Dos, paseos por los bosques narrativos (un lugar para la ficción)
Escritores y migración
Writers and migration
El hilo de la fábula
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 1667-7900
ISSN-e: 2362-5651
Periodicidad: Semestral
vol. 21, núm. 25, e0029, 2023
Recepción: 27 Junio 2023
Aprobación: 29 Junio 2023
Resumen: Este artículo presenta algunas ideas respecto a los escritores y la literatura de migración, especialmente la noción de "escritores migrantes", algunos tópicos desarrollados en narrativa de migración, las implicancias de la elección de una lengua de la escritura y la consideración de la literatura de migración dentro de la literatura comparada.
Palabras clave: migrantes, escritores, literatura.
Abstract: This article presents some ideas regarding writers and migration literature, especially the notion of "migrant writers", some of the topics developed in migration narratives, the implications of choosing a language for writing, and the consideration of migration literature within comparative literature.
Keywords: migrants, writers, literature.
they have no idea what it
is like
to lose home at risk of
never finding home again
have your entire life
split between two lands and
become the bridge between
two countries
“First generation immigrant”.
Rupi Kaur
Migrantes
El concepto de migración, sin los prefijos e- o in-, remite a la idea de movimiento. Los motivos del viaje diferencian exilios, diásporas, migraciones individuales o colectivas, y a veces también diferencian migrantes, refugiados, expatriados, exiliados. La migración en sí misma problematiza las nociones de identidad, nacionalidad, extranjería, frontera y todas las connotaciones de estos términos.[1]
García Canclini ilustra la idea de extranjería con una pequeña anécdota:
Quizá ya escucharon el cuento del padre cubano que le pregunta a su hijo qué le gustaría ser cuando crezca. El niño contesta: extranjero. Esa respuesta radical representa hoy la sensación de millones de exiliados que migran para librarse de gobiernos autoritarios o ciudadanos descontentos con su sociedad: buscan otro hogar o el alivio de no tener ninguno. (García Canclini, 2014:45)
El migrante no es un turista, no es un viajero, porque no hay retorno de su viaje. En la migración, el regreso se convierte en algo más.
En cierta medida todo relato del viaje migratorio podría entenderse como la transformación de ese volver, que no deja de percibirse como necesario, en otra cosa. El retorno no será nunca algo que se descarte. Habrá que considerar entonces qué pasa si esa vuelta postergada hace que, por un lado, el viaje no acabe nunca; y que, por el otro, haya que buscar formas de acabarlo que no impliquen el retorno al punto de partida (Meiss, 2010:17)
El migrante puede convertirse en un puente entre dos países, alguien que no vive del todo ni en uno ni en otro, que pertenece a los dos, une los dos, o puede ser, como Fernando Birri decía de sí mismo, un “ciudadano del mundo”. La migración puede ser una condición -forzada o deseable- adquirida por el movimiento del viaje. “La extranjeridad es un estado del alma y la mía nació para estar en tránsito”, dice María Fernanda Ampuero (2005), escritora ecuatoriana radicada en España. ‘Rootlessness’ es la condición del migrante, como sugiere pensar Salman Rushdie:
We know the force of gravity, but not its origins; and to explain why we become attached to our birthplaces we pretend that we are trees and speak of roots. Look under your feet. You will not find gnarled growths sprouting through the soles. Roots, I sometimes think, are a conservative myth, designed to keep us in places. (Rushdie, citado en Jin, 2008:22)
Según Abdelmalek Sayad, sociólogo de la inmigración, el inmigrado “nace” para la sociedad que así lo define, en el momento en que comienza a habitar su territorio. “Per questo, la società si permette di ignorare completamente ciò che precede quel momento e quella nascita” (Sayad, 2008:15). A la sociedad de acogida, la sociedad de inmigración, le corresponde constituir los saberes para estudiar el fenómeno de la radicación. A la sociedad de origen, la sociedad de emigración, le corresponde realizar el trabajo intelectual sobre la partida, las causas y repercusiones del fenómeno. La perspectiva de Sayad pone de manifiesto las paradojas que caracterizan esta figura social emblemática de la alteridad: el “inmigrado”. El psicólogo argelino evidencia las “ilusiones” asociadas a la presencia del inmigrado: la ilusión de una presencia / ausencia provisoria (estar en tránsito, vivir una situación provisoria que cambiará con el regreso al país de origen y la nueva partida del país de acogida) y la ilusión de una neutralidad política del inmigrado y de todo el fenómeno, lo cual constituye una naturalización equívoca. La ficción es doble, opera en ambos lados del “puente” que es el migrante.
El complejo fenómeno de las migraciones representa no solamente un desplazamiento cultural y una serie de transformaciones demográficas y económicas sino también contactos lingüísticos que manifiestan y evidencian cambios identitarios colectivos. Las migraciones condensan, además, debates relativos a los proyectos político-culturales de los Estados Naciones que las protagonizan, replanteando en el imaginario colectivo los principios de pertenencia y de construcción de las fronteras simbólicas y reales de la(s) comunidad(es), así como de los espacios en los que los sujetos definen las perspectivas ideológicas y representativas de su(s) identidad(es), que suelen necesariamente configurarse en estratificaciones complejas y, a veces, contradictorias. (Bravo Herrera, 2015:3)
Un migrante reconfigura su identidad, la amplía, la enriquece, y en este proceso modifica también el entorno en el que se mueve.
Escritores migrantes
María Teresa Gramuglio (1992) plantea que las figuras que los escritores construyen de sí en los textos condensan “imágenes que son proyecciones, autoimágenes y también anti-imágenes o contrafiguras de sí mismos” (1992:37). Al hablar de imagen y no de figura de escritor se subraya, como Gramuglio lo expresa (2013:100), el carácter imaginario de una construcción. Rastrear esta formación imaginaria supone reconstruir la ética y la estética del escritor y, además, ubicarlo como subjetividad fechada en un determinado estado del campo literario.
La imagen de escritor migrante es una proyección fuerte. ¿Cómo se ubican en el campo literario? ¿En qué campo literario? ¿Cómo impacta la condición de migración en el texto?
Armando Gnisci dice que “los escritores migrantes son aquellos que cambian de vida y de lengua, que se pasean por el tiempo y por el espacio, que traspasan los mundos. Aquellos que hacen aumentar la presencia de lo literario en el mundo y creolizan los lugares en los que se detienen” (Gnisci, 2010:2)
Entonces, cabe formular la pregunta: ¿qué implicancias tiene ser un escritor migrante?
Ha Jin, autor chino radicado en Estados Unidos, desarrolla algunos de los conflictos que supone la migración en un escritor. Su ensayo The writer as a migrant (2008) comienza con el planteo de tres preguntas básicas: ¿para quién, como quién y en interés de quién escribe?
His answers to those questions will shape his vision and help determine his subject matter and even his style of writing. Among the three questions, «as whom does he write» is the most troublesome one, because it involves the writer’s sense of identity and tradition, both of which, though often not a matter of choice, may be subject to change. (Ha Jin, 2008:3)
El sentido de identidad se complejiza en el sujeto con el movimiento de la migración. Mientras hay identidades asesinas, como explica Amin Maalouf (1999), que llevan a la intolerancia, hay identidades complejas y enriquecidas, fértiles. Él mismo, periodista y escritor nacido en Beirut, exiliado en Francia, sostiene la necesidad de revisar constantemente la cantidad de componentes de su identidad en términos ampliatorios.
Igual que otros hacen examen de conciencia, yo a veces me veo haciendo lo que podríamos llamar «examen de identidad». No trato con ello -ya se habrá adivinado- de encontrar en mí una pertenencia «esencial» en la que pudiera reconocerme, así que adopto la actitud contraria: rebusco en mi memoria para que aflore el mayor número posible de componentes de mi identidad, los agrupo y hago la lista, sin renegar de ninguno de ellos. (Maalouf, 1999: s/d)
Todas las identidades pueden ser fértiles. La migración supone el desplazamiento físico y cultural y también, en ocasiones, lingüístico, y es por ello que para el migrante “la identidad se vuelve un concepto ambiguo e itinerante que cruza constantemente zonas de frontera transgresivas, y en cada una asimila e integra aspectos que enriquecen un fluir de procesos que se funden con sedimentaciones múltiples precedentes” (Ricci, 2020:114).
La lengua de la escritura
Silvia Molloy inauguró el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA) en su edición de 2013 con un texto que reflexiona sobre la extranjería de todo escritor. Allí plantea las preguntas que condensan muchas de las problemáticas de las escrituras migrantes.
¿Qué ocurre con la escena de escritura cuando se la desplaza? ¿Cómo se tejen las sutiles relaciones entre autor, lengua, escritura y nación? ¿La extranjería de un texto comienza en la distancia geográfica, o en el uso de otra lengua, o en el sesgo de la mirada crítica? Y por último, ¿qué comunidad de lectores y qué contexto de lectura convoca el texto del escritor desterrado? (Molloy, 2013:s/d)
Se pueden retomar aquí los cuestionamientos de Ha Jin: ¿como quién escribe un escritor migrante? ¿para qué público lector? La elección de la lengua de la escritura determina las respuestas, porque elegir una lengua es elegir una mirada sobre el mundo.
È possibile, mi chiedo, abbandonare la propria lingua, dal momento che questa non è solo un modo di parlare, o meglio, non ha a che fare solo con un corpo grammaticale, ma anche con un punto di vista? Possiamo, per diverse vicissitudini, voltarle le spalle, abbandonarla o sostituirla, però forse non potremmo mai fare a meno della maternità di quella lingua, intesa come origine irrevocabile, anche quando vediamo il mondo alla luce di una nuova lingua. La maternità di una lingua non ci insegna solo a parlare, ma ci dà uno sguardo, un sentire, un punto di vista sulle cose. (Bravi, 2017:27)
La maternidad de la lengua no puede abandonarse, es la lengua de la infancia, la o las lenguas del aprendizaje. Para el migrante, la lengua no siempre es una elección, a veces es una imposición, una necesidad.
Agota Kristof, escritora húngara que vivió en Suiza y escribió su obra en francés, habla de las lenguas enemigas, porque se debe luchar para conquistarlas y porque, a la larga, pueden terminar matando a la lengua materna.
“Al principio, no había más que una sola lengua. Los objetos, las cosas, los sentimientos, los colores, los sueños, las cartas, los libros, los diarios, estaban en esa lengua”, dice la escritora. Luego, su familia se mudó a una ciudad fronteriza, donde gran parte de la población hablaba alemán. Tiempo después, los militares rusos invadieron el país, e impusieron su lengua en las escuelas, prohibiendo todas las demás. “Nadie conoce la lengua rusa. Los profesores… no tienen ganas de enseñarla. Y, de todos modos, los alumnos tampoco tienen ningunas ganas de aprenderla. Asistimos aquí a un sabotaje intelectual nacional”. A los 21 años, Agota Kristof huye a Suiza, donde se habla francés. “Tengo 21 años. Estoy casada hace dos años y tengo una niñita de cuatro meses. Atravesamos el límite entre Hungría y Austria una noche de noviembre, precedidos por un pasador de fronteras”. A pesar de hablarlo durante más de tres décadas y escribirlo durante dos, no es una lengua que haya logrado dominar del todo. El cambio de lengua le supuso convertirse en una analfabeta,[2] otra vez. Al principio, fue el silencio de no entender. En Suiza, trabaja como operaria en una fábrica; los trabajadores y los patrones son agradables con ellos, los refugiados. Les sonríen, les hablan, pero ellos no comprenden. “Aquí es donde empieza el desierto”, dice. “A la exaltación de los días de la revolución y de la huida le siguen el silencio, el vacío”. Finalmente, y sobre todo, la escritura aparece como la necesidad que trasciende las circunstancias. «¿Cómo habría sido mi vida si no hubiera dejado mi país? Más dura, más pobre, pero también menos solitaria, menos rota; quizá feliz. De lo que sí estoy segura es que hubiera escrito lo que fuera, en cualquier lengua”.[3]
¿Cuáles son las razones por la que un escritor elige otra lengua para escribir? Aunque sea una lengua impuesta por las circunstancias, se trata de una elección. Joseph Brodsky dice que “cuando un escritor recurre a una lengua distinta de la suya materna, lo hace por necesidad, como Conrad, o por una ambición desmedida, como Nabokov, o por lograr un mayor extrañamiento, como Beckett” (1986: s/d).
Esta decisión tiene implicancias: las lenguas enemigas, las que representan un peligro, las lenguas de la traición, que alejan al escritor de su pueblo. ¿Para quién escribe? Son otros los lectores posibles y también muchos que no podrán comprender ese texto, excepto por traducciones.
The migrant writer feels guilty because of his physical absence from his native country, which is conventionally viewed by some of his countrymen as «desertion». Yet the ultimate betrayal is to choose to write in another language. No matter how the writer attempts to rationalize and justify adopting a foreign language, it is an act of betrayal that alienates him from his mother tongue and directs his creative energy to another language. (Ha Jin, 2008: 31)
La culpa, la traición, se sienten porque “el inmigrante y el hijo del inmigrante se piensan en términos de su lengua, son su lengua” (Molloy, 2015:10). Sylvia Molloy era plurilingüe, nació en Buenos Aires, aprendió el español, luego su padre comenzó a hablarle en inglés y más adelante aprendió el francés. Las lenguas acompañaron sus diferentes residencias a lo largo de su vida, y su plurilingüismo fue también tema de reflexión, especialmente en Vivir entre lenguas (2015). “Siempre se escribe desde una ausencia: la elección de un idioma automáticamente significa el afantasmamiento del otro pero nunca su desaparición. Ese otro idioma en que el escritor no piensa, dice Roa Bastos, lo piensa a él” (2015:24). La identidad del escritor plurilingüe se amplía, se enriquece, y su escritura tiene una “doble identidad” (Castellani, 2020:187).
Fabio Morabito -mexicano, nacido en Egipto, de familia italiana- habla de la lengua materna en un texto llamado “Drácula y el idioma”, en su libro Idioma materno (2014). Retoma la historia del conde Drácula, que quiere dominar el inglés para su viaje a Inglaterra, razón por la cual retiene a Harker en su castillo. Aunque habla correctamente en inglés, quiere lograr parecer un nativo en Londres. Para Drácula, solo se puede hablar otro idioma convirtiéndose en otra persona,
En esto es igual al escritor que escribe en una lengua extranjera, que absorbe el idioma ajeno para renacer en el seno de una nueva expresividad y, al hacerlo, se convierte en otro individuo. En efecto, si escribir nos impone una máscara, escribir en otro idioma nos impone una máscara doble, o sea un nuevo rostro. (Morabito, 2014:76)
La migración puede, también, no significar un cambio de lengua para el escritor. Siempre es una modificación, siempre un movimiento, pero hay lenguas que se hablan en muchos países del mundo. El español es una de ellas.
Escrituras migrantes, escrituras literarias
Julia Kristeva dijo que si todos somos extranjeros, entonces nadie es extranjero. Antonio Cornejo Polar afirma que la migración no es desterritorialización, sino que “el desplazamiento migratorio duplica (o más) el territorio del sujeto y le ofrece o lo condena a hablar desde más de un lugar” (Cornejo Polar, 1996:841). Esta mirada múltiple, las lenguas múltiples, la identidad compleja y enriquecida, diferencian al escritor migrante y a su creación literaria.
María Fernanda Ampuero en sus Veinte reflexiones de una migrante (2005) se presenta como escritora migrante y afirma:
No pertenezco a ninguna raza, a ninguna tribu, a ninguna etnia, soy solo una más de las miles de personas híbridas que somos el resultado de todos los cruces y todas las cruces de las migraciones de la historia. Historias. La mía, la de millones de personas, es una de movimiento: me fui de allá y estoy acá, entre el pasado y el futuro, entre el recuerdo y la esperanza, entre mis orígenes y mis potencialidades, entre Ecuador y el mundo. (2005: s/d)
Las historias de migración se configuran en tópicos, en temas, inherentes al movimiento y al viaje: la nostalgia, el desarraigo, el viaje en sí mismo, ampliamente abordados desde los estudios comparados.
Ampuero tematiza la migración en diversas instancias. Su libro de crónicas periodísticas sobre la migración ecuatoriana a España, Permiso de residencia (2013), las ya citadas Veinte reflexiones de una migrante (2005) y algunos cuentos. Su libro Sacrificios humanos (2021) se inicia con un cuento titulado “Biografía”.[4]
“Biografía” se puede leer como un relato de migración, porque se centra en la experiencia de una mujer migrante latinoamericana. Es la forma del relato lo disruptivo: es un cuento de terror, género poco transitado en este tipo de narrativas.
La anécdota pertenece a la historia personal de la autora, según explica en una entrevista:
Cuando estaba indocumentada buscaba trabajo y puse un anuncio en Segunda mano en que ofrecía mis servicios de escritora para alguien que quisiera escribir su vida. Solo contestó un hombre de San Cugat, en Cataluña. Me dijo que quería contar su historia y que si me interesaba tenía que viajar de inmediato. Yo estaba desesperada, vivía en una habitación muy barata. Todo me había salido mal, no como yo esperaba. El hombre me ofreció un dinero que consideré bueno y decidí viajar. Me recogió en la estación de tren. Avanzamos durante mucho tiempo hasta llegar a su casa en medio del campo. Llegamos y salieron sus perros dóberman… (Ampuero, 2021)
Se trata de una historia de movimiento, como otras, que pone en primer lugar y desde el inicio la figura de la mujer, su vulnerabilidad por ser mujer y por ser migrante, la desesperación y el miedo. La ilegalidad como condición de migración en el mundo contemporáneo divide no solo las filas en los aeropuertos sino la vida y la muerte.
Al poco de ser inmigrante, mi jefe en el locutorio, el que decía que yo le recordaba a su niña allá en su país, había intentado violarme en una de esas cabinas de teléfono donde otros y otras como yo lloraban a su muerto o consolaban a sus vivos. Al ver que me resistía, me estrelló la cabeza contra un teléfono. Con la boca llena de sangre me giré, grité, le escupí.
Salí corriendo semidesnuda por las calles recién lavadas y nadie llamó a la policía porque en ese barrio todos sabían que lo que de verdad castigaba la policía era estar sin papeles, no ser violador.
Mi jefe tenía los papeles en regla y la que estaba en problemas era yo. (2021:15)
La primera persona que narra la historia cuenta que, ante la necesidad de conseguir trabajo y la imposibilidad de lograrlo sin documentos, escribe un anuncio ofreciendo lo que sabe hacer: escribir -la ventaja de no cambiar de lengua-. Un hombre responde, Alberto, envía dinero y ella debe viajar hasta su casa.
Pensé hasta que me dolió la cabeza en mis opciones. Le pregunté a la mujer que me alquilaba un espacio en su salón para dormir, mi única conocida en la ciudad, mi compatriota, y me dijo que sí, que era peligroso, de hecho peligrosísimo, pero que peor era dormir en la calle.
-Vea mija, cuando se emigra uno sabe que va a lo peor, como a la guerra. Uno no emigra si va a andar con miedos. Apriete bien los dientes y apriete bien las piernas y haga lo que tenga que hacer: verá que ya mismo es primero de mes. (2021:16)
Hace todo esto con miedo, con pánico, sin tener a quién recurrir. Sabe que es peligroso, sabe que es, en cierta forma, un sacrificio que debe hacer por su propia condición de migrante. “El corazón de un inmigrante es un pájaro entre dos manazas”. Todo puede fallar, podría morir asesinada en esa casa, por ese hombre, y nadie se enteraría o a nadie le importaría.
Los migrantes son los sacrificios humanos que se prefiguran en el título. Las mujeres migrantes, aún más.
Véanme, véanme. Poquita cosa para el mundo, sacrificio humano, nada.
Aquí no me escucharán gritar.
Aunque me estallen las cuerdas vocales, aunque grite hasta desgarrarme por dentro, no me escucharán. Nada más los árboles, el bello cielo de invierno, pero bajo los árboles y bajo los cielos más hermosos ocurren cosas espantosas y ellos siguen ahí, inconmovibles, ajenos, suyos.
Las que se comieron las hormigas, las que ya no parecen niñas sino garabatos, las muñecas descoyuntadas, las negras de quemadura, los puros huesos, la agujereadas, las decapitadas, las desnudas sin vello púbico, las despellejadas, las bebés con un solo zapatito blanco, las que se infartan del terror de lo que le están haciendo, las atadas con sus propios calzones, las vaciadas, las violadas hasta la muerte, las arruñadas, las que paren gusanos y larvas, las mordidas por diente humano, las magulladas, la sin ojos, las evisceradas, las moradas, las rojas, las amarillas, las verdes, las grises, las degolladas, las ahogadas que se comieron los peces, las desangradas, las perforadas, las deshechas en ácido, las golpeadas hasta la desfiguración. Ellas, todas ellas, pidieron ayuda a dios, al hombre, a la naturaleza.
Dios no ama, los hombres matan, la naturaleza hace llover agua limpia sobre cuerpos ensangrentados, el sol blanquea los huesos, un árbol suelta una hoja o dos sobre la carita irreconocible de la hija de alguien, la tierra hace crecer girasoles robustos que se alimentan de la carne violeta de la de las desaparecidas. (2015:19)
El hombre le cuenta su historia, que es siniestra. Le habla de él y su hermano, una infancia marcada por la violencia, la madre golpeada por el padre, las drogas, las vilezas y los excesos de los dos hermanos, que concluyen en la muerte de la madre, con ellos bailando con su madre muerta. El horror del relato se expande cuando Alberto, que no quiere hablar de su hermano, se convierte en él:
Le cambió la cara, una mueca horrorosa como si estuviera padeciendo de dolores insoportables lo transformó en otra persona. Los ojos se le convirtieron en dos carbones al rojo vivo muy atrás de las cuencas. Gritó con la boca tan abierta que pude ver los huecos donde debían estar los dientes, las manchas negras de las caries, la lengua puntiaguda.
- Dile que estoy aquí a la muy zorra. Háblale de mí, hijo de puta. Trajiste este pedazo de mierda extranjera a escuchar nuestra historia, ahora cuéntala, pero cuéntala bien, hermanito, no te dejes nada.
Me miró a los ojos por primera vez en toda la tarde.
-¿Qué te pasa puerca? ¿Quieres que te cuente la verdad, lo que el cobarde mi hermanito no es capaz de decirte? ¿Quieres que te hable de Nuestro Señor de la Noche? ¿Crees que tienes puto derecho de entrar a nuestra casa como si nada? Basura extranjera, puta asquerosa, ¿a qué has venido? A usurpar. A eso venís todos. Claro, venís a quitarnos lo que es nuestro. Todo queréis, todo: nuestro dinero, nuestras historias, nuestros muertos, nuestros fantasmas. Ya verás lo que el Señor y yo tenemos para ti y todas esas perras que venís a ensuciar nuestras calles. (2021:25)
Ella está en peligro no por ser mujer solamente, sino por ser extranjera. “Véanme, véanme. Una extranjera sola que es como un venado que es como un bebé que es como una carnecita del dedo que se arranca sin dificultad y se mastica y se escupe” (2021: 29). No puede huir de la casa esa noche, se encierra en una habitación.
En un cajón encuentro pasaportes, pasaportes azules, rojizos, verdes, de chicas de todas partes. Como el mío, el de casi todas esas es el primer pasaporte de sus vidas. Sonríen con la mandíbula apretada. Así sonreí yo también.
Saco la grabadora y repito sus nombres como si estuviera rezando un rosario. Repito sus fechas de nacimiento, sus orígenes, la fecha de llegada al país, las describo lo mejor que puedo. Aprieto cada pasaporte un ratito contra mi corazón enloquecido.
Véanme, véanme. Y escúchenme. Pronuncio lo mejor que puedo sus nombres. Awa. Fátima. Julie. Wafaa. Byliana.
Véanlas, véanlas. Ellas también fueron imprudentes, locas. Ellas también fueron inmigrantes. (2021:30)
El ritmo de la narración aumenta, el lector sigue este relato conteniendo la respiración, con ansiedad creciente. Ella logra escapar de la casa al amanecer, “al costado del camino, como sombras, me ven pasar y sonríen, hermanas de la migración. Susurran: cuenta nuestra historia, cuenta nuestra historia, cuenta nuestra historia” (2021:33). El cuento de Ampuero evidencia la realidad de la migración, la violencia, el pánico, de manera cruda. En este relato no se tematiza la nostalgia, el desarraigo, sino el miedo, la vulnerabilidad, la injusticia de las fronteras legales del mundo que divide y separa.
Conclusión
En el presente trabajo se refirió a la noción de escritor migrante, con las connotaciones identitarias que conlleva este movimiento. Se profundizó en las imágenes de escritores migrantes, a partir del concepto de María Teresa Gramuglio (1992), y en la elección de la lengua de la escritura como uno de los aspectos más complejos de estas figuras. En este sentido, las reflexiones de Sylvia Molloy, Ha Jin, Adrian Bravi, Fabio Morabito y Agota Kristof son fundamentales para pensar las implicancias de las elecciones lingüísticas de los escritores en la migración.
Finalmente, se analizó el cuento «Biografía» de María Fernanda Ampuero como un tipo de escritura literaria que desnuda crudamente la realidad de muchas mujeres migrantes, poniendo en consideración la legalidad de las fronteras y la situación de desventaja en que las migraciones sumen a las personas. El objetivo de estas reflexiones es contribuir a considerar, con Armando Gnisci, que la literatura de la migración es la nueva literatura del mundo y que ello nos debe instar a pensar en términos de hospitalidad planetaria, como propone Paula Meiss (2010).
Referencias
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Ampuero, María Fernanda. (2021). «El emigrante es el héroe moderno, el sacrificio moderno». Disponible en https://wmagazin.com/maria-fernanda-ampuero-el-emigrante-es-el-heroe-moderno-el-sacrificio-moderno/
Ampuero, María Fernanda (2021). Sacrificios humanos. Buenos Aires. Páginas de espuma.
Bravi, Adrian (2017). La gelosia delle lingue. EUM Edizioni, Università di Macerata
Bravo Herrera, Fernanda Elisa (2015). Huellas y recorridos de una utopía. La emigración italiana en Argentina. Buenos Aires: Editorial Teseo.
Brodsky, Joseph (1986) Menos que uno: ensayos escogidos [Traducción al español: Carlos Manzano]. Ediciones Siruela.
Castellani, Jean Pierre (2020). Idiomas cruzados. El Hilo De La Fabula, (20), 177–192. https://doi.org/10.14409/hf.v0i20.9646
Cornejo Polar, Antonio (1996). "Una heterogeneidad no dialéctica: sujeto y discurso migrantes en el Perú moderno". Revista Iberoamericana 62(176). DOI: https://doi.org/10.5195/reviberoamer.1996.6262
Gnisci, Armando (2010). «Escrituras migrantes» [artículo en línea] Extravío. Revista electrónica de literatura comparada, núm. 5. Universitat de València. Disponible en http://www.uv.es/extravio.
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Kristof, Agota (2015) La analfabeta. Edición digital disponible en: https://kupdf.net/download/la-analfabeta-_5cbbcebee2b6f5962e1d606c_pdf
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Meiss, Paula (2010) “Apología de la literatura inmigrante: ¿hacia una hospitalidad planetaria?” [artículo en línea], 452º F. Revista electrónica de teoría de la literatura y literatura comparada, 2, 13-29, [Fecha de consulta: 12/02/17], http://www.452f.com/index.php/es/ paula-meiss.html
Morabito, Fabio (2014). «Drácula y el idioma» en El Idioma materno. México: Editorial Sexto Piso
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Notas