Sujetos y relaciones en extensión universitaria /

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La extensión universitaria en emergencia(s). Pensar y trabajar con las comunidades en contextos de pandemia desde la Universidad Nacional del Litoral

 

María Lucila Reyna

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

mreyna@fcjs.unl.edu.ar

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Intervenir ante una situación de emergencia (en el sentido de “asunto o situación imprevistos que requieren una especial atención y deben solucionarse lo antes posible”) no es nuevo para la UNL. Suspender “la normalidad” de sus tres funciones sustantivas durante un período breve, adecuar dispositivos que están para otro propósito o activar nuevos ante una situación compleja está en un horizonte cercano y aún muy sensible para los que vivimos en el litoral argentino.

Esto fue lo que sucedió, concretamente, en las dos últimas grandes inundaciones que afectaron a gran parte de la ciudad de Santa Fe —2003 y 2007—. En esos eventos, en primer lugar, la UNL proporcionó información científica confiable que permitió tomar decisiones rápidamente.1 Puso a disposición recursos humanos (expertos y voluntarios); infraestructura (habilitó espacios de refugio temporal para los evacuados); recursos tecnológicos (la radio LT10 se convirtió en un medio central —y prácticamente único— para la comunicación y la información precisa y certera del centro–norte provincial y de la población aledaña de la provincia de Entre Ríos); centralizó información estratégica respecto de las personas afectadas y la ubicación en los centros de evacuados; participó con organizaciones sociales en la logística (para la entrega de alimentos y ropas) y colaboró en la atención sanitaria y terapéutica, entre otras tantas cuestiones. La UNL participó antes, durante y después. El después es más desolador que el durante y necesita continuidad en la atención y en las respuestas. La reconstrucción es parte de la emergencia.

De esas experiencias nació el voluntariado universitario, la planta de alimentos nutritivos, se aceleró la creación de la Facultad de Ciencias Médicas, se consolidó la Red Ágora (que venía funcionando desde el año 2001 y que nuclea a gran parte de las organizaciones sociales), se crearon los Centros UNL (centros territoriales distribuidos en toda la ciudad) y los protocolos de actuación frente al riesgo. Numerosos proyectos de extensión se viabilizaron para los territorios más afectados, se abrieron nuevas líneas de investigación sobre las causas y consecuencias de las inundaciones y gran parte de la currícula universitaria se vio atravesada temática, teórica y políticamente por esta situación. Toda la tecnología desarrollada a partir de las inundaciones tuvo impacto directo desde 2007 en la creación e implementación de políticas públicas estatales centradas en la gestión de riesgos y la resiliencia. Hubo un gran aprendizaje académico y social durante esos escenarios. No volvimos a ser los mismos.

 

 

El nuevo contexto de emergencia

Hoy nos encontramos en emergencia una vez más pero con características muy diferentes del horizonte de previsibilidad sobre el que podíamos actuar. Hoy el riesgo no son el río ni la lluvia. El riesgo pasó a ser el contacto con el otro. Se trata de algo invisible y desconocido a la vez que carece de la agencia de lo local (como pueden ser las subidas de los ríos, la leptospirosis o el dengue). Aquí no se puede disponer de conocimientos científicos rápidamente ni de saberes comunitarios que den indicios de efectividad; no sabemos cómo transitar ni cuáles serán las consecuencias… Ahora tenemos estadísticas, números y curvas que solo dan cuenta de lo que pasó hace minutos pero que no son capaces de proporcionar tendencias ni plazos. Hoy, 14 de mayo de 2020, cualquier pronóstico está en el orden de la ciencia ficción, de la intuición o de la magia. Vamos aprendiendo en tiempo real, vamos aprendiendo online.

Las medidas sobre la cuarentena tomadas por el gobierno nacional fueron oportunas, prudentes y necesarias en un país con un sistema de salud absolutamente debilitado, incapaz de hacer frente a cualquier brote epidémico de este tipo o de menor envergadura. Es lo que se podía y se debía hacer ante la incertidumbre del comportamiento de la circulación global y de la mutación del virus, incluso a costa del agravamiento de la crisis económica reinante.

Esta nueva situación nos coloca una vez más ante la necesidad de encontrar respuestas inteligentes y creativas para “continuar” con nuestra tarea: aportar conocimientos, formar a nuestros estudiantes y profesionales y mantener las tareas de extensión universitaria, tan importantes para la comunidad. La UNL avanzó con fuerza en la propuesta de poner en funcionamiento las clases a través de las plataformas educativas virtuales en tiempo récord. También se suma a brindar información veraz y confiable y a poner a disposición sus recursos tecnológicos para la fabricación de mascarillas y alcohol en gel. Sus mejores equipos de investigadores fueron seleccionados a nivel nacional para buscar soluciones innovadoras en distintos aspectos en los que impacta la pandemia. Igualmente, está presente a través de acciones de voluntariado de estudiantes, docentes, no docentes, graduados, jubilados y personal de gestión, colaborando en la atención del call center del Ministerio de Salud de la Provincia, en las tareas de apoyo a personas con discapacidad, en el acompañamiento de adultos mayores para comprar y transportar insumos (alimentos, medicamentos, elementos de higiene, entre otros), en la colaboración de acciones logísticas y con organizaciones sociales, en la asistencia tutorial para estudiantes de otros niveles, etc. La UNL está presente acompañando y colaborando con todos aquellos que tienen que tomar decisiones, trabajar todos los días en cada hospital, clínica, sanatorio o laboratorio, o dedicarse a otras actividades críticas e indispensables para que podamos seguir funcionando como sociedad y cuidándonos entre todos.

 

 

El desafío de seguir conectados

El reto para la extensión universitaria es encontrar modos de trabajar en el territorio, es decir, con las organizaciones y la comunidad, sin afectar la cuarentena. Este desafío se contextualiza en un paisaje conocido para nosotros pero que agudiza sus peores aristas. Son momentos en los que se desnudan, con mayor crudeza, la fragilidad del sistema de salud, las inequidades sociales, las brechas tecnológicas y culturales, la debilidad de la política para liderar en estas circunstancias y, muy especialmente, la intemperie física, económica, jurídica y simbólica a la que están sometidos cientos de miles de argentinos.

Con la misma fuerza de las contradicciones, son momentos en que se expresa lo mejor y lo peor que tenemos como comunidad: solidaridad, esfuerzo, autogestión, creatividad, tolerancia. Pero también se agudizan múltiples formas de violencias: de género, intrafamiliar, física y verbal.

Como nunca antes, aparecen como protagonistas centrales el personal de salud, los docentes y los líderes comunitarios. Tal vez el lado benigno de la pandemia sea que pone las cuestiones importantes en su lugar y el papel ineludible del Estado ante estas crisis. Y la universidad pública, gratuita y laica, también es parte del Estado.

Respecto de las cuestiones que normalmente trabaja la extensión universitaria a través de sus programas y acciones, nos hace pensar directamente en nuevas estrategias de trabajo, en cómo resignificamos el trabajo comunitario en tiempos de pandemia.

Esto nos obliga a replantearnos los conceptos de mediación, de comunidad, de vínculos, de conversación, de redes. Nos pone a pensar en el papel de las tecnologías de la comunicación, en el qué, el cómo y el cuándo decir. Pero también nos debe sensibilizar para pensar en mecanismos de escucha, de alerta, de atención sobre lo que no se ve y lo que es apenas audible…

 

 

Nuevos modos de vincularnos, intervenir y estar presentes

En este tiempo nos hemos focalizado en adaptar y generar nuevas propuestas que permitan dar continuidad a los propósitos que se plantea la extensión universitaria en la UNL.

Para ello, estamos realizando un intenso trabajo de sistematización de información sobre nuestro propio accionar y discutiendo el nuevo escenario para reorientar los programas y proyectos de extensión. Esa discusión implica trabajar muy de cerca con las instituciones y organizaciones sociales para identificar necesidades sobre diferentes temas que involucran a los programas, a los proyectos de extensión, y a las áreas de gestión cultural.

Y planteamos el trabajo desde cuatro niveles: académico, asistencial, preventivo y cultural.

A nivel académico, acompañamos relevamientos sobre los impactos sociales que supone el tránsito de la cuarentena. Desde las acciones de capacitación, pusimos en marcha 12 cursos de extensión a distancia gratuitos abiertos a la comunidad sobre los más diversos temas vinculados a nuevas formas de trabajo y enseñanza a través de las tecnologías: huertas urbanas agroecológicas, cooperativismo, economía social, herramientas jurídicas y de acceso a la justicia, manipulación higiénica de alimentos, problematización de juventudes y violencias y perspectivas feministas sobre el Estado, entre otros. Más de 7500 interesados procedentes de diferentes provincias se inscribieron en esos cursos, y en esta etapa se pudo concretar el cursado de alrededor de 900 estudiantes. Por otro lado, se adaptaron las asignaturas electivas vinculadas a la extensión universitaria, al patrimonio histórico y a distintas expresiones culturales dirigidas a los estudiantes de la UNL. También se continuó con la evaluación de los proyectos de extensión de la convocatoria 2020 bajo la modalidad remota, al igual que el proceso editorial de la Revista +E.

A nivel asistencial, la Planta de Alimentos Nutritivos está colaborando estrechamente con el Estado y las instituciones de la sociedad para proveer de alimentos a la comunidad a un costo bajísimo. Se destaca además la continuidad de los consultorios jurídicos gratuitos, tan importantes para la comunidad, a través de consultas online. Coordinamos al voluntariado estudiantil orientándolo según las necesidades de distintas jurisdicciones del Estado y la comunidad.

A nivel de prevención, sumamos recomendaciones junto con las unidades académicas para minimizar los efectos no deseados del teletrabajo y del encierro así como en temas sobre cuidados para los adultos mayores, salud mental y alimentación saludable. Se trabajó en recomendaciones de salud en lenguas mocoví y toba y se puso en visibilidad sus saberes en cuanto a la salud en materiales gráficos para las comunidades indígenas de nuestra provincia. Vinculado al fortalecimiento de las políticas públicas, se readecuó la guía para casos de violencia de género en instituciones para el contexto específico del Covid–19 y, junto a organizaciones sociales, se elaboraron propuestas posibles de ser implementadas ante la grave situación de riesgo que vive la población carcelaria.

A nivel cultural, trabajamos junto con instituciones, organizaciones culturales y artistas locales, y contribuimos a aportar a los circuitos culturales digitales al poner a disposición de la comunidad recitales, películas, publicaciones y eventos artísticos y culturales organizados desde la Universidad. El Museo Histórico UNL virtual, a través del sitio web, donde la comunidad pueda acceder al patrimonio universitario, permite recorrer las colecciones y exposiciones. Igualmente, se trabaja en una propuesta de actividades lúdicas para niños, niñas y adolescentes que apoyen las tareas de cuidado de las familias y propuestas formativas virtuales mediante los Espacios de Experimentación Artística. La actividad del Coro UNL y del Coro de Niños continúa desarrollándose con propuestas de ensayos y actividades de formación de manera virtual, así como prosigue el trabajo junto al proyecto seleccionado para la Comedia Universitaria 2020.

Asimismo, mantenemos activas las redes de extensión de las que formamos parte. Dimos espacio a los secretarios de extensión de Latinoamérica en el Facebook de la Revista +E para que comenten acerca de aquello que estén trabajando en sus universidades.

Como dijimos al inicio, desde las experiencias con las inundaciones no volvimos a ser los mismos. Queda en nosotros proponer qué emergerá de esta cuarentena.

 

1) La UNL había enviado un informe de alerta al gobierno provincial con muchos días de antelación a la crecida para que tomara medidas con la población, y ese informe no fue tenido en cuenta. Esto fue verificado en el juicio que aún hoy no tiene culpables.