Apuestas

La mediación cultural como política de extensión en la Universidad Nacional del Litoral

Cultural mediation as an extension policy of Universidad Nacional del Litoral

Mediação cultural como política de extensão na Universidad Nacional del Litoral

Karina Arach Minella
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
Analía Batistela
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
María Cecilia Fladung
Universidad Nacional del Litoral, Argentina

La mediación cultural como política de extensión en la Universidad Nacional del Litoral

Revista de Extensión Universitaria +E, vol. 14, núm. 21, e0019, 2024

Universidad Nacional del Litoral

Política universitaria de extensión y cultura

En el ámbito de la Secretaría de Extensión y Cultura de la Universidad Nacional del Litoral (SEyC–UNL) se viene consolidando desde 2018 una línea de formación en mediación cultural a través de la implementación de diferentes dispositivos, seminarios, experiencias territoriales y proyectos que en este artículo nos permitimos recorrer, reflexionar y compartir. Precisamente, en ese año se produce la fusión de las Secretarías de Extensión y Cultura, lo que originó una actualización de documentos que contribuyeron a cristalizar ciertas políticas culturales hacia una democratización participativa de la cultura que se venían implementando de diferentes modos.

Partimos de observar que, en su Estatuto, la UNL establece la interacción con

“el Estado y la Sociedad de los cuales forma parte mediante la Extensión, promoviendo a través de programas, proyectos y acciones sociales y culturales aportes significativos respecto de la identificación, desarrollo y fortalecimiento de políticas públicas para la inclusión y cohesión social, el desarrollo sustentable, el ejercicio pleno de la ciudadanía y de los derechos humanos, el crecimiento artístico y cultural tendiendo a la mejora de la calidad de vida y de manera especial de los sectores excluidos de la población”. (UNL, 2012)

Así también, en su Plan Institucional Estratégico se presenta como uno de los objetivos prioritarios el de

“contribuir con el fortalecimiento de las identidades culturales, la cohesión social, y la reducción de la pobreza en todas sus dimensiones, a través de procesos colaborativos de generación de conocimiento, arte y cultura, con eje en la construcción de ciudadanía sustentada en valores democráticos, con la participación de los actores del sitio en que la Universidad se inserta”. (UNL, 2020)

En esta dirección, el documento de creación de la SEyC (UNL, 2022) enuncia que su propósito es “contribuir con el desarrollo integral de personas y comunidades, a partir de procesos de interacción en donde se pone en juego el conocimiento académico con otros saberes de agentes universitarios y no universitarios” (UNL, 2022). De ahí que tiene a su cargo “la tarea de planificar, promover, ejecutar y evaluar las acciones de extensión que contribuyan a mejorar las condiciones de vida de la población, de la región, del país y Latinoamérica, en un horizonte democrático y de equidad social” (UNL, 2022).

El desarrollo de la línea de mediación cultural constituye, de este modo, una propuesta que apunta a transversalizar las perspectivas y políticas que la universidad desarrolla históricamente en los campos de la extensión y la cultura, consolidando una sinergia común en los procesos y proyectos socioculturales democráticos, participativos, innovadores y sustentables.

La mediación cultural

En sintonía con la perspectiva de extensión universitaria antes mencionada, la concepción de mediación cultural que se propone tiene por premisa invitar al desafío de pensar y generar nuevas formas de vincularse con lo otro y con el territorio, construir conocimiento de manera colectiva y horizontal, potenciar las habilidades para la detección de problemáticas de manera conjunta con distintas instituciones y organizaciones, y proponer alternativas interdisciplinarias, que posibiliten transformaciones sociales y culturales en un sentido emancipador.

En contexto, la mediación cultural es un campo dinámico y en permanente construcción, se materializa a través de una gran diversidad de prácticas, soportes y modalidades. Surge como profesión en el marco de los grandes museos e instituciones culturales europeas, como una suerte de “evolución” del guía de museos y se despliega hacia nuevas prácticas. Para un acercamiento a su conceptualización, se entiende por

“mediación cultural a un conjunto de acciones que apuntan, a través de un intermediario —el mediador, que puede ser un profesional, pero también un artista, un animador o un par—, a vincular a un individuo o a un grupo con una propuesta cultural o artística (una obra de arte original, una exposición, un concierto, un espectáculo, etc.) con el objetivo de favorecer su aprehensión, conocimiento y apreciación”. (Abourdrar & Mairesse, 2018)

Posteriormente, las experiencias latinoamericanas toman esta idea de mediación cultural, la vinculan con el campo de la cultura comunitaria y la ponen al servicio de la transformación social y cultural. Así se amplía este concepto y se evidencian otros tipos y maneras de hacer en espacios culturales no convencionales, con la finalidad de reconfigurar el lazo social y/o revalorizar las prácticas culturales de una comunidad determinada.

Desde nuestra perspectiva, la mediación cultural constituye un modo particular de comprender, participar y desarrollar la cultura de/en/con comunidades en contextos específicos, con un compromiso político para con la emancipación social. En este sentido, la transformación colectiva sucede cuando el arte/cultura deja de ser algo para exponer/mostrar/consumir/recibir y se resignifica como espacio/práctica para la participación activa y comprometida, reconociéndonos como comunidad(es) (Mata, 2009). Se pone en juego una forma particular de gestionar la cultura que resignifica los roles tradicionales de “creador/a” y “espectador/a” a través de propuestas de gestión participativa. La comunidad deja de ser la “destinataria” de propuestas culturales y pasa a constituirse en “protagonista” de todo el proceso hacia una democratización de la cultura. Es en esta dirección que la mediación cultural constituye una herramienta valiosa para visibilizar problemáticas comunes y legitimar las diversidades, la pluralidad de voces, lo propio de las comunidades y sus territorios.

Entendemos la mediación cultural como una interrelación sinérgica y recursiva entre los campos de la cultura, comunicación, pedagogía, territorio, política y comunidad. Para esta breve reflexión nos concentramos en los tres primeros, que consideramos centrales en toda mediación (ver Figura 1).

Figura 1: Puntos nodales de la mediación cultural
Figura 1: Puntos nodales de la mediación cultural
esquema elaborado por el equipo de la cátedra “Mediación Cultural: conocer, habitar y construir culturas comunitarias”, UNL, 2024.

Entendemos que la cultura es sobre todo la experiencia de ser/estar en un espacio/tiempo en ciertas condiciones. Un proceso dialéctico y material que nos define y definimos al transitarlo y nos provee una identidad colectiva en tensión con las experiencias e inscripciones subjetivas. La arena de lucha por el sentido, donde se disputan los valores y creencias de una sociedad. Desde los estudios culturales se afirma que es “un proceso social total en el que los individuos definen y configuran sus vidas” (Williams, 1980).

Retomamos el pensamiento de Héctor Schmucler (1982) cuando propone la imposibilidad de pensar por separado cultura/comunicación. Afirma que la comunicación siempre es colectiva, y como tal, no puede pensarse por fuera de la cultura. De este modo, la comunicación es un proceso social de construcción de sentidos compartidos en un tiempo y un espacio determinado, en el que el conflicto es constitutivo. La comunicación atraviesa el campo de la mediación cultural. Es encuentro, consenso, negociación y escucha activa; como lo afirma Mario Kaplún (1998) “comunicar es escuchar antes que hablar”. Así también es habilitar la palabra, legitimar y reconocer a un otro; es diálogo entre diversidades con diferentes jerarquías.

Toda mediación cultural supone una pedagogía, un proceso de producción de conocimiento colectivo, interdisciplinario y basado en el diálogo y encuentro de saberes. Paulo Freire (1996) propone una pedagogía emancipadora en oposición a la pedagogía bancaria. Afirma que educar no es transferir conocimiento, sino crear la posibilidad de producirlo entre quienes participan de ese hecho. El reconocimiento y legitimación de los saberes de la comunidad, en diálogo con los abordajes académicos, no niega las diferencias sino más bien, las propone como claves para la construcción democrática, participativa y transformadora de conocimientos.

De ahí que la mediación cultural situada se propone como un proceso transformador donde todos los sujetos son protagonistas, se desarrolla en un territorio, en un momento determinado, con una comunidad, un sentido político y un compromiso con los derechos y la participación ciudadana.

Experiencias

En el marco de esta política que busca profundizar la democratización participativa de la cultura, implementamos diferentes acciones que van desde espacios formativos, producción de experiencias hasta el desarrollo de proyectos (ver Figura 2).

Figura 2: Cronología de experiencias de mediación cultural llevada adelante por la SEyC de la UNL (2018-2024).
Figura 2: Cronología de experiencias de mediación cultural llevada adelante por la SEyC de la UNL (2018-2024).
esquema elaborado por el Área de Trayectos Culturales de la Secretaría de Extensión y Cultura, UNL.

Las primeras prácticas en Mediación Cultural surgen a partir de 2018 en la Bienal de Arte Joven (Scarciófolo, Bonfiglio y Farías, 2019), un evento que organiza la UNL junto a la Federación Universitaria del Litoral desde 1994, que consiste en un concurso y espacio de encuentro para las y los artistas emergentes de Santa Fe y la región. Con el objetivo de expandir el alcance, convocatoria y participación de jóvenes en la Bienal, se desarrolla un entramado de relaciones territoriales con docentes, talleristas, estudiantes universitarios y referentes del arte y la cultura. Para ello, se proponen instancias formativas, activaciones artísticas, acompañamiento del proceso de inscripción y participación, mediaciones durante el evento y visibilización de las producciones colaborativas, bajo el convencimiento de que impulsar a jóvenes artistas y promover los espacios de expresión de las artes, es un paso fundamental para fortalecer una función social central, relacionada con la percepción, el disfrute de lo cognitivo, la vivencia de experiencias colectivas, la resignificación de su rol en la sociedad y la construcción de sentidos sociales y culturales.

La línea de trabajo en mediación continúa su paulatina consolidación a partir de la programación de diversos dispositivos formativos, con características y públicos específicos y diferentes en cada caso. Así, se desarrollan formaciones destinadas a integrantes de espacios institucionales de las artes y la cultura, centros vecinales, clubes barriales, artistas y gestores culturales, estudiantes de distintas carreras, equipos de gestión y producción de las áreas de extensión y cultura de universidades públicas del país en el marco de la Red de Universidades por la Cultura Comunitaria (Giménez, 2021), entre otros. Cada uno de estos encuentros constituye una oportunidad para repensar colectivamente los modos de producción, circulación y consumo de producciones culturales, abordar conceptos y experiencias sobre la tarea, el perfil y el campo de actuación de la mediación. A su vez, se propone ensayar nuevas prácticas para el diseño participativo de proyectos culturales situados en los diferentes ámbitos de desempeño de las y los participantes, fortaleciendo sus capacidades instaladas a través de procesos de aprendizaje experiencial, acompañados por tutores y facilitadores competentes en las diversas temáticas abordadas.

Por otra parte, se producen y gestionan diversos proyectos y actividades territoriales abordados desde la perspectiva de la mediación cultural, situados en instituciones educativas, hospitalarias, carcelarias, organizaciones barriales, espacios culturales, entre otros. De este modo, partiendo de temas y problemáticas de interés de diversos grupos y comunidades, se proponen dispositivos de experimentación artística, abordajes lúdicos e interdisciplinarios, desarrollos y acompañamientos a producciones que permiten resignificar sentidos instalados, habilitar la participación y la creación colaborativa, recuperar y legitimar voces y saberes de la comunidad favoreciendo transformaciones socioculturales.

Finalmente, esta perspectiva encuentra también su desarrollo en el marco del Foro Cultural de la UNL, un complejo que alberga las expresiones artísticas y culturales de la comunidad universitaria y no universitaria. En consonancia con la política de democratización cultural antes mencionada, se desarrollan diversas líneas de convocatorias que apuntan a la participación de las y los artistas locales, regionales y del país que puedan postular sus producciones para formar parte de la programación de las salas, ciclos, muestras y producciones artísticas. De esta manera, se promueve la creación de una programación abierta y participativa, que se define en conjunto con equipos de selección conformados por docentes, no docentes, artistas, estudiantes y referentes locales del arte y la cultura. Se propone fomentar la producción y la circulación cultural, así como el desarrollo de instancias de mediación en vistas a generar interacciones innovadoras entre artistas, obras y públicos, propiciando la sensibilización, el diálogo y la construcción colectiva en un sentido emancipatorio.

Estas experiencias buscan contribuir a una política universitaria comprometida con el desarrollo de las personas y las comunidades, a partir de una síntesis entre las perspectivas de la extensión y de la cultura. Se propicia, de este modo, la transversalidad entre diferentes áreas y líneas de trabajo, y su articulación con el territorio de toda la región, ratificando el compromiso reformista que dio origen a nuestra casa de estudios. Como se puede inferir, nuestro concepto de mediación cultural ha ido modificándose en la medida en que transitamos experiencias, evaluamos pasares y planificamos devenires, en un ejercicio dinámico y constante, a veces virando el timón, a veces con contradicciones, a veces con aciertos y guiños. Aún estamos en el camino.

Referencias

Aboudrar, B. N. y Mairesse, F. (2018). La mediación cultural. Libros UNA.

Freire, P. (1996). Pedagogía de la autonomía. Siglo XXI Editores.

Giménez, R. (2021). Red Encuentro de Universidades por la Cultura Comunitaria (EUCC). +E: Revista de Extensión Universitaria, 11(15.Jul-Dic), e0005. https://doi.org/10.14409/extension.2021.15.Jul-Dic.e0005

Kaplún, M. (1998). Una pedagogía de la comunicación. Ediciones de la Torre.

Mata, M. (2009). Comunicación comunitaria en pos de la palabra y la visibilidad social. En Área de comunicación comunitaria (Comp.) Construyendo comunidades: reflexiones actuales sobre comunicación comunitaria. La Crujía.

Scarciófolo, S., Bonfiglio, M., y Farías, C. (2019). El Programa Bienal de Arte Joven. +E: Revista de Extensión Universitaria, 9(10), 151–156. https://doi.org/10.14409/extension.v9i10.Ene-Jun.8324

Schmucler, H. (1997). La investigación (1982) Un proyecto de comunicación/cultura, en Memorias de la Comunicación. Biblos.

UNL (2012). Estatuto de la UNL. https://www.unl.edu.ar/elecciones/wp-content/uploads/sites/60/2021/10/01_Estatuto_UNL.pdf

UNL (2020). Plan Institucional Estratégico 100+10. https://www.unl.edu.ar/pie/

UNL (2022). Resolución 739/2022. Estructura Organizativa de Rectorado de la Universidad Nacional del Litoral. https://www.unl.edu.ar/institucional/wp-content/uploads/sites/5/2018/12/Estructura-RECTORADO-2022.pdf

Williams, R. (1980). Marxismo y literatura. Península.

HTML generado a partir de XML-JATS por