobre la mesa la burocracia que limita la agilidad en la toma de decisiones oportunas.

La gobernanza en la gestión de riesgo requiere ser abordada desde las vivencias de la comunidad, por lo tanto, las herramientas que se utilicen para la recuperación de dichas experiencias deben facilitar el diálogo y la confianza.

En línea con el marco teórico de la gobernanza, las decisiones y las acciones que se tomen para mejorar los procesos de gestión de riesgo socioambiental en comunidades costeras, en atención a los impactos por la erosión, serán más efectivas si se trabajan en conjunto con la población desde la génesis de necesidades, realidades de contexto e historia.

Existe aún un camino por recorrer en la articulación ciudadanía–institucionalidad para el abordaje de la gestión hacia un desarrollo sostenible.

Es común que, en procesos de trabajo en el territorio, desde nuestra práctica extensionista encontremos una débil coordinación entre actores sociales e institucionales que dificulta la concreción de procesos conjuntos, dirigidos hacia el bien común de las personas. Esta situación se manifiesta como resultado de no comunicarnos/escucharnos y de la ausencia de respeto hacia las herencias/historias de las personas que participan, lo cual limita, precisamente, esa coordinación de haceres desde los espacios y roles que correspondan a cada actor.

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Notas

1) Cada nivel superior implica mayor libertad, capacidad de decisión e incidencia, hasta llegar a la autonomía, relacionada con no necesitar apoyo en ninguna de las etapas de un proyecto.
Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
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