Equidad política, pluralidad cultural y comprensión del pasado histórico
DOI:
https://doi.org/10.14409/topicos.v0i8-9.7407Resumen
Para Rawls, el problema de la filosofía política es la existencia duradera de una sociedad democrática, cuyos ciudadanos, sin embargo, no dejan de estar “profundamente divididos” por doctrinas religiosas, filosóficas y morales razonables. La convivencia de tal pluralidad en un espacio jurídico-estatal, está conformada por ideas intuitivas básicas, decantadas en un consenso superpuesto, que expresa la historicidad cultural de tal sociedad. Pero la trascendentalidad reflexiva del concepto ético-político de ciudadano debe realizar una epokhé sobre los procesos culturales de identificación que la posibilitan. La justicia constitucional como equidad establece la discriminante entre razón pública y razón privada. Pero para el A. la privatización de la racionalidad personal y cultural socava la durabilidad y estabilidad postuladas. Los procesos de identificación personal y cultural consistentes, no se resuelven en la mera privacidad ni progresan en la mutua extraneidad de la tolerancia pasiva e indiferente, que concentra la vida pública en el sólo horizonte del poder. Ricoeur elabora el concepto de tolerancia difícil o virtuosa. Implica autoconciencia de la propia identidad y diálogo crítico en el espacio público de la pluralidad como libertad cultural y educativa. La hipótesis de significado transmitida por el propio pasado histórico es una instancia fundamental de confrontación para identificaciones exigentes. Éstas consolidan la intercomunicación en el espacio público de la sociedad civil, generando una democracia viva y durable.