Intervenciones
Caminografía urbana: experimentando la ciudad de manera creativa e inmersiva
Urban walkography: experiencing the city in a creative and immersive way
Caminhografia urbana: experimentando a cidade de maneira criativa e imersiva
Caminografía urbana: experimentando la ciudad de manera creativa e inmersiva
Revista de Extensión Universitaria +E, vol. 14, núm. 20, e0014, 2024
Universidad Nacional del Litoral
Recepción: 05 Abril 2024
Aprobación: 14 Junio 2024
Resumen: Caminografía es el acto de caminar y mapear simultáneamente. Una práctica desarrollada por el grupo de investigación, docencia y extensión Cidade+Contemporanidade, que radica en el sur de Brasil, en la ciudad de Pelotas. El artículo presenta la metodología de la caminografía ejercida en el transcurso de una tarde mientras se recorría las microrregiones de Colina do Sol y Treptow, en Pelotas, donde se amplió la perspectiva a partir del encuentro, el juego y la escritura colectiva. La potencia de esta metodología es evidente, especialmente en el sentido pedagógico, a la hora de experimentar la ciudad y sus múltiples dimensiones.
Palabras clave: caminografía urbana, mapeo colectivo, cartografía, escritura colectiva, extensión universitaria.
Abstract: Walkography is the act of walking and mapping simultaneously. A practice that has been developed by the research, teaching and extension group, Cidade+Contemporanidade, which lives in the south of Brazil, in the city of Pelotas. The article presents the methodology of walkography being exercised during an afternoon that covers the Colina do Sol and Treptow microregions, in Pelotas, where the perspective is expanded based on the meeting, the game and collective writing. The powers of walkography are evident, mainly in the pedagogical sense of experiencing the city and its multiple layers.
Keywords: urban walkography, collective mapping, cartography, collective writing, university extension.
Resumo: Caminhografia é o ato de caminhar e cartografar concomitantemente. Uma prática que vem sendo desenvolvida pelo grupo de pesquisa, ensino e extensão, Cidade+Contemporanidade que vive ao sul do Brasil, na cidade de Pelotas. O artigo apresenta a metodologia da caminhografia sendo exercitada no exercício de uma tarde que recorre parte as microrregiões Colina do Sol y Treptow, em Pelotas, onde amplia-se o olhar a partir do encontro, do jogo e da escrita coletiva. Evidenciam-se as potências da caminhografia, principalmente no sentido pedagógico de experimentar a cidade e suas múltiplas camadas.
Palavras-chave: caminhografia urbana, mapeamento coletivo, cartografia, escrita coletiva, extensão universitária.
Introducción
Este texto presenta una experiencia que fue realizada con el proyecto de investigación “Caminografía Urbana”1 como actividad de enseñanza, investigación y extensión, usando como base el caso de caminografía realizado en el área del barrio centro en la ciudad de Pelotas, en las microrregiones Colina do Sol y Treptow. Pelotas es una ciudad localizada al sur de Rio Grande do Sul, Brasil. Fue fundada en 1758 y posee 325 689 habitantes, según el censo de 2020 (IBGE).
La caminografía urbana es la práctica de cartografiar y caminar en la ciudad de manera concomitante.
“Caminografiar es dejarse atravesar por los acontecimientos y situaciones ordinarias que superan la planificación y lo esperado, deformando y descentralizando los debates sobre las múltiples imbricaciones que modifican el espacio social”. (Rocha; Santos, 2024, p. 79, traducción propia)2
Pretende crear pistas para la ciudad contemporánea desde la experiencia inscrita del cuerpo en la complejidad de la ciudad. Una aproximación en la escala 1:1, donde todos los sentidos son convocados a experimentar lo que sucede. La caminografia urbana es una metodología experimental, acuñada por el grupo de investigación Cidade+Contemporaneidade3 del Laboratorio de Urbanismo de la Faculdade de Arquitetura e Urbanismo (FAUrb) de la Universidade Federal de Pelotas (UFPel), y ha sido utilizada en proyectos de enseñanza, investigaciones de grado, de posgrado, y en actividades de extensión desarrolladas por el grupo desde 2019.
La caminografía urbana está relacionada con la cartografía de la filosofía contemporánea francesa, en especial de los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari, quienes proponen el mapa cartográfico como un rizoma siempre en proceso, registrado en la práctica (1995), desde la idea de que el pensamiento no debe estar atrapado en estructuras rígidas y jerárquicas, sino abrirse a un campo de multiplicidades y conexiones. Se postula como una cartografía sensible que reconoce las diversas capas que atraviesan un territorio, tanto en su aspecto físico, subjetivo, como social. Busca analizar, siempre que sea posible, desde un sesgo colectivo, ese mapa plural en el que coinciden múltiples experiencias.
De esa manera, la cartografía es una herramienta que permite trazar líneas de fuga4 y crear conexiones entre diferentes ideas, conceptos y territorios intelectuales. Para Deleuze y Guattari, la cartografía es un enfoque dinámico y no lineal, que intenta mapear la diversidad y la complejidad del mundo en constante devenir, desafía las nociones fijas y estables del conocimiento y propone una exploración continua de nuevos territorios del pensamiento.
La caminata, a su vez, se manifiesta a través de las prácticas de desplazamiento mediante la “transurbancia”, idea del arquitecto Francesco Careri (2013), que se refiere a un modo de caminar más allá de los espacios urbanos tradicionales y de los caminos preestablecidos. La “transurbancia” implica un recorrido cruzando las áreas periféricas, marginales o abandonadas de la ciudad, como los espacios naturales y no urbanizados. Como caminografía, está en el intermedio de la ciudad domesticada (Fuão, 2023) y busca salir de los espacios normados. El recorrido pone el cuerpo en el mundo activamente y, aun con su genealogía política y filosófica basada en el pensamiento de Careri, se desplaza y se actualiza en la caminografía urbana como práctica latinoamericana, de los confines del Brasil, al sur del sur. Aunque pueda ser usada en los centros, la caminografía es una práctica marginal, de los confines, de lo pequeño, que busca desafiar las normas hegemónicas de las capitales y centros urbanos, entrando en los dilemas y potencialidades del ser y estar en la frontera.
La caminografía urbana es, entonces, una práctica cartográfica en la que el propio investigador encuentra y produce el territorio subjetivo. El investigador provoca y, a la vez, es provocado por la experiencia. Registra de manera detallada la ciudad en su cotidianeidad como práctica pedagógica. Se trata de caminar por ella dejándose traspasar por eventos y situaciones cotidianas que van más de la funcionalidad para los que fueron planificados los espacios. Pronuncia una narrativa vinculada a la complejidad de la experiencia, en donde las distintas personas y modos de vivir puedan ser percibidos, asimilados e integrados en la lectura formal de la ciudad. Caminografiar la ciudad implica registrar lo que se presenta al paso, jugar y crear nuevas posibilidades. Experimentar la ciudad en sus tiempos, leyes y transgresiones, percibir sus sedentarismos y nomatizaciones. Pretende dar enunciación a las diversas fisuras y paradojas de un territorio en resignificación constante, en el sentido en que lo propone Jorge Larrosa (2021).
Todo ese proceso participativo y actuante de la caminografía tiene como objetivo transcrear (Corazza, 2020) lugares sentidos y experimentados con el fin de corresponder a las múltiples dimensiones y composiciones que tienen para el caminante.5 La caminografía, como práctica y abordaje, tiene como objetivo ir más allá del registro físico o cartográfico tradicional de los lugares recorridos, que representa, recrea o reinterpreta las experiencias, sensaciones, emociones y conexiones que surgen. Decimos que la caminografía es, en realidad, una experiencia inscrita (Fuão, 2018), un tipo de inserción o incisión en la profundidad de la piel de la ciudad. Una acción que aquella busca alterar, rayar, así como romper el orden dado, cambiar algo de lugar, en la ciudad, en el otro. Principalmente cuando ese orden es homogeneizador y sedentario. ¿Cómo puede ser posible transcrear en la experiencia de la caminografía urbana? ¿Cuáles son los matices que perciben y actúan las caminografías?
Una tarde en la caminografía urbana
Salimos a caminar con un grupo de estudiantes y profesoras. El encuentro se realizó en el marco de la materia de Caminografía urbana, impartida por el profesor Eduardo Rocha en el Programa de Posgraduación en Arquitectura y Urbanismo (PROGRAU), de la UFPel, y consistió también en una clase pública en celebración a los 50 años de la FAUrb/UFPel. Ocurrió el día 27 de octubre de 2022, entre la una y media y las cinco de la tarde, con la participación de alumnos de posgraduación y graduación, investigadores, profesores, niños y residentes del entorno, en la región administrativa del centro de la ciudad de Pelotas, más específicamente en la microrregión Treptow y Colina do Sol. El punto de encuentro de salida de la caminografía urbana fue en un área verde en el borde de Colina do Sol, un descampado–plaza, y el punto de encuentro de la llegada, Plaza Soveral, en Treptow, casi en la Avenida Dom Joaquim, muy importante de la ciudad de Pelotas (Figura 1).
El objetivo de la actividad fue experimentar y reconocer un área de la macrorregión central de la ciudad de Pelotas, caracterizada como una nueva zona de expansión urbana en los límites actuales de la malla urbana. La aquí se presenta formó parte de un conjunto de 10 caminografías urbanas realizadas en la microrregión del centro de la ciudad de Pelotas como parte de las actividades de la materia, completadas entre agosto y noviembre de 2022. La pregunta general que permeó estas caminatas fue: ¿cómo es la macrorregión del centro de la ciudad de Pelotas? En el imaginario colectivo, esta área se caracteriza por el comercio, el gran flujo de vehículos y el patrimonio arquitectónico, un cliché de la idea de centro de la mayoría de las ciudades. Esta lectura simplificada y reducida, cuando se camina, se muestra compleja, puesto que encontramos matices de superposición del centro histórico tradicional con dispersiones y nuevas manifestaciones culturales y resistencias, como la conexión entre el barrio y la naturaleza. Junto al comercio intensivo, se advirtió la existencia de nuevas formas de subsistencia e intercambio atravesadas por la agricultura urbana. Se sintieron flujos rápidos de vehículos y peatones, mientras que otros viven en la lentitud.
A pesar de que la caminografía urbana como metodología de enseñanza, investigación y extensión, no posee hipótesis, instrucciones o caminos bien definidos, se pueden enunciar algunas pistas que permiten orientar las prácticas. Estas pistas están escritas en el artículo “Como é a Caminhografia Urbana?” (Rocha; Santos, 2023) y, de manera general, pueden ser adoptadas o recreadas de acuerdo con el objetivo/grupo/clima/recorrido de cada caminata. Para la clase que estamos relatando, los procedimientos metodológicos previamente adoptados fueron:
Planificar y publicitar la caminata en la UFPel y en la comunidad involucrada: la divulgación de la actividad proporcionó el encuentro con alumnos de otras áreas, así como con la comunidad local. Preparar la caminografía no es siempre necesario, sino que esta puede suceder de forma espontánea, según sus objetivos. Sin embargo, al tratarse de una clase de posgrado además de una clase pública, se decidió planificarla.
Marcar el inicio del camino desde un punto de encuentro. No todas las veces las caminografías se establecen a partir de un punto de encuentro, ya que en otras oportunidades salimos con objetivos distintos, caminamos, y entonces nos encontramos al fin de la caminata. Pero, por estar caminografiando con nuevas personas, reunirse y explicar al principio el procedimiento fue necesario.
Jugar con la naturaleza del lugar. Para la caminografía, el juego es un procedimiento lúdico de atención que puede despertar nuevos pensamientos mediante una provocación compartida que instiga un movimiento de registro en o desde la ciudad. Realizar acciones como colocar una pegatina, recoger un objeto, comer, recolectar, sentarse, saltar, encontrar, moverse, fotografiar, escribir, dibujar o filmar, ya sea en la búsqueda o en el encuentro de una regla preestablecida, puede facilitar el encuentro y la ruptura del pensamiento. Esto se debe a que estas acciones revelan las diferentes fuerzas que afectan a un plano y alteran las posibilidades y la permisividad que lo rodean, así como a nosotros mismos. El juego actúa como un gran provocador de posibilidades y límites. En este sentido, puede ser una herramienta valiosa para que el caminógrafo cree situaciones interesantes de pensamiento sobre la ciudad.
Realizar un encuentro al final para practicar y escuchar la lectura de la escritura colectiva con los participantes de la caminata. La escritura colectiva se presenta como una experiencia enriquecedora en el contexto de la caminografía. Esta práctica invita a un ejercicio de creación compartida, donde todos los participantes tienen la oportunidad de expresar sus ideas, pensamientos y emociones a partir de la simple instrucción: “¡Escriba!”. La escritura colectiva puede desarrollarse en diferentes momentos: durante la caminata, cuando permite capturar las impresiones inmediatas de los participantes, plasmando en palabras las observaciones, sensaciones y reflexiones que surgen al interactuar con el entorno urbano; entre caminatas, cuando ofrece un espacio para profundizar en las experiencias vividas, revisando los apuntes y compartiendo diferentes perspectivas sobre el recorrido; y después de la caminata, cuando se convierte en una herramienta para sintetizar los aprendizajes y elaborar conclusiones sobre esa acción en su conjunto.
La propuesta normalmente no está acompañada de ninguna consigna: la experiencia es considerada como la temática central de la caminografía (lo que es experiencia y lo que forma parte de ella es una propuesta de cada uno). Utilizamos una tabla portahojas, que se pasa de mano en mano, se escribe sin atribución de autoría, lo cual posibilita que cada uno exprese pensamientos, sentimientos y emociones que se presentaran durante el recorrido. La falta de identificación de los autores de la escritura es un incentivo frente a la timidez que produce la hoja en blanco. Los autores son todos los que escribieron, y no existe un momento de revelación. La escritura no tiene tiempo predefinido, se puede escribir por minutos contados o rodar la tabla con hojas según las necesidades de las caminografías.
Agenciar los materiales producidos, como escritura colectiva, cuadernos de campo, fotografías, vídeos, dibujos, etc., en conjunto con los referenciales teóricos o geográficos que contextualizan el ejercicio. Este proceso permite descubrir nuevas lecturas y matices de la microrregión. Agenciar implica correlacionar los registros, la experiencia y los recorridos revisados y reexaminados, generando desdoblamientos que no eran evidentes antes o durante la experiencia en el campo. La creación de lazos, líneas de fuga y nuevos caminos entre todo el material mapeado es lo que constituye la caminografía, una gama rizomática de acciones, deseos, afecciones y recorridos posibles, que desenreda nuevas indagaciones y admite la apertura para la creación compartida. La lectura y comprensión de los diversos registros reunidos constituye, también, una producción de significados, sentidos y, por ende, una forma de cartografía.
Encontrarse: el punto de partida
En una tarde de sol, en la primavera, 21 personas, entre jóvenes, adultos y niños, nos encontramos para caminar en un lugar árido de la ciudad. El mapa nos decía que había una plaza o un parque, pero, al llegar a ese sitio, percibimos que era un descampado seco, con pocos mobiliarios urbanos, sin personas, solamente estábamos nosotros. El acceso al lugar era confuso, como si no circulara gente por allí, como si fuera un sitio olvidado de la ciudad. La cartografía permitió un “buen encuentro” entre generaciones y entre la universidad y comunidad.
Buenos encuentros, como cuenta Luiz Orlandi (2014), a partir de Deleuze y Guattari (1995), son momentos de conexión e interacción que tienen generan nuevas posibilidades y transformaciones en nuestras vidas. Están marcados por una intensidad y singularidad que rompen con la monotonía del cotidiano y abren espacio para la experiencia y las ideas inesperadas.
Caminar
Caminamos todos juntos como un “bando”,6 despacio, charlando, parando e interactuando con las personas y los lugares que encontramos por el recorrido. Caminamos “a zonzo”, lo que para Francesco Careri (2013) es una práctica de caminata sin destino fijo o trayectoria predeterminada. La expresión “zonzo” viene del italiano y puede ser traducida como “errante”, “vago” o “a la deriva”. Se trata de un abordaje que valora la libertad de recorrer los espacios de manera no lineal, sin finalidad específica, permitiendo ser llevado por los impulsos del momento. La errancia en el andar no supone el error y sí el desvío. Caminar en línea de fuga nómada, sabiendo que todo lo que se relaciona con la ocupación, el Estado, la empresa, la fábrica, está “muerto”: está todo para conquistar, crear, hacer, etc. (Deleuze, 1997).
Caminografiar “a zonzo” es una forma de desafiar la lógica utilitaria de la ciudad y del espacio urbano, promoviendo una experiencia estética y poética del caminar. En esa práctica, el peatón puede perderse intencionalmente en los laberintos urbanos, seguir caminos improbables, hacer descubrimientos inesperados y conectarse con la ciudad de manera más profunda y personal. Esta forma de caminar permite que la caminografía descubra nuevas posibilidades en la ciudad, ya que es un andar con atención, sin prisa. Así, a lo largo del recorrido, se descubren otros medios de interactuar con la ciudad, además del obvio, además de usarla como lugar de pasaje. Es factible descubrirla de verdad, mirando los detalles, la naturaleza, la arquitectura, el urbanismo y cómo los elementos interactúan, para que, entonces, podamos inscribirnos a partir de ellos y de nuestra propia experiencia.
Deambulamos por las calles y veredas —cuando existen— de los barrios, escuchamos historias de los residentes y transeúntes, vemos calles tranquilas y vacías y, al mismo tiempo, avenidas ruidosas y de travesía peligrosa. Esas experiencias constituyen nuestras desviaciones, la duración de nuestros recorridos, los problemas y potencias asimilados y registrados.
Jugar
Proponemos un juego por el camino. Jugar con la ciudad, moverla y mover sus capas. En esa tarde, plantamos semillas de flores donde la tierra estaba baldía y la naturaleza pedía cuidados. Después de cavar, plantar las semillas y mojar la tierra, identificamos el lugar con una placa.
Al jugar, los participantes experimentan un devenir–niño (Deleuze, 1997) que evoca la curiosidad mezclada a la sensación de superar los límites que la domesticación nos impone. El concepto de “devenir–niño”, para Deleuze, está conectado con su filosofía del devenir, que aborda la transformación constante y la creación continua de nuevas formas de ser y de pensar. En ese contexto, “devenir–niño” no se refiere a un intento de volver a la niñez o de ser como un niño, sino a la apertura para la potencia creativa y a la libertad de experimentar el mundo de maneras no preconcebidas, no domesticadas, en las que la invención, la risa, el error y el acierto son movimientos del aprendizaje.
Cuando plantamos semillas por los lugares posibles, para que germinen y den flores, y nominamos ese lugar, hacemos una invitación para que se desplieguen la creatividad, la imaginación y la capacidad de reinventarse constantemente, resignificando la propia existencia y las relaciones con la ciudad. Es un modo de explorar la fluidez y la multiplicidad de nuestro territorio que caracteriza la vida, en oposición a una visión estática y fija del ser.
Al buscar lugares adecuados para albergar semillas y, posteriormente, flores, también identificamos la presencia y ausencia de tierra y agua, junto con otras características geográficas como el clima y las propiedades del suelo. Esta amplia discusión nos llevó a reflexionar sobre cómo construimos y reproducimos nuestras ciudades, que en su mayoría son impermeables y artificiales, desconectadas de la naturaleza. En relación con el paisaje, plantea cuestiones sobre el cuidado del entorno urbano vivo, en constante apropiación, desapropiación y reapropiación, y los ciclos temporales que lo atraviesan. Estos ejemplos revelan la amplia posibilidad promovida por el juego en la caminografía urbana como acción de mediación entre el pensamiento académico y la vida.
Cuando plantamos las flores a lo largo del camino, reflexionamos sobre el lugar en que ocurre la interacción. En el desarrollo del recorrido necesitamos hacer el esfuerzo de entender por qué queríamos plantar una flor en un sitio y no en otro, y eso llevaba a una charla al respecto. Una búsqueda para entender la relación entre el espacio público, sus usos y modificaciones, cómo las personas pasan por ahí y se quedan, entre otras cosas.
La participación de personas ajenas a la universidad también nos lleva a observar la ciudad desde diferentes perspectivas. Los vecinos enriquecen la caminografía al compartir historias locales, mostrar plantas autóctonas y explicar la evolución urbana del área, lo que añade una nueva dimensión tanto a la universidad como a la sociedad, especialmente a medida que se estrechan los lazos entre los participantes. Además, la presencia de niños fomenta nuevas formas de percepción, ya que su mirada desentendida de las normas sociales los impulsa a buscar la creatividad de manera más libre.
Encontrarse: en el punto de llegada
Al final de esa caminata–juego nos encontramos en otra plaza, también “salvaje”, sin ninguna infraestructura urbana o equipamientos, pero con una gran área de césped y bellos árboles que hacían sombra. Ahí charlamos, escribimos colectivamente y realizamos un picnic.
La parada, en caminografía, no es interrumpir el movimiento, sino ganar espacio. Para reflexionar, mover el pensamiento, mirar de nuevo, vivir el ambiente de una forma inmersiva (Careri, 2013). Es una manera de aterrizaje del pensamiento. El caminar y el parar están asociados, son complementarios, pues es una sucesión en la que somos capaces de establecer correlaciones entre los elementos vivenciados durante la caminata.
El caminar y el parar permiten la vida y pueden ser considerados movimientos de ritornelo: territorializar, desterritorializar y reterritorializar (Deleuze; Guattari, 1997) —estar, caminar y parar—. Un patrón repetitivo de movimientos y percepción que se desarrolla a medida que se avanza por el espacio. Eso permite que comprendamos las implicaciones de lo descubierto en la experiencia, expresando, a partir del encuentro, diálogo y escritura colectiva, la experiencia en potencia del pensamiento. Porque experimentar:
“requiere parar para pensar, parar para mirar, parar para escuchar, pensar más despacio, mirar más despacio, y escuchar más despacio; parar para sentir, sentir más despacio, demorarse en los detalles, suspender la opinión, suspender el juicio, suspender la voluntad, suspender el automatismo de la acción, cultivar la atención y la delicadeza, abrir los ojos y los oídos, hablar sobre lo que nos sucede, aprender la lentitud, escuchar a los otros, cultivar el arte del encuentro, callar mucho, tener paciencia y dar tiempo y Espacio”. (Bondía, 2002, p. 6, traducción propia)7 .
En las paradas, el tiempo de la lentitud y de la contemplación también es posible. Contemplamos el paisaje dejando que la experiencia del lugar se despliegue, se amplíe. Parar es una forma de desacelerar, de romper con el ritmo cotidiano y abrirse a la riqueza de los espacios —principalmente de la naturaleza—. Es acompañar el cambio de las estaciones, el canto de los pájaros y el crecimiento de los árboles. Es mirar para sí mismo y para aquel que camina al lado, dialogar enlazando encantamientos.
La experiencia de caminar es realizada como un proceso. Cada paso, cada respiración y cada interacción con el ambiente pueden ser vistos como elementos del ritmo del caminar. Esa repetición de patrones crea una sensación de familiaridad y comodidad en el acto de caminar, al mismo tiempo que permite variaciones y adaptaciones, según el contexto.
El ritornelo también está relacionado con la idea de resonancia, que implica que distintos elementos se conectan y se afectan mutuamente. Mientras caminamos, nuestra interacción con el ambiente crea ritornelos que son específicos de ese momento y lugar, involucran una forma de territorialización en que el acto de caminar influye en la manera en que percibimos y nos vinculamos con nuestro entorno.
También, la idea de que los ritornelos pueden ser modificados y transformados a lo largo del tiempo y del espacio puede ser aplicada a la experiencia del caminar. A medida que caminamos en diferentes lugares y momentos, los ritornelos pueden cambiar. Sea por el cambio en el paisaje, por la gente que encontramos o por los estados de ánimo, la experiencia de caminar es dinámica y está en constante evolución.
Trabajamos también para realizar, junto al grupo, un importante movimiento cartográfico: la escritura colectiva. Escribir de manera automática, pero no automatizada, visceral. Pasando una tabla portahojas con papel y lapicera, de mano en mano, cada uno va escribiendo lo que quiere, a su tiempo, sin prescripción, receta o reglas. Así, se genera una escritura colectiva que une los pensamientos de unos a los de otros, sentimientos y sensaciones se entrelazan (Anzaldúa, 1987). Sin separar teoría y práctica, universidad y comunidad o generaciones.
La escritura colectiva proporciona la discusión sobre el lugar recorrido y, además, sobre la experiencia subjetiva. Se da la libre asociación de ideas, conceptos, sentimientos y percepciones. Las sensaciones del recorrido, las observaciones del lugar y la propia forma de la escritura tejen también un mapa que revela la propia ciudad a partir de los cuerpos, que en la escritura son solo líneas, pero indicadores importantes para la transcripción en la caminata.
Por ejemplo, la caminografía por Colina do Sol y Treptow, escribimos:
“Hermoso día soleado, se hace evidente la falta de arborización en el camino o espacios de calidad para pasear. Casas cercanas flanqueadas por algunas tiendas, pero sin mucho movimiento. ¡Gran y libre sorpresa al final: picnic! ¡Sol, mucho sol! Los diversos bordes, los límites que señalan los caminos posibles. Entradas y salidas en el entorno urbano. Resistencia de la naturaleza. Plantar resistencia. Espacios verdes, respiro. Calor, flor, una tarde para reflexionar sobre la relación urbana y la continuidad de la vida a través de la naturaleza”(traducción propia)8.
Potencialidades de la caminografía urbana
La caminografía surge como una transcreación en actividades de enseñanza, investigación y extensión, destacándose en tres ejes: potencial educativo, potencial integrador y potencial intervencionista/performativo.
La caminografía alcanza su potencial educativo cuando transcrea la propia experiencia en la ciudad, imbricando las experiencias personales y colectivas, las dinámicas de la ciudad, sus problemas y lógicas de funcionamiento. Al poner el cuerpo en el mundo, proporciona una experiencia disruptiva que tensiona a propósito las certezas de quien participa de ella, para la arquitectura y el urbanismo pero para otras áreas también, como la educación ambiental, patrimonial, artística, etcétera.
Como práctica educativa —o pedagógica—, la caminografía es emancipadora y se empeña en el sentido de la autonomía, porque pone a los participantes como agentes de su propio conocimiento. Después de todo, “aprender es construir, reconstruir, constatar para cambiar, lo que no se hace sin apertura al riesgo y a la aventura del espíritu” (Freire, 1996, p. 28, traducción propia).9
La caminografía urbana emerge como un recurso poderoso para fomentar la interacción entre las comunidades y la universidad en acciones de extensión. Al superponer y crear nuevas estructuras de poder, promueve la desjerarquización del conocimiento a partir de la experiencia. Esta propuesta no requiere una conexión previa con organizaciones y aboga por distanciarse de la institucionalización inicialmente, para permitir la experimentación de formulaciones más auténticas y menos disciplinadas, donde el proceso de enseñar y aprender sea libre.
Sirve como una introducción, un inicio sin mediaciones, donde la experiencia de caminar, pisar la tierra, habitar el paisaje, tocar las paredes de las casas y conversar con los residentes en su propio entorno es fundamental para comprender el territorio, sus problemas y potenciales. De esta manera, se promueve la horizontalidad al permitir que los conocimientos académicos y populares se encuentren y se enriquezcan mutuamente en un diálogo directo e igualitario.
Según Larrosa, es la experiencia que nos posibilita apropiarnos de nuestra propia vida, ya que “nadie puede aprender de la experiencia de otro, a menos que esa experiencia sea de algún modo revivida y convertida en propia” (2002, p. 27, traducción propia).10 ¿Y cómo estudiar, cambiar y planear la ciudad y sus múltiples territorios sino a partir de la propia experiencia, por ella, con ella?
Desvinculada de la hegemonía y la totalidad, concepciones legadas por las ciencias modernas y herméticas, la caminografía opera en un sentido democrático y cartográfico, alejándose de todo lo que se presenta como universal y unitario. Pertenece al ámbito de las multiplicidades y se orienta a partir de procesos ya en curso, inmersa en la intensidad del todo y de la parte al mismo tiempo. Por ello, es plural e integradora.
La caminografía alcanza su máxima potencia cuando incorpora una diversidad de conocimientos, desde el académico hasta el que se encuentra en las calles, pasando por las experiencias y sensaciones; desde lo subjetivo hasta lo colectivo, donde las perspectivas y visiones del entorno se comparten. Esto se traduce en la construcción de diferentes puntos de vista junto a la comunidad, que se siente involucrada y activa en el proceso, fortaleciendo así los lazos sociales y fomentando una mayor integración con el lugar.
Caminata con línea de fuga —concepto deleuze–guattariano— o un elemento de desvío y escape de las estructuras establecidas. La caminografía, como una práctica que incentiva a la exploración y al descubrimiento de nuevos ángulos y perspectivas del ambiente, puede verse como una línea de escape con relación a las perspectivas comunes y previsibles.
La línea de fuga es como un rastro inexplorado en la subjetividad, un camino que lleva a un nuevo territorio y en ese proceso nos transforma. Podemos considerarla no tanto un “escape”, sino una vía de subjetivación que redefine el mundo, pues nos conduce a lugares desconocidos. Cuando nos encontramos con lo nuevo, toda nuestra subjetividad es afectada.
Ese camino es como una jornada en la subjetividad, y su destino tiene incertidumbres. ¿Qué espera al final? Eso es algo que solo el tiempo podrá revelar. Lo más importante es que ella representa la quiebra, la apertura de fisuras y del universo humanista. Deleuze y Guattari (1995) no buscan simplemente ignorar esa fisura; en su lugar, ellos la recorren activamente para mirar hacia el lugar al cual nos llevan.
La caminografía involucra también el cuerpo y la mente de quien camina —conecta a los participantes consigo mismos y con el ambiente. Por ser del orden de la experiencia lenta, integra grupos, áreas, campos, diferencias, acoge todo y a todos los que piden paso. Agencia los heterogéneos y circunscribe sus creaciones al caos.
Por fin, en su potencial de intervención/performático, la caminografía urbana vive en la capacidad de transformar la experiencia de la caminata en una acción artística y política, en la cual el caminante se convierte en un agente activo en la ciudad que interviene y cuestiona la dinámica de los espacios urbanos en la reaproximación del espacio, en el desvío de rutas, en la performance y expresión, en las instalaciones efímeras, en el arte urbano, en las intervenciones poéticas, en la sensibilidad y en el artivismo.
El grupo en sí, en cuanto “bando”, altera la lógica del desplazamiento por la ciudad y es capaz de crear embotellamientos, miedo, curiosidad y audacia. La escala y la proporción que el grupo ocupa en relación con el entorno modifican la calidad de la acción y pueden permitir la ocupación de territorios más distantes, controvertidos y consolidados, especialmente cuando el miedo a la ciudad es imperativo y necesita ser desafiado. En grupo, los diversos cuerpos se sienten más seguros y protegidos, pero también se vuelven más desatentos, aunque siempre performativos.
Pensar con la caminografía urbana
La caminografía urbana se presenta como una metodología innovadora que se vale de la cartografía para dar cuenta de la experiencia urbana de forma más humanizada e inclusiva. Durante la caminata, los participantes se transforman en agentes activos en la ciudad, interviniendo en los espacios urbanos y cuestionando sus dinámicas. En ese contexto, la práctica de la escritura colectiva surge como una herramienta valiosa para reflexionar sobre experiencias subjetivas, permitiendo asociaciones libres de ideas, conceptos, sentimientos y percepciones.
Se destaca por su capacidad educativa, integradora e interventiva/performática, puesto que posibilita un análisis de la relación entre la ciudad y la naturaleza y enfatiza la importancia de la participación activa de los habitantes locales en la construcción de una ciudad más inclusiva. Además, ofrece una manera de develar pistas para la ciudad contemporánea basada en la experiencia del cuerpo inmerso en la complejidad urbana. Por medio de la caminata y de la escritura colectiva, los participantes tienen la oportunidad de reflexionar sobre la experiencia urbana y contribuyen activamente a la construcción de una ciudad más justa y sostenible.
Ese abordaje no solo enriquece los campos de la enseñanza, la investigación y la extensión, sino que puede desempeñar un papel significativo en la promoción de una ciudad más equitativa y participativa. La caminografía urbana no es solo una metodología innovadora, también constituye una filosofía que nos recuerda que las ciudades son espacios vivos, moldeados por las experiencias e interacciones de sus habitantes. Ella nos invita a redescubrir la ciudad como un lugar de potencial constante, donde cada paso es una oportunidad de aprender, cuestionar y crear. Al capacitar a los ciudadanos a convertirse en agentes activos en la construcción de una ciudad más inclusiva, trasciende los límites de la enseñanza, la investigación y la extensión, convirtiéndose en una herramienta poderosa para la transformación social y la búsqueda de ciudades más justas, vibrantes y sostenibles. En ese sentido, la caminografía urbana es una celebración de la ciudad como un espacio de posibilidades, donde la participación activa y la reflexión se entrelazan para crear un ambiente urbano más enriquecedor y humano.
Referencias
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Orlandi, L. (2014). Um gosto pelos encontros. https://territoriosdefilosofia.wordpress.com/2014/12/29/um-gosto-pelos-encontros-luiz-orlandi/
Rocha, E. & Santos, T. B. (2023). Como é a caminhografia urbana? Registrar, jogar e criar na cidade. Arquitextos, 24(281). https://vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/24.281/8923
Rocha, E. & Santos, T. B. (2024). Caminhografar. En Rocha, E. & Santos, T. B. Verbolário da Caminhografia Urbana (pp. 78–79). Editora Caseira.
Notas
Información adicional
Contribución del autor/a (CRediT): Conceptualización: Rocha, E., Beltrame Dos Santos, T. y Pedreira Del Fiol, P. Curación de datos: Rocha, E., Beltrame Dos Santos, T. y Pedreira Del Fiol, P. Investigación: Rocha, E., Beltrame Dos Santos, T. y Pedreira Del Fiol, P. Metodología: Rocha, E., Beltrame Dos Santos, T. y Pedreira Del Fiol, P. Administración del proyecto: Rocha, E. Visualización: Rocha, E., Beltrame Dos Santos, T. y Pedreira Del Fiol, P. Redacción – borrador original: Rocha, E., Beltrame Dos Santos, T. y Pedreira Del Fiol, P. Redacción – revisión y edición: Rocha, E., Beltrame Dos Santos, T. y Pedreira Del Fiol, P.
Biografía del autor/a: Eduardo Rocha: Doutor em Arquitetura. Professor adjunto ao Departamento de Arquitetura e Urbanismo da Faculdade de Arquitetura e Urbanismo da Universidade Federal de Pelotas. Professor associado ao Programa de Pós Graduação em Arquitetura e Urbanismo da Universidade Federal de Pelotas.
Biografía del autor/a: Tais Beltrame Dos Santos: Doutoranda em Arquitetura pelo Programa de Pós Graduação em Arquitetura da Universidade Federal do Rio Grande do Sul.
Biografía del autor/a: Paula Pedreira Del Fiol: Mestre em Arquitetura e Urbanismo pelo Programa de Pós Graduação em Arquitetura e Urbanismo da Universidade Federal de Pelotas.