Dossier
«Carta abierta al río Salado». Cuando la protesta se hace canción
«Open letter to the Salado River». When the protest becomes a song
Revista del Instituto Superior de Música
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 1666-7603
ISSN-e: 2362-3322
Periodicidad: Semestral
núm. 22, e0024, 2023
Resumen:
La inundación de la ciudad de Santa Fe en 2003 fue un acontecimiento trágico de la provincia y uno de los más dramáticos de la historia en el país. El desborde del río Salado originó el fallecimiento de cientos de personas y posteriormente cambió la vida de otras miles. La música y sus artistas rápidamente empezaron a evidenciar las consecuencias de la inundación. Horacio Guarany fue uno de los primeros en ofrecer su versión de la inundación a través de su canción «Carta abierta al río Salado». En este trabajo analizaremos los enfoques que el autor utilizó para definir las causas de la inundación de 2003.
Palabras clave: Horacio Guarany, inundación, Santa Fe, 2003.
Abstract: The flooding of the city of Santa Fe in 2003 was the most tragic event in the province and one of the most dramatic in the history of the country. The overflow of the Salado River caused the death of hundreds of people and subsequently changed the lives of other miles. Music and its artists will quickly demonstrate the consequences of the flood. Horacio Guarany was one of the first to offer his version of the flood through his song «Carta abierta al río Salado». In this paper we will analyze the approaches that the author used to define the causes of the 2003 flood.
Keywords: Horacio Guarany, flood, Santa Fe, 2003.
El 27 de abril de 2003 Néstor Kirchner era electo presidente de la República Argentina, luego de la aguda crisis de 2001. Simultáneamente, ese mismo día, comenzaba a entrar agua del río Salado a la ciudad de Santa Fe en lo que sería la catástrofe hídrica más significativa de la provincia y del país.
El evento que dejó secuelas de todo tipo en la población y en las familias santafesinas, con las cifras oficiales de 23 muertos y las extraoficiales de 160, fue tomado como referencia por la música en general. En los meses y años posteriores, incluso en la actualidad, es frecuente ver obras musicales que hablan de esta inundación. Uno de los que recogió el guante, como era de esperarse, fue Eraclio Catalín Rodríguez Cereijo (1925–2017), mejor conocido como «Horacio Guarany», cantor, compositor y escritor argentino de los más exitosos que ha dado el folclore nacional y latinoamericano.
Nacido en Las Garzas, provincia de Santa Fe, el 15 de mayo de 1925, Guarany se crió en una familia con diversidad cultural, ya que su padre, Jorge Rodríguez, era un indígena correntino, y su madre, Feliciana Cereijo de Rodríguez era una inmigrante española nacida en León. Su padre trabajó como hachero en la empresa británica La Forestal y el folclorista nació en pleno monte del Chaco Austral, pero fue anotado posteriormente en la localidad de Las Garzas. Eraclio fue el antepenúltimo de 14 hermanos que integraban la familia Rodríguez Cereijo, y fue con ellos que pasó su infancia en Alto Verde, un barrio perteneciente a la ciudad de Santa Fe y demasiado frágil para las inundaciones, ya que está situado en el valle de inundación del río Paraná.
Ese barrio penetrable por las crecidas del río marcaría a fuego la historia de vida y musical de Horacio, ya que Alto Verde fue un lugar al que siempre regresó, y también, fue allí donde se inició con la música tras empezar a tocar la guitarra bajo el mando del maestro Santiago Aicardi. En 1943, y dispuesto a triunfar con la música, el cantor emprendió su camino hacia Buenos Aires donde comenzó a cantar en el barrio La Boca. Finalmente, Guarany pudo debutar en Radio Belgrano en el año 1957 cuando interpretó la canción «El mensú» (Ramón Ayala y Vicente Cidade), logrando que dicha interpretación fuera difundida en otras estaciones radiales y alcanzando la popularidad.
El 28 de febrero de 1963, el decreto ley 1547 impulsado por el presidente José María Guido estableció la Semana Nacional del Folklore en la última semana de enero de cada año en la ciudad cordobesa de Cosquín. Precisamente, en ese festival que iría creciendo año tras año, el nombre de Horacio Guarany empezaría a hacerse más conocido a nivel nacional y allí forjaría el vínculo con la masa popular que tanto marcó su carrera. «Cómo olvidar los festivales de Cosquín, donde la gente lo ovacionaba y lo sacaba en andas. Recordaré por siempre sus canciones, tan populares y maravillosas como “La Villerita”, “Si se calla el cantor”, “Puerto de Santa Cruz” y “Volver en vino”, que han calado hondo y quedarán por siempre en el corazón de la gente» (Heredia, en Otero 2017).
Precisamente, por haber vivido casi toda su vida en Alto Verde, un barrio vulnerable como pocos a las crecidas del río Paraná, Guarany siempre tuvo presente lo que significaba la inundación y convivir con la amenaza de que ella se concrete. Así, cuando se produjo la crecida y el posterior desborde del río Salado en la ciudad de Santa Fe a comienzos 2003, el folclorista, más allá de la magnitud del acontecimiento, sabía perfectamente lo que representaba para la población este evento y las consecuencias del mismo.
Es cierto que esta vez la inundación provino del río Salado, pero de todas formas, el artista tenía su guitarra y su voz listas para encarnar una canción que describe a la perfección lo acontecido en aquél fatídico 2003. Lo particular en este artículo será ver cómo el autor enfoca la inundación a través de su canción «Carta Abierta al río Salado», es decir, desde qué visión la aborda, para saber si la enmarca como una catástrofe natural, como una consecuencia de la ausencia del Estado y de las políticas públicas, como una congregación de hechos, etcétera. En este sentido, es interesante analizar algunos enfoques de la inundación del 2003 que han abordado diferentes trabajos e investigaciones previas, para poder ir percibiendo el encuadre que la canción de Guarany posee al momento de analizar su letra.
Así, y retomando los conceptos centrales de la «teoría del riesgo», Haidar (2007) describe a la inundación como un desastre ocasionado por las precipitaciones intensas sobre la cuenca baja del río Salado y la crecida ocasionada por ese proceso. Al mismo tiempo, señala como otra causa el asentamiento de la población en lotes con riesgo hídrico notorio por el nivel de las cotas. Y, por último, también remarca la ausencia de una política pública de gestión del riesgo con medidas de prevención y mitigación.
Para otros estudios, la inundación de la ciudad de Santa Fe tiene directa vinculación con las políticas neoliberales que comenzaron con la última dictadura cívico militar y se profundizaron durante los años noventa. En aquel entonces, el presidente de la nación Carlos Menem, por consejo de Eduardo Duhalde, escogió al expiloto de la Fórmula 1, Carlos Reutemann como el hombre indicado para lavar la cara del Partido Justicialista en Santa Fe. Las elecciones para gobernador de Santa Fe y Tucumán en 1991 eran indispensables para Menem y, fiel a su estilo, el riojano designó a dos outsiders como Reutemann y Ramón «Palito Ortega» para ser candidatos en cada provincia respectivamente.
En 1991, Reutemann tomó la gobernación de Santa Fe, función que alternaría durante 16 años con Jorge Obeid. Así, Reutemann fue escogido para liderar al PJ santafesino en 1993, lo que le posibilitó anclarse en la estructura partidaria y, al mismo tiempo, tender lazos que siguieron militándolo hasta que se mudó al partido Propuesta Republicana (PRO) en 2015.
En 1994, durante su primera gestión, el entonces ministro de Hacienda y Obras Públicas, Juan Carlos Mercier –también funcionario de alto rango en la dictadura– anunció la apertura de la licitación para la construcción de la zona oeste de la Avenida de Circunvalación, entre la Ruta Nacional 11 y la avenida Blas Parera, en inmediaciones del Hipódromo de Las Flores. Esa obra tenía una doble función: vial y de defensa ante crecientes del río Salado. En el proyecto original, se rodeaba la ciudad hasta el norte en tres tramos, pero solo se construyeron los dos primeros. Este último no se terminó; se inauguró con un cierre de mampostería —a la altura del Jockey Club— y quedaron 1500 metros sin defensa. Los planos de la obra indicaban que, en caso de crecientes extraordinarias, había que hacer un cierre provisorio en ese segmento. La obra sin terminar, e irregularmente licitada, se inauguró el 8 de agosto de 1997: dos meses y medio antes de las elecciones de medio término. Desde el gobierno provincial decían entonces: «Se construyó un terraplén cohesivo para darle una solución definitiva a las inundaciones provocadas por las aguas del río Salado en épocas de creciente». (Guerrero, 2022)
Sin embargo, y como bien lo manifiesta el fragmento citado anteriormente, el cierre provisorio de la defensa no se concretó y el agua comenzó a ingresar por allí el 27 de abril por la tarde. Pero, como el año 2003 fue de elecciones presidenciales, Reutemann estaba más enfocado en poder ser bastión de Carlos Menem, quien lo había elegido para gobernador, que en atender la situación de crisis que había en la ciudad.
La ausencia de información y las imprudentes declaraciones del intendente de la ciudad, Marcelo Álvarez, demostraban la impericia y la falta de responsabilidad con la que se tomó la situación. Y, además, evidenciaron la primacía de los intereses partidarios por encima del bienestar social.
Por otra parte, otro enfoque de la inundación de la ciudad de Santa Fe en 2003 la interpreta como el producto de un desastre natural. En suma, «todavía gran parte de la población percibe a los desastres naturales como inevitables, como actos de la Providencia, de Dios o de la naturaleza. Incluso, muchas veces se enfatiza en forma exagerada el “factor sorpresa” de la ocurrencia de un desastre natural, cuando, actualmente es posible identificar y pronosticar muchos de los desastres» (Lara, A. 2005:1).
Empero, los desastres naturales son evitables en la mayoría de los casos, y en otros, se puede reducir significativamente sus consecuencias. Para esto, es de vital importancia incorporar los desastres en la agenda de las políticas de desarrollo que no sean a corto plazo y que contemplen la relación ambiente–sociedad. Caso contrario, el aumento del riesgo por desastres naturales es inevitable, como por ejemplo, cuando se permite la urbanización en áreas que están amenazadas por los ríos, o también, cuando se realizan obras de infraestructura que imposibilitan la correcta filtración del agua hacia el subsuelo.
De esta manera, habiendo señalado algunos de los diferentes enfoques con los que se puede abordar la inundación del 2003, descifraremos la canción de Horacio Guarany, para ver qué es lo que el cantautor santafesino nos propone. Para ello, en primer lugar, se confeccionará un análisis desde el aspecto morfológico y, en segundo lugar, un análisis desde el aspecto político y social de la obra «Carta abierta al río Salado», publicada en el álbum del 2003 «Cantor de cantores».
En primer lugar, desde el aspecto morfológico, se observa que la canción está estructurada en base a la letra que se encuentra compuesta por ocho estrofas de cuatro versos cada una. Esto aparece dividido en dos partes de cuatro estrofas separadas por un interludio instrumental. Las características interpretativas son similares en ambas partes: una primera estrofa que presenta un relato en que se combina voz hablada y voz cantada, y luego tres estrofas cantadas de manera sentida.
La instrumentación que acompaña a la voz se encuentra conformada por dos guitarras y un acordeón. Después de la introducción instrumental, inicia la primera estrofa hablando al río Salado a modo de reflexión mientras la guitarra acompaña con arpegios. A partir de la segunda estrofa, la voz canta con volumen más alto mientras que, las guitarras incorporan el rasguido y el acordeón le añade dramatismo a la interpretación.[1]
Introducción instrumental
Viejo Río Salado que mal que te portaste
como un traidor llegaste clavando tu puñal
tú y la lluvia serpiente que nunca terminaba
a Santa Fe dejaban degollado de sal.
De yo haberlo sabido que te dolía el alma
que un vendaval de lágrimas te haría desbordar
te alcanzaba un pañuelo de paredones altos
y de un desagüe de cantos que te lleven al mar.
Pero sin avisarnos en plena madrugada
el llanto no aguantabas y te echaste a llorar
y ahogaste las semillas del niño que dormía
del abuelo que hacía de tu cauce su pan.
Y a tus pobres vecinos le arriaste las banderas
su rancho hoy es tapera un páramo total
que mal que te portaste ¿acaso te vengaste?
talaron tanto monte te hicieron tanto mal.
Interludio instrumental
Yo bien sé que tu llanto bastante exagerado
es claro resultado de un abandono cruel
te dejamos solito casi quinientos años
por eso no es extraño tu llanto sin cuartel.
No es tan tuya la culpa estabas olvidado
y quien come pescado la espina ha de encontrar
viejo río Salado como te has desangrado
El Paraná, tu hermano, te viene a consolar.
Te llenará de nuevo de sauces y guitarras
y en tu patio de parras yo volveré a cantar
Y si la lluvia vuelve descontroladamente
poné el pecho y la frente y un dique de ultramar.
No es tan tuya la culpa estabas olvidado
y quien come pescado la espina ha de encontrar
viejo Río Salado que mal que te has portado
¡viejo Río Salado no vuelvas… no vuelvas a llorar!
Repetición a modo de coda con cierre instrumental
¡Viejo Río Salado no vuelvas… no vuelvas a llorar!
En segundo lugar, y desde el aspecto político y social, en la primera parte de la canción nos encontramos con una mezcla de enfoques a los que Guarany se acoge. Así, en la primera estrofa se ve claramente predominar la inundación como una catástrofe natural, ya que el autor trata al río Salado como un «traidor» que llegó de repente para inundar a la ciudad. Esto denota un carácter propio del río y del fenómeno natural, es decir, como que nada pudiera evitar el desborde del afluente y la consecuente inundación de la ciudad.
Sin embargo, y al mismo tiempo, en la segunda estrofa nos encontramos con que el folclorista hace alusión a la falta de políticas públicas, ya que deja claramente en evidencia que los paredones de muros altos (los terraplenes de la defensa) hubiesen sido necesarios y podrían haber evitado lo que él llama el «vendaval de lágrimas del Salado». Es de resaltar que, esta sutileza para la crítica siempre fue una característica de sus canciones, la idea de introducir el tema desde un enfoque, para posteriormente marcar lo que estaba mal desde la política, fue algo que marcó toda la carrera de «Don» Horacio.
Siguiendo con el recorrido de la canción, en la tercera y cuarta estrofa vemos un comportamiento similar que en la primera. No obstante esto último, se profundiza más la tendencia hacia la inundación como una catástrofe natural, pero que, al mismo tiempo, pudo ser evitada. La posibilidad de una política ecológica sustentable podría englobar claramente este análisis, ya que Guarany marca la tala de los montes como un posible mecanismo de reacción para la «venganza» del Salado. Además, aquí también, señala el asentamiento de miles de personas en zonas de riesgo que posibilitó que trágicamente de una noche a la mañana pierdan todas sus pertenecías y sus medios de vida, transformando ranchos en taperas.
Avanzando un poco más, y discerniendo la segunda parte de la canción, el cantautor en la quinta y sexta estrofa ya nos presenta un reclamo ante la falta de atención que los ciudadanos le hemos dado al río. Esta parte se puede interpretar de dos formas, pero con un mismo destino. Por un lado, puede hacer alusión a la falta de políticas públicas que podrían haber contribuido a contener el desborde del río. Por otro lado, puede percibirse como un llamado a la conciencia ambiental del ser humano que, como señalamos anteriormente, está vinculado en su totalidad a un enfoque ecologista y a un reclamo en primera persona acerca del accionar humano sobre la naturaleza, y a las consecuencias que de ello se derivan.
Así, el compositor marca que, no solamente hubo ausencia de gestión y de políticas públicas. Pues, al referenciar que hemos dejado solo al río Salado desde hace medio siglo, el folclorista nos interpela acerca de cómo hemos contribuido a mantener el hábitat natural del afluente, a no contaminarlo, a no dragarlo en los campos para desviar su cauce, y muchas otras acciones humanas que también contribuyeron al desastre del 2003 en la ciudad de Santa Fe y en el de sus poblaciones aledañas.
Y, llegando al final del recorrido por esta canción, la octava estrofa nos ofrece un retorno al enfoque de la catástrofe natural, pidiendo que el Salado no vuelva a llorar para inundar a la ciudad con sus lágrimas. Pero, a su vez, marca una frase trascendental que dice: «Y quien come pescado, la espina ha de encontrar».
Lo que interpretamos con esta última frase es un contundente mensaje para los pescadores y para aquellas personas ribereñas que, a sabiendas de la contingencia que implica un asentamiento a orillas del río Salado, igualmente apuestan por ese estilo de vida para poder sobrevivir. Es decir, es una interpelación cultural directa para las diferentes generaciones de pescadores que han nacido, se han criado y continuarán su vida, la de sus hijos, y posiblemente la de sus nietos, allí a la vera del río Salado. Esto último, también deja en evidencia para quienes Guarany componía sus canciones y en donde la llaneza de las palabras utilizadas en cada estrofa de esta canción lo demuestra.
Conclusión
En este artículo, nos propusimos trabajar con la inundación de Santa Fe en 2003 desde una perspectiva política, musical y, especialmente, desde un enfoque litoraleño con la obra de Horacio Guarany. Para ello, comenzamos el análisis con una identificación del estereotipo de persona que implicaba la figura del folclorista criado en Alto Verde y, sobre todo, cómo fue su recorrido desde su nacimiento hasta sus primeros contacto con la popularidad. En este sentido, para este análisis se seleccionó la canción «Carta abierta al río Salado» publicada en el álbum del 2003 «Cantor de cantores».
De esta forma, y tras haber llevado adelante un análisis morfológico y otro análisis político y social de la canción, pudimos observar dentro de la misma obra diversos enfoques acerca de cómo este personaje santafesino percibió a la inundación de 2003. En este sentido, el aspecto morfológico evidenció la forma en que el artista a través de las estrofas y de la instrumentación genera una primera actitud de reflexión, para posteriormente encarnar una actitud más de protesta y disgusto. A su vez, esto se refleja en la modalidad con la que Guarany dialoga a lo largo de toda la canción con el río Salado a modo de reflexión, con dolor y, también, reprochándole su accionar.
De esta manera, un primer contacto con la canción desde el aspecto político y social nos haría pensar que estamos escuchando un canto a la naturaleza y a su mal comportamiento, lo que en definitiva sería tratar a la inundación como un desastre natural. Pero, como mencionamos anteriormente, las letras de «Don» Horacio siempre se destacaron por jugar con una doble intencionalidad que incluyen la crítica sutil y las interpelaciones profundas.
En esta dirección, la canción refleja la vertiente que señala que, aunque es cierto que hubo obras que podrían haber mitigado las consecuencias del desborde del río Salado, tampoco se puede soslayar la presencia de un fenómeno natural que, de todas formas, hubiese impactado en gran parte de la población santafesina. Esto no significa que el folclorista santafesino le haya restado importancia al papel de las políticas públicas y al de los gobiernos municipal y provincial, todo lo contrario, ya que la frase «Te dejamos solito» incluye esa falta de atención que no se le dio a los terraplenes que podrían haber evitado la inundación, o en su defecto y no menor, que podrían haber contribuido a mitigar considerablemente sus consecuencias.
Al mismo tiempo, un enfoque esencial en la canción es la mención de Guarany a la tala de los montes que han perjudicado al río Salado. Es decir, el cantautor también critica el accionar del ser humano, sobre todo a la agricultura del norte de la provincia que deforestó gran parte de tierras para la cosecha de soja, lo cual implicó para el artista litoraleño otorgarle un grado de responsabilidad considerable en la inundación del 2003 en la capital santafesina y zonas aledañas.
De este modo, la idea de Horacio Guarany de plantear la inundación en un principio como un desastre natural va mutando con el transcurrir de las estrofas, para convertirse en un evento con responsabilidades compartidas entre la política y los ciudadanos, lo que expresa la protesta encarnada en esta canción. Además, la frase «No es tan tuya la culpa, estabas olvidado», da cuenta de esa sutileza que el folclorista litoraleño tenía para criticar en sus canciones sin agresividad, pero con una contundencia suficiente para mostrar su postura, como también lo hizo en sus canciones referidas a la última dictadura cívico militar de 1976.
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Notas