El pesimismo antropológico y la fundamentación de la teoría del estado en Hobbes y Schmitt
DOI:
https://doi.org/10.14409/topicos.v0i10.7427Resumen
Para Hobbes, la naturaleza humana es egoísmo, y éste se traduce en aislamiento del individuo, o actitud de hostilidad de uno respecto de los otros —la “guerra de todo contra todos”—; en efecto, cada uno ve en sí mismo su único fin. En consecuencia, lo que empuja al hombre a unirse con los otros hombres en una sociedad estable y rígidamente organizada como es el Estado, no es la benevolencia, sino el temor recíproco de los males inevitables que amenazan continuamente al individuo en el “estado de naturaleza”. No por eso puede decirse que los hombres sean malos por naturaleza. En el estado natural no existen lo justo ni lo injusto. La distinción entre lo mío y lo tuyo presupone una ley social y, por ende, un poder común que falta en el estado de naturaleza. “Violencia y engaño” son en ese estado las virtudes cardinales.
También para Schmitt, el conflicto político y, en última instancia, la guerra, es inevitable, ya que detrás de su aparente neutralidad valorativa, no puede ocultar su juicio moral acerca de la necesaria relación entre guerra, política y naturaleza humana. Schmitt ha asumido que la única manera de comprender seriamente el fenómeno político es admitir la maldad inherente a la naturaleza humana. Si la esfera de lo político se halla en última instancia condicionada por la posibilidad de enemistad, entonces, “las ideas y concepciones políticas no pueden comenzar muy bien con un optimismo antropológico”. Este es, a su juicio, el principal error del liberalismo, anarquismo y comunismo: todos niegan el hecho de que el hombre es un ser “malo” o, al menos, “peligroso”.
En consecuencia, lo mismo que para Hobbes, el pesimismo antropológico es, en última instancia, la fundamentación de la teoría del Estado en Carl Schmitt.